jueves, 25 de noviembre de 2010

CAPRICORNIO: DE PAN Y LECHE PARA NIÑOS. INÉDITO PARA ESTA SEGUNDA EDICIÓN

Capricornio, de Pan y leche para niños, Francisco Acuyo


Capricornio es uno de los poemas inéditos que se han incluido en esta edición aumentada del libro Pan y Leche para niños, que presentamos el día 2 de diciembre en la librería Picasso de Granada. Acompañan el poema otras reproducciones que se incluyen en el poemario, son también de Mª Jesús López Alonso.


CAPRICORNIO



Para Pablete 



   SOBRE los hombros un ángel
constelada escarapela
de cintas y de guirnaldas,
rindiéndote honores, lleva.

Capricornio, de Pan y leche para niños, Francisco Acuyo
   A la orilla de una fuente
sosegada de azucenas
apacientas tu rebaño
numeroso de gacelas.

   Pastor que miras el cielo
desde el sueño de la tierra,
cuenta en los astros el tiempo,
el tiempo en los astros cuenta.

   Criatura tierna que el pánida
bajo su signo celebra,
y hasta tu templo dorada
la luz su paloma vuela.

   Desde tu frente rosada
saludas con alma ingenua
a la ninfa desdeñada
y al ruiseñor de la arena.

   Tu pecho vibra el sagrado
licor que liba la abeja;
la suave brisa que bebe
miel del silencio risueña.

   Te sea el hado propicio,
propicio el destino sea
para aquellos que te estiman
y protegen tu floresta:

   Tu siringa constelada
apaciente las estrellas,
y de tu ramo de pino
beban celestes luciérnagas.

   Estas rimas a la noche
robó con manos soberbias
la luz que burla del sueño
su celeste centinela.

   Abren tus ojos al tiempo
las irisadas libélulas
que en la busca de la brisa
sobre el nenúfar se encierran.

   En la liturgia de Diana
creció la luz del poeta
en un bosque cenital
con actitud cinegética.

   Caricia un gesto la noche,
y una rúbrica silueta
arrastraba el firmamento
por su ardiente cabellera.

   Signos de fuego te ofrecen
las luces tras el cometa
con rubor que el horizonte
esconde por las estrellas.

   Y escucha, Pablo, tu nombre
entre las flores y fieras,
que sonaba cristalino
de aquel río en la ribera.

   Conjura oculto el rigor
que el ánima en la tiniebla
testimonio de la luz
hizo contigo en la tierra,

   pues el trigo sideral
para ti nace en la arena
y una semilla del viento
en estos versos se siembra.

   Lo que siembras, si no muere,
a la vida no regresa:
en el abismo celeste
el resplandor de la estrella.


                                     Francisco Acuyo









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