miércoles, 18 de julio de 2012

EL ROMANCERO TRADICIONAL EN "AMOR Y POESÍA"


Me parecía ineludible la cita en el espacio Amor y poesía del blog Ancile, con la excelencia de la opima y extraordinaria tradición romancística en nuestra lengua. No puedo sino reconocer con entusiasmo el indudable influjo de esta poesía en mi vida poética y literaria (desde luego también personal, maravillosos ratos de placentero deleite en su lectura y estudio lo avalan seguramente); el patrimonio monumental de nuestro romancero en el ámbito de la temática amorosa en modo alguno puede pasar desapercibida para aquel que busque lo más granado y de vuelo más sublime al dictado del mejor verso. Como muestra mínima y personal dejo este puñado de poemas para tanto avisados como curiosos. Desde sus orígenes heroicos primitivos se han acendrado los más delicados versos que, si bien entroncan con la canción épico lírica del occidente de Europa (que diría el ilustre Ramón Menéndez Pidal), se establecen además como la producción más genuina de nuestra lengua (junto al Cancionero Tradicional del que ya daremos cuenta más adelante),  mas también como la expresión lírica más aquilatada que reconocerse cabe. De esta vena altamente lírica damos cuenta en esta breve selección como renovada y modestísima Flor Nueva de Romances Viejos, parafraseando de nuevo al gran Menéndez Pidal, e invitando a los que se interesen a la delectación de estos delicados poemas, y animando para que disfruten de los que aquí no se incluyen por razones obvias.  Beban de las fuentes profundas, cristalinas y frescas del romance en unas pocas de las más hermosas manifestaciones de la poesía lírico amorosa de todo los tiempos.



El romancero tradicional en Amor y poesía, Ancile




 EL ROMANCERO TRADICIONAL 
EN "AMOR Y POESÍA"





        FONTE FRIDA




  Fonte frida, fonte frida
fonte frida y con amor,
do todas las avecicas
van tomar consolación,
sino es la tortolica,                   
que está viuda y con dolor.
Por ahí fuera a pasar
el traidor del ruiseñor;
las palabras que le dice
llenas son de traición:                
«Si tú quisieses, señora,
yo sería tu servidor.»
«Vete de ahí, enemigo,
malo, falso, engañador,
que ni poso en ramo verde              
ni en ramo que tenga flor,
que si el agua hallo clara
turbia la bebiera yo;
que no quiero haber marido
porque hijos no haya, no;              
no quiero placer con ellos
ni menos consolación.
¡Déjame triste, enemigo,
malo, falso, mal traidor;
que no quiero ser tu amiga             
ni casar contigo, no!»



El romancero tradicional en Amor y poesía, Ancile


ROMANCE DE ROSAFLORIDA





En Castilla está un castillo,
 que se llama Rocafrida; 
al castillo llaman Roca,
y a la fonte llaman Frida. 
Almenas tiene de oro
paredes de plata fina; 
entre almena y almena
está una piedra zafira; 
tanto relumbra de noche
como el sol a mediodía. 
Dentro estaba una doncella
que llaman Rosaflorida; 
siete condes la demandan,
tres duques de Lombardía; 
a todos les desdeñaba,
tanta es su lozanía. 
Prendóse de Montesinos
 de oídas, que no de vista. 
Una noche estando así,
gritos da Rosaflorida; 
oyérala un camarero,
que ella por ayo tenía. 
—«¿Qu'es aquesto, mi señora?
 ¿Qu'es esto, Rosaflorida? 
»O tenedes mal de amores,
 o estades loca perdida». 
—Ruégote, mi camarero
que de mí tengas mancilla, 
llevásesme aqiestas cartas
 a Francia la bien guarnida; 
diéseslas a Montesinos,
 prenda que yo más quería; 
que me venga a ver para
la Pascua Florida. 
Si no quisiera venir
bien pagaré su venida:
vestiré sus escuderos
de una escarlata broslida; 
daréle siete castillos,
los mejores de Castilla, 
y si de mí más quisiere,
yo mucho más le daría...
Daréle yo este mi cuerpo,
que más lindo no lo había,
si no es el de una mi hermana,
 ¡de mal fuego sea ardida!
si ella me lleva en lindez,
yo a ella en gallardía.


ROMANCE DE LA AMIGA DE BERNAL FRANCÉS


-Sola me estoy en mi cama
namorando mi cojín;
¿quién será ese caballero
que a mi puerta dice: «Abrid?
-Soy Bemal Francés, señora,
el que te suele servir
de noche para la cama,
de día para el jardín.-
Alzó sábanas de holanda,
cubrióse de un mantellín;
tomó candil de oro en mano
y a la puerta bajó a abrir.
Al entreabrir de la puerta
él dio un soplo en el candil.
-¡Válgame Nuestra Señora,
válgame el señor San Gil!
Quien apagó mi candela
puede apagar mi vivir.
-No te espantes, Catalina,
ni me quieras descubrir,
que a un hombre he muerto en la calle,
la justicia va tras mí.-
 Le ha cogido de la mano
y le ha entrado al camarín;
sentóle en silla de plata
con respaldo de marfil;
bañóle todo su cuerpo
con agua de toronjil;
hízole cama de rosa,
cabecera de alhelí.
-¿Qué tienes, Bernal Francés,
que estás triste a par de mí?
¿Tienes miedo a la justicia?
No entrará aquí el alguacil.
¿Tienes miedo a mis criados?
Están al mejor dormir.
-No temo yo a la justicia,
que la busco para mí,
ni menos temo criados
que duermen su buen dormir.
-¿Qué tienes, Bernal Francés?
jNo solías ser así!
Otro amor dejaste en Francia
o te han dicho mal de mí.
-No dejo amores en Francia,
que otro amor nunca serví.
-Si temes a mi marido,
muy lejos está de aquí.
-Lo muy lejos se hace cerca
para quien quiere venir,
y tu marido, señora,
lo tienes a par de ti.
Por regalo de mi vuelta
te he dar rico vestir,
vestido de fina grana
forrado de carmesí,
y gargantilla encarnada
como en damas nunca vi;-
gargantilla de mi espada,
que tu cuello va a ceñir.
Nuevas irán al Francés
que arrastre luto por ti.


El romancero tradicional en Amor y poesía, Ancile

ROMANCE DEL CONDE NIÑO






Conde Niño, por amores
es niño y pasó a la mar;
va a dar agua a su caballo
la mañana de San Juan.
Mientras el caballo bebe
él canta dulce cantar;
todas las aves del cielo
se paraban a escuchar;
caminante que camina
olvida su caminar,
navegante que navega
la nave vuelve hacia allá.
La reina estaba labrando,
la hija durmiendo está:
-Levantaos, Albaniña,
de vuestro dulce folgar,
sentiréis cantar hermoso
la sirenita del mar.
-No es la sirenita, madre,
la de tan bello cantar,
si no es el Conde Niño
que por mí quiere finar.
¡Quién le pudiese valer
en su tan triste penar!
-Si por tus amores pena,
¡oh, malhaya su cantar!,
y porque nunca los goce
yo le mandaré matar.
-Si le manda matar, madre
juntos nos han de enterrar.
Él murió a la media noche,
ella a los gallos cantar;
a ella como hija de reyes
la entierran en el altar,
a él como hijo de conde
unos pasos más atrás.
De ella nació un rosal blanco,
de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar;
las ramitas que se alcanzan
fuertes abrazos se dan,
y las que no se alcanzaban
no dejan de suspirar.
La reina, llena de envidia,
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar;
della naciera una garza,
dél un fuerte gavilán
juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan a la par.



 ROMANCE DE LA INFANTINA



 A cazar va el caballero,               
 a cazar como solía,            
 los perros lleva cansados,             
 el halcón perdido había;               
 arrimárase a un roble,  
 alto es a maravilla,           
 en una rama más alta,          
 vido estar una infantina,              
 cabellos de su cabeza          
  todo el roble cubrían.  
  -Note espantes, caballero,            
  ni tengas tamaña grima.                
  Fija soy yo del buen rey               
  y de la reina de Castilla,             
  siete fadas me fadaron  
  en brazos de una ama mía,              
  que andase los siete años              
  sola en esta montiña.          
  Hoy se cumplían los siete años,               
  o mañana en aquel día;  
  por Dios te ruego, caballero,          
  llévesme en tu compañía,               
  si quisieres, por mujer,               
  si no, sea por amiga.          
  -Esperáisme vos, señora,        
   hasta mañana, aquel día,               
   iré yo tomar consejo           
   de una madre que tenía.                
   La niña le respondiera         
   y estas palabras decía:         
    -¡Oh, mal haya el caballero            
    que sola deja la niña!         
    Él se va a tomar consejo,              
    y ella queda en la montiña.            
    Aconsejóle su madre     
    que la tomase por amiga.               
    Cuando volvió el caballero             
    no la hallara en la montiña:           
   vídola que la llevaban         
    con muy gran caballería.        
    El caballero, desque la vido,          
    en el suelo se caía;           
    desque en sí hubo tornado,             
    estas palabras decía:          
    -Caballero que tal pierde,      
    muy grande pena merecía:               
    yo mismo seré el alcalde,              
    yo me seré la justicia:                
    que me corten pies y manos             
    y me arrastren por la villa.        



El romancero tradicional en Amor y poesía, Ancile


MAÑANITA DE SAN JUAN  (O LA MISA DE AMOR)




Mañanita de San Juan,
mañanita de primor,
cuando damas y galanes
van a oir misa mayor,
allá va la mi señora,
entre todas la mejor;
viste saya sobre saya,
mantellín de tornasol,
camisa con oro y perlas,
bordada en el cabezón;
en la su boca muy linda
lleva un poco de dulzor;
en la su cara tan blanca
un poquito de arrebol
y en los sus ojuelos garzos
lleva un poco de alcohol;
así entraba por la iglesia
relumbrando como el sol.
Las damas mueren de envidia
y los galanes de amor;
el que cantaba en el coro
en el credo se perdió;
el abad que dice misa
ha trocado la lición,
monacillos que Le ayudan
no aciertan responder, non
por decir amén, amén,
decian amor, amor.
 


ROMANCE DE LA CONDESITA




Grandes guerras se publican
por la tierra y por el mar
y al Conde Flores le nombran
por capitán general.
Lloraba la condesita,
no cesaba de llorar:
acaban de ser casados
y se tienen que apartar.
-¿Cuántos días, cuántos meses
piensas estar por allá?
-Deja los meses condesa,
por años puedes contar.
Si a los tres años no vuelvo
viuda te puedes por dar.
Pasan los tres y los cuatro,
nuevas del conde no dan.
Ojos de la condesita
no cesaban de llorar.
Un día estando en la mesa
su padre le empieza a hablar.
¿Por qué no te casas, hija,
por qué no te casas ya?
Condes y duques te piden,
te debes, hija, casar.
No lo quiera Dios del cielo
que yo me vuelva a casar.
Carta en mi corazón tengo
que don Flores vivo está.
Dame licencia mi padre
para al conde ir a buscar.
Mi licencia ya la tienes
mi bendición además.
Se retiró a su aposento
llora que te llorarás.
Se quitó medias de seda,
de lana las fue a calzar,
quitó zapatos de raso,
los puso de cordobán,
y un brial de seda verde
que valía una ciudad.
Esportillas de romero
sobre el hombro se echó atrás.
Anduvo siete reinados
morería y cristiandad
Anduvo por mar y tierra
no pudo al conde encontrar.
Cansada va la romera
que ya no puede andar más.
Subió a un monte, bajo a un valle,
un castillo vio asomar.
Bajando por unas piedras
gran vacada fue a encontrar.
-Vaquerito, vaquerito
te quería preguntar
¿de quién llevas tantas vacas
todas de un hierro y señal?
-Del conde Flores señora,
que en aquel castillo está.
-¿El Conde  Flores es tu amo?
¿Cómo vive por acá?
-De la guerra vino rico,
mañana se va a casar.
Están muertas las gallinas
y están amasando el pan.
Y la gente convidada
De lejos viniendo van.
-Vaquerito, vaquerito,
por la Santa Trinidad,
por el camino más corto
has de encaminarme allá.
Jornada de todo el día
en medio lo hubo de andar.
Llegando frente al castillo
al conde pudo encontrar.
Arriba estaba la novia
en un alto ventanal.
-Dame limosna buen conde,
por amor y caridad.
-Oh que ojos de romera,
yo en mi vida les vi tal.
-Sí los habrás visto, conde,
si en Sevilla estado has.
-¿La romera es de Sevilla?
¿Qué se cuenta por allá?
- Del Conde Flores, señor,
poco bien y mucho mal.
Echose mano al bolsillo
Un real de plata le da.
-Para tan grande señor
poca limosna es un real.
-Pues pída la romerica,
que lo que pida tendrá.
-Pido ese anillo de oro
que en tu dedo chico está.
Abriose de arriba abajo
El hábito de sayal.
-¿No me conoces, buen conde?
Mira si conocerás
el brial de seda verde
que me diste al desposar.
Al mirarla en aquel traje
cayose el conde hacia atrás,
ni con agua ni con vino
se podía despertar,
sino con palabras dulces
que la romera le da.
-Malhaya la romerica,
¿quién la trajo por acá?
-No la maldigáis ninguno
que es mi mujer natural
con ella vuelvo a mi tierra.
Adiós, señores, quedad.
Quédese con Dios la novia,
vestidita y sin casar,
que los amores primeros
son muy malos de olvidar.



El romancero tradicional en Amor y poesía, Ancile



ROMANCE DEL PRISIONERO




Que por mayo era, por mayo, 
cuando hace la calor, 
cuando los trigos encañan 
y están los campos en flor, 
cuando canta la calandria 
y responde el ruiseñor, 
cuando los enamorados 
van a servir al amor; 
sino yo, triste, cuitado, 
que vivo en esta prisión; 
que ni sé cuándo es de día 
ni cuándo las noches son, 
sino por una avecilla 
que me cantaba el albor. 
Matómela un ballestero; 
déle Dios mal galardón.




     LA MORA MORAIMA




  Yo me era mora Moraima
morilla de un bel catar.
Cristiano vino a mi puerta
cuitada, por me engañar:
hablóme en algarabía                       
como quien la sabe hablar:
«ábrasme las puertas, mora,
sí, Alá te guarde de mal.»
«Cómo te abriré, mezquina,
que no sé quién te serás?»                 
«Yo soy el moro Mazote
hermano de la tu madre,
que un cristiano dejo muerto
y tras mí viene el alcalde:
si no me abres tú, mi vida,                
aquí me verás matar.»
Cuando esto oí, cuitada,
comencéme a levantar,
vistiérame un almejía
no hallando mi brial,                      
fuérame para la puerta
y abríla de par en par.




El romancero tradicional en Amor y poesía, Ancile



EL ENAMORADO Y LA MUERTE 





Un sueño soñaba anoche 
soñito del alma mía, 
soñaba con mis amores 
que en mis brazos los tenía. 
Vi entrar señora tan blanca 
muy más que la nieve fría. 
-¿Por dónde has entrado, amor? 
¿Como has entrado, mi vida? 
Las puertas están cerradas, 
ventanas y celosías. 
-No soy el amor, amante; 
la Muerte que Dios te envía. 
-¡Ay, Muerte tan rigurosa, 
déjame vivir un día! 
-Un día no puede ser, 
una hora tienes de vida. 
Muy deprisa se calzaba, 
más deprisa se vestía; 
ya se va para la calle, 
en donde su amor vivía. 
-¡Ábreme la puerta, blanca, 
ábreme la puerta, niña! 
-¿Cómo te podré yo abrir 
si la ocasión no es venida? 
Mi padre no fue al palacio, 
mi madre no está dormida. 
-Si no me abres esta noche, 
ya no me abrirás, querida; 
la Muerte me está buscando, 
junto a ti vida sería. 
-Vete bajo la ventana 
donde labraba y cosía, 
te echaré cordón de seda 
para que subas arriba, 
y si el cordón no alcanzare 
mis trenzas añadiría. 
La fina seda se rompe; 
la Muerte que allí venía: 
-Vamos, el enamorado, 
que la hora ya está cumplida.








El romancero tradicional en Amor y poesía, Ancile


1 comentario:

  1. Gracias por este manojo de romances hermosísimos, amigo. Un fuerte abrazo.

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