jueves, 27 de diciembre de 2012

LA NAVIDAD EN MARTE

Algunos de los amigos a los que felicité las Fiestas de Navidad con un poema y un calendario celeste, me piden que suba al blog Ancile el poema en cuestión. Creo que vendrá muy apropósito para añadirlo a los dos anteriores que, por cierto, tan buena aceptación han tenido. Vayan pues, desde Marte, estos versos (que, acaso el robot Curiosity de la Nasa, bien pudiera haber enviado, invadido por la nostalgia) para esos pocos corazones fraternos con la esperanza que se sumen muchos más.






La navidad en Marte, Francisco Acuyo


LA NAVIDAD EN MARTE




La navidad en Marte, Francisco Acuyo






EL eco y la cadencia,
si silencio en la nieve,
enérgico el acento
en el abeto obsede

cual mistral evocado
que, en tropel insistente
a la memoria trae
de otro tiempo la sede

familiar, la pacible
concurrencia que vierte
al fraternal abrazo
calor cumplidamente.


Me conturba el paisaje
recordado, perenne
imagen del amor,
si del amor se ofrece:

pero, túrbame más
la música silente
que al espíritu aún
tanta piedad promete.

Sobre esta soledad
las estrellas a veces
son vagos resplandores
que dejan indeleble

huella desde el futuro,
si son de ayer presente.
Son los paisajes áridos
en Marte y prominentes;

en la Erydania asiento
toma memoria breve
de otro vital paraje
que todavía quiere

en mi alma eternizarse.
No en el transcurso mueve
de mi vida el fugaz
recuerdo, hoy, solemne

sensación de otro tiempo
y otra estancia.
                                  La nieve
sobre este polvoriento
terreno, transparente

de luz, de sombras, es
ensoñación perenne:
mas, lo que sueño fue
será en la aurora intérprete

evocador de vida
amable, deferente
compañía que, en estas
soledades, desprecie

la dura roca del
desierto confidente.
Las cárdenas roquedas
arrastran sobre el vientre

ígneo el ardor que ahora,
olvido con deleite,
transfigurando el fuego
con la imagen indemne

del paso nunca hollado
de un lugar que comprende
la esperanza,  pues, blanca,
se desliza en la nieve.

De ternura, tan lejos,
las cordiales fuentes
en abrazo entrañable
ahora (y para siempre)

se ofrecen como el hálito
que fue de vida breve,
para que simpatía
y aliento largamente

sea y franqueza y paz
y amor que ahora comience
en esta remembranza
que olvido no disuelve,


por formarse rotunda
realidad consistente:
el cielo constelado
trae un canto solemne

porque suene un invierno
cálido entre la nieve
y, porque el alma escuche
el paisaje cadente

materia y, en la memoria
todavía resuene,
si valle de la música,
del silencio relieve.


Francisco Acuyo







La navidad en Marte, Francisco Acuyo
Autorretrato del robot Curiosity,
desde Marte






1 comentario:

  1. Precioso texto, querido poeta, una verdadera fiesta para el espíritu. Gracias por compartirlo.
    Recibe un afectuoso abrazo de tus amigos más devotos.

    Jeniffer Moore y Pastor Aguiar.
    Miami, Florida. USA

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