miércoles, 22 de mayo de 2013

ABADDONA, DE TRES Y ACCIÓN, EN SU PRESENTACIÓN EN ESCO (ESCUELA SUPERIOR DE COMUNICACIÓN)

Ofrecemos en dos entradas las reflexiones y consideraciones varias que se expusieron en la presentación del corto Abaddona en la sede ESCO (Escuela Superior de Comunicación), en Granada, por parte de los presentadores del acto, a la sazón Liberato A. Pérez Marín, Director de Estudios de Empresa en ESCO, deliberando sobre el romanticismo y  sus contradicciones y paradojas, y Francisco Acuyo, poeta y editor, sobre las interacciones de la literatura (la poesía) y el cine. Aquí y al final de la entrada aportamos enlace de la noticia en Granada digital.

Abaddona, de tres y acción, Ancile


ALGUNAS BREVES CONSIDERACIONES 
SOBRE EL ROMANTICISMO

Abaddona, de tres y acción, Ancile
Liberato A. López Marín, Azahara Vigueras, Fermín Rodríguez,
 Óscar Framil, Jorge Acuyo y Francisco Acuyo, abajo


Siempre ocurre que, cuando explico a mis alumnos y alumnas, en el transcurso de una de mis asignaturas, que el Romanticismo no se limita a una rosa sobre una almohada tras una noche con destellos de pasión, alguna cara se arruga con antojos caprichosos. Molesta porque los tópicos nunca deberían de romperse.
O sí.
“El romanticismo es algo más, va más allá”, les cuento, “es vida y muerte, destino y libre albedrío, es libertad ante la tiranía y esclavitud ante el amor. Es el terror gótico ante lo desconocido que se esconde tras las brumas de la noche o del alma. El romanticismo, en definitiva,  es contradicción, como lo es el mismo Hombre con mayúsculas.
Es el instante de las caras que descubren nuevos tintes que añadir al adjetivo romántico. El de las mentes que deslizan preguntas que viven entre la filosofía y el arte, la poesía y la historia en una suerte de matemática casi mística.
Alguien se atreve a tomar la palabra y concluye: “Profesor, entonces aun nos encontramos bajo la influencia del Romanticismo”. A lo que el aquí firmante añade: “somos hijos de él”.
El Romanticismo tiene héroes que sufren la vida, que se enfrentan al destino con la altanería vital del rebelde. ¿Miedo? Por supuesto, ¿al destino? Está claro, pero la heroína romántica, rodeada de circunstancias adversas e incitada por un halo fantasmal, siempre presente, que la rodea, toma una decisión que tiene visos de falsa libertad.
El destino, cerrado, determinista, encarnado en la cara de un joven hierático que siempre acompaña a la protagonista,  ya ha marcado su rumbo.
¿Dónde se encuentra la verdadera Libertad? ¿Dónde el libre albedrío?
Rota la división entre la realidad y la ficción, como si se tratase de un nuevo mito de la caverna, no somos conscientes de la presencia que nos induce, como marionetas de la Divinidad, a tomar un camino. ¿El camino? ¿Acaso no tenemos otro? ¿Acaso no podemos variarlo?
Todo se encuentra adherido a un fuerte existencialismo, casi derrotismo vital, que viene a robarnos el pequeño halo de esperanza que se cuela por las rendijas de la vida, y no existe más que un culpable:
Abaddona, de tres y acción, Ancile
Abaddona, un ángel exterminador que se culpabiliza, en un acto de autoagresión, de todo lo que desembocó en la rebelión contra Dios.
El ángel caído, se niega a entrar en los Infiernos y vaga, como adolescente de rostro cándido, entre nosotros, vaciando sueños de suicidio entre los jóvenes que comprenden la muerte como el máximo acto de rebeldía romántica ante un mundo prosaico y vulgar que no los comprende.
“No hay nada más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar que la vida vale o no vale la pena ser vivida es responder a la pregunta fundamental de la filosofía.” Dice Albert Camus en su libro El mito de Sísifo.
Pero tal vez olvida Camus que si Larra, Ganivet, Wolf, Pavese, Sylvia Plath, Dido, Ofelia, Ana Karenina, Madame Butterfly o aquel Andrés Hurtado del barojiano El Árbol de la Vida, han decidido poner el punto y final a sus vidas, es solo porque Abaddona, el exterminador, se encontraba cerca de ellos, susurrándoles al oído.
Tan cerca como lo puede estar de mí o de vosotros que os encontráis sentados en este Aula Magna de ESCO, deseando que termine mi intervención para ver el cortometraje de Óscar, Jorge, José Antonio, Germano, Marta, Daniel, Salva, Cristina, Álvaro, Fermín, Daria.
Tal vez solo necesitamos girar la cabeza para encontrarlo ahí, mirándonos, callado como la misma muerte.

Muchas gracias. 


                                  Liberato Antonio Pérez Marín



2 comentarios:

  1. Excelente exposicion del Profesor y Director Liberato Antonio Pérez Marín acerca del magnífico cortometraje que han realizado estos talentosos artistas. Felicidades!
    Cordiales saludos desde Miami.

    Jeniffer Moore

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  2. Muchas gracias, Jeniffer. Es un placer ayudar a jóvenes artistas. Un saludo cordial desde Granada.

    Liberato A.

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