domingo, 31 de agosto de 2014

LENGUAJE Y POESÍA

Siguiendo las directrices de publicación para la sección Pensamiento, del blog Ancile, ofrecemos un nuevo fragmento de la totalidad del trabajo titulado Arqueología de un instante, hoy bajo la reseña general de Lenguaje y poesía.

Lenguaje y poesía, Francisco Acuyo, Ancile




LENGUAJE Y POESÍA






Si la problemática genérica de la poesía como integrante de un corpus literario puede no haber pasado por una transición teórica del todo pacífica, no será menos controvertida la problemática entre el lenguaje y la poesía, como de hecho lo ha sido de manera general el del arte como lenguaje.35 Los signos constitutivos de dicho lenguaje, para la conformación del vocabulario y del artefacto legal de su estructura y jerarquía, nos hará plantearnos problemáticas como el parentesco entre unos lenguajes (artísticos) y otros, así de cómo afrontar esta realidad desde la teoría de los sistemas sígnicos, aun cuando la poesía (como cualquiera otra arte) distingue su propio lenguaje del de otros sistemas. Podría constatarse esta fenomenología como aquella que se plantean en las presuntas afinidades en los fenómenos de la écfrasis y la sinestesia.36 Sería de gran interés observar hasta qué punto la base lingüística que compone el poema se estructura en virtud del sistema que rige la lengua natural respecto a aquellos sistemas modelizadores secundarios,37 si se supone no reproducen todos y cada uno de los aspectos de las lenguas naturales, y ver, así, las incidencias coincidentes entre la música y la poesía, por ejemplo; de su relación sintagmática y paradigmática pueden observarse afinidades de aquellas (música, poesía, pintura...), si entendidas como objetos semiológicos.

Lenguaje y poesía, Francisco Acuyo, Ancile Consideramos de gran interés la indagación y comprensión de aquellas razones primordiales por las que tales lenguajes manifiestan aquella complejidad que los hacen distintos de la lengua natural. Se dice que la diferencia radica en el cuantum de información que transmite un poema, acaso fuese totalmente inaccesible para su transmisión certera sin una estructura elemental lingüística propia; y es que el pensamiento (con la emoción, la intuición, la percepción) que se proyecta en el poema se realiza en una peculiar estructura (poética) de la que se dice que es inseparable, y de donde puede finalmente colegirse que será este aspecto formal en donde se mueve la propiedad ineludible de su función especial, la cual, opera de modo tal que nos hace entenderla como un organismo vivo que vincula su función dinámica en virtud del complejo mecanismo estructural (biológico) que la hace tan especial.

Será no menos interesante a las alturas de nuestra exposición plantearse la que puede ser una fascinante cuestión: si la poesía es sólo lenguaje literario. Si partimos del texto poético como indicador que manifiesta abiertamente la diferencia del signo poético, también nos ofrece la posibilidad de contemplar el concepto de signo como algo diferente a lo que la ortodoxia semiótica nos ofrece. Nos parece en este extremo que el lenguaje poético advierte de la importancia del signo en poesía como elemento fundamental para la manifestación de la naturaleza singular del fenómeno poético, pues da cuenta de su capacidad para mostrar de forma ciertamente especial su importancia como vehículo muy particular de información. Es capaz de integrar con su dinámica expresiva una representación del mundo que acierta a comprender que éste no sólo es materia y energía, también información; y es que de su mensaje puede inferirse un algo que persiste en el azaroso caos del ruido que envuelve nuestras sensaciones humanas.

A través de la expresión (y lenguaje) poética(o) se observa de manera ideal, a nuestro juicio, su competencia para decodificar singularmente la totalidad a la que se enfrenta el hombre como criatura capaz de conocer y reconocerse en un entorno que tiende inexorablemente a la entropía, además de dar cuenta de que lo único cierto es la propia incertidumbre: y es que el poeta, cuando habla, si bien cambia el conocimiento de quien escucha, no hace sino mostrar que el receptor está en situación de incertidumbre respecto del mensaje que ha de escuchar, mas no de ignorancia, pues su saber será posible gracias a una o varias interpretaciones del poema, siempre y cuando este no viole las reglas de la gramática del significado: es así que el mensaje poético no debe entenderse como una entidad aislada, sino en función de las (polivalentes) interpretaciones que acaso pueden evaluarse de manera estadística.

Es en la observación del lenguaje poético desde donde cabe plantearse de manera especialmente manifiesta por qué el mundo está lleno de formas inasibles de orden, tal es el caso del lenguaje, cuando lo más fácil sería el caos absoluto.

Sabemos que conforme a las reglas y preceptivas (ortográficas, gramaticales...) de estructura y sentido los sistemas reducen en su jerarquía la incertidumbre en forma de redundancia38 y en cuya base se hace posible la singular riqueza y complejidad, en este caso, de un sistema lingüístico. Nos parece por esto que en el análisis sistemático del verso (como integrante de dicho sistema) se produce una paradoja de gran interés y que, de su comprensión, radica en buena parte nuestra capacidad de situarnos en el poema bien como vívidos lectores, integrados en la contemplación totalizadora de un universo que participa de unas 39 en virtud del cual debemos entender que el análisis pormenorizado de su estructura interna no es compatible con una descripción de su generalidad. Es por esto fácil de comprender que aquellas propiedades significativas del poema (sintácticas, métricas, retóricas...) han de entenderse de forma estadística; y es que la poesía (y el poema) se observa (como organismo vivo) en su concreción material y genuina que genera su novedad conforme (se escribe o lee) a algo siempre vivo y novedoso; se configura como ley pero siempre impredecible, pues en él (en el poema) nos parece que siempre hay más información de la que hubo en un principio.

Lenguaje y poesía, Francisco Acuyo, Ancile
Creemos que, si bien reconocemos que la propiedad del lenguaje puede ser utilizada simbólicamente y que pueden incidir en el mundo linealmente, no obstante, todos reconvenimos en que las palabras que lo componen no son hechos; mas en el lenguaje poético advertiremos que los símbolos portadores de la palabra se manipulan con más libertad que la sustancia misma.

El hecho de que busquemos principios abstractos universales capaces de generar sentencias con cierta estructura de la que se deduce una gramática la que, a su vez, de manera intrínseca nos dice que lo que sabemos de ese lenguaje (poético) es más que un síntoma de su necesidad y de nuestro convencimiento de su aplicabilidad al ámbito del fenómeno de expresión poética, y todo aun a sabiendas de que es un conocimiento que ha de permanecer oculto (inconsciente) para el que lo utiliza (bien creando o bien recreando -leyendo- en el texto poético), pero que genera una ingente cantidad de información que muestra que el lenguaje poético es esencialmente creador.40

Será en el ámbito de la expresión poética desde donde podamos constatar con mayor y mejor perspectiva la analogía del lenguaje en general y del poético en particular, respecto de los denominados sistemas vivos, pues ambos se manifiestan complejos y estables, además de no rendirse fácilmente a los efectos de la aleatoriedad (véase el caso de los denominados desvíos métricos respecto de las normas de preceptiva),41 pues se basan en una complejidad autorreguladora.42

En el lenguaje poético puede observarse la tendencia hacia un comportamiento que lo describe como organismo tendente a estados de mayor complejidad, sea o no esa la dirección que deseara tomar,43 y que nos hace reconocer la poesía en su lenguaje como un sistema abierto que no nos aleja de aquella concepción de: naciente, siempre en referencia al poema como algo nuevo que desafía en muchos casos toda explicación en torno a una causa y su respectivo efecto.44

De cualquier modo no podemos tampoco dejar de hacernos (gozosos) partícipes de ese carácter lúdico de la poesía gracias al cual se detecta inmersa en un verdadero proceso, no sólo lingüístico, también biológico, pues se ofrece en sus reglas internas co-partícipe de las leyes integradas en la misma estructura material del ser vivo que lo genera, y que gracias a ellas nos conducimos una y otra vez a la novedad y, por ende, a lo permanentemente inconcluso.

Se establece en el ámbito de la comprensión poemática la disquisición manifiesta en la eterna pregunta de ¿hasta dónde puede conocer el ser humano?; también para constatar de forma natural que la adopción de 45 sino la insuficiencia de estos, sustentados en la necesidad de crear otros nuevos para encontrar a su vez una nueva explicación.
Lenguaje y poesía, Francisco Acuyo, Ancile
cualquier sistema para la adquisición de conocimiento no implica en base a sus axiomas
La poesía se vierte con esa admirable capacidad de continua sorpresa que muestra en su complejidad y riqueza que es mucho más intriccada y fértil que cualquier intento que pretenda describirla o definirla de manera presuntamente exhaustiva.
Aquellas características del poema (y por tanto de la poesía) que se nos ofrecen como aspectos redundantes del mismo (véase el métrico especialmente), muestra un cariz evolutivo en la poesía que consideramos de muy alto interés, pues pone en evidencia aquella inclinación biológica de la que hablábamos en tanto que dicho proceso evolutivo no se mueve tanto por el azar como por la complejidad y un alto grado de orden.

Se verá con especial facilidad y transparencia en poesía que las reglas lingüísticas que posibilitan el lenguaje no se cierran en su ámbito en estrictos mecanismos de causa y efecto, pues ésta (la poesía) mantiene su ser en virtud de mostrarse incompleto y abierto y, en consecuencia, de mostrase también a la expectativa de novedad constante, la cual se traduce en una capacidad generativa 46 y transformacional de novedades.

Es bueno señalar que muchas veces el poema se comporta como un auténtico algoritmo, capaz de manipular símbolos utilizando un número finito de reglas de transformación y que, a la vez, es también capaz de activarse o desactivarse en momentos específicos. Esto se verá, sobre todo, en los poemas medidos o sujetos a normas de preceptiva métrica, las cuales actúan como freno a las posibles mutaciones aleatorias en los símbolos del mensaje poemático, todo lo cual incidirá en el hecho general de que ningún lenguaje toleraría cambios al azar porque ello acabaría con la posibilidad de cualquier significado.



                                                                                                            Francisco Acuyo



Notas.-



35 Lotman, I.M.:  ob. cit. notas 4, 14 y 15.
36 Acuyo, F.: Apuntes para una retórica poética: De la écfrasis y la sinestesia, Actas del Primer Congreso Internacional de Ciencia Arte y Sinestesia, Almería, 2005.
37 Lotman, I.M.: ob. cit. Ver nota 35.
38 Campel, J.: El hombre gramatical,  Fondo de Cultura económica, México, 1989.
39 Laiser, D.: The Arrow of time, Scientific American, 1975.
40 Chomsky, N.: Language and Mind: problems of  knowledege and freedom, Patheons Book, Nueva York, 1971.
41 Acuyo, F.:ob. cit, notas 1 y 2.
42 Campell, J.: ob. cit. nota 38.
43 Prigogine, I.:  Scientist See a Loophole in the fatal law o physics,  New York Times, 1979.
44 Eliot, T.S.: The frontiers of criticism, University of Minnesota Press, 1956.
45 Gödel, K.: Ensayos inéditos, Mondadori, Madrid, 1994.



Lenguaje y poesía, Francisco Acuyo, Ancile

martes, 19 de agosto de 2014

VARIACIONES

Del libro Cuadernos del ángelus, 1998, para la sección Poema semanal,  del blog Ancile, ofrecemos el poema  titulado Variaciones.


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Variaciones, Francisco Acuyo, Ancile.
De Noelle S. Oszvald






VARIACIONES




Variaciones, Francisco Acuyo, Ancile.




«Sin luz no siempre ciega,
sin libertad no siempre aprisionada»

Luis de Góngora



EL ángel estival
sí, pero traslucida
sombra de copos para siempre sombra
no, cálido cristal que nácar de
mirarla blanco, sobre
la brisa bebe apenas trascendida.
«Aunque este grave caso haya tocado,
hasta el agua, más lienta mano llevo,
y repetidamente
el fondo y su candor ya trastornado
del clariver hubiera,
y en la débil color tal vez estrella,
una paloma mueve
y otra angélica luz de nieve,
desde el amor con ella».


Francisco Acuyo






Variaciones, Francisco Acuyo, Ancile.

viernes, 15 de agosto de 2014

SENTIDO Y POESÍA

Dentro del mundo sugestivo y altamente interesante de la semiosis o semiótica y la poesía ofrecemos otra entrada para la sección de Pensamiento del blog Ancile, esta vez con el fragmento titulado Sentido y poesía.

Sentido y poesía, Francisco Acuyo, Ancile




SENTIDO Y POESÍA







SI PARTIMOS DE LA IDEA DE que la estructura del lenguaje poético puede entenderse como sistema de signos, parece del todo necesario establecer en su análisis formal la cuestión del sentido.22 En cualquier caso, podrá apercibirse la peculiaridad del fenómeno polisémico de manera especialmente acentuada en poesía, tanto si atendemos a su (inter)relación con el contexto verbal, como en su vinculación con el no verbal, y todo para poder establecer un criterio (y unidad) de comprensión semántica. Entendemos que especialmente en poesía, la estructura a tener en cuenta muy bien no tiene por qué ser la de la lengua misma. Deducimos también que el contenido semántico de la palabra poética (aun dependiendo de la estructura estilística) no se entiende sino en virtud de una estructura superior que tiende hacia una totalidad más compleja. Mas de ello podemos colegir que la poesía es característica (singular) por ser el discurso del contexto.23 De todo lo aducido podemos finalmente inferir que la palabra poética está imbricada en una compleja estructura que se expande fuera incluso de la frontera de la lengua (aun expresa por los medios de esta), y es que se ofrece sujeta en el acto (en la acción) creativo, y es que este, a su vez, se manifiesta en base a su propia acción en la transmisión de su contenido.

En cuanto a la función semiótica de la poesía, creemos de interés traer a colación las reflexiones de Dámaso Alonso24 en su magna obra Poesía Española, ante la necesidad de contemplar la obra literaria (y, sobre todo poética) teniendo en cuenta que el estudio y el análisis de la poesía no garantiza su comprensión integral sino ha sido leída y directamente intuída 25 como conocimiento, cuya base (y estructura) totalizadora
Sentido y poesía, Francisco Acuyo, Ancile
cumple unas exigencias que trascienden en muchos momentos un entendimiento netamente racional, pues incumbe también un reconocimiento afectivo de dicha intuición que pretende ser totalizadora y que, en la analítica científica, deducimos parcialmente, pues su método no atiende a la impronta afectiva (ni fantástica).
Esta intuición estilística puede sernos muy útil para la aprehensión (y comprensión) del texto (y aun del fenómeno) poético al situarse en los límites de su aprehensión racional (lógico-deductiva) y afectiva.

La concepción del significado y significante (ya vimos con mayor detenimiento este aspecto),26 y en consecuencia del signo lingüístico y ya puesta en duda su arbitrariedad, sobre todo en poesía, y ha de entenderse esta en virtud de que trasciende los significados ofreciéndolos como delicados complejos funcionales27 que superan un sentido meramente conceptual. Del significante como complejo de significantes parciales puede observarse el aspecto semiótico que puede inferirse como uno de los elementos genuinos de la poesía: así puede deducirse de la observación del mecanismo métrico, por ejemplo, en las singularidades métricas que inciden en los momentos afectivos o descriptivos especiales del poema, los cuales vienen a reseñar la estrecha vinculación entre significante y significado.

Sabemos que no adelantamos nada nuevo cuando señalamos el carácter sígnico del poema 28 y la referencia a la noción de signatum, 29 mas sopesando el rudimento referencial del mismo en dependencia al 30 y donde la comunicación no es tanto objeto primordial de su responsabilidad como el hecho de mostrarse como auténtico creador. 31 El papel de enorme responsabilidad que se traslada al receptor para la comunicación trae consigo que, la equivocidad (e intransitividad) del poema, ha de manifestarse en un enclaustramiento ontológico, 32 el cual se hace expreso en aquella célebre ambigüedad de comprensión del ámbito heidegeriano; 33 todo esto que decimos lo pondremos en oposición a la idea de univocidad del destinatario (receptor) humano como razón de ser del poema (o de la poesía), que no compartimos totalmente, aun en el caso de que el poema pueda decir una cosa y significar otra 34  nos hará también reflexionar sobre la ambigüedad y polivalencia del signo poético y del sentido creado, el cual, acaso, nos invita a reconocernos en el espejo del ser que es la poesía.
Sentido y poesía, Francisco Acuyo, Ancile
contexto netamente social para orientarse en relación a aquella raíz anclada en la conciencia del poeta.

Sobre la cuestión del sentido es interesante la consideración de una propia semiótica en virtud de la capacidad creativa del poeta; dicha semiología del sentido no nos parece en modo alguno motivo de exclusión para un estudio filológico-semiótico, aun teniendo en cuenta las dificultades de trascripción del singular ámbito de la poesía a través de los métodos lógico-racionales del análisis científico; será esta cuestión del acoplamiento de dichas normas y preceptos a la particular -extravagante- (y aparentemente aleatoria en tantas ocasiones) jerarquía de leyes que rigen singularmente el ámbito de lo poético, motivo de otro más que interesante estudio que nosotros no tocaremos momentáneamente.


                                                                                                Francisco Acuyo




Notas.- 


22 Strauss, L: Estructura y dialéctica de Roman Jakobson, Antropología estructural, Edebe, Buenos Aires, 1968.
23 Lotman, I.M.: Sobre la delimitación Lingüística y Literaria de la noción de estructura en R. Barthes y otros, Nueva Visión, Madrid, 1970.
24 Alonso, D.: ob. cit. nota 11
25 Ibidem
26 Ibidem.
27 Ibidem
28 Peirce, Ch. S.: Collected Papers 2,  Cambridge, Mass, Harvard University Press, 1932.
29 Mukarovsky, J.: Arte y semiología, Alberto Corazón, Madrid, 1971.
30 Lázaro Carreter, F.: De poética y poéticas, Cátedra, Madrid, 1985.
31 Brooks, C: Ttehe Well Wrougt Urn. Studies in the Structure of Poetry,. La structura della poesía,   Il Mulino,  Milán, 1973.
32 Lázaro Carreter, F.: ob. cit. nota 30.
33 Heidegger, M: ob. cit. nota 8.

34 Rifaterrre, M.: Ensayos de estilística estructural, Seix Barral, Barcelona, 1976.



Sentido y poesía, Francisco Acuyo, Ancile

jueves, 7 de agosto de 2014

NOCTURNO

Este Nocturno, del libro Cuadernos del ángelus, 1992, para la sección Poema semanal del blog Ancile.

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Nocturno, Francisco Acuyo, Ancile




NOCTURNO



Nocturno, Francisco Acuyo, Ancile



(Tema de amor para
un ángel ciego)




AROMA verde y sol y varias flores.
Y en la cumbre equilibrio
común hasta el altura, así que apenas hubo
del azul sostenido lo que anduvo,
y en esta alcoba aquella luz sonora
con el oro de voz reparadora.
Y entre la yerba el vidrio no recuerde
que jamás de mirar
quejoso yo me acuerde.

SE ofrece noche queda
la selva, mariposa que se enreda
con el tímbrico estambre en la pupila
y un círculo inestable que titila.

Y en la casa, la sombra encubre poco
o vierte del umbral, la araña sibilescente.
Mientras el paso eleva su oquedad
que esplende desde nuestra alcoba verde.
Cada espejo a saber de
bóveda resuena.
El visillo se finge en velo traslúcida serpiente,
y vientre y ave y vidrio y brisa y espíritu
                                                [ingenua.

Mariposa,
colores
que en la flor es
mano que obtiene presa,
y encerrarla con flores –pensará–
se encierra la tristeza.

¡QUÉ tan fácil deshago las cadenas!
¿Quieres, aún con quien rompe dentro el
[pecho,
atar con azucenas?
Amor. Vendrás. Amor,
mas, hasta cuando, amor
ha de verse la lenta
nave que vas conmigo señalando.

EL Bautista y Leonardo.
El ademán sereno.
La tímida inocencia.
El gamo que se asoma
a recibir del aire transparencia,
y de la muerte ajeno
respira del aroma.

PARA ti. Para ti.
rosa que más se sube
por los estrechos toscos muros si
temiendo cauteloso y lento anduve,
pues, aunque el fuego nunca
encendí ya me quema siempre;
y el ascua prende rosas y florece,
y de la brasa absorta,
a pesar del dolor, la mano,
que a ti todo obedece,
buscadora un candente ramo corta.


Francisco Acuyo







Nocturno, Francisco Acuyo, Ancile

lunes, 4 de agosto de 2014

POESÍA: LOS ELEMENTOS SEMIÓTICOS Y PRESEMIÓTICOS

Proseguimos con otra exposición para la sección de Pensamiento del blog Ancile en relación al ámbito de la semiótica en el mundo de la poesía.

Poesía: los elementos semióticos y presemióticos, Francisco Acuyo, Ancile



POESÍA: LOS ELEMENTOS SEMIÓTICOS 
Y PRE-SEMIÓTICOS








DEL POTENCIAL ESPACIO pre-semiótico (o extrasemiótico) desde el que establecer una génesis coherente de la conceptualidad semiótica, cabe deducirse una distorsión especial que fue ya advertida en su momento[13] cual es la de los signos que constituyen el fenómeno poético. Sería de gran ayuda hacer una reflexión sobre la realidad empírica que puede ser detectada, no tanto en base a una constatable aprehensión experimental, sino en virtud de una original convención lógica.

Si tratamos de situar el principio del espacio (sígnico) de la poesía, diríase que esta entraña una suerte de mitología de la creación cuyo punto de partida parece declararse carente de rasgos. En este sentido también se diría que parece objetivamente insoslayable que, al hablar de aquella organización de la memoria que nos remite al estado de partida, tengamos que afrontar la poesía y su dinámica singular en relación, o mejor aún, en la ruptura del rito. Es así que el desarrollo cíclico ritual en poesía es manifiesto por el relevo de un momento histórico observable en una estabilidad y predecibilidad del signo que compone su estructura de significado. Muestra harto interesante será el ya mencionado aspecto métrico, fundamental para reconocer la estructura del lenguaje poético. En este sentido podemos distinguir el ámbito de la ritualización pre-artística que hubo de servir para recordar, del aparataje plenamente artístico capaz de un acerbo de información (no hereditaria) competente de conservar aquella reserva de particular mecanismo que anteriormente no poseía.

De cualquier manera, la poesía, sigue manteniendo de manera muy particular la acción (vital) como prolongación de la memoria mítica; pero esto sería motivo de otro estudio no menos complejo (y prolijo) con el que acabar señalando que la poesía se encuentra en el territorio intermedio donde el pensamiento racionalista no acaba de relegar, a través de su poderosa capacidad de simplificación, las unidades mitológicas (ver los tipos -arquetipos- junguianos) que todavía diríanse traslucirse en los momentos en los que los principios netamente conceptuales no encuentran su amparo lógico.

No obstante, también veremos que en poesía aquel proceso de extrañamiento por el que el lenguaje se separa del acto es esencialmente singular, por lo que la relación entre acción y poesía mantiene también rasgos no menos peculiares de los que cabe, a su vez, inferirse en muchos momentos que el signo poético es ante todo acción; consecuencia que se observa sobre todo en lo que denominamos alta (o verdadera) poesía. Así también podemos hablar de la autosuficiencia del signo poético. El carácter gestual [14] del texto poético, no obstante, es deducible, por ejemplo, de la métrica, en tanto que a través de ella contemplamos reflejos aquellos momentos capitales de la conducta (rituales). Veremos pues que, habitualmente, los límites
Poesía: los elementos semióticos y presemióticos, Francisco Acuyo, Ancile
del rito se establecen en los mismos límites de la poesía.
En poesía puede ilustrarse ejemplarmente la pugna que mantiene el lenguaje (poético) en tanto que, en su estructura semiótica, puede observarse la tensión de las dos tendencias de orientación contraria: [15] de donde se advierte la introducción de nuevos lenguajes y su estabilización en unos límites determinados.
Al margen de la vieja controversia debatida entre nominalistas y realistas, veremos que en poesía se cumple la máxima de que los diversos tipos de descripción alumbran diversos tipos de realidad. No obstante, debemos aceptar que la poesía advierte una tendencia a la observación total [16] que cuestiona un determinismo absoluto por vía de su singular aprehensión global o integral de las cosas, singularidad que hace de ella una suerte de ciencia de la paradoja [17] que hace de cualquier taxonomía deducida de aquella que se ofrezca en virtud de un inminente valor estético.[18]

No nos parece aventurada la observación que advierte de los principios que rigen tales sistemáticas, pues se acercan al pensamiento mágico, eso sí, perfectamente articulado e independiente, mas creemos que no necesariamente en oposición a la ciencia que se fundamenta en la analogía formal; acaso situarlos de forma paralela sería la manera más adecuada de entenderlos y no en la intención anulatoria de la capacidad de conocimiento de ninguna de ellas.

Nos parece que la poesía se ajusta a un modo de ciencia más aproximado, en principio, a un conocimiento de tipo perceptivo (imaginación), conectada a la intuición sensible y que se vierte de manera satisfactoria para el sentimiento estético con una correspondencia a una realidad objetiva.[19] No obstante, también podemos entender la poesía como ese estadio intermedio entre el precepto (del rito y del mito) y el concepto, mas teniendo en cuenta la existencia del signo (poético) como intermediario entre la imagen y el concepto mismo. Habría que atender, por tanto, a la extraordinaria singularidad en poesía del juego entre significado y significante [20] y que tantas veces situaría a la poesía entre el signo y el concepto; [21] así veremos muchas veces que el signo (poético) se incorpora con rasgo de humanidad a lo real objetivo. Nos resulta (como lectores habituales de poesía) natural la observación por la que entendemos al poeta (al artista verdadero) inmerso  en una dinámica unitiva donde se trata de insertar lo conocido externo con lo interior, vertiéndose al receptor de manera tal que puede percibirse como un quieto movimiento que, al albur de su carácter extremadamente singular, diríase recrearse entre una suerte de ser y devenir.


                                                                              
                                                                                                             Francisco Acuyo

Notas.-




12 Entendemos que esta capacidad creativa mostrada en el ámbito poético es el ser mismo de la poesía.

13 Lotman I. M. ; La semiosfera,  Cátedra, Madrid, 1998.
14 Ibidem
15 Ibidem: La estructura del aspecto semiótico de la cultura es contradictoria.
16 Strauss, L: El pensamiento salvaje,  Fondo de Cultura Económica,  México, 1983.
17 Acuyo, F.: ob. cit.  notas 1 y 2.
18 Simpson G. G.: Principles of Animal Taxonomy,  New York, 1961.
19 Ibidem.
20 Sausurre.,  F,: Curso de Lingüística General, Editorial Losada, colección Filosofía y Teoría del Lenguaje, Buenos Aires, 1974,
21 Alonso, D.: Poesía Española, Gredos. Madrid, 1978


Poesía: los elementos semióticos y presemióticos, Francisco Acuyo, Ancile

viernes, 1 de agosto de 2014

EL ÁNGEL ESTIVAL

Para la sección del blog Ancile Poema semanal traemos ya los últimos poemas de Cuadernos del ángelus, (1992), en este ocasión el titulado El ángel estival.



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El ángel estival, Francisco Acuyo, Ancile




EL ÁNGEL ESTIVAL



El ángel estival, Francisco Acuyo, Ancile



PARA el cuello la mano
ofrece azul silente su reflejo,
casi invisible, sobre aquella rosa amarilla,
y en la trémula luz desde el espejo,
deslizas el murmullo como voz de la orilla.

SOMBRA o llama evaporas,
pareces del ensueño que se enciende,
o dulcemente el ángel que trasciende.

UN ramo alejo atrás,
y hacia sí de mi impulso no reparas
que llegase, y al paso
te has avenido apenas silenciosa
y confiada, a soñar la rosa,
la rosa que no sueña ya beber las
silvestres luces de entre dulces perlas.

«DESCANSA robador de las manzanas,
rosal de cuya nieve admira más
el ángel fiero, entonces
de la lira».
                Y así,
si desvelándose no en bronce ganas,
sí estelares al beso las mañanas.
Y de mis brazos fácil hacia atrás
resbalas todavía,
como si un tanto el corazón mis labios
al ritmo palpitantes hubiere sostenido.
Y antes pienso en la sangre
tras el cuello, enseguida
vertical, por el pecho comprimida
de prisa, atropellada
y cayendo de prisa,
y nada escucha y nada
en su vuelco prefiere sostener
el filo.
Deslizó ya decisiva
la brisa suave el inestable filo:
Fuente surtiendo se volvían
si de amapolas resbalaba
la herida brasa que álgida encendían.
Sentí que se quebraba
sangrienta de palomas
la rosa palpitando aun de aromas
que al vidrio manantial le florecían.

EL ángel del ensueño acaso espera
tocar el cielo azul, encaramado.
Invisible no eleva sino brisa,
cuando el silencio ni siquiera
espíritu sutil de la ceniza
hubiera con las manos heridas coronado.




Francisco Acuyo








El ángel estival, Francisco Acuyo, Ancile