domingo, 2 de noviembre de 2014

TRÍPTICO

El poema Tríptico, del libro No la flor para la guerra, 1987 en primera edición, 1991 en segunda edición aumentada, para la sección Poema semanal del blog Ancile.



Tríptico, Francisco Acuyo, Ancile



TRÍPTICO


Tríptico, Francisco Acuyo, Ancile




I



DILUCIDAN por los senos
azucenas misteriosas.
Mariposas suceptibles
de mis manos sus corolas.

El tallo lejos reluce
resbalado entre palomas.
Vuelan desde las miradas
doce manos silenciosas.

El azar cuando del sueño
me reserva la custodia
sólo duermo distrayendo
de azucenas la memoria.



II



DE su rostro cada llama
la mirada no deshace,
sino nubes de alborozo
y una rosa que no sabe.

Me conducen por envidia
perfil a donde me engasten
secuaces acusadores
y monedas de cobarde.

Reflejan niebla de alondras.
Jilguero negro su arcángel.
(La sombra, vuelos de noche
se alcanza en alas de nadie).

No desparce en mis cuidados
este viento aquellos sauces,
que no quedan de las huellas
de su paso ni señales.

El alba apenas llegaba.
De un brazo sombras de adarve.
El viento rosas traía.
Del otro espinas y sangre.


Rosa de luz como rosa
oculta prepara un ángel
que hace sombra y hace sombra
y sombra de las señales.



III



SON los nombres: Noche y sueño.
Noche y sueño manantiales.
Los vientos llevan palabras,
las palomas azahares.

Movilizan del respeto
gestos en cuyas imágenes
el saludo que la fuente
dulcemente les reparte:

Dos tuvieres para dos,
miradores insaciables,
que quisieran ver las almas,
aunque muertas, inmortales.

Y miro el rostro fundido
de aquel celeste lenguaje,
con el tiempo de azucenas,
de jazmines con el aire

para cuyo intento rojo,
porque intensos más se apaguen,
las luciérnagas, mis dedos
han de pájaros tornarse.

Admirable va el cristal
y se va tan admirable
que un murmullo del silencio
bastará para quebrarle.

Aunque duende el vidrio miro,
soñador de disparates,
que me tengo en su reflejo
como espejo inimitable.


Francisco Acuyo





Tríptico, Francisco Acuyo, Ancile

1 comentario:

  1. Estos romances llevan la magia hondísima de la mejor poesía, desconocen el tiempo y saben a eternidad, como memorias de un siempre que solo el alma toca en sueños. Gracias, amigo, por el regalo inapreciable. Un abrazo.

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