sábado, 14 de marzo de 2015

JUAN DE TASSIS Y PERALTA, CONDE DE VILLAMEDIANA: AMOR NO ES VOLUNTAD, SINO DESTINO

 Para la recién inaugurada sección Los raros, del blog Ancile, traemos hoy a Juan de Tassis y Peralta, Conde de Villamediana (Lisboa, 1582, Madrid, 1622), acaso más célebre por su trágico y enigmático asesinato, que acabaría dándole un aura de leyenda, que por su fascinante obra poética, el cual, bajo el influjo del genio de Góngora habría de deparar no pocas excelencias poéticas. Del autor de la Fábula de Faetón  y la Gloria de Niquea, dejamos aquí una brevísima muestra del genio que bajo el influjo de Ícaro, Faeton y Prometeo forjó una obra literaria digna de la mayor curiosidad.




Juan de Tassis y Peralta, Conde Villamediana: amor y poesía, Ancile





 JUAN DE TASSIS Y PERALTA, 
CONDE DE VILLAMEDIANA: 
AMOR NO ES VOLUNTAD, SINO DESTINO





Juan de Tassis y Peralta, Conde Villamediana: amor y poesía, Ancile




DESPUÉS, AMOR, QUE MIS CANSADOS AÑOS






Después, Amor, que mis cansados años
dieron materia a lástima y a risa,
cuando debiera ser cosa precisa
el costoso escarmiento en tus engaños;

  y de los verdaderos desengaños
el padre volador también me avisa,
que aunque todo lo muda tan aprisa,
su costumbre común niega a mis daños;

   cuando ya las razones y el instinto
pudieran de mi mismo defenderme,
y con causa fundada en escarmiento;

   en otro peligroso laberinto
me pone Amor, y ayudan a perderme
memoria, voluntad y entendimiento.






AMOR NO ES VOLUNTAD, SINO DESTINO





Amor no es voluntad, sino destino
de violenta pasión y fe con ella;
elección nos parece y es estrella
que sólo alumbra el propio desatino.

Milagro humano es símbolo divino,
ley que sus mismas leyes atropella,
ciega deidad, idólatra querella,
que da fin y no medio a su camino.


Sin esperanza, y casi sin deseo,
recatado del propio pensamiento,
en ansias vivas acabar me veo.


Persuasión eficaz de mi tormento,
que parezca locura y devaneo
lo que es amor, lo que es conocimiento.





ES TAN GLORIOSO Y ALTO EL PENSAMIENTO





Es tan glorioso y alto el pensamiento
que me mantiene en vida y causa muerte,
que no sé estilo o medio con que acierte
a declarar el bien y el mal que siento.

   Dilo tú, Amor, que sabes mi tormento,
y traza un nuevo modo que concierte
estos varios extremos de mi suerte
que alivian con su causa el sentimiento.

   En cuya pena, si glorioso efeto,
el sacrificio de la fe más pura,
ose el amor, si teme la ventura;

 ose el amor, si teme la ventura;
que entre misterios de un dolor secreto
amar es fuerza y esperar locura.





TAL VEZ LA MÁS SUBLIME ESFERA TOCO





   Tal vez la más sublime esfera toco
de los orbes de Amor, do pruebo y siento
un infeliz, cobarde encogimiento
con que a imperfecta lástima provoco.



   A mucho se dispone y vuela poco
mi osado y rendido pensamiento,
muy temeroso para atrevimiento,
y para no atrevido ya muy loco.

   ¡Oh laberinto, oh confusión, oh engaño!
en que estoy, la que sufro y el que sigo;
sin fe el remedio y sin aviso el daño;


   donde el hado, infelizmente enemigo,
es oráculo ya de un desengaño
que quiso ser remedio y fue castigo.





EN CUNAS DE ESMERALDAS, DESTA FUENTE





 En cunas de esmeraldas, desta fuente
aljófar nace o fugitiva plata,
cuyas márgenes claras no dilata
en cuanto es su cristal adoleciente;

 en undosa después firma creciente,   
que de grillos de hielo se desata
sin llegar donde muere, nunca mata
la fatiga y la sed de su corriente.

   ¡Oh retrato, oh espejo de la vida,
que en vanas plumas de sus fines vuela,
más engañada y menos advertida,

   a donde la razón no se rebela,
siguiendo una elección apetecida
por quien ha de morir, por quien anhela!






HÁGAME EL TIEMPO CUANTO MAL QUISIERE





 Hágame el tiempo cuanto mal quisiere
y nunca de mis daños se contente,
que no me he de perder inútilmente
por lo que sin propósito dijere.

   Gobierne bien o mal el que tuviere
a su cargo las leyes de la gente,
que a mí y a mi censor impretendiente
no hay mudanza de estado que me altere.

   Lleve mi confïanza por el suelo
sus alas, pues conoce que no acierta  
el que se atreve a peligroso vuelo.

   Quede mi queja y esperanza muerta,
pues vemos que la envidia más que el celo
a la murmuración abrió la puerta.





A LOS PRESAGIOS DEL DÍA DEL JUICIO




   Cenizas que aguardáis aquella trompa
para unir las especies desatadas
con que al Juicio final serán llamadas
las almas puras con gloriosa pompa,

   cuando la voz de Dios, abriendo, rompa      
los mármoles y losas más pesadas,
porque salgáis unidas y apuradas
en forma a quien el tiempo no corrompa.

   No puede estar ya lejos, pues es cierta
aquella confusión, cuya agonía
los dormidos espíritus despierta.

   Antes, en este caso juzgaría
que ver cosa inmortal, sin tiempo, muerta,
es ya de los prodigios de aquel día.






Juan de Tassis y Peralta, Conde de Villamediana





Juan de Tassis y Peralta, Conde Villamediana: amor y poesía, Ancile




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