domingo, 29 de octubre de 2017

LA PREHISPANIA, TARTESOS O EL ANUNCIO DE LA PROVERBIAL VEHEMENTIA CORDIS DE LO HISPANO

Prosiguiendo los capítulos de, Crónica de la Nación española, en el blog Ancile, hoy traemos una nueva entrada que lleva por título: La prehispania, Tartesos o el anuncio de la proverbial vehementia cordis de lo hispano.





La prehispania, Tartesos o el anuncio de la proverbial vehementia cordis de lo hispano. Francisco Acuyo




 LA PREHISPANIA, TARTESOS 

O EL ANUNCIODE LA PROVERBIAL 

"VEHEMENTIA CORDIS" DE LO HISPANO



La prehispania, Tartesos o el anuncio de la proverbial vehementia cordis de lo hispano. Francisco Acuyo



[…] Será más que justificada la preocupación nuestra, porque en apartándome de estos pensamientos de defensa, luego es conmigo el desasosiego más inoportuno y pavoroso, que me asalta con mil géneros de inquietudes, alarmas y oscuras previsiones… por lo que la muralla baluarte a construir por los acaicos,[1]  traerá de seguro tranquilidad y fortaleza a nuestra protección y custodia, y radicará en ella el dueño de nuestro más cierto reposo[…] (Sic).
                  Así atribuía estas palabras el anónimo autor de esta Historia, nada menos que al monarca de Tartesos: Argantonio. Puntual referencia hace a Heródoto, quien cuenta la llegada (sobre el siglo V antes de nuestra era) de los griegos de Focea al reino de Tartesos. Allí y en aquel tiempo se convino, bajo precio, erigir una muralla de defensa, acaso para prevenir ataques de los persas.
La prehispania, Tartesos o el anuncio de la proverbial vehementia cordis de lo hispano. Francisco Acuyo                  En cualquier caso, cabría apuntar sin grande grado de menoscabo a la verdad, que la traza y atributo del hombre prehispano -de antes del 700-, pudiera tenerse por aguerrido, heroico y muy diestro en el combate, y aun vehemente en sus convicciones (vehementia cordis)[2], más proclives al impulso pasional que a regirse por el rigor exigido en el cuadro o la sinopsis de la razón o del argumento moderado, añadiendo que, individualista en sumo grado, era poco propicio a asociarse y, desde luego  a reconocer abiertamente la llamada de las potencias, oscuras o luminosas, de lo situado más allá del orbe de los mortales. (Sic)
                  En estos términos seguía razonando nuestro cronista en pos de una descripción de los temperamentos singulares de los pobladores de este territorio prehispánico, cuyos rasgos esenciales muy bien pudieran claramente detectarse en épocas inmediatamente posteriores, y, aun en nuestros asendereados días de gruesas contradicciones y particulares controversias. Ni las colonias de la edad antigua de fenicios, griegos, cartagineses y romanos, hubieron de menoscabar la idiosincrasia de lo hispano, huella singular que hubo de perpetuarse durante siglos, aun con sus indiscutibles influencias sobre el comercio, la cultura (el alfabeto), la religión, la agricultura, la ganadería, la política, la metalurgia, la navegación y posteriormente (con Roma) el derecho.
                  Ya en Gadir[3], el pueblo semita de los fenicios, hubo de asentar sus reales hasta el siglo III de nuestra era. Su maestría y potencia naval fueron sin duda una de las bases de su potencia y expansión. Sus metrópolis orientales fueron fundamento de su extraordinaria y opima dilatación, y no puedo menos que conmoverme al recordar aquellos párrafos donde se contaba la odisea de la bellísima hermana de  Pigmalión, Dido Elisa, en su huida de Tiro con sus partidarios, para fundar la insigne Cartago para mayor gloria de su desarrollo y magnificencia de su pueblo. (Sic).
                  Así concluía otro párrafo  nuestro insigne historiador en el que ponía en relación manifiesta  los pueblos de la prehispania, [4] con colonizadores eminentes como los fenicios. Significativa sería la relación con los Griegos (Ampurias, sería una de las ciudades más importantes fundadas por aquellos, o Rosas, Manainake y Abdera[5] ), muy posterior a la fenicia ya señalábamos su relación con Tartesos. El arte reflejo de estas civilizaciones visitantes hubieron de encontrar en sus manifestaciones anteriores eminentes, en toros (como el de Osuna o de Costig) y leones de la Hispania prerromana, y también un fundamento para el nuevo arte de origen o influjo fenicio (véase la cabeza de sarcófago
La prehispania, Tartesos o el anuncio de la proverbial vehementia cordis de lo hispano. Francisco Acuyo
antropomórfico de un príncipe fenicio de Iberia, sito en el Museo Arqueológico de Cádiz, o la Astarté, del Museo Arqueológico de Ibiza), sin mencionar a la enigmática, simulacro de divinidad,  Dama de Elche, como paradigma extraordinario de la escultura ibérica del Levante.
                  Me gusta pensar que fue posible el mandato mitológico en el que Ulises, el adalid heroico del genio homérico,  ya de regreso desde la exhausta y sometida Troya a su querida y deplorada Ítaca, hubo de recorrer el Mediterráneo oriental, y en cuyo tormentoso y dilatado viaje de retorno quizá pisase la tierra que será la de nuestra sufrida Hispania. (Sic)
                  Así rezaba otro párrafo de un maltrecho documento  de la Historia que investigamos, y que en su fragmentariedad, no resultaba en modo alguno indiferente en la conformación de lo que será –o ya es- nuestra España a tenor de su inaudito relato en aquellos instantes de la historia; así apuntaba:
[…]Al margen de las guerras greco-púnicas, en las que desde luego se jugaba el futuro de occidente, amén de constituirse los fundamentos de las primeras sobre cimientos que ya  comienzan a conformar España: colonizadores pacíficos (fenicios y griegos) dejaron huella importante y que habría de contrastar con la que dejaron – belicosa- sus parientes (fenicios) e imponentes sucesores, hablamos de la colonización cartaginesa. (Sic)

Pero esto será motivo de relato para próxima entrada de nuestra singular historia.


Francisco Acuyo
                 

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[1] Así se refería la Biblia a los Griegos (En la Odisea y la Ilíada, aqueos, argivos, dánaos…)
[2] Denominaba el mismo Plinio la proverbial pasión hispana.
[3] Cádiz
[4] Añadiendo que quedan muestras bellísimas del arte tartésico en los bronces (Carriazo) en jarrones y otros adminículos y ponía en relación manifiesta  los pueblos de la prehispania, y que dejarían muestras impresionantes en los santuarios de Despañaperros, Castillar de Santisteban de La luz, los santuarios de Sierra Morena, sin mencionar la extraordinaria cerámica ibérica de Levante, Aragón y Castilla, haciendo mención expresa y prolija sobre los toros o verracos celtíberos (como los célebres Toros de Guisando), para concluir con las excelencias arqueológicas de Numancia expresas en cuencos decorados con guerreros y monstruos y las fíbulas y joyas en forma de diademas y placas.…
[5] Torre del Mar, en Málaga; Adra, en Almería.



La prehispania, Tartesos o el anuncio de la proverbial vehementia cordis de lo hispano. Francisco Acuyo

sábado, 28 de octubre de 2017

VIAJE POR PUEBLOS DE ALMERÍA Y GRANADA EN 1969 (REPETIDO EN 2005), DE FERNANDO POYATOS

Traemos para la sección, Fotografía, del blog Ancile, una semblanza sobre el libro del fotógrafo Fernando Poyatos, titulado Viaje por pueblos de Almería y Granada en 1969 (repetido en 2005) Álbum de imágenes y recuerdos, editado por Entorno Gráfico ediciones, para su colección, Recuerdos, memoria fotográfica, con una nota introductoria de la profesora Macarena Pradas Macías y con un poema de Francisco Acuyo.


Viaje por pueblos de Almería y Granada en 1969 (repetido en 2005) Álbum de imágenes y recuerdos, de Fernando Poyatos, Francisco Acuyo



VIAJE POR PUEBLOS DE ALMERÍA Y GRANADA 

EN 1969 (REPETIDO EN 2005), DE FERNANDO POYATOS



Viaje por pueblos de Almería y Granada en 1969 (repetido en 2005) Álbum de imágenes y recuerdos, de Fernando Poyatos, Francisco Acuyo

Este Álbum de Imágenes y Memorias porta, además de su deleitoso y amable argumento en forma de textos vivos y enérgicas fotografías que hacen de la corriente del  tiempo un elemento diligentemente detenido, contiene, digo, muchos arbitrios, representaciones, propósitos y arquetipos del todo trascendentales. También admoniciones muy necesarias para quienes, ya ahítos de tanto vacuo estereotipo, quieren vendernos una imagen manida y harto superficial de unos de los entornos paisajísticos y humanos más singulares del mundo y que se retratan entre Almería y Granada, pasando por la Alpujarra y su singular dominio. Aquí, los más avisados encontrarán mucho más que el particular atractivo folclórico de un panorama natural y urbano, desde luego muy especiales.  En sus cumbres, valles y recintos de población tan bellamente situados se respira un ámbito en verdad de paz y belleza del todo trascendente para quien quiera contemplarlo.
                  Si nuestro querido y admirado autor expresa en estos textos aquello de: Los cielos pregonan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia las obras de sus manos ...pero la tierra permanece para siempre, del Eclesiastés, lo hará con la firme convicción del que cree firmemente en lo beatífico de aquello que ante sus ojos atónitos se levanta. Puedo  enlazar estas  palabras con aquellas otras también de hermosa cita –traída por mí en este caso-, que dice: Los cielos proclaman la gloria de Dios, y la expansión anuncia la obra de sus manos, de los Salmos, porque ciertamente la contemplación de estos parajes mueve lo más profundo de nuestro espíritu.
Viaje por pueblos de Almería y Granada en 1969 (repetido en 2005) Álbum de imágenes y recuerdos, de Fernando Poyatos, Francisco Acuyo
De Fernando Poyatos
                  Así pues, en estos textos vitales y sus maravillosas y sugestivas imágenes tendremos que atender, si queremos ver y entender los propósitos  más hondos que encierra este libro, no solo la apariencia de hermosura y de costumbres más o menos singulares de los sitios donde se inspira para la confección de este conjunto inaudito, ha de mirarse profundamente en el alma del que tiene claro que la armonía de aquel acervo o miscelánea de gentes, cimas, árboles, valles… está la mano y la inteligencia de lo más subido, como en aquella divina y hermosísima copla de San Juan de la Cruz cuando proclamaba: Entreme donde no supe // y quedeme no sabiendo // toda ciencia trascendiendo.
                  En verdad que, para quien suscribe estas breves y apresuradas líneas, este compuesto de imagen y de lenguaje, obtiene en su múltiple y opima variedad de contenidos un compuesto que hará las delicias del lector que quiera asomarse a estas tierras y a sus gentes y costumbres, mas aviso que atiendan también a este aspecto contemplativo que advertíamos y que late en cada una de sus páginas, y todo porque verán con más amplitud, profundidad y acierto la maravilla en donde se inspira, pero también podrán otear a su sazón en lo más recóndito, auténtico y espiritual de nuestro exquisito autor y eximio artista.
                  A raíz de un viaje a estos mismos lugares que visitó el creador de los contenidos de estas páginas, y al contemplar a un tiempo las bellas y siempre lozanas fotografías de esta publicación, fue que concibió el poema que incluye[1] este Álbum de imágenes y memorias de Fernando Poyatos. Mi libre (y seguramente muy limitada)  poética interpretación quiso recoger y plasmar este espacio y tiempo harto particulares, donde el tiempo es reflejo de la eternidad y el espacio límite donde se abre definitivamente el infinito. Poema que hice subiendo, casi de noche, a una alta cumbre, para ver desde allí las estrellas con mis adminículos de astrónomo aficionado. Puede contemplar cómo el paisaje del día se funde con el de la noche, y cómo era tan común a las fotografías, vivas en la memoria, de nuestro autor. Esta es sin más  la historia del poema que precede a esta semblanza del libro, donde quise en esos versos fundir su arte y mi humilde maestría literaria para confeccionar el  poema que acabó por incluirse en este conjunto de fotografías y breves semblanzas literarias.
Viaje por pueblos de Almería y Granada en 1969 (repetido en 2005) Álbum de imágenes y recuerdos, de Fernando Poyatos, Francisco Acuyo
De Fernando Poyatos
                  En cualquier caso no puedo evitar que a mi memoria vengan la exégesis no menos divina de los versos del príncipe de los poetas, San Juan de la Cruz, en su comentarios al Cántico Espiritual, y que creo que vienen muy a propósito, me refiero cuando el mismo santo poeta reconocía que hablar de lo más subido acaso es imposible por inefable, y que, si algo se intenta al respecto, será para dar a entender la abundancia de su sentido por términos vulgares y usados, y es que en verdad de ello quieren hablar estos versos, como lo quieren acaso hacer las fotografías, y ha de llevarlo a cabo muchas veces, para hablar con alguna proximidad de lo indecible de estos misterios, en extrañas figuras y semejanzas[2].
                  Y qué es, si no la poesía, y cualquier otro ejercicio artístico creativo sino la expresión de lo indecible en extrañas figuras y semejanzas. Sirvan a coterráneos y visitantes estas páginas de guía manifiesta a través de las que acceder a las vivencias, curiosidades, excelencias y rarezas de una tierra (y sus gentes) inagotable para la curiosidad de los sentidos y la imaginación de la inteligencia de quien se para detenidamente a contemplarla. Queden para curiosos o avisados las palabras y las imágenes aquí reunidas como una ventana abierta a parajes y personas, pero también a un corazón generoso y creativo como es el de su autor que tanto esmero, pulcritud y amor ha puesto en cada una de sus páginas. Asaz veces retraído en sus imágenes e historias ha disfrutado e inspirado quien les habla, por eso, él mismo, no quiere otra cosa en estas líneas que hacerles partícipes del gozo y la fascinación compartida con el verdadero dueño de esta publicación Fernando Poyatos, por estas tierras de Almería y Granada. Sea la fruición vuestra ahora, y mírense en el primor de todo ello, en el sencillo pero sutil artificio de su imaginería viva, del claro y vigoroso y sobrio discurso de los textos y sueñen también viviendo, la música callada, la soledad sonora, que trasciende  tras de todo ello y que estará siempre en el corazón y en el juicio  y agudeza del  lector atento.


Francisco Acuyo

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[1] Poema titulado: Vistas del infinito, que está incluido al inicio del libro.
[2] San Juan de la Cruz, El cántico espiritual, Espasa Calpe, Clásicos Castellanos, Madrid, 1969, p. 5: […] donde no pudiendo el Espíritu Santo dar a entender la abundancia de su  sentido por términos vulgares y usados, habla misterios en extrañas figuras y semejanzas. […]




De Fernando Poyatos



domingo, 22 de octubre de 2017

LA MODERNIDAD DE LA PREHISTORIA

Para la sección, Historia de un diario, extraemos otro post que vendrá muy apropósito con el anteriormente publicado y que en esta ocasión porta el título: La modernidad de la prehistoria.




 La modernidad de la prehistoria. Francisco Acuyo






LA MODERNIDAD DE LA PREHISTORIA




 La modernidad de la prehistoria. Francisco Acuyo


Que la prehistoria es una ciencia moderna[1] (y a la vista de los cómputos, tasaciones y cronologías más inmediatas de las que tenemos constancia escrita, desde la Edad Media, las cuales venían a considerarse preadamitas), es algo que en modo alguno puede cuestionarse.  Como tampoco la grandeza e importancia de muchas de las obras de arte halladas en aquellas remotas épocas. La información extraída según el caso de las mencionadas manifestaciones artísticas, espléndidas, no es en modo alguno desdeñable, más bien al contrario, muy recomendable su testimonio, si es es fundamental para averiguar pensamiento, religión, …y, desde luego, entendimiento de hechos históricos (prehistóricos) que habrían de marcar los designios de aquellos artistas y las gentes con las que habrían de compartir vivencias, lugares y momentos y que, en la estrategia de este riguroso (re)colector de aconteceres le complace entretenerse, si es que la ciencia de la historia de este que suscribe estas páginas, más la tiene por pasicorta y flemática, que imprudente e insensata por apresurada. Del arte mobiliar (art mobilier), a los grabados y pinturas en la roca de las cavernas se infieren grandeza creativa, pero también razón histórica (sic).
 La modernidad de la prehistoria. Francisco Acuyo                  De esta manera discurría nuestro omnipresente testigo de la historia de España en uno de los peculiares fragmentos hallado de su singular historia, en relación a los tiempos  que, desde Atapuerca[2] (relación de estudio que más que prehistórica pudiera considerarse como paleontológica) a las impresiones  maravillosas de Altamira y posteriores, cuya supervivencia ya pudo ser ya advertida en la Primera Crónica General, de Alfonso X el Sabio, donde Rocas[3], primitivo, desnudo habría de tenerse como descendiente de posteriores patriarcas, reyes y sacerdotes. Su vida de troglodita podría describirse en virtud de su existencia como Felis speleus[4] que le habría de emparentar a sus coetáneos compañeros del relato novelesco de la vida prehistórica que hubiera de trazar el rey Sabio.
                  La leyenda habría de enriquecerse con la aparición del hábil arquero Tarsos (Tharcos) de Abila, cuya tenencia de armas teñía de amplia superioridad al oscuro Rocas. Más allá de las magias cavernarias y de la mítica descendencia de Rocas con la hija de Tarso: qué bien pueden colegirse el traspaso de una y otra cultura en su relato, y quedar sólidamente expreso en forma de taulas, taloyots, navetas y megalíticos santuarios; cabezas de toros, esfinges, leones y toda suerte de bestias ibéricas; bichas, monstruos mestizos de hombre y toro, todo lo cual habría de hablarnos de moradores diversos de nuestra primitiva historia de la España prerromana (íberos, celtas, celtíberos que habrían de derivar en carpetanos, arévacos, vetones, oretanos, vacceos, y en el norte astures, cántabros y vascones), sin mencionar a Tartesos y su legendario rey Argantonio.
                  Podemos imaginar que, aún sin escritura, la comunicación in praesentia de los primeros narradores de mitos y leyendas a través de la oralidad, pudo ser una vía de permanencia y mestizaje de personajes  fabulosos y reales, y de trayectorias y relatos de un tiempo apenas hoy imaginado, teniendo que relegar a tiempos muy posteriores, con los principios de la poética medieval vernácula, los primeros itinerarios de ideas éticas y estéticas y, desde luego, históricas de nuestro pensamiento literario.
 La modernidad de la prehistoria. Francisco AcuyoCuán sangriento, ineludible y, a ciencia cierta, inapelable sino es el de la guerra, que ha fiado su progreso al propio y cruento del perfeccionamiento y efectividad encarnizada de las armas que, desde el Homo antecesor a los guerreros del Paleolítico, habrían de protagonizar  batallas significativas y algunas incluso preponderantes. Pero no deja de resultar menos impresionante cómo, aun en el feroz y trajinante y belicoso y ultrajante entorno habría de surgir, para maravilla de sí mismos y del mundo, fuentes de inspiración perpetua para artistas (y filósofos, literatos, científicos…) posteriores, cual fueron las miríficas, profundamente simbólicas y altamente expresivas pinturas de Altamira, aun a costa de cuestionar cualquier comparación con el arte de la revolución neolítica, si en verdad fue más pobre, y que tiene como singularidad el acontecer y la materialización de los primeros asentamientos permanentes, que habrían de poner fin a la errante existencia y levantar las primeras comunidades para mejor establecimiento y desarrollo de la agricultura, la urbanización; la aparición de la alfarería, la primeras vías de comunicación y el descubrimiento de los metales, acompañado todo de las manifestaciones tardías de arte rupestre en el Levante y  de asentamientos singulares como El Argar[5], que anuncia ya la Protohistoria de la Edad del Hierro (sic).
Así concluía otro de los fragmentos extraídos del ingente cúmulo de legajos en desorden y que, nosotros, con extremo cuidado y dedicación plena, tratábamos de poner en mandamiento y advertencia para su mejor y preciso entendimiento. No obstante, en virtud de lo perdido en documentos fundamentales pero ausentes, tratamos de establecer una jerarquía topocronológica que fuese lo más fiel posible a la disposición originaria, cuya estructura y comunidad de textos obedecía a una enigmática redacción en primerísima persona que habría de colocar a su redactor como testigo ¿intemporal? de lo que acontecía en su relato.
No dejen de leer lo que a continuación, en próxima entrada, ofreceremos, que será de muy digna lectura, consideración y entretenimiento, y que habrá de causar segura admiración al lector atento, que no podrá dejar de suspenderse de la erudición histórica  y la agudeza y arte de ingenio en las redacciones encontradas del autor anónimo de estos anales, así como de la omnipresencia de su erudición y la extraña sabiduría exegética de aquellos aconteceres de su historia.


Francisco Acuyo


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[1] Summa Artis, Antología, vol. 1, Espasa Calpe, Madrid, 2004, p. 15
[2] Descubrimiento en la localidad burgalesa de Atapuerca de los restos óseos , en 1976 y 1994, y cuyo hallazgo relega dichos restos a unos 300.000 y 800.000 años antes de nuestra era, respectivamente.
[3] Según el rey Sabio, el primer hombre destacado que vino a España, oriental y a la sazón medio brujo que “…adivinava muchas cosas e fazie grandes maravillas…”
[4] Tigre cavernario.
[5] Situada en la actual provincia de Almería, y cuya cultura algárica o mastiena ya denotaba una población densa y con una clara exigencia defensiva, y cuya súbita desaparición hubo de levantar no pocas discusiones y controversias.


 La modernidad de la prehistoria. Francisco Acuyo