lunes, 11 de junio de 2018

EL MUNDO ERA UN AVIÓN


Traemos esta curiosa y preciosa invención relatada de nuestro colaborador, querido amigo y narrador de excelencia, Pastor Aguiar, por cuyo relato muestro mi más sincero agradecimiento. Lleva por título, El mundo era un avión, y lo exponemos para la sección de Narrativa del blog Ancile.



 El mundo era un avión, Pastor Aguiar




EL MUNDO ERA UN AVIÓN





 El mundo era un avión, Pastor Aguiar


El avión se fue posando en medio del batey. Nosotros habíamos visto aviones subrayando el cielo en todas direcciones, y pensábamos que eran del tamaño de un automóvil, cuando más; ni teníamos idea de cómo aterrizaban. Nadie en la sitiería estuvo en un aeropuerto. Tampoco había cine para enterarse de tales cosas.
Así que cuando vimos la nave descender verticalmente sobre el terreno de pelota, no hubo dudas de que era su manera habitual de posarse.
De más está decir que el estruendo espantó a los animales del cielo y de la tierra, pero al rato el silencio parecía plomo.
El moro y yo fuimos de los primeros en acercarnos. El armatoste parecía un gigantesco melón, de casi una cuadra de largo, en reposo sobre no sé cuántas ruedas de goma y repleto de ventanas iluminadas por sus costados.
Detrás de nosotros fueron llegando los demás, algunos a caballo, como Buro, quien nunca descabalgaba a causa de su invalidez.
Precisamente Buro, con su voz de silbido de locomotora, se impuso al abejeo de los comentarios todavía tímidos.
_ ¡Prepárense, que lo leí en la Biblia, vienen a recoger a los elegidos! ¡Llegó el final de los tiempos!
_ ¿Y cómo sabremos a quién le toca? _ Me atreví a preguntar.
_ Dios sabe, ya es tarde para cambiar lo que has hecho, pícaro. Bien sé las maldades que has ido acumulando.
El moro se había escondido detrás de mí temblando. Yo no supe qué rumbo tomar, porque si al asunto era como declaraba Buro, de nada valía que saliera a todo lo que me daban los pies.
Pero al momento otra voz se impuso. Era Candito, el jefe de vigilancia del comité de defensa de la revolución.
_ ¡Párense ahí mismo! Ni un paso más, que se trata de la invasión imperialista. Por suerte estoy al día con la radio. El enemigo nos ataca.
 El mundo era un avión, Pastor AguiarYo pensé que un ataque implicaba la presencia de soldados, armas y muerte. Nada de ello ocurría en este caso. Era un avión todavía en reposo.
_ Ya viene este miliciano con sus pesadillas. Son los mismos que están quitándole la tierra a medio mundo y quieren mantenernos asustados_ Le dije a mi amigo.
Pero Candito se molestó con la poca atención recibida. La gente no se sentía amenazada por el avión y se iba acercando a él a la redonda, hasta tocar sus ruedas y dar saltos tratando de rozarle la panza plateada.
Y fue cuando Candito, a los pocos minutos, regresó desde su rancho con el revólver que el gobierno le había asignado para defender la patria revolucionaria.
_ ¡A ver, sea quienes sean, salgan con las manos en alto! ¡Al que haga un movimiento sospechoso lo dejo frito!
Como no hubo respuesta, a los diez minutos el hombre disparó un tiro al aire.
_ ¡El siguiente es a matar!
_ Este cabrón está loco, quién lo va a oír allá dentro. Quizás ni siquiera hablen nuestra lengua_ Comentó Ceferino, uno de jornaleros del batey.
A todas estas la nave comenzó a estremecerse y a esconder sus ruedas, de forma que la barriga descendía sobre el pasto, quedando al alcance de cualquiera. Las ventanas fueron mucho más visibles y pudimos ver rostros asomándose, no solo de personas, pues juro que vi una cabeza de buey con cuernos enormes.
Sin tiempo para sacar conclusiones, por el costado frente a nosotros se abrió una puerta y desde ella se precipitó la escalerilla metálica. Un tumulto de pájaros escapó, de toda especie y en todas direcciones, como si hubieran olvidado el afuera.
Candito les apuntó a las aves, algunas como gansos, pero con aquella arma corta no fue capaz de herir a ninguna, a pesar de gastar todas sus balas.
_ ¡Vayan a buscar machetes, lo que sirva para matar canallas! _ Agregó el miliciano agarrando el revólver por el cañón a manera de martillo.
_ Déjalo que siga comiendo mierda. Nadie lo oye_ Dijo el moro a mi lado.
_ ¡Ya sé de lo que se trata! _Volvió a pitar la voz de Buro _ ¡Leí lo del Arca de Noé, los que se salvaron del diluvio! ¡Acaban de aterrizar en la finca! ¿No ven los animales? ¡En cualquier momento se aparecen los ocho seres humanos!
_ Otro loco, pero este me da risa. Lo del arca ya pasó cuando las ranas tenían pelos_ Dije al moro.
Como nadie salía después de los pájaros, la curiosidad pudo más que yo.
_ Moro, voy a asomarme a ver qué hay allá dentro.
_ Si tú te atreves, no me quedaré atrás, ¡dale!
Comencé a subir los escalones con mi compañero, hasta abocar el espacio iluminado de las tripas del avión.
 El mundo era un avión, Pastor Aguiar
Nos quedamos por unos minutos en el rectángulo de la puerta, como entre dos mundos, porque yo tuve la sensación de que al dar el siguiente paso iba a verificar la existencia de otros pueblos, de que la finca no estaba sola en el universo. Cuando volví el rostro hacia el moro, tan pegado a mí que parecíamos uno, noté que él temblaba de asombro. Hasta el aire había cambiado allí mismo. Era un aire delgado y fresco que se respiraba hasta por los poros.
_ Sígueme, ya no hay marcha atrás, moro.
Avanzamos un poco, apenas dos o tres metros. Ahora abocábamos un pasillo cerrado por la derecha por una puerta brillante y extendiéndose por la izquierda entre edificios.
_ Mira, una ciudad, quién lo iba a imaginar. Se parece a algún barrio de La Habana, pero bien cuidado, con anuncios lumínicos y gente elegante_ Susurré al moro.
_ ¡Bienvenidos a Ancile! _ Exclamó un señor de cuidadas maneras, con la edad que hubiera tenido mi padre.
_ ¿Y usted quién es? Nunca escuché su nombre_ Se adelantó mi compañero.
_ Ancile es mi blog literario. Yo soy Francisco Acuyo, su creador. Están en su casa. Alrededor de esta página podrán incursionar por Granada, por toda España, y si continúan, el resto del mundo, las montañas y los mares. Escucharán cada idioma y sabrán lo que dicen perceptivamente.
Nos quedamos en silencio. Aquello era demasiado para nosotros.
_ ¿Qué será lo de “perceptivamente”? _ Me preguntó el moro.
_ No sé; pero se me ocurre, por lo demás que dijo, que entenderemos los idiomas sin traducir las palabras.
_ Bueno, ya se verá.
Acuyo nos habló de su trabajo en el blog, antes de lo cual tuvo que explicarnos lo que significaban las computadoras, las páginas virtuales y la virtualidad como tal. El tiempo se había escondido de nosotros.
_ Miren la fachada de ese salón. ¿No ven su título… Ancile? Al pasar a su interior podrán leer todo lo que he ido publicando de muchos autores y de mi creación. Hay algunas cosas tuyas_ Me confesó nuestro anfitrión.
_ No es posible. Apenas he escrito algunos cuentos y poemas que ni mi madre conoce_ Contesté.
_ Estamos en el futuro, muchachos. Acá el reloj juega a los dados.
Sin más demoras pasamos al salón y quedamos lelos ante los contenidos que flotaban en páginas de luz con caracteres negros, e ilustraciones magníficas.
_ ¿Estaremos soñando? _ Agregó el moro pellizcándome.
_ Supongo que sí, pero es tan hermoso. Hasta hoy había pensado que los países eran invento de escritores sin otra cosa que hacer_ Respondí.
Estuvimos allí hasta que Acuyo nos haló de regreso al pasillo, pues dijo que se iba a escudriñar el espacio estelar a través de su telescopio.
_ Si vuelven por acá les enseñaré las estrellas. Recuérdenmelo.
Dimos las gracias y continuamos rumbo a los vericuetos del avión, porque en lo delante de seguro nos esperaban la muralla china, las pirámides de Egipto, Jerusalén con sus lugares sagrados, y quién sabe si Abraham todavía.




Pastor Aguiar
Sep. 27-2016






 El mundo era un avión, Pastor Aguiar






1 comentario:

  1. Muchas gracias, amigo, por publicar este cuento en tu prestigioso blog. Es para mí un alto honor.

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