jueves, 27 de septiembre de 2018

DE LA NADA Y SUS LÍMITES

Para la sección, Ciencia, del blog Ancile, traemos la nueva entrada que lleva por título: De la nada y sus límites, 



De la nada y sus límites, Francisco Acuyo



DE LA NADA Y SUS LÍMITES:

 A VUELTAS CON LA INFORMACIÓN Y SUS LÍMITES






EL procesado de datos (el dato viene a ser el despliegue simbólico -de números, sintagmas basados en un alfabeto estructurado por una gramática-, por una relación algorítmica… que viene a representar cualidades -o cantidades-  de atributos o variables atribuibles a hechos, entidades…) refleja valores que referencian (mediante su mensaje) un conocimiento determinado sobre sujetos o sistemas muy variados. Resaltamos en este punto la importancia del carácter epistemológico de la información en tanto que se instruye y fundamenta en el conocimiento mismo. Es importante esta aclaración por las razones que iremos exponiendo y desglosando en esta exposición nuestra. La atención al mundo fenoménico centraliza de manera capital el estudio de la información vinculada al conocimiento que le es accesible, expresable y comunicable mediante la interrelación de datos (números, letras, sintagmas, algoritmos, formulaciones lógicas…). Llegados a este punto, cabe interrogarse si el interés y vigilancia del conocimiento aportado por las diversas formas de información comunicable se debe circunscribir exclusivamente al ámbito de los fenómenos, o también puede y debe abarcar el dominio de la mente, si es que su naturaleza es en verdad extraíble del perímetro positivo, lógico y conceptual con el que se accede al estudio y entendimiento de lo natural fenoménico.

De la nada y sus límites, Francisco Acuyo                No pretendemos reestablecer la tan manida controversia sobre el dualismo cartesiano mente y mundo, que muy bien podría inferirse de lo anteriormente expuesto. No obstante, sí nos parece legítima la interrogante (filosófica) fundamental traída al ámbito de la ciencia sobre ¿qué es el universo mundo -que diríase nos rodea-? Así también, y acaso como consecuencia de la primera ¿quiénes o qué somos y cuál es la relación nuestra –si somos algo- con el mundo? El ámbito del conocimiento científico (como el filosófico) es perfectamente válido para intentar dar respuestas a estas interrogantes, y el despliegue de conocimiento en este intento se manifiesta en forma de información comunicable.

De la nada y sus límites, Francisco Acuyo
                ¿Es la extinción, la muerte, la disolución de la materia, que tiene(n) como consecuencia la pérdida de todo conocimiento y a la sazón de cualquier información recabada –y que nos llevaría a imaginar su ausencia-, el acceso a la puerta del vacío, de la nada? Es algo muy notable que el esfuerzo científico (también el filosófico) aspira(n) al conocimiento de la estructura y funcionamiento de la realidad así como el discernimiento y comprensión  de quienes son –somos- capaces de aspirar a dicho conocimiento. El concepto de vacío, de nada se nos antoja(n) francamente difícil de aprehender, esto desde el mismo conocimiento científico (y desde luego del filosófico); veíamos en anteriores entradas[1] que en relación a la disolución de la singularidad cósmica del agujero negro, la pérdida de la información en dicho proceso levantaba no pocas dudas y bastante controversia[2]. De hecho la realidad cósmica en proceso de expansión desde el Big Bang, plantea una problemática no del todo resuelta en relación al vacío –a la nada- primigenia antes de su nacimiento (hace aproximadamente alrededor de unos 13.700 millones de años). Pero estas cuestiones señaladas en atención a sus potenciales problemáticas serían motivo de otra discusión; nos centraremos nosotros en este caso a la cuestión del lenguaje y de este como proyector o canal de comunicación de información sobre aquellos asuntos y materias que ponen en jaque la misma capacidad del lenguaje y de la misma ciencia para exponer sus particulares características y naturaleza.
 
                Cuando hablamos de la nada, del vacío, de la muerte como disolución y extinción de la materia (de la información y de la conciencia como consecuencia de la realidad de esta –de la materia, -decimos-), ¿sabemos en realidad lo que decimos?; ¿podemos significar siquiera lo que aquella nada, vacío, muerte sean?

                Si observamos la etimología de nada (nata; nata, natus-a-um), que se trascribe como nacido, originado), proveniente del verbo nasci: nacer. No entraremos en la extravagante evolución semántica que del nati llevaría, finalmente, al valor negativo del participio, el cual daría lugar al nadi, aunque en verdad no deja de resultar cuando menos curiosa dicha transformación, lo que muy bien puede movernos a conjeturar sino proviene de la propia dificultad de conceptualizar la idea misma de la nada. Dificultad que desde luego se hace extensiva a la filosofía y a la ciencia. Indagaremos en post ulteriores sobre esta contrariedad e inconveniente de significar este tipo de ideas en el ámbito del conocimiento científico (y filosófico) e incluso en la propia configuración de significado lingüístico.


Francisco Acuyo



[1] La muerte o la paradoja de la información: http://franciscoacuyo.blogspot.com/2018/09/de-la-muerte-o-la-paradoja-de-la.html ; La muerte de la información y los límites del lenguaje. http://franciscoacuyo.blogspot.com/2018/09/la-muerte-de-la-informacion-y-los.html 
[2] Hawking S.: recogido en ambas notas anteriores.




De la nada y sus límites, Francisco Acuyo


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