lunes, 7 de enero de 2019

CIENCIA, FILOSOFÍA Y TRASCENDENCIA DE LA NADA

Abrimos el año con una nueva entrada para la sección, Ciencia, del blog Ancile, esta vez bajo el título: Ciencia, Filosofía y Trascendencia de la nada, abundando sobre la cuestión de la nada.





Ciencia, Filosofía y Trascendencia de la nada, Francisco Acuyo



CIENCIA, FILOSOFÍA Y TRASCENDENCIA

DE LA NADA




La tradicional (positiva) confrontación entre ciencia y cualquier visión o entendimiento trascendente (religioso o no), es aceptada como norma de indiscutible para la distinción entre uno y otro saber (cuestionándose que esta última sea una manera de saber auténtica). Los estancos compartimentos de una y otra apreciación del mundo son claros –o al menos así quieren venderlos los más interesados en hacer de esas fronteras bastiones inaccesibles para cualquiera que no comprenda sus fundamentos metodológicos y, desde luego, teleológicos . La filosofía ha medrado gnoseológicamente acaso precisamente en esa encrucijada de ciencia y trascendencia (y la poesía ha fructificado como proyección creativa de aquellas). En cualquier caso la ciencia ha proyectado de manera indiscutible su veracidad sobre cualquier otra manera de conocimiento, no en vano la objetividad de sus leyes (que son las de la naturaleza) serán las que den sentido al fundamento de sus presupuestos. Nadie discute hoy la autoridad del criterio científico, aunque esté basado en muchos casos en hipótesis (por lo que el arte, la religión y la misma filosofía  están basadas no más que en  estructuras de pensamiento subjetivas). En cualquier caso habrá que enfatizar en que las leyes en las que se basa el constructo científico son leyes vivas en cuanto que son de la naturaleza y no tanto de la mecánica tecnológica a las que se le atribuye como manifestación más evidente e incluso importante, por lo que existe una franca contradicción entre el dinamismo de lo vivo en la naturaleza y la servidumbre (mecánico tecnológica) a la que se pretende someter su funcionamiento, si aquellos productos mecánicos de la tecnología se hacen para atender fines estrictamente humanos y que encuentran su anclaje perfecto en la máquina puesta al servicio del hombre, aunque esto suponga poner en crisis profunda la humanidad de la cultura contemporánea que no hace sino enmascarar el vacío, la nihilidad del ser humano actual manifiesto en la frivolidad de sus comportamientos.
Ciencia, Filosofía y Trascendencia de la nada, Francisco Acuyo

                La mecanización de todo lo que compete a la vida del hombre es una constante en la actualidad. Cabe, muy legítimamente por otra parte, interrogarse sobre si la distancia marcada con la idea de lo trascendente hoy día no ha supuesto sino una deshumanización y mecanización  no sólo de la estirpe del hombre, también su actividad y naturaleza. El reconocimiento de la necesidad y reconocimiento interdisciplinar aplicado a la ciencia nos da señas inequívocas de lo que hablamos, remitiéndonos  no sólo a una interdisciplinariedad entre las diversas ciencias (duras -matemáticas, física, química… ; sociales, ciencias de la mente….), también con las humanidades y las artes, acaso se abre la puerta a la filosofía a través de la epistemología y se verá en qué otros ámbitos. La ciencia y su indiscutible soberanía en la sociedad moderna requiere sin ninguna duda una atenta observación. La liberación de lo subjetivo que presupone por principio , en realidad puede suponer una grave rémora para el conocimiento del sí mismo, y cuya subjetividad es tan importante para la salud mental y física de todo ser humano (y consciente en definitiva).  De hecho la óptica de la personalidad humana está tan desfigurada por los (¿imposibles?) criterios objetivo conductistas que han hecho que resurja un autoapego de excepción que acaba por traslucirse en un cautiverio singular de un yo que pretende entenderse en la distancia, en el más allá, en lugar del más acá de donde en realidad procede. Volviendo a la cuestión de la nada, veremos que la concepción de esta es hija inevitable  de una objetivación similar, donde la nada es la cosa así denominada nada.

                En realidad, la nada, como el yo, acaso no  son sino realización de la nihilidad a la que se ve finalmente avocado el yo, la personalidad, la conciencia de uno mismo. Es así que la existencia queda suspendida en la nada (Heidegger), pero en realidad la representación (objetiva) de la nada –que son los árboles que no dejan ver el bosque- nos impide ver la realidad de esta nada inevitablemente unida al sujeto existente que en verdad es nihilidad; conciencia, en fin, que nos remite a la idea de la importancia de la conciencia en lo que es (física cuántica) y así mismo sobre lo que no es (vacío, nada…). El dejar de ser sobrevenido –la muerte- no es más que el vaciarse de sí mismo y ser en esa nada que no deja de ser idéntica al ser donde se restituye como ser en la nada. En definitiva, la nada, como el ser mismo, acaso no sea nunca objetivable, por lo que, insistimos, estemos bordeando en nuestras aproximaciones las fronteras del discurso científico, del filosófico y, por qué no, de lo trascendente.

                Trataremos de ahondar más en próximas entradas del blog Ancile sobre cuestiones tan profundas como fascinantes.


Francisco Acuyo



Ciencia, Filosofía y Trascendencia de la nada, Francisco Acuyo


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