martes, 5 de noviembre de 2019

FE, CIENCIA Y CONCIENCIA DE LA POESÍA


 Traemos una nueva entrada para la sección, Pensamiento, del blog  Ancile, esta vez bajo el título: Fe, ciencia y conciencia de la poesía.


Fe, ciencia y conciencia de la poesía. Francisco Acuyo



FE, CIENCIA Y CONCIENCIA DE LA POESÍA


La escisión entre ciencias y fe en occidente, pensamos, que será un gesto sino equivocado hiperbólico en cuanto a la naturaleza mental o psíquica del ser humano, en favor de los postulados de la razón científica en posición a las intuiciones inconscientes de nuestro propio espíritu, las cuales han acabado con su propia negación. El rechazo por el homo naturalis que inevitablemente respira en nuestros poros, es el síntoma del horror seguro que espera a quien sin una madurez interior acepte los frutos peligrosos de la ciencia y su tecnología, aun con sus indiscutibles comodidades y ventajas para la vida cotidiana. De hecho, todos sus avances y progresos siguen ser  capaces de contestar las últimas y trascendentes preguntas que por siempre agobiarán al hombre en su tránsito existencial. No todo puede conseguirse mediante el mecanismo de la técnica.

                En realidad, en nada somos superiores a la misma naturaleza de la que todos derivamos. El desconocimiento de nuestro ser necesariamente vinculado a la naturaleza nos llevará a la autodestrucción en favor de una voluntad de hacer camino, pues esta senda es la de nuestra propia perdición. A estas alturas de nuestra exposición cabe interrogarse: ¿Es posible encontrar un lenguaje, una expresión, una manera, un menester mediante el que podamos reconocernos a nosotros en la naturaleza? De forma casi instantánea trataremos de hacerlo mediante el juicio de razón y el mecanismo de la ciencia. Pero, ¿será esto suficiente? Parece claro que no. Se queda nuestra alma insatisfecha si indagamos mediante el intelecto, porque en verdad se hace preciso investigar más allá de aquél, si ha de hacerse con la más íntimo de nuestro corazón y de nuestra conciencia.

Fe, ciencia y conciencia de la poesía. Francisco Acuyo                Si algo he aprendido del lenguaje poético, es que este nos ofrece la riqueza del símbolo, de la analogía, de la metáfora, de una suerte de crucial metafísica que supera cualquier juicio conceptual atento a al proceso lógico de la gramática al uso convencional, y es que nos habla de lo más hondo de nosotros en el mundo, que es lo mismo de nosotros con lo(s) demás. Esta introversión, este ejercicio autógeno del que es capaz el lenguaje poético es una vía excepcional (y a la vez natural) de ponernos en contacto con nosotros mismos si ser escindidos de lo(os) demás. Lo oculto se ofrece para ser aprehendido no de manera analítico reductiva, sino integradora, sintética, creativa. Será por eso que cuando hablamos de poesía (fuera de la música y el símbolo del verso) poco se dirá que ver tenga con su singular y genuina sustancia, acaso sólo derivaremos sobre la ilusión de lo que decimos tenga que ver con ella.


                Lo sensorio y emocional del lenguaje poético (construido sobre su característica estructura rítmica) lo emparenta de manera muy particular con la música, y aunque exige de un desciframiento, este, en muchos casos, es universal en cuanto a los rasgos simbólicos que es capaz de aportar en su discurso. El significado y el sentido de este lenguaje (no común, si trasgrede el uso usual de aquella en muchos aspectos) radica en su musicalidad y aporte simbólico que lo hace universal, si hijo de un acervo inconsciente del hombre que es puesto de manera manifiesta a través de este modo de construir el discurso, pero, también se sitúa más allá de lo meramente experimental que no lo puede hacer verificable sino es a través de su canto que lo trasciende del fenómeno secundario que es lenguaje común.

                Mas también emparenta a la poesía con la matemática,[1] no será sólo en matemáticas donde impere el criterio de verdad y belleza, por demostrable. Las matemáticas no mienten, no fingen (al contrario según Pessoa), pero que muestra otra verdad no menos innegable aún en la imprecisión y limitación de la palabra, su necesidad, porque no podemos pensar lo que no se puede pensar, por tanto tampoco podemos decir lo que no podemos pensar.[2] Abundaremos sobre todo esto en próximas entradas del blog Ancile.



Francisco Acuyo




[1] Acuyo, F. Véanse las numerosa entradas del blog Ancile dedicadas al estudio comparativo de ambas disciplinas.
[2] Wittgensteins, L.: Tractatus, Gredos, Madrid, 2017,  5, 61.



Fe, ciencia y conciencia de la poesía. Francisco Acuyo

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