lunes, 30 de diciembre de 2019

LA POESÍA DEL SUEÑO


Para cerrar la temática sobre la poesía y los elementos inconscientes, traemos nueva entrada para la sección, Pensamiento, del blog Ancile. Lleva por título: La poesía del sueño.



LA POESÍA DEL SUEÑO





La poesía del sueño.Francisco Acuyo





La vita personal del creador no se agota con la vivencia consciente existencial. El papel del sueño será siempre de capital importancia, y así se verá reflejado en las componendas del poema verdadero. El discurso se verá con mucha frecuencia asaltado por las alegorías, metáforas, símbolos, sinestesias, analogías…  las cuales acabarán configurando una manifestación expresiva impregnada del elemento onírico. La voz del poeta es la voz que llama, evocadora, desde el sueño de la razón y la realidad de sus límites para llenar nuestras vidas.

                No es rara la ocasión en la que los versos se vierten al entendimiento más íntimo como un inexplicable rapto que atrapa de forma inopinada a quien, avisado, entiendo su mensaje ensoñador de una vía de entendimiento más allá del concepto y que diríase quieren revelarnos un más allá de su razón. El sueño puede tener un carácter numinoso en tanto que, con total autonomía, embarga al soñador, a veces incluso al margen de la voluntad del sujeto que sueña. Así la poesía, como el sueño, también se apodera del sujeto (poético) ajena a la intención, al deseo de aquél, cuya invisible presencia provoca una alteración del que la sufre en su consciencia de modo tal que marcará el designio de sus dictados personales inconscientemente.
La poesía del sueño.Francisco Acuyo

                Si el sueño está poblado por arcanas imágenes (simbólicas, universales) primitivas que representan lo más profundo de la consciencia y la inconsciencia humanas, la poesía, así mismo, se nutre de aquellas que se vierte en el constructo poemático gozando de vida propia, y cuya autonomía, aun siendo inconscientes, no pueden negarse como origen singular de entendimiento del mundo y del alma humana.

                No creo que haya nadie que pueda negar taxativamente a la poesía genuina como una fuente de símbolos y potencias arquetípicas que, como en el sueño, impregnan la vida psíquica de los seres conscientes que tiene contacto con ellas, y que nos hablan de la forma energética más primitiva y que las civilizaciones han conectado con las ideas de espíritu, alma, energía vital o cósmica… y que tiene una honda conexión, a su vez, con la idea de creación, creatividad y poiesis (poesía).

                Además de la peculiaridad universal de estas potencias debemos tener muy presente que están constituidas no sólo por pensamientos, razones, lógicas, abstracciones, sino también por afecciones íntimas en forma de sentimientos y emociones. En el sueño como en la poesía, el orden intelectual es una manifestación más, que no la única, entre las funciones psíquicas y, por qué no, espirituales de la consciencia (en sentido amplio, incluyendo los factores inconscientes)  humana.

                Pensamos que lo irracional (onírico y poético) es tan necesario como lo es el factor racional de nuestras vidas, y es que ambos, sueño y poesía, nos enseñan maravillosamente la enantiodromía[1] heraclitiana que nos dice que los dioses ni pueden ni deben morir.[2] El sueño y la poesía nos conminan a reconocer que ese impulso irresistible hacia la idea de algo más grande que nosotros estará siempre presente, y cuya manifestación más extraordinaria está o radica en el impulso creativo manifiesto en quien sabe interpretar sus señales.





Francisco Acuyo


[1] El discurrir de todas las cosas hacia sus opuestos.
[2] Jung, C. G.: Op. Cit. pág. 37



La poesía del sueño.Francisco Acuyo

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