martes, 19 de mayo de 2020

LEGADO Y VIGENCIA DE ANTÍGONA


Para la sección Microensayos, del blog Ancile, traemos la segunda parte dedicada a la figura de Antígona, de la mano del filósofo Tomás Moreno, esta vez bajo el título: Legado y vigencia de Antígona.



 Legado y vigencia de Antígona. Tomás Moreno



II. LEGADO Y VIGENCIA DE ANTÍGONA



Pocas obras han tenido tanto eco e influencia en la literatura occidental como la Antígona de Sófocles. De ella se han hecho innumerables versiones y su temática y protagonista(s) han dado origen a las más diversas variaciones poéticas o dramáticas, siendo representada en los más distintos lugares del mundo --tanto en Atenas como en Berlín o París, en Granada como en Los Ángeles o Ciudad del Cabo-- y a lo largo de todos los tiempos e interpretándose en cada uno de ellos desde un prisma epocal y ambiental específico y concreto. De ahí el significativo título de la obra a ella dedicada de George Steiner, Antigonas. Una poética y una filosofía de la lectura, la más lúcida y penetrante interpretación de esta tragedia  que se haya escrito a lo largo del siglo XX, en nuestra modesta opinión.

         En dicho ensayo el pensador austriaco lleva a cabo una minuciosa catalogación de las distintas Antígonas representadas a lo largo de la bimilenaria historia de la cultura occidental, así como un exhaustivo y sugestivo análisis de sus múltiples y heterogéneas variaciones, versiones e interpretaciones, desde la Antigüedad greco-latina y el Renacimiento, hasta el Barroco y la Ilustración, pasando por el Idealismo filosófico alemán y el Romanticismo, tanto alemán como inglés y francés. Las paradigmáticas obra y  figura de Antígona, han servido de modelo y fuente de inspiración a grandes escritores (A. Gide, M. Yourcenar, H. Böll); dramaturgos (J. Racine, J. Anouilh, B. Brecht); poetas (V. Alfieri, Matthew Arnold, Hölderlin, Goethe, W. B. Yeats, E. Pound, Salvador Espriu); pensadores (Hegel, Kierkegaard, Heidegger, Lacan, María Zambrano); músicos (Mendelssohn, Saint-Saëns, Honegger, Carl Orff, Mikos Theodorakis) de todos los tiempos y lugares así como de diversas obras maestras de la iconografía, la ópera o el ballet. 

            Merece la pena que nos detengamos, aunque sea brevemente, en recordar alguna de esas versiones literarias de la  Antígona de Sófocles, realizadas a lo largo del siglo XX, casi todas en clave política, que no desmerecen por su valor literario, moral y aleccionador de las llevadas a cabo durante los siglos anteriores desde otros códigos hermenéuticos. Y es que el pasado siglo es especialmente apropiado para la más adecuada comprensión de la tragedia. El gran escritor francés Roman Rolland fue el primero que en su A l’Antigone eternelle de 1916, en plena guerra europea, apela a las mujeres -las madres, las hermanas, las esposas, las hijas de los muertos en combate-, las únicas que podían en esos desdichados momentos salvar a la Humanidad de las manos de los hombres, detener la matanza fratricida y llevar a cabo las debidas sepulturas: “Sed la paz viviente  en medio de la Guerra, Antígona eterna que se niega a odiar y que cuando ellos sufren ya no sabe distinguir entre sus hermanos enemigos”, escribía Rolland.
 Legado y vigencia de Antígona. Tomás Moreno 
            En Antígona, la pieza de Jean Cocteau, representada en 1929, la joven tebana aparece como símbolo de la libertad inconformista y rebelde. Marguerite Yourcenar, en Antigone, de 1936, recordó también a la adolescente heroína griega. Pero fue, sin duda, Jean Anouhil, el gran dramaturgo francés, quien en 1944 durante la ocupación alemana estrena su Antígona en París con enorme éxito, convirtiendo así a la heroína griega, para una parte de su público, en todo un símbolo de la resistencia. Otros, por el contrario, interpretarán la obra como una especie de rehabilitación de la figura del mariscal Pétain, en la medida en que el dramaturgo pretendía explicar su actuación en el gobierno de Vichy desde una fría raison d'état, a la manera en que actuó el rey Creonte en el gobierno de Tebas.

            La rebelión frente a la autoridad tiránica es también la interpretación que nos ofrece Bertold Brecht en su Antígona (1948), presentándonos una versión teatral con un comienzo intrigante, que se irá desplegando -desde su peculiar "distanciamiento"- como todo un drama de resistencia antifascista. En 1958 Rolf Hochhuth, en Die Berliner Antigone, también utiliza el modelo femenino sofocleano para una trama de rebelión política contra la opresión: Anne --la Antígona berlinesa-- se siente impulsada a dar sepultura al cadáver de su hermano, ahorcado por su implicación en la conspiración contra Hitler de 1944 y destinado a la disección en uno de los departamentos de anatomía de un hospital berlinés habilitado a tal efecto. Tras una incursión aérea sobre el mismo, sus restos fueron retirados, trasladados a través del fuego y las ruinas y amorosamente sepultados. Anne, descubierta por haber enterrado a su hermano, será decapitada y su cuerpo destinado a ocupar el lugar del hermano en el mismo hospital[1].

            En 1967 se llevó a cabo una versión anarco-pacifista y feminista de la obra de Sófocles, la representada en Berlín por el Living Theater de New York. Basada  en los textos de SófoclesHölderlin y Bertold Brecht, la figura de Antígona se alza en ella valiente y decididamente contra la barbarie masculina, contra el reino viril de la guerra y de la muerte. La tesis de la obra venía a decir lo siguiente: es hora ya de que las mujeres obren e impongan una cierta vida anárquica frente a las convenciones masculinas expresadas en guerras, capitalismo y principio de realidad. Sólo unas nuevas relaciones hombre-mujer fuera del orden social tradicional, romperán el círculo infernal al que está sometida la mujer y su persistente relegación al oikos y a la imbecilitas.

 Legado y vigencia de Antígona. Tomás Moreno

            Más crítico contra el establishment político se muestra Der Herbst in Deutschland (Alemania en otoño, 1977), un film colectivo de diversos cineastas alemanes en el que se trata de denunciar el clima de represión institucional ejercido en un momento extremadamente conflictivo de la República Federal Alemana, en circunstancias seriamente amenazadoras por un inclemente y sangriento terrorismo. En uno de sus episodios, un grupo de productores de televisión reflexiona sobre la pertinencia o no de emitir una versión televisiva de Antígona, en adaptación de Heinrich Böll (que interviene en el film interpretándose a sí mismo). H. Böll y su personaje se enfrentarán a los dirigentes televisivos que dudan en programar la obra. Antígona es presentada en ella como una revolucionaria radical que se opone a las instituciones de la comunidad y a la ley del Estado. En la parábola o versión de H. Böll, la protagonista encarcelada y casi literalmente sepultada en su aislada celda, encontrará trágicamente la manera de suicidarse. Su amante y compañero lo hará un año después y el Estado se negará a entregar los cadáveres a sus familias[2].

            Otra versión cinematográfica memorable fue la llevada a cabo, siete años antes, por Liliana Cavanni en I Cannibali (1970), en donde nos presenta una Antígona agresiva, participativa, liberada. Antígona hija de un "coronel" de estilo "griego" o "latino-americano", que tiraniza al país, trata de promover una insurrección popular. Junto a ella está el misterioso y casi asexuado hippie que representa a Tiresias, pero Antígona está fatalmente adelantada a su tiempo. Los "milaneses" --ciudadanos de la moderna metrópolis-- prefieren la seguridad del despotismo a los riesgos de la libertad[3].

            Entre las últimas versiones del mito sofocleo debemos destacar la obra teatral The Island (1973), de Athol Fugard: la acción se sitúa en Robbens Island, el particular infierno del estado policial de la Sudafrica del apartheid, donde unos prisioneros preparan el escenario para la representación de Antígona en el día de Navidad. Y, en segundo lugar, la novela de Grete WeilMi hermana Antígona[4], testimonio en el otoño de su vida de una mujer que ha vivido los horrores de la persecución nazi y que reflexiona sobre la emblemática figura de Antígona.

            En España, el gran poeta catalán Salvador Espriu, Antígona (de 1939, aunque publicada en 1955), y la ilustre pensadora andaluza María ZambranoLa Tumba de Antígona (1967) se unirán a toda esa pléyade de grandes dramaturgos y novelistas, poetas y pensadores, cineastas y músicos antes evocados, sirviéndose de esta figura mítica femenina como expresión de la piedad religiosa debida a nuestros muertos –un universal cultural antropológico presente, sin duda alguna, en todas las civilizaciones conocidas-- y como símbolo de la aspiración a la libertad y a la lucha por los derechos de la conciencia individual de todo ser humano frente a todo tipo de leyes e imposiciones tiránicas del poder político que traten de someterla, anularla o aherrojarla.

TOMÁS MORENO




[1] La sustitución del cuerpo de su hermano por el suyo propio intensifica así el tema establecido en el original griego de la sepultura conjunta, aunque en este caso no lo sea con el amado Hemón como en el caso de Antígona,  sino con su propio hermano.
[2] Sobre el affaire y el enconado debate periodístico desencadenado en la Alemania Federal con motivo de un artículo en Der Spiegel (1972) de Heinrich Böll en defensa de Ulrike Meinhof –anterior, pues, a esta también polémica representación televisiva de la versión de la trágica muerte de la heroína griega, escrita por el premio Nobel de literatura alemán--, véase el interesante dossier periodístico del mismo publicado y seleccionado por Frank Grützbach en 1972: Heinrich Böll: Ulrike Meinhof. Un artículo y sus consecuencias, Seix Barral, Barcelona, 1976.
[3] Para la presencia de este mito en el cine contemporáneo véase: Jordi Balló y Xavier Pérez, La semilla inmortal. Los argumentos universales en el cine, Anagrama, Barcelona, 1998, p. 104-114
[4] Existe traducción al castellano en Seix Barral, Barcelona, 1992




 Legado y vigencia de Antígona. Tomás Moreno

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