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jueves, 29 de abril de 2021

VIVENCIA PSICOANTROPOLÓGICA DEL PERDÓN, POR ALFREDO ARREBOLA

 Para la sección Apuntes histórico teológicos del blog Ancile, traemos una nueva entrada de nuestro colaborador y amigo Alfredo Arrebola, y esta colaboración bajo el título: Vivencia psicoantropológica del perdón.



 VIVENCIA  PSICOANTROPOLÓGICA  DEL PERDÓN




Vivencia psicoantropológica del perdón. Alfredo Arrebola




  Comienzo esta sencilla y breve reflexión en uno de los jueves que relucen más que el sol: Jueves  Santo, día primero de abril, en  esta terrible y angustiada  Semana Santa de 2021. Pues bien, tal día como hoy, pero del año 1939 – Franco proclamó el final de la “incivil guerra española”. Yo sólo tenía 3 años, 3 meses y  veinticinco días. No quiero recordar los tristes y odiosos años de la posguerra  porque mi corazón, afortunadamente, jamás ha guardado el más mínimo odio. Fueron mis propios padres, en un principio, quienes me ensañaron a perdonar: vivencias familiares de un hogar lleno de paz y unión.

 Han pasado ya ochenta y cuatro años de aquellos desgraciados tiempos y, sin embargo, vengo observando, día tras día, que sigue dividida nuestra querida – y nunca lo suficientemente amada – España por esas malditas, trasnochadas y totalmente obsoletas ideologías: “Derechas e Izquierdas”.  ¡Sigue teniendo razón nuestro lírico e inmortal poeta don Antonio Machado Ruiz (1875 -1939)!.

    No me hagan comulgar con ruedas de molino: Ser de derechas o izquierdas es una verdadera y auténtica tautología!. Son muchos los políticos que, por desgracia, necesitan vivir de esos viejos odios  heredados de sus mismos progenitores. ¡Triste realidad que estamos soportando quienes amamos la paz y la solidaridad!. Incluso me atrevo a afirmar que, por desgracia, a la mayoría de  nuestros políticos nada les importan España y los españoles, sino la nómina y el poder. Y, además, ¿por qué esa animadversión a toda manifestación religiosa? ¿Es que la religión, objetivamente vista,  es algo que nos impide ser libres y mejores ciudadanos? En absoluto.

Vivencia psicoantropológica del perdón. Alfredo Arrebola

   Como tampoco le encuentro sentido que “lo religioso” sea motivo en España de enfrentamientos. Es ridículo y, además, ataca directamente la libertad individual, la “inmunitas a vinculo” de todo ser  racional. Desde mis inicios en los estudios filosóficos, antropológicos y teológicos, puse todos mis esfuerzos en el estudio de las religiones, llamándome la atención el odio patológico del comunismo hacia lo religioso, ya que lo ve como el veneno del pueblo a semejanza de otros comunistas rusos, como Lenin y Stalin, al  catalogar a la parte más íntima del ser humano, idest, sus creencias como el  opio del pueblo, ignorando, posiblemente,  que el verdadero y auténtico comunismo fue el que practicaban los primitivos cristianos. A ese “comunismo”,¡ sin la menor duda!, me apuntaría yo.

    En una sociedad, la nuestra, donde el bienestar está en suspenso, escribe el psicólogo Javier Urra, donde reinan la incertidumbre, la ansiedad, la angustia y el miedo, se imponen la identidad comunitaria, el sentimiento colectivo, la  entereza, la entrega y la fuerza del cariño  (cfr. “Afrontamiento psicológico en momentos de crisis”, pág. 30. Madrid, 2020). Quienes confesamos que Jesucristo “resucitó de entre los muertos”, fundamento metafísico y teológico de nuestra fe y esperanza, debemos estar siempre alegres y prestos a perdonar a cuantos lo necesiten, centrándonos en lo que podemos hacer y poniendo nombre a nuestras emociones. Sí, estimado lector, demos abrazos emocionales, estemos cerca de aquellos a quienes queremos y de quienes lo necesiten. Y, aunque sea imaginativamente, acerquémonos al sepulcro para escuchar el anuncio: “Ha resucitado, no está aquí” (Mc 16,6). Allí está el fundamento, la roca. No en discursos de sabiduría, nos dirá nuestro admirado Papa Francisco, sino en la palabra viviente de la cruz y de la resurrección de  Jesús; pero, sobre todo, teniendo muy presentes las palabras del Divino Nazareno: “perdonad  y seréis perdonados” (Lc 6,37).

  Uno de los más prolíficos teólogos españoles, Marcial Vidal García (León, 1937) nos dice  que

“… La  relación entre las personas puede adoptar formas conflictivas. Son muchas las especies de tal relación: el odio propiamente dicho, la envidia, el resentimiento, la simple rivalidad” porque, en verdad, son muchas las imperfecciones que encubre la naturaleza humana. La experiencia nos muestra cómo cada día descubrimos y experimentamos que el conflicto, el enfrentamiento, el fallo están presentes entre nosotros; no obstante, sentimos que necesitamos el perdón, el que nos dan y el que, ¡costándonos la propia vida!, tenemos que dar a los demás. Las palabras del redentorista Marcial Vidal  recuerdan que el mal existe entre nosotros, es un ingrediente inevitable en nuestra existencia: el trigo y la cizaña de la parábola crecen en medio de nosotros y hemos de cargar con esa mezcla sin querer acelerar el proceso de extirpar la cizaña, porque, en el intento, puede desaparecer también el  trigo (Mt 13, 24), nos comenta el teólogo franciscano-capuchino Jesús González Castañón en “Evangelio y Vida”, pág.4 (Marzo-Abril 2021).                                              

Vienen bien aquí las palabras del filósofo y teólogo Jean Vanier (1928 – 2019), fundador de la comunidades de “El Arca”: “Vivir juntos implica llevar una cruz, un esfuerzo constante y una  aceptación que es el perdón mutuo de cada día”. Aunque, por desgracia, mal ejemplo dio el abate Vanier. El evangelista Mateo nos cuenta que Pedro preguntó a Cristo: “Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano si peca contra mí? ¿Hasta siete veces? Dícele Jesús: No digo yo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” (Mt 18, 21ss). El Maestro aprovechó la ocasión, mediante una parábola, para que lo entendiera mejor, lo importante que es el perdón y la misericordia siempre.

Vivencia psicoantropológica del perdón. Alfredo Arrebola

    Los creyentes cristianos – ¡pero de verdad! - si queremos aprender a perdonar tenemos que comenzar, ineludiblemente, reflexionando sobre la actuación del Dios que Jesús nos muestra: un Dios perdonador y recuperador de extraviados. Es decir, el mismo que ya se había revelado en el desierto a los israelitas: ¡Yahvé, Yahvé!, Dios misericordioso y clemente, tardo a la ira, rico en misericordia y fiel, que mantiene su gracia por mil generaciones y que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, (Éx 34,6), un Dios al que  Moisés, postrado en tierra, le dice: “Señor, si he hallado gracia a tus ojos, dígnate, Señor, marchar en medio de nosotros, porque este pueblo es de dura cerviz; perdona nuestras iniquidades y nuestros pecados y tómanos por heredad tuya (Ex 34,9)

    Hay un dicho popular que nos dice: “Dios perdona siempre, los hombres algunas veces, la naturaleza nunca. La  Biblia, amable lector, está llena de citas que reflejan fielmente que Dios es siempre “el Dios del perdón, clemente y misericordioso, lento a la ira y rico en amor” (Neh 9,17); en Proverbios (17,9) puede leerse: “El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos”. Es un Dios – dirá el profeta Oseas (11,7-9) que ofrece un perdón gratuito, humanamente incomprensible, recuperador (Ez 18,23; Sal 78,38-39), y otros muchos textos.

Por otra parte, no se olvide que la cuestión del perdón ha sido materia de filósofos, sociólogos y juristas. En la actualidad, ocupa un extenso campo dentro del psicoanálisis. Ahora bien, cuando los creyentes contemplamos a este Dios, que “amó tanto al mundo, que le dio a su unigénito Hijo, para que todo el que crea en El no perezca, sino que tenga la vida eterna; pues Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para que juzgue al mundo, sino para   que el mundo sea salvo por El (Jn 3, 16-17), está clara y patente la consecuencia que debemos sacar y vivir. Y para ello, a nadie mejor recurro que a san Pablo, cuando escribe: “Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo” (Col 3,13). Jamás me cansaré de repetir lo que, para mí, es lo más sublime y diferenciador del cristianismo: El AMOR, es decir, ser capaces de cumplir lo que jamás se había oído: “Un nuevo mandamiento os doy: que os améis unos a otros; como yo os he amado” (Jn 13, 34).

 Pongo fin a esta humilde reflexión, sirviéndome del testimonio del famoso teólogo Atilano Alaiz Prieto (León, 1932), porque es muy cierto  que “quien vive densamente la experiencia del perdón incondicional de Dios casi nunca encuentra nada que perdonar en los demás. Y es capaz de estrenar cada día la relación con su hermanos”, y -¡cómo no! - con las sublimes palabras del  rey y profeta David: “Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti” (Sal32, 22).




Alfredo Arrebola


Villanueva Mesía-Granada, Abril de 2021.  


                             

Villanueva Mesía-Granada, Abril de 2021.

martes, 27 de abril de 2021

RAIGAMBRE Y COPA, POR ANTONIO CARVAJAL

Seguimos la indagación sobre el verso de trece sílabas de la avisada mano del profesor y poeta Antonio Carvajal, y todo para la sección De la métrica celeste del blog Ancile, en esta ocasión bajo el título: Raigambre y  copa.


Raigambre y copa. Antonio Carvajal




RAIGAMBRE Y COPA,

POR ANTONIO CARVAJAL

 

Querido Francisco Acuyo: Amarrado al duro banco del verso de trece sílabas, remiraba textos del Sr. Unamuno cuando llamaron a la puerta. Era la cartera, me traía un libro nuevo de Francisco Silvera, con dedicatoria de las que enrasan los ojos con lágrimas de gratitud y este comienzo que transcribo “de oído”:


13           Como una tarde muerta, la calle amanece

11           aún sin el trajín del laboreo.

13           La luz cuajada de las farolas desciende

13           naranja y derramada sobre los vehículos

13           en hilera, a uno y otro lado del asfalto.

  6           Arranca un motor;

13           declama un intermitente entre oscuridades

13           y después queda un vacío cuadrado que

  7           sólo rellena el aire.

¡Don Pablo Jauralde Pou lleva razón (lo subrayado consta de13 sílabas métricas, Pou es bisílabo por estar ante cesura), el tridecasílabo se da con frecuencia en verso libre! Y en verso medido, y en prosa numerosa que Francisco Silvera crea con elegante biendezir para comenzar su libro La tristeza del mundo y yo le troceo en silva sin rimas para ofrecértelo como muestra de que el tridecasílabo no es raro, sino que está desatendido.  Y algo que debo destacar: si el endecasílabo suele tener por quebrados versos de 5 y de 7 sílabas, el tridecasílabo amplía sus pies quebrados a 6 y 7 (tienes ejemplos arriba; son también frecuentes 5 y 8, y 4 y 9). Otro día podemos amarrarnos al banco del romance, ya que por ahora hay que andarse con mucho cuidado antes de remar en las conchas de Venus, y quizá podamos deleitarnos con el famoso que hagamos incluyendo estos dos octosílabos de Silvera:

                            queda un vacío cuadrado  /  que sólo rellena el aire,

tan inconscientes como los antes escandidos, todos frutos del ritmo interior.

Volvamos a don Miguel, pues barquillas y bajeles pide la derrota de mis líneas. Y entremos una vez más en Teresa, ahora por el poema 90. Va escandido ortodoxa y razonadamente:


8+5      El recuerdo de aquel beso / es el codaste

8+5      del bajel que de mi amor / trasporta el mito,

8+5      y el del día de tu muerte / el recio maste

8+5      de su vela que me arrastra / al infinito.

8+5      Con el árbol de tu vida, / hice la barca

8+5      donde di a la mar sin fin / todo mi anhelo;

(1a)      las entrañas negras de la tierra / abarca 

(1b)     su raigambre; / con su copa cubre el cielo.

8+5      Al morir naciste en mí / con vida nueva,

(2)       y las olas tor / mentosas con la quilla

(3)       de esa vida vas cortando tú, / mi Eva,

(4)       de este mundo / de visiones / maravilla.

(5)       Cuando al fin / traspuesto todo fin me anegue

4+9      tras las nadas / y del caos cabe la duna,

5+8      quieta la mar / se quedará sin un pliegue,

7+6      bajo un cielo sin sol, / ni estrellas, ni luna.

 

(1a-1b)              1)                                      2)                 3)                                         4)

las entrañas negras de la tierra / abarca // su raigambre; / con su copa cubre el cielo.

Raigambre y copa. Antonio Carvajal

La sintaxis ordena la escansión: 1) complemento directo, 2) pausa, que impide la sinalefa, y el verbo con el tono arriba (antitonema) porque la oración no ha terminado, pues nos falta el sujeto, 3) rama inicial del verso siguiente: el sujeto, raigambre, admite diéresis o una pausa muy larga, compensatoria: en poesía, como en música, los silencios costan y cantan y cuentan; abarca su raigambre es un bonito heptasílabo, con el mismo juego de prótasis˄apódosis, que hacen los versos en que se integra, y 4) proposición yuxtapuesta, un octosílabo, que se puede decir sin parada para tomar aire.

(2) Tiene tempo de 13 si se realiza con dos aspiraciones internas, y las olas ’ tormentosas ’ con la quilla; 6+5, flexibilizado como si fuera de Rubén Darío “y por caso de cerebración inconsciente”:  y las olas tor / mentosas con la quilla.

(3) de esa vida / vas cortando tú, / mi Eva, trimembre: 4+6+3. Cuento “tú” por dos sílabas al ser tónica ante pausa. Y no hago sinalefa en “mi ‘ Eva” porque la segunda vocal es tónica en posición dominante absoluta. Es un hábito del habla culta del Tajo para abajo (y a veces para arriba, véase la Ortología clásica de la Lengua Castellana, de don Felipe Robles Dégano, libro que me recomendó y regaló don José Domínguez Caparrós: conste mi agradecimiento); y presta oído: cuando decimos dos vocales contiguas, si la tónica va delante se facilita la sinalefa, si va detrás suele impedirse, ya nos lo enseñó Garcilaso:


              Dentro en mi ‘ alma fue de mí_engendrado

(4) Cuando al fin / traspuesto todo fin me anegue admite esta lectura de 4+9, y la de 9+4, Cuando al fin traspuesto todo fin / me anegue que me gusta especialmente por el suave desliz que le transmite al encabalgamiento, una delicada y acunadora onda verbal maravillosamente expresiva


                               me anegue

tras las nadas


Don Pablo Jauralde afirma que “el tridecasílabo no existe históricamente como verso exento por la sencilla razón de que casi siempre puede funcionar como alejandrino (7+7)”. Podríamos darle la razón y añadirle que también puede funcionar como dodecasílabo, basta con leer seguidos todos estos versos de don Miguel de Unamuno que yo tomo por tridecasílabos dado que pronuncio “caos” como bisílabo por azeuxis (Robles Dégano dixit), y sigo la pauta del verso mayor sin truculencias de enterados (connaisseur): tras las nadas y del caos cabe la duna. Alguien dirá que no me da la gana de hacer sinéresis. Lástima que no tengamos el poema grabado dicho por el autor. Pero el Dr. Jauralde no lleva razón del todo, sí hay poemas elaborados con tridecasílabos exentos; otra cosa es que la profusión de publicaciones y el acortijamiento de las universidades autónomas, autonómicas y provincianas en España, donde se llegan a separar departamentos de literatura española de los de lengua española (caciquismo cerril, a los hechos me remito), más el lacayuno amenismo a los dictadores de moda poética y otras ruindades menores, hacen que no podamos saberlo todo ni lleguemos por tanto a estimar debidamente muchísimas aportaciones enriquecedoras. Dígalo Emilio Ballesteros, inventor del treceto, poema de trece versos de trece sílabas, rara invención que no he visto mencionada ni recogida por nadie y que me parece materia adecuada para una próxima carta.



Tuyo


            Antonio Carvajal

En Motril, a 13 de abril de 2021.





Raigambre y copa. Antonio Carvajal




jueves, 22 de abril de 2021

LA SECULARIZACIÓN DEL MITO Y LOS LÍMITES DE LA CIENCIA EN LA EXPLICACIÓN DE LO TRASCENDENTE

 Para la sección Pensamiento del blog Ancile, Traemos un nuevo post que lleva por título: La secularización del mito y los límites de la ciencia en la explicación de lo trascendente.



La secularización del mito y los límites e la ciencia en la explicación de lo trascendente. Francisco Acuyo




LA SECULARIZACIÓN DEL MITO  Y LOS

 LÍMITES DE LA CIENCIA

EN LA EXPLICACIÓN DE LO TRASCENDENTE

 

 

Acaso fue una de las más célebres enfrentamientos entre maestro y discípulo en el ámbito de la ciencia médica y la psicología clínica fuese el del gran Sigmund Freud y su genial adepto C. G. Jung. Las potencias del sexo freudiano acabarían sucumbiendo a las poderosísimas fuerzas del símbolo y del mito.

                La inhibición de aquellas fuerzas extáticas que impulsan ancestrales lo sagrado  son la verdadera causa del sufrimiento neurótico, recuperar el éthos y la santidad del animal, era y es el propósito de la religión clásica.[1]

                El mito y su simbología adquiere un valor y una energía del todo insoslayables para el verdadero conocimiento de la naturaleza del instinto de la fe y la posibilidad de razonar lo trascendente.

                Esta nostalgia del absoluto[2] advertida anteriormente se evidencia en la actualidad como la gran crisis del dogma cristiano, basado en la secularización racional que comienza en el Renacimiento y la Ilustración y acaba culminando (dicen muchos acreditados filósofos de la ciencia) con el auge tecnológico  –y yo digo- la sacralización de la ciencia como vía de explicación de los misterios del mundo.

                Pero, ¿en verdad satisface la ciencia –con sus seguras limitaciones- el anhelo más o menos inhibido de lo sagrado? Parece a todas luces que no es así.  Las tendencias sociales poco avisadas a indagar sin mucho criterio en el pensamiento oriental, en lo esotérico y ritos de lo oculto y en toda suerte de supersticiosas inclinaciones hablan por sí solas.

La secularización del mito y los límites e la ciencia en la explicación de lo trascendente. Francisco Acuyo

                El vacío es claro en el corazón de aquellos que se sienten extraviados por la falta de sentido o significado no ya de sus vidas, si no de la existencia misma de los seres conscientes darán buena fe de ello. Las antiteologías y metarreligiones  en la actualidad son acaso un contraejemplo a la búsqueda de nuevas mitologías totalizadoras que sustituyan las primitivas inclinaciones hacia lo sagrado: el psicoanálisis, el marxismo, la antropología científica entre otros intentos son muestra palmaria de esta necesidad que para muchos puede resultar peligrosa, si se pierde de vista el origen arcano de todo ello. Todas estas corrientes  mitológicas más o menos nuevas pretenden llevar sobre sí el marchamo garantista de lo científico sin atender a principios básicos como los de la falsación.

                Todo parece indicar, no obstante, que las figuras míticas de la  antigüedad tozudamente rehúyen abandonar a las nuevas mitologías: el prometeísmo de Marx, la figura del guía de Moises (o  el Eros y el Tánatos)  en Freud o el tono apocalíptico de Juan en la antropología científica de Levi Strauss, no se cansan de mostrarlo en la creación y recreación de viejos y nuevos mitos. El lenguaje particular de cada uno de estas referencias así como su ambición de totalizar en su discurso una respuesta global a los problemas humanos son el signo inequívoco de  referencia.

                En cualquier caso, ¿las ciencias empíricas pueden considerarse la vía de salvación a las inquietudes interiores (y sociales) de los hombres? Insistimos en esta cuestión de capital importancia. Los avances de la ciencia traen nuevas interrogantes cuya complejidad esta fuera de duda, y nos hablan de un nivel de conciencia e inteligencia cada vez más elevados, y acaso siguen sin dar respuesta a las interrogantes fundamentales: ¿Por qué hay algo en vez de nada? ¿Cómo es que  podemos entender el funcionamiento de tantas cosas en el mundo? ¿Qué sentido o significado se puede extraer de nuestra existencia? ¿Por qué tenemos idea de que existe la verdad científica objetiva? Por qué, sin embargo, mantenemos una inclinación hacia la realidad que sea trascendente?.... y otras muchas preguntas que se quedan sin respuesta.

                Trayendo de nuevo a Steiner, tenemos que preguntarnos si la senda marcada por la razón y la lógica científicas en la búsqueda de la verdad, es tan precisa como se manifiesta de consuno, y si es cierto que la verdad os hará libres[3]. Si la verdad es una idea propia o si está ahí fuera, de manera objetiva, ¿podemos optar a su reconocimiento racional, o está fuera de aquél? ¿Es la verdad una entidad de mero carácter utilitario para subvenir nuestras necesidades básicas, o está más allá de estos menesteres utilitarios? Mucho tiene que decir al respecto la inclinación a creer en lo trascendente, y esta fe acaso no puede desgajarse del ámbito del mito y de los símbolos. Indagaremos en próximos post con ás detenimiento sobre estas y otras varias y muy interesantes cuestiones.

 

Francisco Acuyo

               

 



[1] Jung, C. G.: Correspondencia con S. Freud.

[2] Steiner, G.: op. cit.

[3] Juan 8, 36.




La secularización del mito y los límites e la ciencia en la explicación de lo trascendente. Francisco Acuyo

 

martes, 20 de abril de 2021

¡NO ESTAMOS SOLOS, HERMANO!

Para la sección Apuntes histórico teológicos del blog Ancile, traemos un nuevo post de nuestro amigo y teólogo, Alfredo Arrebola, bajo el título:¡No estamos solos, hermano!


¡No estamos solos, hermano! Alfredo Arrebola



 ¡NO ESTAMOS  SOLOS, HERMANO!

                                   

 

 

         En el primer capítulo de sus “Confesiones”, San Agustín (siglos IV-V), la inteligencia más grande, posiblemente,  de toda la cultura occidental, ya nos dejó bien claro el destino del ser humano: “Nos hiciste para Ti, Señor, y nuestro corazón anda desasosegado hasta que descanse en Ti”. Y esto vale, lo mires por donde lo mires, para toda persona creyente y no creyente. Hoy, en esta breve reflexión, pienso dejar  a un lado la “Razón filosófica” y  dirigirme a todos mis amigos – crean o no -  desde la fe, porque estoy convencido de que siempre está con nosotros ese “Misterio ”, a quien llamamos Dios y para los cristianos, Jesucristo. Es lo mismo.

   Por supuesto que yo no intentaré enmendar la plana del filósofo francés  Augusto Comte (1798 – 1857), quien suponía  que la humanidad ha pasado por tres estadios, el teológico, el metafísico y el positivo, yo me pondría al lado del primero porque toda teología comporta una filosofía. Para el filósofo José Antonio Marina (1939), Comte no tenía razón porque, según  Marina, “ni la metafísica ni la religión han muerto. Cualquier espíritu avisado encuentra en medio de su horizonte mental un poderoso objeto cultural – Dios -, y también se ve enredado en una tupida urdimbre social – la religión”, cfr.  “Dictamen sobre Dios”, pág. 9 (Barcelona, 2002). Incluso me permito poner aquí el pensamiento del famoso pensador español Gustavo Bueno (1924 -2016): “Nadie puede decir soy ateo sin pensar en Dios”.

    Más de un vez he manifestado – y hoy lo hago extensivo a todos mis amigos- que me dediqué al estudio de la teología con el firme propósito de saber “dar razón de mi esperanza” (1Pe 3,15). Aquí radica el fundamento de estas sencillas reflexiones, con mis ilusiones y limitaciones, dar razón y sentido de mi esperanza: Jesucristo, y - ¡cómo no! - alentar la esperanza en Jesús de Nazaret, de quien, a mi juicio, no se debe hablar para informar sino para evangelizar. Asimismo, el “relato” sobre Jesús hoy debe revestir la modalidad del “testimonio” personal, debe ser como muy bien lo  dijo el inolvidable Papa Pablo VI (1897 – 1978), una “evangelica testificatio”.

¡No estamos solos, hermano! Alfredo Arrebola

     Afirma el teólogo Franciscano -Capuchino Domingo Montero: “Los cristianos, especialmente en la sociedad occidental, parecemos  (¿lo somos?) personas ya un tanto “cansadas”, un tanto “desencantadas”; emotivamente “atemperadas”. Hemos entrado en la época de la “pervivencia”, de la “resistencia”, de la “subsistencia”… Y hacemos de la necesidad, virtud; cuando habría que hacer de la virtud, necesidad” (cf. Rev. “Capuchinos Editorial”, n.º 76 (2021).

    Pero también debo poner aquí las palabras del Papa Francisco, que precisamente apuntan a esta realidad: “El gran  riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza  individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres  superficiales, de la conciencia aislada… Los creyentes también sufren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin  vida. (cfr. “La alegría del Evangelio”, 2. Roma, 2013).

   Por ello, ¡buen amigo-hermano!, me atrevo a decirte: Pon a Cristo en tu vida. Él te espera, no lo dudes. ¡Escúchalo con atención!. Porque seguir a Jesús de Nazaret es la apuesta para lograr la vida, para salvarla, para llenarla de sentido, de verdad… Y no se vaya de tu mente la increíble fuerza que aporta una vida llena de sentido. En Él, sin duda, lo encontrarás: Es la propuesta de una  vida en plenitud, tal como nos lo dice y describe el apóstol Juan: “...Yo vine para que tengan vida y anden  sobrados” (Jn 10,10).

    Pero seguir a Cristo no es solo “ir tras él”, sino “delante de  él” y, sobre todo, a su estilo. Y es esto precisamente lo que molesta de la doctrina del Nazareno. Conozco – ¡por desgracia! - a más de uno que  lo abandonó por seguir ideologías políticas totalmente opuestas a la esencia óntica del cristianismo: Amor a Dios y al prójimo, que, en últimas instancias, son una misma cosa. Como también conozco, tras muchísimas horas de estudio, la triste y repugnante memoria que han dejado las más altas jerarquías de la Iglesia: Papas, Cardenales, Obispos, Curas, Diáconos y, por supuesto, innumerables y famosos laicos. Lo que me demuestra, apodícticamente, que la Iglesia no es obra de los hombres, sino de Dios en persona, idest, Jesús de Nazaret. Pero eso es otro cantar.

    La finalidad primordial de esta breve reflexión es hacerte ver, buen amigo, que ante la pandemia y sus consecuencias sociales – ya se ha cumplido un año de la irrupción de una de las crisis  más invasivas que se recuerdan – son muchos los que corren  el riesgo de perder la esperanza. En este tiempo de incertidumbre y de angustia perenne, yo te invito a acoger el don de la esperanza que viene de Cristo, que es Dios, quien, despojándose a sí mismo e igual a los hombres – excepto en el pecado – no eligió una vida de privilegio, sino la de siervo (cfr. Fil 2, 6-7). Se aniquiló a sí mismo convirtiéndose en siervo. Nació en una familia humilde y trabajó como artesano. Al principio de su predicación, anunció que en el Reino de Dios los pobres son bienaventurados (cfr. Mt 5, 3; Lc 6, 20; “Evangelii gaudium, 197).

  Cristo, nuestro “Hermano Mayor”, estaba en medio de los enfermos, los pobres y excluidos, mostrándoles el amor misericordioso de Dios, tal como leemos en el “Catecismo de la Iglesia  Católica”, 2444). Y muchos veces fue juzgado como un hombre impuro porque iba donde los  enfermos, los leprosos, que según la ley de la época eran impuros. Y Él corrió múltiples riesgos por estar siempre cerca de los pobres.

¡No estamos solos, hermano! Alfredo Arrebola

   No olvides, caro amigo, que el valor de la vida no depende de la aprobación de los demás o del éxito, sino de lo que tenemos dentro. Por eso es tan importante luchar para saber dónde ponemos  nuestra esperanza cada día, cada año, para vivir con toda la profundidad posible. Yo te diría, pues, que en esta vida la ESPERANZA, en mayúsculas, se ha manifestado en Cristo, hecho carne como nosotros. Es cierto que el tema del mal es algo que se le plantea a toda persona. El problema del mal ha sido una piedra de tropiezo de la que muchos no se han podido librar. Los filósofos, desde siempre, han visto el mal como una carencia del bien. El mal, se ha dicho, carece de entidad. Nadie duda que ante el sufrimiento extremo y ante la muerte, a veces, se nos impone el silencio respetuoso y el acompañamiento cargada de verdadera caridad. Sin embargo, la fe cristiana nos invita a iluminar el sufrimiento y a buscar su fruto, tal como lo expuso san Juan Pablo II en su Carta apostólica “Salvifici doloris”, “el mundo del sufrimiento invoca sin pausa otro mundo, el del amor humano”. 

  No te canso más,  dilecto amigo, pero déjame que te diga que contemplando a Cristo pobre y meditando su pasión , muerte y resurrección, podemos acceder a la verdadera luz que disipa todas las tinieblas. Cristo no ha venido – no lo olvides – a explicar como filósofo el sufrimiento ni nos ha invitado a sufrir la muerte estoicamente. Cristo sufrió una pasión extrema siendo inocente y aceptó  voluntariamente la muerte por amor a nosotros. La luz que brilla en su pasión y muerte es la luz potente que necesitábamos. Él sufre con nosotros, él puede curar todas las enfermedades, él ha  aceptado por amor el sacrificio de su vida. “El fruto de su muerte – escribe Monseñor  Antonio  Reig Pla, Obispo de  Alcalá de Henares (Madrid) – como el grano de trigo que cae en la  tierra y muere, es la resurrección, es lo que se hace visible en la abundancia de los granos de la espiga que   nos proporciona el pan de la vida” (cfr. “Yo estoy contigo”, pág. 249. Madrid, 2020).

  Quiero finalizar con las palabras de uno de los más acreditados teólogos, Joseph Ratzinger (1927), dimitido Papa Benedicto XVI, quien dejó escrito: “Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella  y  encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito” (cfr. Spe Salvi, 37. Roma, 2007). Entonces se ve un poco más claro que el sufrimiento tiene sentido y se comprende mejor la fuerza de la cruz, que no es sino la demostración del amor infinito de un Dios que ha querido sufrir por y con nosotros. Por tanto, ¡No estamos solos, hermano!.



Alfredo Arrebola

Villanueva Mesía- Granada

Marzo de 2021.

 

 

¡No estamos solos, hermano! Alfredo Arrebola

viernes, 16 de abril de 2021

EJEMPLOS DE VERSOS TRIDECASÍLABOS, POR ANTONIO CARVAJAL

 Abundando en el verso tridecasílabo, el poeta profesor de métrica Antonio Carvajal, expone otras caracter´siticas singulares del verso, y todo ello para integrarse en la sección De la métrica celeste del blog Ancile; esta vez bajo el título que nosotros hemos señalado como:  Ejemplos de versos tridecasílabos.




Ejemplos de versos tridecasílabos, Antonio Carvajal



 EJEMPLOS DE VERSOS TRIDECASÍLABOS,

POR ANTONIO CARVAJAL



Querido Francisco Acuyo: Dar ejemplos de versos con líneas orales aisladas y aplicarles pesas y medidas, como si fueran ristras de ñoras, es propio de la métrica de prejuicios. En un mismo poema, Rubén Darío mezcla tres tipos de verso, siendo los tridecasílabos los más abundantes; tiene uno zarrapastroso (¡tener que decir esto del padre y maestro mágico de nuestra modernidad!)

                        y por caso de cerebración inconsciente

                                                                         12ª

con un acento perdido que debería esforzar la 6ª, por lo que las cinco sílabas átonas contiguas provocan un desmayo sonoro; hay otro verso de melodía impecable, con los acentos fundamentales en su sitio (4ª / 8ª/ 12ª) más dos extrarrítmicos suaves que, en el dulce balanceo marcado por las leves pausas internas requeridas por la sintaxis, permiten su percepción como constituido por tres miembros eufónicos concatenados:

el chorro de agua de Verlaine estaba mudo

                     /                /    10ª    12ª 

y no se echa de menos el acento de 6ª (que a más de uno le gustaría para exhibir sus habilidades en el silabeo y declararlo tridecasílabo yámbico pleno) y si el verso citado anteriormente responde al compás ternario, este no va por binario sino por cuaternario, ese pie ignorado por la mayoría de nuestros metricistas y que el Dr. Miguel Ángel Márquez reclama para algunos modelos endecasílabos, como los llamados comunes y los sáficos. el corto con dominante en 6ª y con cadencia de 7 a 10, y el largo con su cambio de compás de 5 a 8. Parece que doy el horario de un estanco y los tipos de cigarrillos; en realidad rindo recatado homenaje a Miguel Agustín Príncipe que interrumpía sus lecciones de Arte Métrica Elemental para fumarse un habano.

Ambos versos proceden de este

Soneto autumnal al Marqués de Bradomín

 

13        Marqués (como el Divino lo eres), te saludo.

14        Es el otoño y vengo de un Versalles doliente.

14        Había mucho frío y erraba vulgar gente.

13        El chorro de agua de Verlaine estaba mudo.

 

13        Me quedé pensativo ante un mármol desnudo,

14        cuando vi una paloma que pasó de repente,

13        y por caso de cerebración inconsciente

15        pensé en ti. Toda exégesis en este caso eludo.

 

13        Versalles otoñal; una paloma; un lindo

14        mármol; un vulgo errante, municipal y espeso;

14        anteriores lecturas de tus sutiles prosas;

 

13        la reciente impresión de tus triunfos… prescindo

13        de más detalles para explicarte por eso

13        cómo, autumnal, te envío este ramo de rosas.

Mirados con los ojos de la carne, vemos ocho tridecasílabos, un pentadecasílabo y seis alejandrinos, metro este último que imponen los canonistas por modelo de todo el soneto. Cumplamos las normas. En el 8º,

pensé en ti. Toda exégesis en este caso eludo.

que nos parece de 15 sílabas, hacemos magia, realizamos pausa tras “exégesis”; como es palabra esdrújula ante silencio no contamos la postónica, y el verso nos queda compuesto de 7+7: ¡ajustado! La mayoría de los tridecasílabos cuadran sus hemistiquios si cumplimos la regla española de no hacer sinalefa entre ellos, así en 5º, 13º y 14º, y la de añadir una sílaba en el silencio tras palabra aguda cuya sílaba final es la 6ª del verso (9º y 12º). Nos quedan tres sin ajustar. El 1º ,

Marqués (como el Divino lo eres), te saludo,

es una virguería, dos sílabas de vocativo, un paréntesis, y cuatro sílabas de cierre, lo que nos manifiesta un juego de dobles cadencias sintácticas, además de la versal. El divino poeta reparte proporcionalmente la materia sonora, nada de equidistribucíon, tan pesada, sino siempre el grato balanceo:

1ª, Marqués, te saludo ~ 2/4

2ª, como el Divino lo eres ~ 5/3; para que el verso conste debemos ejecutarlo evitando la sinalefa en “lo ‘ eres”.

3ª, la versal admitida comúnmente, eres / te saludo, ~ 2/4, que con exquisita manera contrarresta la depresión del inciso.

Nos quedan dos tridecasílabos que no responden a las pautas españolas. Este:

y por caso de cerebración inconsciente

que nos sonará a prosa hagamos lo que hagamos, porque serán juegos violentos con la palabra “cerebración” y contra nuestros hábitos de habla, sea con tmesis:

y por caso de cé / rebración inconsciente

o sea con diéresis:                 

y por caso de cerebracïón inconsciente.

Pues de métrica hablamos y no de preceptiva, este prosaísmo insertado entre tantas bellezas es una verruga en el labio superior de Nefertiti.

Este soneto nos está diciendo verdades de a puño que no queremos oír. Una de ellas, que al igual que aceptamos la versificación irregular española descrita por don Pedro Henríquez Ureña especialmente con versos de arte menor, hay una métrica irregular, de versos largos simples o compuestos y por cierto muy eufónicos, que conviven en dulcísima armonía, en este soneto de Rubén Darío, y en tantos poemas de don Vicente Aleixandre y otros poetas que cultivan el verso libre. (No se olvide: hablo de poetas y de versos). Oigamos el que nos resta, dándole preferencia a la sintaxis:

el chorro de agua de Verlaine / estaba mudo

                     /                /    10ª    12ª 

y suena bien porque como no hacemos la cesura en posición medial, la sinalefa entre segmentos del verso es fluida y no rompe la armonía. Sin embargo, es de notar que podemos ejecutar el verso con cesura fuerte y dos ramas, la primera de 9 sílabas y la segunda de 5, que nos da un catorcesílabo eufónico aunque parezca poco común.

Si lo decimos por clásulas cuaternarias ¿no produce en el oído la misma sensación de tiempo métrico que el alejandrino, pues al hacer dos cesuras compensamos el ruido de una sílaba con el ruido de un silencio inesperado?:

el chorro de agua / de Verlaine / estaba mudo

                      /                  /    10ª     12ª 

Finalmente, al silabearlo como alejandrino, ¡qué pena!, se le hace perder su compás de peon 4º (peón2 / Del lat. paeon, y este del gr. παιών paiṓn./ 1. m. Métr. Pie de la poesía griega y latina, que se compone de cuatro sílabas, cualquiera de ellas larga y las demás breves.DRAE). Alguien dirá que me quejo de hipócrita, pues yo mismo he usado la tmesis y he incrementado la intensidad por posición de alguna sílaba o palabra átona, sobre todo la preposición “de”, y paso por buen metrificador. Hagámoslo:

el chorro de agua de / Verlaine estaba mudo

                       6ª /                 10ª     12ª  

¡Menuda trampa semántica! Que el moscardoneo del vulgo municipal y espeso no permitiera oír ni el agua de las fuentes ni la música verbal de Verlaine no debería tener como consecuencia el ensordecimiento del elegante biendezir de Rubén Darío, aun con todas las concesiones al estilo humilde que desde Horacio a nuestros días, pasando por Garcilaso, parece exigir el decoro de las epístolas entre amigos. Pero ya que el mundo académico impone estas prácticas, te prometo aplicarlas a un poema de Unamuno, tridecasilabarlo y ya verás lo divertido que resulta.



Tuyo,

Antonio Carvajal

desde Motril, a 8 de abril de 2021



 


Ejemplos de versos tridecasílabos, Antonio Carvajal