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miércoles, 28 de julio de 2010

SONETOS DE JOHN DONNE


Ofrecemos la versión de algunos sonetos del poeta -contemporáneo de Elizabeth I- John Donne (1572-1631). Representante más insigne de la corriente de la poesía metafísica, equiparable, según diversos juicios críticos reputados, con el conceptismo (extended conceit) del Siglo de Oro Español. Ofreceremos sonetos en versión bilingüe (inglés-español) de los denominados Sonetos Sagrados (Holy Sonnets) que, junto a su obra poética amorosa y elegiaca, destacaría especialmente, y que reproducimos en la espléndida versión, en magníficos endecasílabos blancos, de Antonio Abellán, revisados por el excelso filólogo e hispanista Antonio Carreira.




Sonetos Sagrados (Holy Sonnets), John Donne





JOHN DONNE


HOLY SONNETS
(SONETOS SAGRADOS)


Traducción Antonio Abellán
Revisión de los textos, Antonio Carreira







I


THOU hast made me, and shall Thy work decay ?

Repair me now, for now mine end doth haste ;
I run to death, and Death meets me as fast,
And all my pleasures are like yesterday.
I dare not move my dim eyes any way ;
Despair behind, and Death before doth cast
Such terror, and my feeble flesh doth waste
By sin in it, which it towards hell doth weigh.
Only Thou art above, and when towards Thee
By Thy leave I can look, I rise again ;
But our old subtle foe so tempteth me,
That not one hour myself I can sustain.
Thy grace may wing me to prevent his art
And thou like adamant draw mine iron heart.


I




Me has hecho Tú, ¿y se pudrirá tu obra?

Repárame, pues ya mi fin se acerca;
quiero huir de la muerte, mas me encuentra,
y todos mis placeres son pasado.

No me atrevo a mover mis turbios ojos;

desesperanza atrás, muerte delante
terror producen, y mi débil carne,
gastada de pecar, va hacia el infierno.

Sólo Tú estás arriba y cuando miro,

con tu venia, hacia ti, me alzo de nuevo;
mas mi viejo enemigo tal me tienta

que no puedo aguantarme ni una hora.

Pueda yo por tu gracia impedir su arte,
y atrae tú mi corazón de hierro.


II




AS due by many titles I resign
Myself to thee, O God. First I was made
By Thee ; and for Thee, and when I was decay'd
Thy blood bought that, the which before was Thine.
I am Thy son, made with Thyself to shine,
Thy servant, whose pains Thou hast still repaid,
Thy sheep, Thine image, and—till I betray'd
Myself—a temple of Thy Spirit divine.
Why doth the devil then usurp on me ?
Why doth he steal, nay ravish, that's Thy right ?
Except Thou rise and for Thine own work fight,
O ! I shall soon despair, when I shall see
That Thou lovest mankind well, yet wilt not choose me,
And Satan hates me, yet is loth to lose me.



II



A ti me entrego, oh Dios, por muchas deudas.

Por ti fui hecho, y para ti, primero,
y cuando decaí, compró tu sangre
lo que antes de caer era ya tuyo.

Tu hijo soy, que haces brillar contigo;

tu siervo, cuyas penas has pagado,
imagen tuya y, aunque profanado,
un templo de tu Espíritu divino.

¿Por qué el demonio entonces me conquista?

¿Por qué roba y aun viola tu derecho?
Salvo que te alces por tu obra y luches,

perderé la esperanza cuando vea

que tú, que amas al hombre, no me eliges,
y Satán, que me odia, no me excluye.



Enlace a todos los sonetos Sacros de J. Donne traducidos por  Antonio Abellán





Sonetos Sagrados (Holy Sonnets), John Donne

DIEZ DÉCIMAS DECIMALES

Ofrecemos la introducción, obra y poemas del cuaderno nº 1 (primera edición, 2000), y nº 8, (segunda edición, 2009) del cuaderno Diez Décimas Decimales, publicado con motivo de la exposición en la World Fine Art Gallery, de Nueva York, con obra gráfica de la artista Mª José de Córdoba y poemas de quien suscribe estas líneas. Fue el primer intento en ofrecer poesía y artes plásticas en singular fusión editorial, y que luego daría lugar al resto de cuadernos publicados. Está previsto, en un futuro no muy lejano, llevar a término una Perfomance con todos los cuadernos editados, no en vano se hizo con los mismos, amén de la edición impresa y papel, otra adjunta en CD, con una presentación multimedia de los mismos.




Diez Décimas Decimales, Francisco Acuyo




Diez Décimas Decimales, Francisco Acuyo

DIEZ DÉCIMAS DECIMALES




A veces: qué inquietante decisión, qué enigmático impulso deberá tomar o perseguir el singular espíritu que anima irracionalmente en el artista. Acaso, lejos del lógico dictado donde se mide la razón nuestra, su ímpetu sublime se rige por principios cuyo juicio quiebran cualquiera ley del pensamiento escrupulosamente conceptuosa, concurrente o racionalista.
Cegado (¿o iluminado?) por su propio instinto, esquiva sin ambages la razón henchida de ampulosos epítetos de lógica, y, en conclusión, rechaza sus sutiles intercesores «porque, ciertamente -les dice- ya elegí el sentido de mi ciencia».
Les digo por todo aquello que contemplen con la distancia del que no sólo pretende el tibio goce objetivado, si es que el arte advierte más. Así, si supone el arte el grato encuentro con la vida, no debiera por tanto sorprendernos que ofrezca también esa inquietud, aquella angustia cerval del que percibe apenas y aprehende con primitivo instinto su lugar en el cosmos. Y la incierta percepción, la aparencia fenoménica confusa que da pábulo también a la tortura de los sentidos que perciben en lo efímero, inconsistente del fenómeno.
Son estas «Diez Décimas decimales»(1) (diez, la cifra que se halla -así, Aristóteles nos lo señala- en la naturaleza misma de todas las cosas) la impronta singular con la que conectan las leyes del pensamiento y la apariencia exterior del fenómeno, y que con estos grabados quieren percibir lo contingente en la unidad de lo inmutable.(2) Avisan que es muy poco lo que a nuestros sentidos puede ofrecerse como realidad y que así mismo tenga una naturaleza infinita. No obstante, aquí, lo abstracto se vuelve familiar y cotidiano, integrador maravilloso del mundo externo y de todos los principios ideales que lo informan. Quiere mostrar también el arte riguroso de contar y medir algo que acaso intuimos pero cuya existencia no puede ser siquiera concebible.
¿El hallazgo de lo hermoso conseguido -cuestiona- acaso no se crea, se descubre? Pero, qué lejos está esta concepción estética de aquella escrupulosamente urdida a las formas, visajes y apariencia obediente, ataviando la manida fisionomía del respeto a la percepción sensitiva o de experiencia; guardan sus corazones a un servicio tan parcial como fraudulento, y no dan al arte sino apariencia de verdad en su celo, y lo utilizan para negocio y homenaje de sí mismos.
La voluntad estética es la voluntad del alma inmutable que el mundo contingente, si hecho arte, en la quietud de la belleza eterniza.


Notas.-


(1) En español, la Décima es un metro que se compone de diez versos octosilábicos, y que en estos poemas se ofrecen como una composición de versos de diez sílabas en todos los poemas.
(2) Cada poema, exceptuando el primero que es introductorio, basan su contexto en la percepción sensorial de cada uno de los sentidos (vista, oído, tacto, olfato y gusto); y los cuatro últimas composiciones en los «sentidos cenestésicos» que para el autor son el sentido del amor, el pensamiento, la percepción de lo onírico y la invitación a lo trascendente.






Diez Décimas Decimales, Francisco Acuyo












EL TACTO DE LA LUZ




LA seda de la forma, la piel
celeste de la luz soy oscura;
proporción y sutil cuadratura
que ciñe con su hechizo un pincel
de yemas y caricias en el
alma, en el cuerpo, abierto el celaje
que modela el color, y un lenguaje
diluido del volumen, abierto;
aquí, donde se sueña despierto
el azul que acaricia el paisaje.



DEL COLOR Y SUS SONIDOS




LA música callada en el lienzo
soy que despereza a la luz,
tigre sagrado en cuya testuz
línea sonora esboza el silencio.
En mi ánima será el fin comienzo,
si cuerpo rumoroso en la altura,
pues canta su quietud como oscura
luz reciente, agua antigua que fuente
acorde, ensimismada y silente
su éxtasis escuchó en la pintura.



CON SAGRADO COLOR



AZUL y carmesí estremecido
diría sobre un lienzo invisible
que soy, pues escorzo inasible
forma el sueño de un ángel diluido
después que su ala inscriba el olvido.
Nada. Suspenso el vuelo: La calma
que la herida del místico ensalma,
y sobre su materia impalpable
el vuelo de un espíritu amable
pinta con los colores del alma.




LA ENÉSIMA DÉCIMA DECIMAL



Para José Dominguez Caparrós



EN devenir numérico la
quietud esboza un alma inaudita:
frontera donde el ser más allá
del tiempo huidizo mide infinita.
Sobre el color o sobre el sonido
la luz se escucha música azul,
o aroma el tacto dulce de la úl-
tima razón ajena al sentido:
pues define en su vivo artefacto
bello lo imprecisamente exacto.



Francisco Acuyo







Diez Décimas Decimales, Francisco Acuyo

jueves, 22 de julio de 2010

POEMAS DE ANTONIO CARVAJAL Y FRANCISCO ACUYO PARA OBRAS DE Mª TERESA MARTÍN VIVALDI

Ofrecemos, de la misma colección Jizo de Literatura y Artes Plásticas, En Campos de Zafiro, nº 5, en primera edición, y nº 11 en su reedición, con motivo de la exposición en la Galería Euroarte, de Lisboa, una selección de poemas de estos cuadernos así como de la obra pictórica ofrecida para la ocasión.





Poemas de Antonio Carvajal y Francisco Acuyo para obras de Mª Teresa Martín Vivaldi, Francisco Acuyo





Poemas de Antonio Carvajal y Francisco Acuyo para obras de Mª Teresa Martín Vivaldi, Francisco Acuyo







POEMAS DE ANTONIO CARVAJAL Y FRANCISCO ACUYO

 PARA OBRAS DE Mª TERESA MARTÍN VIVALDI










Poemas de Antonio Carvajal y Francisco Acuyo para obras de Mª Teresa Martín Vivaldi, Francisco Acuyo






GLOSA A 

GANIMEDES








Ved el águila extensa, cuyas alas cubren en toda su amplitud las puertas del día: Ha fijado con su ojos el sol en el cenit, sobre el ombligo mismo de la tierra. Sola luz, de sus plumas emana una brisa celeste, la canción de la vida. Pero también la sombra, la negación del mundo más allá de su trueno, sus heridas y su esplendor.
Ved ahora los hombres, atareados en la ofrenda de las uvas. El Padre del Día sonríe con la benignidad de los soles de septiembre. Va demorando sus rayos, inclinando su tersa cabellera con voluntad de caricia, acercando los lindes de la vigilia y del sueño, para que las uvas oscuras y las uvas blancas compongan en su cielo un armonioso oleaje de perfumes, de sabores, de colores. Un rumor de mirlos, un estrépito de gorriones, los trémolos de jilgueros y verderoles se acompasan a la prolongada letanía humana, toda ella esperanza de ebriedades y gratitud de dulzuras.
Y entre las viñas surge este mozo de gracia, sustancia de los hombres condensada en admiración y deseo. A zaga de su huella, las jóvenes acuden al camino, los labios entreabiertos, los pulsos irregulares, los tobillos alados. Recoge el mozo en copa transparente, luz ella misma, la luz del primer mosto. Y la acerca al pico del águila, que la bebe y la bebe, sin dejar una gota, sin perdonar el vaso, hasta picar los dedos del mancebo.
Sangra el mancebo, y la tarde recoge su sangre y la expande por las nubes y el mismo sol se tiñe de su espesa materia. Replegadas las alas, el águila se sume en la noche, y el silencio sideral expande en los corazones.




Antonio Carvajal









SAGITARIO



LÍNEA en cuyo escorzo constelada
jazmín entre tu boca se figura,
y la luz de su cáliz deseada
aroma en la celeste cuadratura.

Desde una a otra estrella dibujada
tengo como manzana su frescura,
y el trazo ardiente que en la noche cada
mejilla enciende célica criatura.

Entre tus muslos muerde la sibila
mi beso sombra que se esboza agreste
y persigue la luz de tu pupila.

Entre tus labios duerme flor fragante
mi sueño, porque pétalo celeste
la eternidad despierte a este instante.






Francisco Acuyo







Poemas de Antonio Carvajal y Francisco Acuyo para obras de Mª Teresa Martín Vivaldi, Francisco Acuyo


miércoles, 21 de julio de 2010

ALGUNOS POEMAS PARA LA OCASIÓN, EMILIO PEREGRINA 3

Ofrecemos algunos poemas hechos para la ocasión ofrecida en la edición de los dos cuadernos anunciados, y que creemos pueden ser ilustrativos de las intenciones de esta singular conjugación de poesía y pintura con unos resultados, a nuestro juicio, de interés para el mejor entendimiento de las relaciones entre ambas proyecciones artísticas: la poesía y la pintura.




Emilio Peregrina 3, Francisco Acuyo


POEMAS


Emilio Peregrina 3, Francisco Acuyo







(LA FIGURA Y SU PAISAJE)
-La mañana-

EL lienzo de la vida

discurre cristalino:
el alba, tras del monte,
se pinta, y en el río.

Una historia el paisaje,
y la figura un signo:
desde un trazo de luz
se recrea amarillo

un cuento donde el tiempo
parece sorprendido;
relata a la retina
la historia del olvido:

esta mañana azul
conforta en su retiro;
marcha a ninguna parte
por quedarse en su sitio.

Desliza eterno instante
sobre un rostro herido
el pincel su color
de tiempo relativo.

Quietud en movimiento
que inscribe un laberinto
donde el pincel sensual
manchase el lienzo místico:

donde eterno despierta
el instante dormido
y encuadra la pintura
su límite infinito.


Francisco Acuyo, de El arte del tiempo.



ESPÍRITU FEBRIL DE LA RETINA



LA forma iluminada difumina
el rasgo singular que discontinuo,
muestra expansiva o constrictora el alma
más allá del instante, y pulsa un ritmo
en la textura esquematizadora
que ornamenta espacial el infinito.

De la abstracta eclosión tan minuciosa
execra ardiente contextura el signo,
y desde dentro de su ser inscribe
el punto, el trazo, la incisión: inicio
del espíritu verdaderamente
creador, fecundo, representativo.

En la piedra grabado está con fuego
el ser sofisticado primitivo,
y el conjunto trazado pensamiento
que se conforma plástico designio,
o expresión silenciosa que deshace
el quieto azul y el próvido amarillo
en la magia caudal de su celaje,
o el prístino cauce de su rito.


Francisco Acuyo, de Zeitgeist: o el espíritu del tiempo.






Emilio Peregrina 3, Francisco Acuyo

EMILIO PEREGRINA 2

Mostramos adjuntas a este comentario, para la sección, Pintura, del blog Ancile, un par de reproducciones más de este excelente pintor y las introducciones a El arte del tiempo, cuaderno nº 2, en su primera edición, y el nº 8 en su reciente reedición, llevada a cabo por quien suscribe estás páginas del blog. Son unas aproximaciones que pueden resultar de interés entre el impulso artístico creativo y poético y ciertas disciplinas científicas. El segundo texto ofrecido corresponde al Cuaderno nº 7, intitulado Zeitgeist: o el espíritu del tiempo.




Emilio Peregrina 2, Francisco Acuyo






Emilio Peregrina 2, Francisco Acuyo




EL ARTE DEL TIEMPO



Mantener que la esencia en el arte es una suerte de fluctuación, de dinámica, de movimiento intemporal, quizá pueda entenderse en virtud de lo que el rigor exige de cualquier informado intérprete, al menos como una extraña (extravagante) impostura; no obstante, considero apunte necesario aquel que sólo interesa a la concepción artística del tiempo, si parece discurrir ajena a presupuestos cuyo origen diríase cosa natural de las disciplinas más próximas a la ciencia y a la filosofía que a la exégesis del arte. Mas la estética debate este aspecto esencial, a mi juicio, tan parca como parcialmente, y no nos deja más salida para el análisis que la ineludible referencia a conceptos temporales derivados del método científico y de la indagación que es propia del filosófo.
Desde la descripción aristotélica del tiempo, que durante siglos fuera de precepto (y que tuvo bien conexo a su planteamiento temporal el fenómeno del movimiento), a la visión del tiempo y del espacio inmutables que sellaría Newton con lógica implacable, concepción, por otra parte, que disfruta de un secular predicamento aún en nuestros días, a pesar de que ofrece la cosmovisión de un mundo (de un universo) estático y que, no obstante, observaríamos derrumbarse en virtud del concepto einsteniano del tiempo y del espacio relativos.1 No abocaré al lector a la inquietante perspectiva del tiempo que mantiene la física del cuantum 2 advirtiendo de pasada que aquél, el tiempo, muy bien parece que brilla por su ausencia.
La concepción estética del tiempo exige para el arte (vedlo en estos cuadros especialmente reflejado)3 la dinámica que se vierte como el movimiento singular que no contiene tiempo.
El goce de lo estético despliega un movimiento en que el instante no es sino creación, y en su dinámica ejemplar, no contempla reglas vertiendo una belleza libre de conceptos y significados que entiendo, como la más radical concepción de belleza libre kantiana. La figura (o el paisaje) indica(n) un movimiento que no tiende a un fin, pues su dinamia es propia de un fenómeno de exuberante y vívido exceso, y es común al arte clásico y a la más radical, sofisticada y desafiante creación moderna. No obstante, la corriente fugitiva de cada pincelada, o el proceso transitorio en que dispone cada objeto, es una vívida estructura que late y, sin embargo, nos asalta con la quietud de lo que, por ser único, es eterno.


Notas.-


1 El tiempo einsteniano rompe con la visión rígida del tiempo y el espacio absolutos de Newton en favor de un tiempo y espacio relativos. propios de la naturaleza que acompaña a una realidad física indagada a la luz de una cosmovisión revolucionaria.
2 A la física cuántica se refiere, la cual ofrece un mundo repleto de paradojas que rompen con el sentido común de múltiples conceptos que llenan nuestra vida cotidiana, entre los que se encuentra el propio tiempo.
3 No en vano el artista, Emilio Peregrina, vierte su obra ajeno al trasiego de la vida social que, casi siempre, el creador se ve obligado a soportar para ser conocido o reconocido; esta exposición se ofrece después de muchos años de silencio, siempre desde el recogimiento de aquel que cree en sí mismo y en su obra, si olvidado de todo aquello que no tenga directa relación con el ejercicio de su arte.


Francisco Acuyo. El arte del tiempo Cuadernos Jizo de Literatura y Artes Plásticas, nº2 y 8 (Granada, 2001-2010)






ZEITGEIST: O EL ESPÍRITU DEL TIEMPO




OBSERVEN y, a la luz singular de su atenta vigilancia, intuyan y si procede, también reparen en esta interpretación que incorporarse quiere como solaz y aún inaudito acompañamiento a esta obra creativa que para la ocasión hoy presentamos. Estará referida no sólo al espíritu que anima la indagación filosófica o científica, también a aquella que se infunde en el ser mismo del arte y que cabe interpretarse particularmente en la disciplina de la estética, nos referimos al tiempo y a la enigmática naturaleza que, diríase, impregna cualquier reflexión sobre su apreciación sensorial, intelectual y fenomenológica.

Quisiera por tanto acudir a una forma de expresión artística, y no por casualidad, pues se manifiesta plásticamente y de manera harto peculiar como puede observarse en esta compilación de obras que aquí se agrupan. Visión –e interpretación- plástica del tiempo que puede servirnos de orientación para el mejor entendimiento de esta producción de obras y, con toda modestia, sobre los fundamentos mismos de su ideación y supuesta manifestación (potencial transcurso) material en el mundo de los sentidos. Será no menos interesante atender a este reconocimiento plástico del tiempo en cuanto que nos ayudará –si es que esto fuere posible- a la superación del umbral abstracto que supone la asunción conceptual del mismo, mas aparentemente aderezada por la misma percepción sensorial de su virtual paso por el mundo y nuestras vidas.
Ya en otra ocasión emparentábamos lo sensóreo y la capacidad de abstracción humanas en el ámbito de lo artístico, referidas concretamente a la sinestesia y la ékfrasis, infiriendo unos rasgos de comunidad y analogía dignos de tener presentes en su estudio en tanto que mostrarían vínculos que atañen no sólo al ámbito teórico de dichas figuras y su manifestación fenomenológica y artística, también para comprender como nos apercibimos de las potenciales similitudes en dos disciplinas de creación artística normalmente separadas por unas fronteras férreamente establecidas (si bien son de distinta naturaleza), nos referimos claro está a la poesía y a la pintura. De cualquier forma, queríamos valernos de los vehículos sinestésicos y ekfrásticos para aprehender de la manera más directa posible las percepciones del poeta y del pintor en su iniciativa de creación, así como la forma que tienen de conectar el mundo exterior (apercibido en el espacio, se dice que, objetivamente), con el intríseco o subjetivo de cada espíritu creador, así como contemplar si la temporalidad es elemento idiosincrásico (y único e intransferible) de la poesía y de las artes que sustentan materialmente su impronta creativa en el lenguaje.
En esta pintura les diría que es posible la síntesis inaudita del espacio y el tiempo en tanto que (a pesar de su conseguida y excelsa figuración) traspasa las barreras de la mímesis convencional representativa espacial, e incorpora la intención temporal en su representación artística.
Podremos constatar aquí que todos y cada uno de los elementos que conforman la composición adquieren un peculiar carácter simbólico (simbálo), que vincula lo que puede denominarse praxis pictórica y la razón (sintética) que identificaría espacialmente la abstracción (temporal), y ofrecido plásticamente, ora en la figura, ora en el color, ora en la línea, ora en la textura, ora en la perspectiva…
Debemos reconocer en la trayectoria de algunos artistas el impulso creador que plantea la reunión extraordinaria que supone la fusión de sus partes integradoras; a saber: la praxis sensitiva del conocimiento y la síntesis –decíamos- de lo racional o irracional intangible.
Nos parece que uno de los síntomas de todo arte verdadero se encuentra en la capacidad excepcional de síntesis que muestra el tiempo simultáneo que enseña lo que ha sido y será en un es que se ofrece de manera inmutable. El goce estético en estos casos despliega un movimiento donde el instante apercibido se presenta como dinámica de la creación misma. Corriente fugitiva en la que cada pincelada se manifiesta como proceso transitorio donde se dispone cada objeto tal que una vívida estructura que late y, sin embargo, nos asalta con la inquietud de lo que, por ser único, también es eterno.
En fin, parece que el tiempo, como cuarta dimensión (relativista), quiere objetivarse en la materia y espacio del arte verdadero. Más aún, el tiempo muestra la convencionalidad de su transcurso como ilusión a la luz de la incontrovertible verdad que muestra la obra de arte como realidad última.
El concepto kantiano que sitúa el espacio como intuición externa y el tiempo como intuición interna se diría que se manifiesta en el proceso creativo artístico del todo insatisfactorio para describir el proceso y naturaleza de su realidad, no obstante, inequívoca. La intuición artística en su ejercicio creativo se ofrece como alternativa al conocimiento extraído de la percepción sensible en tanto que es capaz de ofrecer más de lo que esta es competente de mostrar.
Esta producción artística expone el tiempo como una realidad espacial singular; como una entidad que fluye en el transcurso de la experiencia cotidiana; como el impulso y materialidad creativa que se hace manifiesta en la obra de arte tal que aquel tiempo intuitivo que se vierte en la obra como un lapso objetivo que implica un cambio en lo existente y que, no obstante, sólo se hace posible en el presente, expuesta como una indeterminada cantidad de ahoras que subvienen a la existencia de la obra de manera sucesiva; así las cosas el objeto artístico ha de entenderse no tanto como un objeto potencial o posible, sino necesario y real.
El tiempo como proceso de creación (poiesis) en la obra de arte verdadera, en última instancia no podría relativizarse totalmente; siempre tendría un trasfondo absoluto de verdad (de ser en la belleza) y que al tiempo la equipara con la manera de aprehender de la ciencia misma (como ciencia de la paradoja) en tanto que los conceptos potenciales que maneja no pretenden ser analizados, sino directamente aplicados a su arte como extensión singular de la propia vida.
La realidad artística no puede subsumirse necesaria y totalmente a la subjetivad de los diferentes observadores, y es que existe una realidad artística que contiene todas las visiones subjetivas. Las realidades existenciales (vivas) que ofrece la obra de arte acaban por no admitir el tiempo; y es que si hay que admitir la realidad artística será en virtud sólo de su ausencia como entidad que transcurre, o lo que es lo mismo: o hay tiempo en la realidad artística o hay vivencia existencial, mas no ambas cosas a la vez.
La representación artística no hace sino transformarse en una realidad que observa el universo en movimiento (rotación perpetua) que, a su vez, no hace más que traslucir las diferentes capas de aquella realidad última que la constituye sustancialmente, pues el tiempo ha de entenderse en la obra de arte como simulacro de lo real. En realidad la interpretación del proceso de intuición creativa manifiesta en la obra de arte auténtica es realmente difícil porque en su totalidad no puede ser captada mediante estructuras formales (teóricas).
Con toda modestia no participamos de la optimista aceptación y suficiencia de la explicación teórica formal –netamente positivista- de la obra de arte, vertida esta como conclusión definitiva, quedan siempre factores no explicados en su extraordinaria y peculiar fenomenología.
Así pues, acomode quien pudiere su gentileza y sensibilidad, bizarría e ingenio, intuición en todo caso, con la galanía, complejidad, excelsitud y belleza de todo arte verdadero y déjese llevar por sus figuras, colores, abstracciones, ideas e inauditas materializaciones, pues se ofrecen en su sagrada manifestación, como motivo de fruición y regalo a tan opimo y prolífero ofrecimiento.





Francisco Acuyo. Zeitgeist: o el espíritu del tiempo Cuadernos Jizo de Literatura y Artes Plásticas, nº8 (Granada, 2009)






Emilio Peregrina 2, Francisco Acuyo

EMILIO PEREGRINA 1

Para la sección, Pintura, del blog Ancile, mostraremos obra del pintor granadino Emilio Peregrina extraída de los cuadernos publicados en la Colección Jizo de Literatura y Artes Plásticas, de la editorial de mismo nombre (Jizo).



Emilio Peregrina 1, Francisco Acuyo






Emilio Peregrina 1, Francisco Acuyo





Emilio Peregrina 1, Francisco Acuyo













Emilio Peregrina 1, Francisco Acuyo

POEMAS RELACIONADOS CON EL MUNDO DE LA ASTRONOMÍA

Como adenda a la anterior entrada (sobre arqueoastronomía) he querido incorporar esta otra, ya desde la óptica del poeta, dedicada a las relaciones -nada nuevas, por cierto- de la poesía con el mundo de la observación de los asterismos celestes como fuente de inspiración de versos. He aquí una breve muestra de algunos de ellos recogidos de algunos libros de quien suscribe estas líneas introductorias.





Poemas relacionados con el mundo de la astronomía, Francisco Acuyo








POEMAS RELACIONADOS CON 
EL MUNDO DE LA ASTRONOMÍA












A LAS ESTRELLAS






A despecho la noche dura,
nos estrecha y rodea
la sombra: ¿Qué color con mano oscura
nos mide? ¿Qué fulgor recrea
el astro y la celeste
estela, y cómo guarda y se atarea
con ardor, y en su veste
tan cálida y pequeña:
vigila, enfría, duerme, abriga, sueña?



De El hemisferio infinito (2003).







LA TÚNICA CELESTE



(La vía láctea)

El silencio con ceniza
ciñe a la luz constelado,
desde su urdimbre precisa
de oro y de plata un brocado.
Teje en la mano distancia
un cendal tibio de infancia,
la estrella de amor, si urdida,
parece en su hilo incesante
la eternidad que un instante
está entre el alma tejida.



Francisco Acuyo. De El hemisferio Infinito






AMIGOS EN LA NOCHE I





A José Ignacio Fernández Dougnac



Sobre la noche extiende constelada

el silencio su túnica celeste.
Sólo la luz de su divina veste
en las entrañas tengo dibujada,

y el número amistoso que en la esfera
frugal totalidad de su fragmento
ofrece, y la quietud en un momento,
si eternamente expande su carrera.

Esta línea de cuya idea arcano
esbozo se figura y tan secreta,
ya desde el astro enlaza a vuestra mano

una razón que inscribe semejanza,
o un corazón, si traza en la silueta
del amor fraternal, celeste alianza.




AMIGOS EN LA NOCHE II



(Observando un círculo de estrellas)
A Antonio Carvajal





A mi mismo sentido no creyera,

si de cerca no viese semejanza
entre esa y esta estrella, cuya alianza
transcurre eternamente duradera.

Ni la celeste métrica siquiera
a explicar su dinámica le alcanza
a quien, luego de verlas, sin confianza,
su razón examina verdadera.

Mas cuanto de este cielo se desea,
o en las entrañas de la tierra abrigo
busca, una nunca vista al mundo idea

de ti sólo conforma su natura,
pues conforta saberme en ti testigo
de lo que el cielo en la amistad procura.




CARMEN CONSTELADO



Para Antonio Carreira




Si esmeralda el azulejo,

la fuente prende la lágrima
de zafiro o de diamante
que en el silencio se engasta

con el sonido del viento
y la música del agua;
como tesoro se sueña
bullicioso en la distancia,

para fundirse en la noche
joyel que el cielo derrama
sobre el estanque dormido
como presencia lejana.

La velocidad del tiempo
en esta noche se para,
para beber la corriente
que eternamente repasa

en la bóveda celeste
el tránsito de las almas
que, con rastro irreversible
deslizan su resonancia

del camino nunca hollado
que entre los astros se espacia.
En la fuente se refleja
del Cisne el vuelo y del Águila,

y el devenir del jardín
que transita con el agua:
sobre la corriente, con
ceñudo gesto la cala,

en este jardín hermético,
oculta busca la causa.
En el naranjo un arpegio
de luces y sombras pasa,

y la luna en la magnolia
tañe cadencia la plata
que, capaz de innumerables
astros, arde en las barandas.

Nos acompaña la noche
que discurre sosegada
(su movimiento falaz),
arquitrabe y friso pasan,

un antes miró inestable
en el sueño de la pausa,
creyéndose en el después
que ahora agita la casa.

Constelados maceteros
donde se asemeja que alzan,
por beber de la corriente,
un arcángel de fragancia

que, en equilibrio su espejo,
con materia de la nada,
elabora entre las flores
una imagen algebraica,

la imagen móvil de la
eternidad que en el agua,
si quieta está para el astro,
entre los mirtos avanza.




Francisco Acuyo. De Centinelas del sueño (2008)






Poemas relacionados con el mundo de la astronomía, Francisco Acuyo