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martes, 30 de noviembre de 2010

SOBRE CLAUDE LEVI-STRAUSS: DEL MITO Y LA POESÍA

Fascinado por la lectura de tantos e insuperables estudios llevados a cabo por el gran Claude Levi-Strauss, tuvieron lugar una suerte de reflexiones que acabarían cristalizando en una serie trabajos que fueron reunidos bajo el título de: Del mito y la poesía, el cual bajo el influjo de El pensamiento Salvaje entre otros estudios de Strauss, me llevó a extraer una serie de conclusiones que afectarían al ámbito mismo de la teoría literaria y, sobre todo, poética. Remitimos aquí, en varias entregas para mejor lectura y entendimiento, una parte de aquellas reflexiones nuestras al respecto.



Sobre Claude Levi-Strauss: del mito y la poesía 1, Francisco Acuyo


I

DEL MITO Y LA POESÍA







            LO MUY CONSIDERADO POR LA RAZÓN se suele ofrecer en su dictamen con audacia y prudencia igualmente, pues sus primicias son siempre frutos relevantes de su ajustado juicio. En el límite de su rigurosa circunscripción la ley de nuestro modestísimo discurso podrá ser constatable fácilmente al mostrar el origen mismo (y naturaleza) de lo que nos referimos en este trabajo, es esto es: a la poesía y a su ámbito peculiar de «vida» y de representación.

            También sabemos de la contradicción(1) (¿aparente?) de nuestra humilde exposición  en la base misma de sus extraordinarios o anodinos planteamientos, y bajo los cuales pretenden encontrar amparo nuestras hipótesis, quizás groseras y defectuosas desde el mismo inicio de su elaboración: pues quieren contrastarse sagaces y vigorosas en la obra nada menos que de Claude Levi-Strauss, la cual, ahora, tan gratamente, nos ocupa(2) en esta humilde exposición nuestra.

            Si de común se infiere que las artes todas se aprenden, nos parece del todo necesario que, en este campo o disciplina,(3) no debemos (ni podemos) soslayar su equivalente providencia, máxime si aproximamos nuestros pasos hacia su ciencia extraordinaria en calidad de neófitos profanos; es así que toda la cautela y prevención en nuestros limitados juicios se nos antoja por parva y exigua acaso arrojada: no obstante, advertiremos que nuestras reflexiones no tendrán como objeto el nudo donde se teje delicado la trama sutil de su compleja ciencia; nuestro interés se centrará en el ámbito  de la poesía  así como de las incidencias  que sean susceptibles de ser interpretadas a la luz de la óptica etnológica y de la disciplina de la antropología.

            Rogamos pues, excusen la osadía nuestra que, aunque solicita a nuestro celo y admiración por sabiduría a todas luces tan veneranda como considerable, también demuestra las  limitaciones  seguras de su impetuoso, vívido y entusiasta impulso. Sea, pues, nuestra insignificante y viva voz reflejo natural que mira en el espejo de esta ciencia excelsa y su saber ineluctable.




II

CIVILIZACIÓN Y POESÍA 



            El uso de la abstracción mediante palabras parece un hecho reconocible(4) no sólo en el lenguaje de los pueblos que consideramos civilizados. Con esta idea meridianamente clara, comienza  Levi-Strauss el sugestivo análisis del pensamiento primitivo,(5)  mas con el fin de romper la presunción (casi siempre prejuzgada) por la que no pocas civilizaciones propenden, sin demasiada reflexión al respecto, a «sobreestimar la orientación objetiva de su pensamiento»;(6) mas, parece claro que responder a la inclinación por mantenerse aquél (el pensamiento civilizado) de manera perenne en la mentalidad de quien (o quienes) reflexionan sobre la cuestión; pero la grave consecuencia de tales (falsas) apreciaciones radica en que conllevan un falseamiento de la real naturaleza y concepción del pensamiento primitivo (salvaje), en tanto que aquel hombre ancestral no rige sus ideaciones o pensamientos en virtud de necesidades meramente orgánicas o económicas(7). «Error simétrico»(8) fácilmente detectable cuando se observa el alto grado de sistematización de las relaciones de plantas y animales (totémicos) de muchos pueblos considerados como salvajes (o primitivos) y que, desde luego, no parecen desarrollarse en absoluto para subvenir necesidades de consideración estrictamente práctica.

            No es baladí aquella apreciación de Levi-Strauss a través de la cual vierte su noción de «ciencia de lo concreto»(9) sobre aquella singular sistemática anteriormente reseñada, pues será con ella que clasifican con extraordinario y particular rigor las plantas y animales de su entorno. Advierte, además, que la exigencia que impulsa al hombre de aquel entonces a ordenar no será en absoluto de carácter práctico o de necesidades perentorias (alimenticias) como señalábamos, sino que está motivada fundamentalmente por razones de imposición intelectual, mas, como realidad no sólo de un pensamiento concreto (el primitivo) sino porque será este sin duda la base o fundamento del pensar mismo.
Sobre Claude Levi-Strauss: del mito y la poesía 1, Francisco Acuyo
            Esta necesidad de no dejar seres, objetos o aspectos sin denominación asignatoria de lugar en el «seno de una clase»(10), proviene de una preocupación importante por la visión (u observación) total que, como más adelante expondremos, encontrará parentesco en la manera de percibir y cotejar el mundo que observa y vive a través de la tantas veces considerada enigmática dimensión poética y que, a todas luces, obtiene magníficos resultados, pues nuestro autor no ceja en valuarlos de buen grado como auténticamente científicos.

            Que el determinismo científico ha sido una de las causas primordiales para este desajuste interpretativo del discurrir primitivo, hoy nos parece del todo evidente, mas no sería así de no ser por la reflexión que lleva a denotar por parte de nuestro autor: pues expone que más que la propia reflexión determinista, sería la ignorancia o el desdén de aquella hacia este tipo singular de pensamiento; y es que las diferencias entre el pensamiento mágico y el propiamente científico radican en que: una, la magia, postula un determinismo global (integral), mientras que la otra, la ciencia, opera en la distinción de niveles, acaso aplicables sólo en algunos de esos mismos parámetros.

            No es extraño, entonces, colegir que la existencia de organización se venga a manifestar como una necesidad propia y común a la ciencia y a las artes, y que esta pulsión taxonómica «que es el poner en orden por excelencia»,(11) vierta unos valores estéticos evidentes, los cuales tendremos ocasión de comprobar en el ámbito del arte poético, aunque de forma muy sincrética en el discurrir de nuestro discurso.

            Tampoco es difícil inferir ahora que el pensamiento mágico pueda considerarse como una manifestación metafórica de la ciencia, pero habida cuenta que, cada uno de ellos (magia y ciencia) es independiente, además de ofrecer una forma de conocimiento que muy bien no tienen que diferenciarse en lo esencial: que no es otra cosa sino que son formas de pensamiento capaces de una sistematización (lógica), aunque sí encuentren diferencias respecto a los resultados teorico-prácticos obtenidos.

            Que el hombre de la protohistoria (del neolítico) sea el legítimo heredero de una prolija y compleja tradición científica, como a todas luces así parece deducirse, muestra acaso que aquel espíritu que le animara (inspirara) bien puede ser el mismo que impulsa y sugiere al pensamiento científico moderno. Pero la cuestión está en ¿por qué hubo de cesar aquel primer pensamiento (mágico) que se ajustaba a la «percepción y la imaginación», por el otro «desplazado» que hoy entendemos como moderno? A saber: porque hay dos formas de «pensamiento científico».(12)

Sobre Claude Levi-Strauss: del mito y la poesía 1, Francisco Acuyo            Si, como decíamos, aquella determinación por hacer taxonomías implicaba la apreciación y oferencia de ciertos valores estéticos, y siendo vertidos estos tanto para el pensamiento como para la acción, diríase que para la naturaleza fuese más «lucrativo» actuar como si una equivalencia pensada satisficiese al sentimiento estético, para lo cual, habría de coincidir con una realidad objetiva. A partir de aquí será desde donde podamos considerar que los mitos y los ritos (¿acaso también el procedimiento poético?) exponen la importancia de preservar maneras, formas y modos de observación y reflexión a descubrimientos muy concretos (aquellos que autorizaba la propia naturaleza ante un «mundo sensible en cuanto sensible»(13)) y que marcan el ser de esta ciencia (primera) de lo concreto o «bricolage»,(14) y desde la que también cabe observase un carácter mito-poético que, al margen de su instrumentalidad, viene a situar sus elementos de reflexión a caballo entre el «precepto» y el «concepto».

            Acaso pueda intuirse a partir de aquí las relaciones que estableceremos con la poesía, en tanto que deducimos que el agente que interviene entre la imagen y el concepto tiene un «intermediario»: precisamente el signo(15). Mas no adelantemos acontecimientos, pues no será sólo la fenomenología lingüística la que trace y levante puentes en nuestra exposición y que, por cierto, con tanta elegancia e inteligencia constituyera como vertebración Claude Levi-Strauss para exponer su visión sobre el pensamiento salvaje, y la cual, nos llevará al fin, a observar que el poeta, como singular y característico científico (y también cuando verdadero poeta), como el sabio, «no dialoga con la naturaleza pura»,(16)  sino con el estado de la peculiar relación que observa entre la misma naturaleza en que radica y la cultura que le envuelve.

Notas.-
                                     
            (1) Contradicción que puede entenderse en virtud de que los criterios de Levi Strauss sobre el pensamiento primitivo,  sobre los cuales también queremos sentar nosotros nuestros «preceptos» lógico poéticos.
                (2) Claude-Levi Strauss: «El pensamiento salvaje», Fondos de Cultura Económica, México, 1987.
                (3) A la Antropología y la Etnología nos referimos.
                (4) F. Boas: «Handbook of American Indian Languages» Washington. 1910.
                (5) Claude Levi Strauss: «El pensamiento salvaje». Ver nota 1.
                (6) Ibidem.
                (7) Error que atribuye a Malinowski a los intereses del «salvaje» por las   plantas y los animales (totémicos) iban a marchar exclusivamente empujados por cuestiones alimenticias.
                (8) Claude-Levi Strauss: «El pensamiento salvaje».  Ver nota 1, 5 y 6.
                (9) Ibidem.
                (10) Ibidem.
                (11) Simpson G.G.: Principios de Taxonomía animal» Nueva York 1961.
                (12) Claude Levi-Strauss: «El pensamiento salvaje». . Ver nota 1, 5, 6, 8, 9 y 11.
                (13) Ibidem.
                (14)  El «bricoleur» es el que obra sin plan previo y con medios ( y procedimientos apartados de los tecnológicos normales.
                (15) Saussure, F. de: Curso de Lingüística general, Ed. Losada, Buenos Aires, 1973.
                (16) Claude Levi Strauss: «El pensamiento salvaje».  Ver nota 1, 5, 6, 8, 9, 11,12 y 13.






Sobre Claude Levi-Strauss: del mito y la poesía 1, Francisco Acuyo


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