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viernes, 21 de septiembre de 2012

CARILDA OLIVER LABRA Y SU ACTA LÍRICA


Llegó recientemente a mis manos un libro, tan amable y diligentemente enviado como acostumbra la Fundación Jorge Guillén de Valladolid, en las primorosas y exigentes ediciones con las que nos tiene tan  gratamente familiarizados; esta vez en la colección Maravillas concretas, el número 2 para ser precisos, de la autora de Matanzas (Cuba) Carilda Oliver Labra. Editorial en la que, por cierto tuve el privilegio de ver publicado un libro mío (Vegetal contra mosaico, en la colección Cortaelaire), y a la que con tantos cuidados se entrega mi muy querido amigo y gran poeta Antonio Piedra –a quien la autora dedica uno de los poemas seleccionados- acompañado en esta colección por Eduardo Fraile. Seleccionamos pues, algunos de los poemas del libro, antología singular a la sazón, intitulado Todos los días (Acta lírica) de la poeta Carilda Oliver Labra, que ofrece lo más granado de su poesía publicada, acompañando, además, este espléndido elenco de poemas algunos inéditos para la ocasión, de los cuales reproducimos nosotros uno al final del post,  con el que tenemos el gusto deleitarles en esta señalada ocasión en el blog Ancile. Al final les invitamos a enlazar en un par de videos de Carilda Oliver Labra donde se la entrevista y recita.


Carilda Oliver Labra y su acta lírica, Ancile




 CARILDA OLIVER LABRA Y SU ACTA LÍRICA



Carilda Oliver Labra y su acta lírica, Ancile



AL DORSO DE UN RETRATO



Carilda Oliver Labra y su acta lírica, Ancile




Mira el retrato…
¡Fíjate bien!:
en lo que tengo tras la sien
hay arrebato.
Y la sonrisa
que por el rostro pasea,
como enfermiza,
es pena fea.
¿No has observado
esta nariz?
Es un rarísimo desliz…
¡Vaya pecado!
En la garganta
ya casi pura
cantando canta
mi sepultura.
No he de ocultarte que por la frente
anda cautivo
un ser ausente,
peor que vivo.
Mira mi boca
-¿será de hada, será de bruja?-:
me la he cosido con una aguja;
herida antigua que se sofoca.
Jardín de rasos elementales,
ya no es un vino;
y aunque le corto ala y camino
tiene una furia, sufre unos males…
Aquí en el pecho
inútilmente, no sin razón,
loco, maltrecho,
mi corazón
el tiempo olvida;
por una estrella lo cambia todo,
y muy a su modo
hace la vida.
Estas orejas
guardan secretos interesantes,
músicas viejas,
voces de antes.
Lo que me pierde
y me aniquila
es la pupila
trágica, verde:
jade en que huyo,
mito en desgracia,
hoja de acacia,
luz de cocuyo.
A maravilla
el mármol finge
de alguna estatua, de alguna esfinge
esta mejilla;
y sin embargo
es suave y dulce como una pera
y sólo espera
un beso largo.
¿Y mi cabello?
Pobre tesoro,
pájaro bello,
lluvia de oro,
sube que sube
se enreda siempre con una nube.
Soy algo boba,
soy algo miope.
(Uno me daña y otro me roba);
pero ando en sueños siempre a galope.
¿Ves este cuello?
Pues se me enfría…
Lleva la muerte como un destello
de poesía.
Vida absoluta.
Hay cierta monja que nunca azoro,
hay cierta puta
aquí en mi carne. Con ambas lloro.
Cuando mañana se vuelva ayer
no haré del polvo un parentesco:
¡en el retrato siempre parezco
una mujer!

(De desaparece el polvo)



CANTO A MATANZAS





Por el Pompón donde bebo,
por el Canímar que cruza
hacia el mar desde mi blusa;
por esta pena que muevo,
lo juro por Pueblo Nuevo
–que es de rodillas jurar–:
quisiera hacerte un cantar
con versos, con margaritas,
con jarcias y estalactitas
robadas a Bellamar.

Matanzas lenta: yo adoro
los líquenes putrefactos,
tus rayoneros, tus pactos
con crepúsculos de oro;
y sigo aquí, no demoro
mi cariño en toros valles.
Desde la Playa a Versalles
te repito como un cuento
y soy un ciclón violento
de soledad por tus calles.

¿Y qué decir de mi herida
que por la hierba se mete?
¿Qué decir de este juguete
en que ha parado mi vida?
¿Qué decir, tierra querida
donde acabaré este viaje
sin destino ni equipaje,
de aquel hombre, de aquel hombre
que dejó roto mi nombre
en medio de tu paisaje?

Te quiero porque eres triste,
triste como la tristeza;
te quiero por tu pobreza
de canario sin alpiste.
Te quiero porque trajiste
el verde justo en la sien;
pero te quiero también
por tu pan que tiene sueño,
por tu porvenir pequeño
de fósforo y henequén.

Te quiero porque me asombro
de tu majestad humilde,
y te quiero por al tilde
del nombre con que te nombro;
por esto que bajo el hombro
me defiende y me combate;
por mi corazón, que late
rebeldemente inconforme
como un campanario enorme
sobre el tiempo, en Monserrate.

Pareces sola una palma.
Exhibes en cada esquina
tu acuarela repentina.
Cuando madrugas en calma
mi carne se vuelve alma.
Tus ciegos se sienten mal
pues no ven la Catedral
ni el valle verde y abierto
ni el Ten Cents: frívolo injerto
de muchachas y cristal.

Matanzas: bendigo aquí
tus malecones mojados,
los árboles desterrados
del Paseo de Martí
y el eco en el Yumurí.
Y van mis lágrimas, van
como perlas con imán
o como espejos cobardes
a vaciar todas las tardes
sus aguas en el San Juan.

Sé quieta, sé solidaria,
sé amiga de la marea;
sueña, sueña que pasea
Plácido con su Plegaria.
Sé buena, sé legendaria;
oye un violín al revés,
oye el silencio; tal vez
cuando suena así la brisa
está llorando por Isa
el alma de Milanés.

Aunque a tu parque mejor
–ese bello como un cuarzo–
lo llaman algo de Marzo*
(que es llamarle lo peor),
la gente que tiene honor,
la gente azul de verdad,
la gente con claridad,
le sigue llamando: Mella,
porque rima con estrella,
con vergüenza y libertad.

Matanzas: siempre me curas
después que el amor me enferma.
Si tengo la dicha yerma
y las palomas oscuras
me das tus vendas seguras…
Si me sobra el corazón,
si mis labios besos son
y no le encuentro remedio
voy a la calle del Medio
y me compro una ilusión.

Tu pasado tiene un brillo
que no para de crecer,
¡qué pena da recoger
en tu historia algo amarillo,
pero pienso en el Morrillo
aunque no quiero pensar!
¡Qué pena da recordar!
De lejos casi se acaba:
allí Guiteras jugaba
con un rifle y con el mar.

Matanzas –misa en mis venas–:
beso tus patios con flores,
tus negros estibadores,
tus puentes y tus arenas.
Matanzas –droga en mis venas–:
beso tus mujeres malas,
beso el ruido de las palas
de tus obreros hermanos
y beso tus veteranos
para besarte las alas.

Fui a tu cine, fui a tu escuela,
fui a tu parque adolescente,
y cayó amorosamente
tu tierra sobre mi abuela.
Te debo la luz que vuela,
una cita en el recuerdo,
milagros que nunca pierdo
y un dolor como una ele
que apenas sé si me duele
debajo del seno izquierdo.

Te debo, Matanzas, ratos
de bohemia y de locura,
te debo una noche pura
y unos niños sin zapatos
y te debo aquellos gatos
al fondo de mi alegría,
la Plaza de la Vigía,
muchos versos en la frente,
el tedio de ser decente
y este azul de la bahía.

Todo te debo, Matanzas:
la Biblioteca, el estero,
tener alma y no dinero…
Te debo las esperanzas.
A mi pecho te abalanzas
con una pasión tan fuerte
que no basta con saberte
en mi sangre, detenida:
ya que te debo la vida
te quiero deber la muerte.

(De Tú eres mañana)



UNA CARTA DONDE DIGO: AMADO




En una carta donde digo: amado,
y después otras cosas en que exploto.
Es una carta simple, con un loto
y la letra del ángel dominado.
Una carta donde digo: usado
por este corazón que juega, roto.
Es una carta azul donde te boto
y más tarde te encuentro enamorado.
Es una carta, sí, con que te entrego
esta ilusión -palabra mentecata-.
Es una carta donde digo: luego;
pero entonces adjuro en la postdata,
y firmo de inmediato con el fuego
porque es mucha la vida que me mata.



(De desaparece el polvo)



ELEGÍA PARA DECIRME





Yo le recuerdo aquí: donde me duele
el color que le trajo a mi esperanza;
y le recuerdo aquí porque soy triste
y ya no puedo echarme entre sus lágrimas.
¿Qué corazón saldría de este insomnio
si yo supiera ser una muchacha;
si no me pareciera tanto a mis ojeras,
ni a esta tarde de invierno, así doblada!
Pero me acuerdo aquí de que anda lejos
el que vivió a la vuelta de mi espalda.
Me acuerdo de su nombre perezoso
que casi no quería ser palabra.
Me acuerdo de su risa mal abierta
riñéndole por dentro a la mirada,
y de su frente que crecía;
y de su voz inútil como el alba
y de un secreto que quedó inconcluso
aquel domingo en que amó la nada.
¿Qué corazón saldría de este insomnio
si yo supiera ser una muchacha!
Pero me duele aquí, donde me canso,
aquel hombre agobiado por crisálidas.
Pero me duele aquí, donde soy sola,
esta verdad metida entre dos alas.
Qué corazón saldría de este insomnio…
Pero soy todo el blanco que se acaba,
y no me porto bien con la alegría
por lo que traigo al sur de mi garganta.

(De Al sur de mi garganta)


CALLADOS POR LA TARDE, GRAVEMENTE




       
Callados, por la tarde, gravemente, 
sin elegir el sitio de la tierra,        
tú y yo nos besaremos como en guerra 
hasta quedarnos fríos frente a frente.        

Yo, cada vez más tumba que se ahonda, 
tú, cada vez más carne renovada,
acaso llames y jamás responda
cuando te vuelvas en mi cuerpo nada.
       
He de tragar entonces, con locura, 
en tu vaso de tórrida hermosura        
la sangre poderosa que se queja; 

y daré media vuelta hacia lo inerte,
perdida en esa luz que te refleja,
tan hambrienta de ti como la muerte.


(De Sonetos)



DÉCIMA A MARTÍ



¡Qué muerto muerto más vivo!
¡Qué muerto, Dios, menos muerto!
¡Qué dormido tan despierto
el Martí definitivo!
¡Qué muerto muerto más vivo!
¡Qué bala mala más mala!
¡Qué bala mala la bala
que saliendo de la guerra
dejó en mitad de la tierra
al que volaba sin ala!


(De Los huesos alumbrados)



LA HORMIGA





Con tu presencia súbita de obrera
andabas trajinando en una espiga;
luego te vi, ya tarde, con la miga
del pan que me sobró. ¡Qué primavera

entraba con la verde enredadera!,
y yo, siempre de amores tan mendiga,
no supe ser tu madre, pobre hormiga;
no supe que mi cuerpo era tu acera.

Así cuando viajabas por mis brazos
caíste hacia la hierba con tus trazos
en un último intento de aventura.

Te pisé sin querer, mi niña oscura;
mas todos saben que me hará pedazos
alguna como tú... en la sepultura.

(De Error de magia)







SOMBRA SERÉ, QUE NO DAMA




A Antonio Piedra

Muerte que me das la mano
pero no por ayudarme
sino para al fin quitarme
este sitio en el verano.
Es inútil, es en vano
que esté sorda cuando llama
tu frío sobre mi cama
porque llegará el minuto
en que, silencio absoluto,
sombra seré que no dama.

Procuro no hacerte caso,
te ignoro de compañera
aunque si ocupas la acera
nadie te quita del paso.
Te vuelves futuro vaso
donde no quiero beber,
y es tan grande tu poder
que casi sin asomarte
más que maña tienes arte
de acabarme la mujer.

Ayer dejaste una arruga
aquí en la frente que ganas,
me coronarás de canas,
tendré los nardos en fuga.
Eres la fatal oruga
que renace muchas veces.
Tú, porfiada, siempre creces
hasta volar, mariposa
que enemiga de una rosa
la alimenta de vejeces.

Por eso pregunto, muerte
que por mi carne paseas,
y mientras sueño aleteas
oculta en el gesto, inerte:
¿qué haces con esconderte
jugando a pronto y después
si me has puesto de revés,
si estoy por ti mal herida
y aunque suplique la vida
vas a pararme estos pies?


(De Error de magia)



MAÑANA




Hombre que se cayo de mi cintura
y tengo a la distancia del lucero,
te invito ahora a la caricia pura
por si ya pronto de verdad me muero.

Si para entonces en el patio sientes
Que salga alguna flor desde el cantero
Seré yo misma en pétalos lucientes
Que de mano imposible me apodero.

Y si la hierba llora como herida
Y si el trino seráfico aunque en guerra
Alza su amor de música escondida

Seré también el ojo que no cierra,
Sangre ya desbordante de tierra,
Hueso enamorado aún de la vida.




Inédito para el libro antológico “Todos los días (Acta lírica)”


Carilda Oliver Labra





Carilda Oliver Labra y su acta lírica, Ancile

4 comentarios:

  1. Certera selección poética de Carilda Oliver.
    Bacano blog.

    Saludos.

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  2. Amigo, me regalas un palcer inmenso con este asomarse a la obra de la para mí, más destacada poeta viva de mi tierra. La conocí personalmente, pues somos de la misma Matanzas. Siempre ha vivido en su casa de la calle Tirri, cerca de la terminal de trenes. Ha sido una tarde inolvidable esta de leer sus cosas gracias a tu esmero. Un abrazo agradecido.

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  3. Gracias, querido francisco! Las letras de Carilda son mágicas, cuánta belleza!
    Recibe un gran abrazo.
    Jeniffer Moore
    Miami, Fl- USA

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  4. Gracias, amigo, por traer a Carilda de nuevo. Matanzas es tierra de poetas como Bonifacio Byrne, y otros muchos. Un abrazo.

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