Ofrecemos la tercera entrega (de las cuatro que componen este espléndido trabajo) de Debate sobre el budismo, del profesor y catedrático de filosofía Tomás Moreno; trabajo decimos de referencia para quienes pretendan estar avisados sobre esta interesantísima corriente de pensamiento y de filosofía de vida.
DEBATE
SOBRE EL BUDISMO (III Sesión)
FILÓSOFO.-
Hoy nos toca hablar del aspecto
religioso del Budismo y de los principios que configuran su elevada doctrina
ético-moral. El Budismo se nos presenta -como han señalado Alan Watts, Suzuki y
Erich Fromm, J. F. Revel, S. Pániker y R. Pániker, entre otros muchos expertos-
más que como una religión o filosofía, como una “psicoterapia”
que propugna la desligación o desvinculación del hombre respecto del
mundo empírico, del propio Yo, de cualquier absoluto trascendente y de toda
mediación racional. Sobre esto ya hemos reflexionado en sesiones anteriores y
nos parece suficientemente debatido. ¿Podría, respetado maestro, exponernos en
esta sesión su concepción del budismo como religión?
Alan Watts |
GURÚ.- Lo primero que quiero decirles es que el
Budismo, queridos amigos, no tiene respuesta para todo, ni se presenta como un
sistema doctrinal omniexplicativo de todo cuanto existe, como algunas otras
religiones (e ideologías). Es más, no es en sentido estricto una religión, ni
una doctrina filosófica que resuelva preguntas o interrogantes de ningún tipo.
No da razones para vivir, ofrece un camino para superar el dolor, el sinsentido
y el sufrimiento de existir. Y nada más.
Reitero,
con los expertos antes citados por Vd., que el budismo más que de una religión
convencional (curiosa “religión” sería aquella que en vez de “religar” desliga
y desvincula al ser humano de todo absoluto divino o fundamento trascendente),
se trata de una vía, experiencia o camino espiritual sin dogmas ni revelación
alguna, sin dios o dioses, sin más allá. Consiste más bien, creo yo, en una
privilegiada experiencia individual y empírica que no se deja institucionalizar, ni someter a ninguna clase de autoridades
o jerarquías y, sin embargo, es cierto que poco a poco la veneración a Buda
-como ocurrió también en el caso de Lao zi, en el Taoísmo- fue adquiriendo
rasgos teísticos.
En
el Tíbet, en Sri Lanka, en Birmania, en Laos, en todos los sitios por los que
se expandió, podemos encontrar templos en los que se venera a Buda como a un
dios. Es también cierto que muchos budistas desprecian esta forma de
religiosidad popular que, en su opinión, poco o nada tiene que ver con la
enseñanza original de Buda: los textos no justifican esas plegarias.
El
budismo, sin embargo, sumamente tolerante y abierto a respetar todo tipo de
mentalidades y creencias, no rechaza estas prácticas. “Se reza a Buda, como
otros rezan a Krishna o incluso otros a Cristo… Lo que importa es que cada ser
progresa hacia el conocimiento y la experiencia del Nirvana. Se va al templo
para venerar y hacer una ofrenda a Buda, representado por una estatua, a menudo
rodeada de divinidades secundarias”[1].
ANTROPÓLOGO.- Con admirable maestría, nuestro Gurú nos ha
mostrado únicamente los aspectos más positivos y encomiables del budismo: una
religiosidad modélica, pacífica, tolerante, beneficiosa para el equilibrio
anímico y corporal de sus practicantes… Y sin embargo, existen también en su
devenir histórico episodios poco ejemplarizantes, aspectos negativos y, a
veces, hasta hostiles frente a otras diferentes creencias o concepciones del
mundo.
Me
refiero a una serie de conexiones del budismo con movimientos ideológicos
oscurantistas, esotéricos e incluso racistas e irracionalistas como el
teosofismo o el nazismo y de algunas supercherías y extravagancias asociadas al
mismo. Recordemos, por ejemplo, el importante papel que la Sociedad Teosófica[2]
desempeñó en el éxito del budismo en Occidente, a finales del siglo XIX. Sus
fundadores compartían su fascinación por
el budismo con su gusto por el ocultismo y lo paranormal, así como su abierta hostilidad hacia el cristianismo, que
sólo tenía parangón con su odio al judaísmo y al semitismo.
Erich Fromm |
Todos
sabemos, por otra parte, la utilización que los nazis[3] hicieron de determinados
símbolos y doctrinas esotéricas budistas e hinduistas -como la simbología de la
swastika[4] o el mito de Agartha, residencia subterránea de los Mahatmas o Superiores desconocidos que rigen a través de sus nuncios la marcha
del mundo-, basadas en los trabajos
publicados en la revista Ostara por Lanz von Liebensfeld e inspiradas
también en las demenciales teorías racistas y pangermanistas de A.
Rosenberg (El mito del siglo XX, de 1930) -que seguía la nefasta estela dejada
por Joseph Arthur Gobineau (Ensayo sobre la desigualdad de las razas
humanas, de 1882) y Houston Stewart
Chamberlain (Fundamentos del siglo
XIX, de 1899)- cuya exaltación de
lo ario y de lo indoeuropeo favorecieron la gestación ideológica del
antisemitismo más fanático y criminal.
En cuanto a las supercherías
espirituales y literarias, también las ha habido en el siglo XX. Recordemos el affaire producido como consecuencia de
la publicación en Londres, en 1956, del libro de Lobsang Rampa, El tercer ojo.
Supuestamente escrito por un lama, este libro ejerció una gran influencia en
toda Europa, hasta que se descubrió la verdadera identidad de su autor: no era
un lama, era Cyril Hoskin, hijo de un fontanero de Plympton, Devonshire
(Inglaterra), nacido el 8 de abril de 1910. Tras el escándalo se refugió en
Canadá donde publicaría una veintena de obras esotéricas.
GURÚ.- Siendo cierto todo lo que nos ha expuesto:
¿Conocen Vds. una religión más pacífica, menos fanática, más tolerante y
pluralista, más receptiva a la crítica, menos violenta y proselitista que el
budismo? ¿Conocen Vds. alguna religión, doctrina o ideología, que carezca de su
sombra, de su parte oscura, de una cierta historia de iniquidades? Además, los
responsables de esas utilizaciones ideológicas y de esas supercherías no fueron
precisamente los budistas o las verdaderas doctrinas budistas, sino quienes
fraudulentamente quisieron hacerlas pasar por tales.
FILÓSOFO.-
Quiero introducir a continuación
el tema de la ética budista,
indisociable de su método de liberación. Ya se ha señalado aquí que el budismo
presentó desde sus inicios una actitud contraria a la tradición ritualista
estricta y rigurosa brahmánica. Sabemos también que el budismo propugnó desde
sus inicios la supresión de todas las barreras y desigualdades sociales y de
todo tipo entre razas o etnias, castas y pueblos. Su universalismo doctrinal fue aplicado a su ética del amor y la compasión universal (karanîya-metta sutta) por todas las
criaturas -que tanto subyugara a Schopenhauer- basada en la amistad y en la
tolerancia[5]
(muy cercana, en mi opinión, a la ahimsa: la doctrina de la no violencia del Jainismo, de Vardamana
Mahavira, para la cual todas las formas de vida tienen el mismo valor;
tanto es así que los adeptos jainistas cubren sus bocas y narices con un velo
para impedir que cualquier insecto que pudiera penetrarlas muriese). Me gustaría que profundizáramos en sus
principios fundamentales y que tratásemos de llevar a cabo un parangón con la
ética cristiana.
TEÓLOGO.- Permitidme que sea yo quien trate de esbozar
las líneas fundamentales de ese parangón. Mi experiencia pastoral durante
intensos años por Oriente, me permitió conocer de primera mano la ética
budista. La doctrina de la compasión
(karuna) hacia todos los seres vivos
está muy presente en la enseñanza de Buda y fue ampliamente desarrollada por la
corriente mahayanista. Tiene cierta analogía con el amor (agápe) que deben los cristianos hacia toda la creación que, según
las palabras del Génesis, “es buena”.
La
diferencia entre ambos conceptos es que para los budistas la compasión parece inseparable de su
doctrina de la vacuidad; los budistas sienten compasión por todas las criaturas
porque estas ignoran la naturaleza última de las cosas, su nada, su nihilidad,
y porque están sometidos al sufrimiento y al mal. En la concepción cristiana es
por amor al mundo creado,
contingente, relativo, por lo que el Absoluto divino se ha vaciado. Dios se
despojó de su grandeza tomando forma humana en el hombre Jesús, para redimirnos
y salvarnos[6].
FILÓSOFO.- Pero tengo entendido que la ética de la compasión budista no implica, como el agápe
cristiano, la acción activa a
favor del prójimo (el socorro, la ayuda por el prójimo y por los necesitados). Por
eso mismo el teólogo católico Hans Küng
se preguntaba cómo justificar la dignidad y la solidaridad humanas si no
admitimos la existencia de un Yo: si mi yo es una simple ilusión, el del otro
también lo será… Por otra parte, esa doctrina de la compasión universal se compadece poco con el estatus de la mujer en el budismo hasta hace bien poco[7].
GURÚ.- Les aseguro que, a pesar de sus diferentes
justificaciones filosófico-teológicas, la karuna
budista no se desentiende de los más necesitados. Lo que Vds. entienden por caridad es una de las perfecciones que, según la moral
budista, todo fiel debe procurar alcanzar y practicar. El budismo Mahayana
plantea, en efecto, la posibilidad de estar a la vez liberados del mundo y
comprometidos con él, esto es: alcanzar la sabiduría (prajna) pero regresando al juego sucio de la vida (samsara) bajo el empuje de una compasión activa (karuna). La figura del bodhisattva, que por compasión renuncia
a vivir la liberación final para acudir en ayuda de los otros y, en
consecuencia, compromete su vida en la liberación de la humanidad, sería un
buen ejemplo de ello. Y por lo que se refiere a su última afirmación, yo les
pregunto: ¿Conocen alguna religión en la que la mujer no esté o haya estado marginada, obliterada? ¿Saben de
alguna doctrina religiosa que no esté marcada por el Patriarcado o por el Kiriarcado
desde sus mismos orígenes?
TEÓLOGO.- En efecto, hemos de reconocer que -pese a sus
grandes diferencias doctrinales- existen muchas similitudes entre la doctrina
de Buda y la de Jesús[8].
Y aunque, como afirmaba Octavio Paz,
“el encuentro entre cristianismo y budismo no se produjo por el Islam
interpuesto”[9], lo cierto es que existen
numerosos puntos de contacto entre el cristianismo y la mística oriental tanto
hinduista como budista: “Haced el bien sin esperanza de remuneración.”, decía
Jesús. Podemos encontrar pasajes parecidos tanto en la Bhagavad Gita como en los escritos budistas. También es homologable
el precepto cristiano de negarse a uno
mismo con el concepto budista de vaciarse
de sí mismo[10].
Comparten
también una serie de temas míticos:
el retiro de Jesús en el desierto practicando el ayuno y la soledad antes de
iniciar su misión, es paralelo a los años de ascetismo que Buda dedicó a la
búsqueda de su camino de la Vía media.
Ambos pronunciaron un Sermón inaugural,
kerigmático, de su misión: el Sermón de
la montaña (Jesús) o el Sermón de
Benarés (Siddartha Gautama); los dos eligieron un camino de término medio
entre el ascetismo riguroso y la vida de placeres y tuvieron discípulos. Ambos,
en fin, predicaron su enseñanza antirritualista
con un lenguaje sencillo, directo, eficaz en parábolas y relatos accesibles a
todos sus oyentes.
Hay
en los Evangelios, como escribe S.
Pániker, “un Jesús místico, antiviolento, compasivo que dice: ‘No juzguéis
y no seréis juzgados’, que enseña que no hay que preocuparse por el día de
mañana, el que no condena a la mujer adúltera, el de las bienaventuranzas, el
que sufre con sus semejantes, el anticlerical, libre frente a la institución
religiosa, que sustituye el temor por el amor, solidario, etc.”[11].
Jesús,
hizo del Amor (Agápe), el primer
mandamiento de su doctrina moral. Alguien dijo por eso mismo que la diferencia entre
Jesús y los fariseos estaba en que Jesús enfatizó la caridad por encima de la
santidad. Jesús, para los partidarios de un cristianismo búdico, se nos
presentaría como un ejemplo cabal de bodhisattva[12].
GURÚ.- Está muy bien elevarse a los principios generales
de la Ética budista, pero no debemos olvidar que el budismo es una praxis, una
experiencia empírica: la moral, es algo esencial en la vida de un iniciado. En
lo que se refiere a la moral búdica
(sila), hemos de decir que se basa en
diez prescripciones fundamentales. Las cinco primeras conciernen a todos:
respeto a la vida, a la propiedad, rechazo de la sexualidad desordenada,
respeto de la verdad y abstinencia de bebidas embriagadoras; las cinco
suplementarias, destinadas exclusivamente a los monjes.
El
ideal búdico de perfección moral está personificado -como antes hemos indicado-
por la figura del bodhisattva que debe alcanzar diez perfecciones (paramita): caridad, moralidad,
paciencia, energía, meditación y sabiduría, más el método (los votos) y la
resolución (conocimiento de todos los dharma)[13].
ANTROPÓLOGO.-
Una vez analizada la ética y la moral budista
me gustaría que nos informase sobre las relaciones entre el budismo y la
política.
GURÚ.- Lo que puedo decirle al respecto es que en el
aspecto político el budismo fue más pasivo, evasivo y abstencionista que el
hinduismo y favoreció por ello el fortalecimiento del poder monárquico y
aristocrático-principesco tradicionales, al relegar a un segundo plano el
sacerdocio brahmánico. Su universalismo
ético desembocó, coherentemente, en un universalismo
político de signo monárquico.
Superados
los antagonismos étnicos y de casta y afirmada la existencia de una vía común
de salvación humana, muy pronto postulará una comunidad humana general regida
por un monarca sabio y esclarecido.
ANTROPÓLOGO.- Por lo que nos ha dicho, se trató de un proceso
ideológico parecido al que se producirá siglos más tarde en la Antigüedad
grecorromana bajo la influencia del Estoicismo, con su ideal de “Civitas
Maxima” gobernada por un sabio coronado (el
emperador Marco Aurelio, II d. C.).
GURÚ.- Sí, es muy acertado ese paralelismo. De hecho,
este proceso hacia el universalismo político, desembocó en el reinado de Asoka, gran emperador del siglo III a.
de C., converso al budismo desde el brahmanismo y autor de los Edictos de la ley Sagrada, que convirtió
al Budismo en una efímera religión del Estado. Rey pacífico, ilustrado, antítesis
del déspota oriental, renunció a cualquier conquista militar tras haber
comprendido el horror que comportaba, aplicando el principio de no violencia,
amor, igualdad y tolerancia para todas las condiciones sociales y para todas
las creencias religiosas sin distinción.
Sin
embargo, el budismo no logró desplazar al brahmanismo de sus posiciones
hegemónicas en la sociedad y en la política. Expulsado de la India[14]
(excepto de Ceilán) por la invasión islámica en los siglos X y XI, ya se había
irradiado por el Sureste de Asia, tanto por su parte septentrional como
meridional.
FILÓSOFO.- ¿Podría indicarnos las corrientes o variedades
fundamentales del Budismo? Pues sabemos que es un fenómeno complejo y plural…
GURÚ.- Con mucho gusto. Nuestra
doctrina, partiendo de la India, se ramificó en tres direcciones fundamentales:
1ª) El budismo Hinayana o Théravâda,
Pequeño Vehículo: el más antiguo y estricto
de todos. Profesa un budismo canónico, practicado en los Sangha (comunidades
monásticas), que propugna un radical abstencionismo político y que proclama un
estricto ritualismo monástico y la salvación para unos pocos. Procedente de Sri
Lanka se extendió por la parte meridional de Asia. Es hoy predominante en los
países del Sudeste asiático: Birmania, Tailandia, Laos, Siam.
2º) El budismo Mahayana, Gran Vehículo, más abierto a la mayoría,
menos estricto y ritualista, menos ascético y puritano. El Dharma, ley o doctrina, se amplía en esta variante a amplias clases
sociales. Se extendió por la parte Septentrional del continente, por China,
Corea, Vietnam y sobre todo por el Japón (donde predominan diversas escuelas y
variantes budsitas: Zen[15],
Nechiren y Shoshu).
3º) El budismo Vajrâyana, Vehículo de Diamante, en Nepal, en el
Tíbet y representado hoy por los centros tibetanos y lamaístas.
Estas dos últimas escuelas o variantes son las que
más se han difundido por Europa. (Continuará).
Tomás Moreno
[1] Shafique Keshavjee, El Rey, el Sabio y el Bufón. El
Gran Torneo de las religiones, Destino, Barcelona, 2001.
[2] Entre aquellos primeros teósofos, la historia conserva el
nombre del coronel Henry Steel Olcoot y el de Helena Blavatsky, una mujer de
origen ruso nacida en 1831 y autora de La
llave de la filosofía (1889)
[3] Aleccionados por la protonazi Sociedad de Thule del barón Rudolf von Sebottendorf y de Dietrich
Eckart y por el Instituto Ahnenerbe,
que las SS manejaron desde 1938. Para los vínculos entre el esoterismo nazi y el budismo véanse la
obra de René Guenón, Le Roi du Monde,
8ª ed. París, 1958 y las dos magníficas novelas del escritor argentino Abel
Posse, El viajero de Agartha (Plaza y
Janés, Barcelona, 1989) y Los Demonios
ocultos (Plaza y Janés, Barcelona 1988). Sobre el ocultismo nazi en
general: Jean Robin, Hitler, el elegido
del dragón. El Renacimiento del esoterismo nazi, Martínez Roca, Barcelona,
1991 y Louis Pauwels y Jacques Bergier, Le
Matin des Magiciens, París, 1960, pp. 282 y ss.
[4] La cruz gamada penetró en el centro de la
simbología nazi, como emblema sacro de la raza ario-heroica, a través de la
lectura que Hitler hiciese de los escritos de Alfred Schuler, miembro del
círculo poético de Stefan George y de Guido von List (Die Religión der Ariogermanen in ihrer Esoteri und Exoterik, 1908),
cfr: Wilfref Daim: Der Mann, der Hitler
die Ideen gab, Munich, 1958, pp. 70 y ss.
[5] Según la cual todo ser vivo, grande o
pequeño, maravilloso o vulgar, merece la protección amorosa, la cuidadosa piedad.
[6] Cfr. Shafique Keshavjee, El Rey, el Sabio y el Bufón, op. cit., p. 86. El cristianismo es soteriológico, mesiánico-salvífico, y no
una doctrina de liberación como las
doctrinas religiosas Indias.
[7] Véase Rita M. Gross, El Budismo después del patriarcado. Historia, análisis y reconstrucción
feminista del budismo, Trotta, Barcelona, 2005.
[8] Algunos llegan al extremo de acercar
exageradamente las figuras de Jesús y Buda, como aquel historiador del XIX,
miembro del Colegio de Francia, Edgar Quinet, que llegó a designar a Buda como
“este gran Cristo del vacío”. Nietzsche, por su parte, vinculará cristianismo y
budismo como religiones nihilistas: reactiva la primera -religión semita, que dice no a la vida- nacida de las clases
dominadas, y pasiva la segunda -religión aria que dice no a la vida- desarrollada bajo las
clases dominantes védicas.
[10] Salvador Pániker, Cuaderno Amarillo, op. cit.,. 32-34. Por otra parte: es un hecho fácilmente constatable
que todos los místicos se ejercitan en el desprendimiento, en la superación del
yo y del egoísmo (cfr. Erich Fromm, ¿Tener
o ser?, Fondo de Cultura Económica, México, 1978)
[12] Ibíd., p. 62.
[13] Cfr. Fichas sinópticas de las religiones
de la Plataforma interreligiosa de Ginebra (en El Rey, el
Sabio y el Bufón, op. cit.).
[14] En la India actual apenas hay un 0’7% de
budistas.
[15] En el siglo XIII dos monjes japoneses Eisa y Dogen
aprenden el budismo más el tao y crean el Budismo zen (no-mente); escuelas
Rinzai, y Soto.
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