UNA BREVE SEMBLANZA DE CONCHA CASAS SOBRE LA PERSONA Y LA POESÍA DEL POETA DE "LOS PRINCIPIOS DEL TIGRE"

Con el permiso de su artífice, la escritora Concha Casas, reproduzco para el blog Ancile, la semblanza que tuvo a bien hacer sobre mi modesta persona y humilde trayectoria poética, en el Paraninfo de la Facultad de Derecho de Granada, con motivo de mi presencia en el Aula de Cultura que organiza la también escritora, poeta y actriz Eva Velázquez. Me parece cosa muy digna de ofrecer por su singularidad,  diligencia y aporte (amén de por su amable solicitud para quien suscribe estas apresuradas líneas liminares) a pesar de la urgencia y brevedad de su exposición, en relación con algunos aspectos que hubieron de llamar su atención y que atañen al recorrido y ejecutoria de mi pensamiento y poesía.

Concha Casas

UNA BREVE SEMBLANZA DE CONCHA CASAS 

SOBRE LA PERSONA Y LA POESÍA DEL POETA DE

 "LOS PRINCIPIOS DEL TIGRE" 

Eva Velázquez, Francisco Acuyo y Concha Casas

Hacer la semblanza de un poeta no es fácil y más de alguien tan complejo como quien hoy nos ocupa. 
Dice un amigo mio que el poeta es el que interpreta en la naturaleza los signos del porvenir, alguien que de alguna manera integra el cosmos en la dimensión humana desde una mentalidad transcendida. La búsqueda y el encuentro de percepciones inéditas, la presencia de lo invisible. 
De Francisco Acuyo podríamos decir que es el poeta de la bata blanca, una especie de profeta que quiere unir razón y emoción.
Poeta de vocación se define él, aunque sin vocación es impensable la poesía ya que es algo consustancial a la propia vivencia, a la que llena de plenitud y sentido. 
En su caso además, de ese sentido multidisciplinar del que en realidad está formado el tejido de la vida.
Nuestros dos hemisferios cerebrales procesan la información de manera muy diferente: el derecho es creativo, emocional, atemporal,intuitivo, subjetivo. El izquierdo es lógico, secuencial, causal, análitico, objetivo
En Francisco se aunan inquietudes científicas y sensibilidad poética; de ahí el titulo de poeta con bata blanca; porque sus obras son un empecinado esfuerzo por explicar los arcanos del universo con palabras, que no fórmulas y graficas ; quiere sensibilizar nuestro hemisferio izquierdo, el racional, con la caricia musical de una oración; y adoctrinar el derecho, el emocional, con la verdad científica pero sin el nudo gordiano de complejas ecuaciones. A pesar de que su amor por los números como ciencia en sí mismos lo deja patente en sus textos de una forma casi cabalística. Realza la importancia del número otorgando a  las pautas de proporción y simetria el origen último de la belleza no solo en el arte, sino en la misma naturaleza. Utilizando sus propias palabras considera al número alma y cuerpo singulares de la poesía.
Y al mismo tiempo no hace falta escarbar mucho para encontrar también en ella rasgos esotéricos, como sus primeros poemas, en los que llega a la misma conclusión de Hermes Trimegistro de que la poesía es un manera especial de ciencia revelada, una llave para el entendimiento profundo de las cosas y una via de integración en el mundo, que además ayuda a mejorar a quien produce, lee y asimila el poema.
Leyendo sus poemas se advierte también cómo intenta explicar y comprender la vida a través de ellos, resolver el eterno problema de quienes somos, de donde venimos y a donde vamos a través del lenguaje convertido en arte. 
En cada verso se manifiesta su amor por la poesía, la ensalza y la personaliza, por eso para quien no es asiduo a la poesía a veces cuesta entender esa simbiosis entre autor, obra y vida, tanto a nivel intelectual como emocional.
Personifica, de alguna manera la solución a la dicotomía emoción versus razón. Su poesía resuelve la esquizofrenia de una mente dividida entre la ciencia y la poesía; entre razón y emoción.
Su poesía es una delicia para los sentidos, donde se saborea la dulce cadencia de ese maravilloso instinto provocado por la nostalgia que en definitiva es lo que es la poesía. 



Concha Casas

8 de abril de 2013
Facultad de Derecho
de la Universidad de Granada