POESÍA: LOS ELEMENTOS SEMIÓTICOS
Y PRE-SEMIÓTICOS
DEL POTENCIAL ESPACIO pre-semiótico (o extrasemiótico) desde el que establecer una génesis coherente de la conceptualidad semiótica, cabe deducirse una distorsión especial que fue ya advertida en su momento[13] cual es la de los signos que constituyen el fenómeno poético. Sería de gran ayuda hacer una reflexión sobre la realidad empírica que puede ser detectada, no tanto en base a una constatable aprehensión experimental, sino en virtud de una original convención lógica.
Si tratamos de situar el principio del espacio (sígnico) de la poesía, diríase que esta entraña una suerte de mitología de la creación cuyo punto de partida parece declararse carente de rasgos. En este sentido también se diría que parece objetivamente insoslayable que, al hablar de aquella organización de la memoria que nos remite al estado de partida, tengamos que afrontar la poesía y su dinámica singular en relación, o mejor aún, en la ruptura del rito. Es así que el desarrollo cíclico ritual en poesía es manifiesto por el relevo de un momento histórico observable en una estabilidad y predecibilidad del signo que compone su estructura de significado. Muestra harto interesante será el ya mencionado aspecto métrico, fundamental para reconocer la estructura del lenguaje poético. En este sentido podemos distinguir el ámbito de la ritualización pre-artística que hubo de servir para recordar, del aparataje plenamente artístico capaz de un acerbo de información (no hereditaria) competente de conservar aquella reserva de particular mecanismo que anteriormente no poseía.
De cualquier manera, la poesía, sigue manteniendo de manera muy particular la acción (vital) como prolongación de la memoria mítica; pero esto sería motivo de otro estudio no menos complejo (y prolijo) con el que acabar señalando que la poesía se encuentra en el territorio intermedio donde el pensamiento racionalista no acaba de relegar, a través de su poderosa capacidad de simplificación, las unidades mitológicas (ver los tipos -arquetipos- junguianos) que todavía diríanse traslucirse en los momentos en los que los principios netamente conceptuales no encuentran su amparo lógico.
No obstante, también veremos que en poesía aquel proceso de extrañamiento por el que el lenguaje se separa del acto es esencialmente singular, por lo que la relación entre acción y poesía mantiene también rasgos no menos peculiares de los que cabe, a su vez, inferirse en muchos momentos que el signo poético es ante todo acción; consecuencia que se observa sobre todo en lo que denominamos alta (o verdadera) poesía. Así también podemos hablar de la autosuficiencia del signo poético. El carácter gestual [14] del texto poético, no obstante, es deducible, por ejemplo, de la métrica, en tanto que a través de ella contemplamos reflejos aquellos momentos capitales de la conducta (rituales). Veremos pues que, habitualmente, los límites
del rito se establecen en los mismos límites de la poesía.
En poesía puede ilustrarse ejemplarmente la pugna que mantiene el lenguaje (poético) en tanto que, en su estructura semiótica, puede observarse la tensión de las dos tendencias de orientación contraria: [15] de donde se advierte la introducción de nuevos lenguajes y su estabilización en unos límites determinados.
Al margen de la vieja controversia debatida entre nominalistas y realistas, veremos que en poesía se cumple la máxima de que los diversos tipos de descripción alumbran diversos tipos de realidad. No obstante, debemos aceptar que la poesía advierte una tendencia a la observación total [16] que cuestiona un determinismo absoluto por vía de su singular aprehensión global o integral de las cosas, singularidad que hace de ella una suerte de ciencia de la paradoja [17] que hace de cualquier taxonomía deducida de aquella que se ofrezca en virtud de un inminente valor estético.[18]
No nos parece aventurada la observación que advierte de los principios que rigen tales sistemáticas, pues se acercan al pensamiento mágico, eso sí, perfectamente articulado e independiente, mas creemos que no necesariamente en oposición a la ciencia que se fundamenta en la analogía formal; acaso situarlos de forma paralela sería la manera más adecuada de entenderlos y no en la intención anulatoria de la capacidad de conocimiento de ninguna de ellas.
Nos parece que la poesía se ajusta a un modo de ciencia más aproximado, en principio, a un conocimiento de tipo perceptivo (imaginación), conectada a la intuición sensible y que se vierte de manera satisfactoria para el sentimiento estético con una correspondencia a una realidad objetiva.[19] No obstante, también podemos entender la poesía como ese estadio intermedio entre el precepto (del rito y del mito) y el concepto, mas teniendo en cuenta la existencia del signo (poético) como intermediario entre la imagen y el concepto mismo. Habría que atender, por tanto, a la extraordinaria singularidad en poesía del juego entre significado y significante [20] y que tantas veces situaría a la poesía entre el signo y el concepto; [21] así veremos muchas veces que el signo (poético) se incorpora con rasgo de humanidad a lo real objetivo. Nos resulta (como lectores habituales de poesía) natural la observación por la que entendemos al poeta (al artista verdadero) inmerso en una dinámica unitiva donde se trata de insertar lo conocido externo con lo interior, vertiéndose al receptor de manera tal que puede percibirse como un quieto movimiento que, al albur de su carácter extremadamente singular, diríase recrearse entre una suerte de ser y devenir.
Francisco Acuyo
Notas.-
12 Entendemos que esta capacidad creativa mostrada en el ámbito poético es el ser mismo de la poesía.
13 Lotman I. M. ; La semiosfera, Cátedra, Madrid, 1998.
14 Ibidem
15 Ibidem: La estructura del aspecto semiótico de la cultura es contradictoria.
16 Strauss, L: El pensamiento salvaje, Fondo de Cultura Económica, México, 1983.
17 Acuyo, F.: ob. cit. notas 1 y 2.
18 Simpson G. G.: Principles of Animal Taxonomy, New York, 1961.
19 Ibidem.
20 Sausurre., F,: Curso de Lingüística General, Editorial Losada, colección Filosofía y Teoría del Lenguaje, Buenos Aires, 1974,
21 Alonso, D.: Poesía Española, Gredos. Madrid, 1978
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