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ROMANCE DEL AVELLANO
LAS hojas vierten destellos
y pájaros enlazados
que mueven entre las rosas
el aire tibio y los ramos.
Del árbol nudos deshecha
la fuente del avellano,
y en senda de ruiseñores
distiende el cáliz extraño:
Ya conmueve los zarzales
de cristales y despacio,
transfigura con el agua
en espinas su descanso.
Triste de risas celestes
–murmura pálido un nardo–
el agua flores deshace
entre los senos de mármol.
Aquellos dedos de plata
un lirio casi han tomado,
por sus hojas cristalino
y sus pétalos sonámbulo.
Rosa blanca es blanca rosa
en el agua:
Yo te guardo
en la mano, y la corola
guarda, tuya, mi otra mano.
Traigo luces tibiamente,
y un deseo limpio traigo.
Mostraba con brisa tenue
la luz nocturna su claustro.
Despiértenme mariposas.
Palomas sueltas el ramo.
La rosa mueve a la rosa
y el aire apenas el tallo.
La mano finge del viento
el silbo suave llevando,
del llanto perlas al sueño,
del sueño perlas al llanto.
Francisco Acuyo
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