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jueves, 20 de noviembre de 2014

NEWTON, UN ARRIANO EN EL HOLLY UNDIVIDED TRINITY COLLEGE

Para la sección de Juicios, paradojas y apotegmas del blog Ancile, dejamos hoy algunas consideraciones sobre la ciencia y la figura de Newton, acaso no tan conocidas sobre el genio matemático y físico del célebre científico, y do bajo el título de Newton, un arriano en el Holly Undived Trinity College.


Newton, un arriano en el Holly Undiveded Trinity College, Francisco Acuyo




NEWTON, UN ARRIANO
EN EL HOLLY  UNDIVIDED TRINITY COLLEGE






Puede resultar difícilmente imaginable que el autor de la Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, pudiese andar  metido en disputas cristológicas que a la postre afianzaran su fe arriana. Y menos aún, laborando esforzada y denodadamente en experimentos protocientíficos de alquimia, o no digamos reflexionando sobre tratados herméticos y sobre cuestiones místicas y esotéricas.

                Cuando se subastaron en la sede de Sotheby´s los 332 lotes de la colección Portsmovth, cambiaron para siempre las contemplaciones anteriores sobre la personalidad del imponderable genio matemático y científico. Su inclinación al estudio de la alquimia y otros asuntos que, con toda razón, muy bien pudieran tomarse como espurios a su incuestionable aportación a la ciencia de todos los tiempos.

                Cuando el célebre economista John Maynard Keynes adquirió la colección de Portsmovth, puso en clara evidencia que […] Newton fue el primero de la edad de la razón ( matemática y científica), pero también el último de los magos […]

                ¿Qué cabría deducirse de este tan sorprendente hallazgo?  Desde luego, aparte de una mayor y profunda complejidad del personaje que hubo de dedicar más tiempo del que muchos quieran haber reconocido al estudio, reflexión y debate a impenetrables cuestiones teológicas y místico alquímicas que, inevitablemente, nos han de llevar a la consideración de que parte del espíritu del genio matemático y científico acaso no estuvo del todo satisfecho con sus indagaciones, experimentos y hallazgos en el ámbito de lo hoy estimado como estrictamente científico. Así lo atestiguan y abalan las manifestaciones expresas de Newton en estudios teológicos y de historiografía bíblica. ¿Puede considerarse esto una extravagancia de pasatiempo del científico de Woolsthorpe?

Newton, un arriano en el Holly Undiveded Trinity College, Francisco Acuyo                Sus minuciosas pesquisas e indagaciones en este ámbito, cuando menos heterodoxo en relación con las disciplinas científicas de las que fue célebre postulador, tuvieron como inmediata consecuencia nada menos que poner en cuestión o tela de juicio toda la civilización europea e aquel tiempo, cuestión que él nunca mantuvo como asunto baladí (no podía serlo objetiva y obviamente por[1]. No es difícil imaginar que para Newton, este descubrimiento no era en modo alguno peccata minuta en sus múltiples indagaciones, científicas o no, muy al contrario, si es que en verdad había caído sobre sus espaldas, como decía Westfall[2], la responsabilidad de  reinterpretar la tradición de toda la civilización europea. También, y sería honrado reconocerlo, que es inevitable disfrutar de una cierta morbosidad ante el hecho de que un arriano llevase a cabo sus herejes investigaciones en el seno mismo del Holly  Undivided Trinity College (Colegio de la Santa e Indivisa Trinidad).las graves consecuencias que podía haber tenido sobre la propia integridad de su persona).  Piénsese que su cuestionamiento del dogma trinitario  proviene de una muy lenta, detallada y tediosa lectura y revisión de textos bíblicos en griego y en hebreo con los que, al fin, demostrar que sólo la naturaleza del Padre podría ser divina.

                Adelantábamos ya de inicio que este descubrimiento sobre la vida y personalidad de Newton revelan un personaje mucho más complejo de lo que cabría pensarse, mas, también, el de una mente abierta donde las hubiere, siendo no solo el hijo de su tiempo, sino  el del que porvenir vendría, sobre todo porque, posteriormente, a raíz de la aparición del positivismo decimonónico (salvo la excepción de Einstein y algún otro, Carl Gustav Jung, también se nos viene a la memoria en este momento), no vendría a darse un caso de similar naturaleza frente al fenómeno religioso o de cualquiera otra empresa que pudiese ser tratada como de dudoso gusto científico. Augusto Comte y John Stuart Mill grabaron a hierro y fuego lo que, a la sazón, y según la cuenta de no pocos y no menos sabios cronistas de la nueva epistemología, habría de convertirse en la flamante religión de occidente, ya que a través de este método de entendimiento y penetración de la realidad del mundo, al fin, podríamos ser capaces de resolver todas y cada una de las interrogantes, menesteres y necesidades expuestas al ser humano desde la noche de los tiempos: a saber, y nada menos, que la ciencia misma. A la discreción y veredicto del lector de este exiguo opúsculo dejo sus muy sensatas y convenientes consideraciones.




                                                                                                                             Francisco Acuyo


 Notas.-



[1] Por ejemplo, su interpretación de los versículos 7 y 8 del capítulo 5 de la Primera Epístola de San Juan, según la versión latina (Vulgata), realizada por San Jerónimo.
[2] El historiador de la ciencia Richard S. Westfall en su biografía de Isaac Newton.



Newton, un arriano en el Holly Undiveded Trinity College, Francisco Acuyo

1 comentario:

  1. Ante todo, he de felicitarle por su interesante artículo, Sr Acuyo.
    Como profesor de física y química siempre me ha apasionado tanto la increíble inteligencia de Newton, como también su nada edificante y azarosa vida.
    Solo deseo aportar una nota a su planteamiento de sorpresa ante la osadía de Newton de proclamar su arrianismo en aquella época y más aún en aquel lugar. En realidad, Newton se enfrentó valiente e incluso descarada y cínicamente casi a todos los que le rodeaban.
    A mí me resulta más extraordinario su avidez por el conocimiento alquímico.
    Pero es que es muy fácil interpretar los hechos humanos a toro pasado, tras cientos de años de historia. Hoy tenemos meridianamente clara la diferencia entre ciencia y ocultismo, pero ¿la gente del siglo XVII lo tenía igualmente claro?

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