Para la sección de Poema semanal del blog Ancile, traemos el poema Julio, En la cima: Celebración, del libro de poemas Ancile (1991).
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JULIO
-EN LA CIMA: CELEBRACIÓN-
(QVINTILVS)
I
UNIVERSAL y cálida
memoria nos arrima a cada copa
el cristal; es tan pálida-
mente el molde y sin forma, pues le arropa
sustraído el posible
beso que observa un sorbo insostenible.
II
(DESCENSO)
No así, no en el camino
que al final envidia al labio si divino,
sin sombra, desde el olmo
que extrema tras las hojas bien despierto,
filtrando sol sin colmo
de nervios que en el envés hubiese abierto.
Sobrecoge el escorzo
la sombra ya remiso oculto corzo,
palpita, mas se inhibe
juntamente entre el borde de la senda,
la pupila le inscribe
un cerco de misterio, otra leyenda.
Hubiere poco mérito
del porvenir saberse merecido,
si lejos el pretérito
jardín ha nuevamente florecido.
En su órbita el aspecto
del sueño lleva un círculo perfecto.
Virtud de rosa pura
para que en vez de llama su hoja a veces
absorba de tu pecho la frescura.
La acequia lleva peces
paralela al camino.
Es seguirte negando mi destino.
(DESCANSO)
LAS blancas desiguales
ramas, primero que (después corales)
extiendan con su velo
el discurrir la tarde, el admitir lo
apenas ya gemelo
con signo en su gorjeo donde un mirlo
logra el trino en lo eterno.
¡Qué dinamia, mirífico ejemplar
de fuego en el invierno!
Nadie capta de la onda de la mar
la sonda porque nadie,
náufrago escuche, comunique y radie.
Ser ases de la nada,
a cuyo grado latitud buscada
es el camino, o si
ausente estrella noche no proviene,
si el matiz no responde nunca: sí,
y viene donde viene.
Al iris, invisible
equilibrio siquiera previsible,
aunque el paso se alonga a
recibirle en la sombra con su vario
coro y que así se oponga,
y el color a subir esté contrario.
Francisco Acuyo, de Ancile (1991)
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