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sábado, 23 de mayo de 2015

¿PLASTICIDAD DEL CEREBRO, O MATERIALIDAD DE LA CONCIENCIA? ¿CEREBRUM EX MACHINA?

Proseguimos con la exposición intitulada De la resiliencia, esta vez bajo el título ¿Plasticidad del cerebro, o materialidad de la conciencia? ¿Cerebrum ex machina?, para la sección De juicios, paradojas y apotegmas, del blog Ancile.



¿Plasticidad del cerebro, o materialidad de la conciencia? ¿Cerebrum ex machina?, Francisco Acuyo




¿PLASTICIDAD DEL CEREBRO, 
O MATERIALIDAD 
DE LA CONCIENCIA? 
¿CEREBRUM EX MACHINA?








            Según algunas y muy interesantes investigaciones relacionadas con la morfología y funcionamiento del cerebro, este órgano capital para nuestro reconocimiento y comprensión del mundo (y de nosotros mismos) es capaz de cambiar su estructura y funcionalidad a través de la actividad del pensamiento,[1] característica que se ha reconocido como genuina se ha denominado como neuroplasticidad. Ahora bien, paradójicamente, junto a esa elasticidad morfológica singular, es susceptible, observada también a la luz de ciertos desordenes psicológicos y de conducta (angustia, fobias, ansiedad, depresión…..), una contradictoria rigidez que puede estar anclada, ora en severas costumbres de origen más o menos dispar, ora en traumas de diversa índole, ora en problemas congénitos, etc… parecen estar avaladas por ciertas singularidades neuroquímicas experimentalmente detectables y que han sido descritas en las diferentes taxonomías de enfermedades mentales. Acaso
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esta esclerotización ha sido, sino el exponente más importante, acaso sí el más significativo para la elaboración del designado como localismo[2] en buena parte de la comunidad científica de los estudios de neurociencia, visión, sin duda, heredada del más tradicional mecanicismo galileano y positivista,[3] que acabó adoptando y desarrollando Descartes, óptica que acabaría extendiéndose también, no sin establecer serias contradicciones, en el ámbito de la contemplación y entendimiento de la función y dinámica de los sentidos (hoy totalmente cuestionada, por ejemplo, a través del estudio y observación de fenómenos como la sinestesia).[4] Hasta la instrucción y desarrollo de Paul Bach-y- Rita,[5] en el dominio de la disciplina neurocientífica, no se había proporcionado  una visión coherente e integradora de los sentidos, a tenor de la cual puedo inferirse del sistema sensorial y perceptivo, la influencia dinámica y promotora en el cerebro para su reorganización, si esta fuese en un momento concreto necesaria.

            La polisensorialidad[6] hace mucho más compresibles fenómenos como la sinestesia, de la que (al margen de su sintomatología médica en determinadas enfermedades) se puede inferir que nuestro cerebro y sistema neurológico es una organización y estructura abierta, activa enérgica y dinamizadora que nos ayuda a percibir y a asimilar el mundo vívidamente.

            Ahora bien, ¿es esta visión también deudora, al fin y al cabo, de la concepción plenamente materialista? ¿Es la prueba decisiva de que la conciencia (junto a las aprehensiones de angustia, ansiedad, depresión…) es un fenómeno estrictamente biológico y, por tanto, material?

Así las cosas ¿todas aquellas potenciales perturbaciones (como la angustia, ansiedad), tienen un origen estrictamente material, en tanto que sus propiedades causales tienen origen (y son reductibles) a la materia?

La ciencia actual así lo afirma: la conciencia, la mente y, por supuesto, la vida, son epifenómenos (fenómenos secundarios) de la materia. Tales afirmaciones no dejan de ser, a nuestro juicio, cuando no incompletas, en bastantes casos aventuradas. Sin embargo, hay abundante literatura (filosófica, religiosa y también científica…) que cuestiona en parte o en su totalidad sus fundamentos, sobre todo porque no acaba de explicar totalmente la aparición (y significado, si lo tuviese) de la vida y, menos aún, de la conciencia.[7]  ¿Acaso no debieran debatirse estas cuestiones desde una óptica más amplia (recuérdense algunas aproximaciones de Jung a este respecto) donde la conciencia (per se), al margen de la materia, pueda tener una relevante primacía?

Los problemas (mentales y físicos)  derivados de la ansiedad y la depresión, según la medicina alopática convencional, tiene origen orgánico, mas, ¿cuál sería la situación de la mente o la
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conciencia en estos casos? ¿Son meros epifenómenos de la materia? ¿O, estamos ante un dualismo científicamente insostenible? 

Surge también otra interrogante que no es menos digna de mención: ¿si la conciencia deviene como epifenómeno de la materia (del cerebro), cómo es que causalmente actúa sobre la materia? Avisábamos anteriormente de los fenómenos de somatización (aunque puedan apuntarse otros manifiestos en innumerables experimentos, los cuales ofrecen, cómo la percepción y la conciencia hacen que el centro orgánico neurocerebral cambie y se modifique biológica y o morfológicamente, es decir afectando a la misma materia que la conforma. ¿Hay pues, por tanto, contradicciones en la argumentación netamente materialista en el estudio y explicación de las denominadas perturbaciones  mentales?[8] ¿No será momento para referir con rigor si estamos ante enfermedades –malfuncionamiento orgánico que responde al diagnóstico y tratamiento mecánico de la medicina alopática- o ante dolencias –la impresión personal, que se concluye y apercibe por la conciencia, de que algo no funciona correctamente- en relación a la angustia y sus derivados? ¿Mas, porque la ciencia puede dar solución a ciertas enfermedades y casi nunca a las dolencias?  Trataremos de dar respuestas, si fuere posible, a este ingente desfile de interrogantes en la siguiente entrega.



Francisco Acuyo





[1] Doige, N.: El cerebro se cambia a sí mismo, Aguilar, Madrid, 2008, p. 15.
[2] Genéticamente determinada, según los partidarios de esta hipótesis.
[3] Wiliam Harvey (1578-1657), se dice que fue el padre de la biología mecanicista.
[4]  Acuyo, F.: Fisiología del espejismo…
[5] Naure, 1969, artículo en el que establece la posibilidad de que personas ciegas de nacimiento puedan recuperar la vista.
[6] Sinestesia: definición.
[7] Véase por ejemplo, lo que bien pudiere ser un nuevo paradigma en este ámbito, como el que defendió Roger Penrouse, La nueva mente del emperador, Mondadori,…
[8] Campbell, D. T. (1974) Downward Causation. En Ayala, F. J. & Dobzhansky, T. (eds.) Hierarchically Organised Biological Systems. Studies in the Philosophy of Biology, Berkeley, Los Angeles: University of California Press, 179-18 .





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