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martes, 29 de septiembre de 2015

IA: DE LA NATURALEZA DE LA CIENCIA Y LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL: ALGUNAS CUESTIONES TERMINOLÓGICAS

Algunas aproximaciones sobre el discurso utilizado en relación a la ciencia computacional respecto de otras disciplinas, en el blog Ancile, para la sección De juicios, paradojas y apotegmas, bajo el título; De la naturaleza de la ciencia y la inteligencia artificial, algunas cuestiones terminológicas.

IA: de la naturaleza de la ciencia y la inteligencia artificial: algunas cuestiones terminológicas., Francisco Acuyo


DE LA NATURALEZA DE LA CIENCIA 
Y LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL:
 ALGUNAS CUESTIONES TERMINOLÓGICAS



IA: de la naturaleza de la ciencia y la inteligencia artificial: algunas cuestiones terminológicas., Francisco Acuyo




CUANDO está tan en boga y vigor la cuestión –nada sencilla para ser sujeta a una mera descripción aproximativa- del avance de los procesos tecnológicos en la denominada inteligencia artificial, se pone sobre la palestra aspectos que van desde la identificación, definición y naturaleza de aquella, siempre con no pocas controversias, equívocos e indefiniciones, acaso porque todas aquellas exposiciones y dictámenes al respecto provienen de muchas y muy diversa áreas del saber científico y filosófico. También porque no parece en modo alguno relacionarse la inteligencia con el no menos peliagudo problema de la conciencia (del que hablaremos en otra ocasión próxima). Añadamos el hecho perfectamente constatable de que tanto la inteligencia proveniente de un ingenio informático o cibernético, en las analogías llevadas a cabo en relación con la inteligencia humana, se han hecho casi siempre bajo los auspicios de la terminología de la máquina como ingenio computacional, estableciéndose entre una y otra este grado de semejanza e incluso de igualdad, que considera la inteligencia artificial hija de la máquina, y la humana con idéntico grado de parentesco mecanicista e incluso parecido proceso (¿vital?) evolutivo.
                Véase que la inteligencia se entiende, según la RAE, como: Capacidad de resolver problemas. Conocimiento, comprensión, acto de entender. Sentido en que se puede tomar una sentencia, un dicho o una expresión. Habilidad, destreza y experiencia, e incluso como sustancia puramente espiritual.[1] Para la disciplina de la inteligencia artificial, la inteligencia es un programa capaz de ser ejecutado independientemente de la máquina que lo ejecute, sea computador o cerebro. Algunos psicólogos de relieve[2] aceptan con más o menos matices la noción de racionalidad como un proceso derivado de la computación – de cálculo-. No es extraño que algunos otros profesionales
IA: de la naturaleza de la ciencia y la inteligencia artificial: algunas cuestiones terminológicas., Francisco Acuyo
de la psicología crean que nuestros cerebros son el resultado de una evolución ¡¿emparentada con la de las máquinas inteligentes?! hasta convertirse en una máquina viva, y de paso establecer una suerte evolución, entiendo que  mecanicista, en referencia a las propias máquinas artificiales,  supuestamente dotadas de la  pensar –cosa harto discutible a día de hoy.
                La inteligencia, del latín intelligentia,[3] cabe entenderse, por su etimología, como aquella cualidad, en fin, para escoger correctamente entre diversas opciones. En cualquier caso, habría que saber leer entre líneas, puesto que, si legere (escoger, leer…) porta la raíz indoeuropea leg, que significa acumular, dicha raíz también está presente en griego –legein- y significa escoger, leer, y que nos parece fundamental distinguir. El discurrir –escoger lo más idóneo- y el memorizar, acumular información, son procesos que necesitarían diferenciarse, y de cuya diferencia pueden deducirse múltiples formas de inteligencia: abstracta, concreta, social, emocional… de todo lo cual cabe inferirse la complejidad del tema en la cuestión terminológica que debatimos.
                No estaría demás establecer algunos parámetros adecuados en relación al origen de una y otra inteligencia (artificial y o humana o natural), y que creo que se debate, con toda modestia, de manera equívoca, ante todo por el poderoso influjo de las ciencias de la computación, la informática o la cibernética, de las que se extrapola inadecuadamente el concepto de artefacto, máquina al ser humano, al que sin duda, humildemente, casa mucho mejor el de organismo vivo e inteligente. Así pues, la inteligencia artificial sería la rama de la ciencia de la computación dirigida a la automatización de la conducta inteligente. De esta definición, aceptada por aquella disciplina, ya cabe distinguirse claramente los procesos automáticos y mecánicos del artificio inteligente, de aquellos que proceden del complejo orgánico biológico (sin contar todos los referentes que influyen muy directamente en la conducta inteligente del individuo: culturales, sociales, psicológicos, genéticos….)
                No debemos obviar otro fundamento de la inteligencia artificial en su procedimiento para la resolución de problemas y acumulación de datos, a saber: su inicial dependencia algorítmica para llevar a término estas actividades inteligentes. Estas reglas para la consecución de cualesquiera supuestos suponen en el ámbito de la eficacia nemotécnica un avance inigualable e incomparable en el que la máquina tiene todas la ventajas sobre el ser humano, mas este procedimiento matemático del ingenio inteligente queda fuera de tantos parámetros en los que se encuentra influido la inteligencia humana, que no sé si pueden ser siquiera comparables.
                La máquina de Turing, acaso, no hace sino poner nuevas interrogantes y problemas nuevos a la posible relación impuesta por el discurso de los seguidores de la IA[4] entre la inteligencia natural o artificial. Existirá inteligencia artificial cuando seamos capaces de distinguir entre un ser humano y un programa de computadora en una conversación a ciegas[5].
                Pueden contrastarse opiniones diferentes sobre esta temática en lugares especializados como la revista edge. org, a la sazón sede de la Edge Foundation, Inc.[6], lugar en el que podrán
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considerarse estas cuestiones que nos parecen algo más que meras disquisiciones semánticas entorno a las definiciones en las que se mueven los especialistas e interesados, singularmente estigmatizados por la adopción irregular de terminologías anglosajonas adaptadas a otros idiomas, incluidos el español y, sobre todo, en la afiliación descuidada de terminologías propias de los lenguajes especializados de la IA a discursos de otras disciplinas que resultan cuando menos irregulares e inexactas, llevando a confusiones como las que marcan el discurso de  autores como de George Church, eminente profesor de  Harvard cuando dice, y no metafóricamente, […] solo soy una máquina que piensa,[…] y como máquina humana aprendemos a ampliar nuestras capacidades a través de la simbiosis con otras máquinas…. que se suponen otros seres humanos, animales, plantas, etc…
 Máquina, del latín machina y este del griego dórico majana, mantiene las acepciones en nuestro idioma de: Artificio para aprovechar, dirigir o regular la acción de una fuerza. Conjunto de aparatos combinados para recibir cierta forma de energía y transformarla en otra más adecuada, o para producir un efecto determinado. Agregado de diversas partes ordenadas entre sí y dirigidas a la formación de un todo,[7] que creo da una muy clara referencia en su diferentes acepciones a lo que es una artefacto de lo que se supone es un organismo, como conjunto de órganos regido por leyes específicas que caracterizan a un ser viviente[8]. No pretendo llevar esta disquisición a la platónica y tan traída deus ex machina platónica, aunque vendría al pelo, si atendemos al significado literal de la misma, que hacía referencia al teatro griego cuando se utilizaba una grúa –máquina- para introducir una deidad en el escenario para resolver cualquier situación dramática de la obra en cuestión representada.  Pues bien, así viene usándose. Lo mismo para un roto que para un descosido, el término, indistintamente se usa para lo que la máquina realiza inteligentemente, y lo que con inteligencia puede realizar un ser humano como organismo peculiar, creemos que siempre diferente del de la máquina.
                Es interesante comprobar que el designio semántico de la palabra organismo (como conjunto de órganos que conforman un ser vivo) derivada del organum latino y del organon griego (instrumento, herramienta, útil, órgano) deja entrever la concepción de un sistema singular.
IA: de la naturaleza de la ciencia y la inteligencia artificial: algunas cuestiones terminológicas., Francisco Acuyo
 A fuer de parecer algo tiquismiquis en esta relación etimológico-lingúistica, insisto en utilizar el lenguaje con propiedad a la hora de establecer analogías, no entraré en este post sobre las cuestiones que relacionan o diferencian a la inteligencia artificial de la que se supone que no lo es (por ser humana), sobre todo porque en principio se establece una diferencia fundamental entre la máquina inteligente y el organismo dotado así mismo de inteligencia y en continuo cambio, y es que hasta la presente aquel organismo evolucionado que llamamos hombre (con conciencia de sí mismo y de lo que le rodea) es el que posee la inteligencia creativa capaz de generar entidades nuevas, como es el caso de la propia máquina portadora de inteligencia artificial. Habrá ocasión para adentrarse en esta cuestión capital y verdaderamente fascinante. Quédense ahora con las aproximaciones terminológicas que deben usarse con mayor propiedad, sobre todo porque llevamos a la confusión no sólo del lego en cuestiones computacionales, sino también del avisado que intenta contrastar con garantías de buen entendimiento las relaciones entre la máquina que calcula, procesa o  acumula información, y el ser humano que, en su ámbito de interacción interpersonal y ambiental bien distinto, es capaz de tener conciencia y de crear, por lo que requeriría de terminología más apropiada; es preciso una seriedad discursiva que, sin duda, irá en beneficio tanto de los investigadores



                                                                                                          Francisco Acuyo






[1] Diccionario de la RAE: Espasa Calpe, edición 22ª, Madrid, 2014.
[2] Nos referimos a psicólogos evolutivos como es el caso de Steven Pinker.
[3] Se compone de inter –entre-, del verbo legere –escoger, separar, leer…, del sufijo, nt, que indica agente, y del sufijo ia, que viene a indicar cualidad.
[4] Acrónimo de Inteligencia Artificial.
[5] Así lo definía Turing tras elaborar su célebre Test (Test de Turing) en el que un juez humano se encuentra en un lugar aislado mientras que en otro se encuentra una máquina y un humano, dicho juez debe descubrir quién es el humano y quien la máquina a través de respuestas escritas que ambos hacen a sus preguntas, estando autorizados a mentir y a equivocarse en sus respuestas.
[7] Diccionario de la RAE, ver nota 1.
[8] Véanse las diferentes acepciones en nuestra lengua.





IA: de la naturaleza de la ciencia y la inteligencia artificial: algunas cuestiones terminológicas., Francisco Acuyo

domingo, 27 de septiembre de 2015

EL TIEMPO EN LOS ALERCES

Para la sección Poema semanal del blog Ancile, traemos el poema que abre el libro, Los principios del tigre, 1997, 2012 en segunda edición aumentada, inaugura la sección, Ángel de la ciencia, y lleva por título, El tiempo en los alerces.


El tiempo en los alerces, Francisco Acuyo, Ancile






EL TIEMPO EN LOS ALERCES



El tiempo en los alerces, Francisco Acuyo, Ancile




QUÉ designio, cuál pregunta;
por qué guarda su secreto
la vida ? ¿ Dónde el vivir ?
Vivir, morir con el sueño

que despierta a nueva vida.
El sentido pone cerco
al sentido sin sentido,
urge el deber de tenerlo.

El deber que no radica
en voluntad ni en efímero
conato o firme liturgia
que oficie tránsito eterno.

Tanta angustia contenida
en esta fuente de tiempo,
si la corriente infinita
quieta quedó, en movimiento.

Acaso cada mañana
en este jardín de invierno
con las guirnaldas despierta
la primavera del sueño.

La vida tiene el deber
sentido tras del espejo:
Cual mendigo nos acecha
casi imagen con su espectro,

como miserable ungido
que detesta el somnoliento
perfume donde el nihilista,
embalsamador de viejos

afanes, y de banales
codicias, y de harapientos
mantos de almas consumidas,
realidad hace el deseo.

Manos de la cotidiana
inmundicia y del incierto
sentido, de la penumbra
entre tanto harapo viejo,

entre túnicas raídas
y entre carcomidos lienzos.
Deber sentido. Existencia,
existencia, sí, y silencio.

Y entre tantas flores tiernas
la abeja liba el concepto.
Corre el agua de la fuente
hasta llegar a su centro.

No se encuentra el manantial
en la oquedad del silencio,
y alienta el agua la fuente

hasta ganar el desierto.



Francisco Acuyo, de Los principios del tigre, 1997, 2012, 2ª edición





El tiempo en los alerces, Francisco Acuyo, Ancile

sábado, 26 de septiembre de 2015

LA MATERIA OSCURA, SOMBRAS Y LUCES DE LA MATERIA: UNAS BREVES APROXIMACIONES

Para la sección, Ciencia, del blog Ancile, traemos el post titulado, Sombras y luces de la materia: La materia oscura, unas breves aproximaciones, en la que expone y se reflexiona (personalmente) sobre la hipótesis tan sugestiva de la materia oscura.


Sombras y luces de la materia. La materia oscura, Francisco Acuyo




SOMBRAS Y LUCES DE LA MATERIA:

LA MATERIA OSCURA,

UNAS BREVES APROXIMACIONES










PARA alguien fascinado por el mirífico espectáculo de las noches estrelladas[1], ante la lumínica y fulgurante materialidad que se extiende por doquiera ante nuestros ojos asombrados, puede resultar impensable que otra realidad no tan evidente sopesa en su entorno luminoso la realidad material de nuestro universo. De hecho una humildísima parte del cosmos (un 5%) dícese que está compuesta por esta materia visible ordinaria y que nos incluye a nosotros mismos. La sustancia invisible que compone el resto de la materialidad cósmica será la reconocida por la comunidad científica como materia y energía oscuras.[2]

                  La importancia de estos fundamentos sustanciales y compositivos del universo radican en su desbordante e incomparable cantidad, mas también en sus singularísimas cualidades que las distinguen de la materia ordinaria, estudiada con grande dedicación y muy ampliamente por las disciplina de la física y que, sin embargo, no satisface las necesidades explicativas para entender la dinámica y estructura de la materia (sobre todo en el ámbito cosmológico) en virtud de determinados
Sombras y luces de la materia. La materia oscura, Francisco Acuyo
hallazgos que ponen muy seriamente en duda que aquella (la materia observable) sea la única que integra el cosmos, estableciéndose hipótesis que explican aquellos descubrimientos en virtud de la existencia de la materia y la energía oscuras.

                  Su detección se dice que está puesta en evidencia a tenor de los efectos gravitatorios que acontecen en determinados lugares del universo, así como en su dinámica general de funcionamiento y en su particular estructura. Si la naturaleza de estos elementos oscuros tan importantes está por descubrir, no obstante, ofrecen expectativas de hipótesis sin ningún género de dudas del todo fascinantes, sobre todo porque testimonia nuestra ignorancia sobre la naturaleza de su sustancia y propiedades de la misma. Nosotros nos centraremos en este post en la materia oscura.

                  Si el 27% de la materia del universo es materia oscura, es una proporción tan sobradamente amplia sobre la ordinaria, que merece una atención singular, si en verdad nos concierne conocer la realidad física del cosmos. La estructura de dicha materia invisible parece que está compuesta por una serie de partículas elementales o primarias o cuasi elementales que sugieren ser desconocidas y que interaccionan con nuestro entorno y nuestras personas de manera continua.

                  Suspensos en el entusiasmo ante la contemplación –estelar- de una galaxia espiral, digamos, Andrómeda, la fascinación de su gala y ceremonia de ingrávido color, no obstante, no nos ha dejado pasar desapercibida la rapidez de su constelado giro, inexplicable, por otra parte, acudiendo únicamente a la existencia de la materia ordinaria para dicha explanación, ya que no puede aclarar esa atracción gravitatoria excepcional (y adicional) que comparten con galaxias similares, paradójicamente, ante tal espectáculo de luz y colorido será la oscuridad de esta singular materia la que puede ofrecernos respuesta.

                  La composición de dicha materia hace pensar que su constitución estructural, al igual que la materia ordinaria, puede ofrecer una panoplia más o menos amplia de partículas[3] que [4], y que incidirán inevitablemente sobre la materia común. De lo más o menos intrincado de su especial composición podría deducirse un universo mucho más complejo de lo que pudiere pensarse a tenor de lo que contemplamos a través de la materia ordinaria.

Sombras y luces de la materia. La materia oscura, Francisco Acuyo
              La sombría estructura de las potenciales partículas de la materia oscura ha levantado diversas hipótesis, muchas de ellas harto sugestivas, por ejemplo, se ha conjeturado ampliamente sobre el tipo de carga que pudieran portar dichas partículas oscuras, infiriéndose, en principio, que debería ser neutra. También que podría existir la posibilidad de tener lo que se ha denominado una carga oscura, mediante la que podrían emitir o radiar una suerte de fotones oscuros que en modo alguno podrían confundirse con los cuantos de la luz emitidos por la materia ordinaria. En virtud de estas y otras estas aproximaciones se han colegido, a nivel cósmico, hipótesis que podrían explicar algunos fenómenos inexplicables sin acudir a esta materia exótica, por ejemplo, de no tener estas cualidades de carga, las nubes esféricas observadas en las galaxias tendrían una forma bien distinta (forma de disco).

Mucho se podría hablar sobre las potenciales interacciones oscuras entre los componentes estructurales de esta materia invisible, así como de la influencia detectada por dicha materia en las observaciones astronómicas del universo; también sobre la búsqueda desarrollada experimentalmente para la detección de dicha materia ( detectores subterráneos ultrasensibles, o los intentos para su detección con el gran colisionador de partículas LHC del CERN, o el Fermilab[5]), sólo expondremos en este opúsculo cuestiones elementales al respecto para poner de relieve cómo aquello que denominamos materia ordinaria, a escalas cósmicas, no se comporta como cabría esperar a tenor de las leyes conocidas de la actual física, razón por la cual se hace preciso el recurso de algún otro tipo de sustancia o materia no conocida sin la cual no encontraría explicación muchos de los fenómenos detectados en su observación del universo, por lo que cada vez con mayor insistencia cabe considerarse no ya la posibilidad, sino la necesidad de una presencia de materia oscura compleja
Sombras y luces de la materia. La materia oscura, Francisco Acuyo
mediante la que podamos contrastar con mayor grado de certeza la teoría con la evidencia experimental obtenida en la observación del cosmos.

                  En cualquier caso, ya desde muy jovencito, contradictoriamente, una inquietud como vieja intuición me instigaba, inquietaba y conmovía observando los complejos y bellísimos sistemas estelares visibles, a saber: ¿todo lo que allí podía contemplar formaba parte de la realidad profunda que integra el cosmos desde sus orígenes hasta el instante en que yo mismo me regalaba con tan extraordinario e inaudito paisaje constelado? Las hipótesis de la materia y la energía oscuras parecerían apoyar entonces a aquel humilde y tierno instinto de astrónomo aficionado.  

Hoy, me pregunto, cuando todavía queda como un eco resonando aquella inocente clarividencia de la infancia, el papel que cumple la conciencia (si es que en realidad cumple alguno)[6] y sin sentirme contagiado por aquel horror vacui pascaliano en la contemplación de los infinitos ámbitos siderales, la función, el ministerio digo de la conciencia en el ámbito de los extremados espacios interestelares. A mí me gusta fantasear con otro tipo de conciencia que trasciende la interpersonal (de individuo a individuo), aquella que penetra e interacciona igualmente entre la materia (y la energía) de la que formamos parte y aquella otra de la que (análoga al inconsciente oscuro de nuestra mente consciente) no vemos, pero que se hace necesaria para el entendimiento y sentido de todo aquello que podemos (o creemos) constatar que existe y contemplamos, y verlo y meditarlo acaso con la misma expectación que cuando contemplamos los cielos estrellados en una noche clara pero hermosamente oscura.



Francisco Acuyo





[1] Mis buenos amigos saben de mi afición casi obsesiva por el mundo de la astronomía y la astrofísica, en fin, cosa quizá extravagante para un poeta, pero disciplinas científicas con las que yo he convivido con total naturalidad en mis actividades literarias y poéticas, incluso influyendo ostensiblemente aquellas en mi producción poética y en mi formación humanística.
[2] La invisibilidad de ambas, su abundancia y su penetración en todo el universo hacen de la materia y energía oscuras, las únicas características que las hacen parecidas, por lo demás son entidades físicas totalmente diferentes. Puede decirse que la materia oscura es la reliquia del origen del universo (en el momento del Big Bang) y que puede detectarse en la radiación de microondas con huellas evidentes, y que parece relacionarla con características deducibles de la posibilidad de existencia de dimensiones espaciales añadidas a las que ya conocemos. La energía oscura es la más abundante con un 68% de contribución a lo que es el universo y puede ser concebida como una suerte de campo que rellena y completa el cosmos homogéneamente y que se extiende por los espacios supuestamente vacíos, y pudo inferirse del aceleramiento de la expansión del universo que no podía ser debida ni a la materia oscura ni a la ordinaria. De la existencia de esta energía puede colegirse la noción de multiverso –zonas del universo desconectadas unas de otras-
[3] Aunque en un principio se pensó en un solo tipo de partícula en su composición, denominada WIMP, que viene a querer decir de débil interacción.
[4] Además, al no conocerse ningún mecanismos de producción constante de materia oscura, se deduce que esta hubo de ser creada en el momento de la gran explosión inicial, se cree que deben poseer una masa grande, además de no interaccionar con la fuerza nuclear débil y de eléctricamente neutras.
[5] El gran colisionador de hadrones o el Acelerador Nacional Fermi, entre otros.
[6] Cuestión que el ámbito de lo infinitamente pequeño (teoría cuántica) hoy parece indiscutible





Sombras y luces de la materia. La materia oscura, Francisco Acuyo

lunes, 21 de septiembre de 2015

LLUVIA, CONSUMACIÓN Y GESTO

Ofrecemos los tres últimos poemas del libro, Vegetal contra mosaico, 1991, Lluvia, Consumación y Gesto, para la sección, Poema semanal, del blog Ancile.



Enlace a la Web Ancile



Lluvia, Consumación y Gesto, Francisco Acuyo, Ancile






LLUVIA, COSUMACIÓN Y GESTO






Lluvia, Consumación y Gesto, Francisco Acuyo, Ancile





LLUVIA




COMPÁS que oscila.
Pausa. Sobre la noche
estrecha, estrellas
de diversos colores.

El cielo vibra
cuando cae sin orden
de la onda el círculo
que precede al golpe.





CONSUMACIÓN




LAS nubes camisa tejen
en la niebla del paisaje.
Me consta que permanece
por las corolas su encaje.

Cuenta en el tiempo los seres;
ánimo efímero cuenta
los pájaros que no vieres
del arpa que nos recuerda.
Recuerda: Sólo quedamos
dos, y el aire nos dispersa.

La roca dentro del cielo
raíces echa en caverna,
o en flor subida del suelo
que estrella alumbra la tierra.





GESTO




CUANDO en el agua la imagen
fijada queda del gesto,

espíritu o la corola,
el cuerpo cuenta los pétalos.

Un prisma sobre colores
describe un río perfecto.

El mineral se desliza
entre cristales perpetuos

cuando en el agua la imagen
fija se queda en un gesto.

Yo, como espejo del agua,
olvidado del suceso,
de donde todos se miran,
ser de tinieblas parezco.





Francisco Acuyo, de Vegetal contra mosaico, 1991.






Lluvia, Consumación y Gesto, Francisco Acuyo, Ancile




viernes, 18 de septiembre de 2015

SPIDERMAN O LOS PRINCIPIOS DE LA MAGIA SIMPATÉTICA Y LAS POTENCIAS DEL ESPÍRITU SIMBÓLICO

Para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, traemos un post sobre el célebre personaje de  Stan Lee y Steve Ditko, Spiderman, y sus relaciones con los principios (casi olvidados) de la magia simpatética, tan magistralmente estudiados por J.G. Frazer en la magistral obra, La rama dorada.


Spiderman o los principios de la magia simpatética y las potencias del espíritu simbólico, Francisco Acuyo




SPIDERMAN O LOS PRINCIPIOS  
DE LA MAGIA SIMPATÉTICA
Y LAS POTENCIAS DEL ESPÍRITU SIMBÓLICO









AL margen de los aspectos y detalles (siempre muy dignos de reseña, estudio y reflexión), que se han visto tan complejamente relacionados con la figura del héroe (véanse así sus interrelaciones antropológicas, socio-culturales y psicológicas en determinadas épocas y, por cierto), de tanta y renovada prevalencia en la cultura popular de todos los tiempos (y de hoy, sin duda, de forma muy especial a través de la novela gráfica de los siglo XX y XXI), no me resultan de menor interés, sino muy al contrario, de singular fascinación, sobre todo aquellos otros matices y componentes que lo integran además con otros factores, acaso más oscuros y menos reconocidos en los estudios actuales, aunque que en modo alguno pueden calificarse de actual invención y reconocimiento[1]. Nos gustaría hacer una semblanza entorno a las reminiscencias arcaicas de la magia (simpatética)[2] y a los arquetipos arcanos -e inconscientes- simbólicos radicados en la figura de los superhéroes, muchos de ellos de gran popularidad, como es el caso que traemos a colación en este opúsculo abreviado y urgente: el de Spiderman, o el hombre araña, publicado por Marvel Comics (aparecido por vez primera en agosto de 1962, en el número 15 de la revista Amazing Fantasy), creado por Stan Lee y Steve Ditko, allá por el inicio de la década de los 60 del siglo pasado, (Peter Parker, en la vida cotidiana)[3].

                Los poderes del superhéroe provienen (no tanto de la deducción que pueda inferirse de la explicación pesudocientífica[4] que hace la tira del comic como), a mi juicio, de la contaminación mágico-homeopática ya descrita en los arcanos ritos de la magia, manifiestos en los rasgos de semejanza y contacto[5] con el ser (la araña) del que obtiene sus extraordinarias potencias. En el relato gráfico, si bien quiere justificarse esta preponderancia sobrehumana con razonamientos y presuntas propuestas de hipotéticas analogías científicas -el contacto con las arañas mutantes-, insistimos, nos parece mucho más cercano a los mecanismos y dinámica ancestrales descritos por denominada magia simpatética[6]. De hecho, los planteamientos teóricos –explicativos- para la adquisición de los poderes en el desarrollo narrativo -de la tira de Marvel- se nos presentan manifiestamente como peculiar hechicería positiva, frente a la ostentación de fuerza antagonista de los villanos, cuyos poderes son la manifestación negativa -o tabú- de dichos dominios o señoríos, y cuyo poder se vierte para la consecución del mal.

Spiderman o los principios de la magia simpatética y las potencias del espíritu simbólico, Francisco Acuyo                Puede constatarse en nuestro personaje con gran claridad el que en los estudios al respecto se identificó como progreso del mago (como héroe singular), en un proceso de taumaturgo privado, en principio, pues los poderes que ostenta se vierten en beneficio propio para, más tarde, ocupar el rol de mago público, en tanto que su magia se ofrece para el bien común. El lector avisado sabe de la importancia que este funcionariado mágico[7] tiene en la sociedad primitiva o salvaje[8] manifiesta en no pocos ejercicios de creación artística propagados, en este caso, en la novela gráfica que reseñamos.
                Las potencias sobre humanas del héroe se revelan de manera natural, es decir, de modo a como se diría que acontecen ordinariamente en la naturaleza, o lo que es lo mismo, sin intervención sobrenatural o personal (siendo su presupuesto, en este sentido, cercano al científico) que es paradigmático de la magia simpatética. En este sentido el pensamiento del mago heroico es el pensamiento salvaje que, no duda por cierto, de que las causas de un suceso derivan en determinados efectos procedentes de manera acorde de aquellas, siendo su conjuro o encantamiento ajeno a ningún poder divino, pues, sobreviene de la propia (y enigmática y mágica) naturaleza que, no obstante, siempre permanece sujeta a las leyes de la causa y el efecto; así pues, derivan de las asociaciones contaminantes que, correctamente aplicadas al sujeto contaminado adquieren las cualidades del contaminante (la araña), y por las  que el héroe es quién es y es capaz de hacer lo que hace.

De lo anteriormente expuesto puede deducirse, un cierto rudimentario conocimiento científico en sus aproximaciones en la obtención de su magia y poderes. No está de más observar la paradójica y contradictoria naturaleza detectada desde la antigüedad y que aparece en el héroe actual, al albur de la obtención de sus poderes,  nos referimos al debate entre el sacerdote y el mago[9] y que, en realidad, en la protohistoria no eran diferenciados, ya que el hechicero y el mago combinaban sus actividades singulares. La oración y el conjuro en nuestro héroe parecen discurrir sin incidentes reseñables en el discurrir de la contaminación y contigüidad (arácnida) del mismo, pues manifiesta armoniosamente el poder físico e hipersensible del contaminante y la responsabilidad que se infiere de dicho poder, el cual encomienda de forma devota (religiosa) a la consecución del bien, de la verdad y la justicia. Sin embargo, insistimos, es preciso colegir que la fuente del poder del superhéroe proviene de manera directa de procesos muy elementales y rudimentarios (hoy recogidos en la metodología de la ciencia), por lo que no por ello entran en contradicción con la realidad.

                Podemos decir ante manifestaciones artístico totémicas como la del héroe que nos ocupa, que el interés antiguo por determinados animales (y plantas), en modo alguno estaba únicamente sujeto a las necesidades básicas de subsistencia, así se puede inferir de toda la compleja y extraordinaria simbología que conllevan dichos animales (o plantas), tal es el caso de la araña, y cuyas ancestrales clasificaciones y significados derivados del pensamiento mágico, se ofrecen como vía no sólo de una tosca ciencia determinista, sino que muy bien puede ser considerado independiente en su creación (ritual) a la generación de un mito que salvaguarde y a la vez nos dé nociones de cómo aprehender el mundo. Así las tareas del héroe están destinadas a afianzar el carácter mitopático del personaje y de este modo entender mejor el mundo: he aquí que el comic (el cine) se ofrece(n) como medio ideal en tanto que se mueve(n) en la imagen (dibujo) y el concepto (el texto) que, actúan a su vez como signo e idóneo intermediario entre la naturaleza y la cultura, y que nos pone de manifiesto la senda para la comprensión de que el conocimiento del todo precede al de las partes.[10]

                En personajes como el que debatimos puede constatarse cómo el pensamiento mágico (salvaje) inventa entidades (héroes) que instruyen, informan e interaccionan entre el hombre y el mundo y entre los afectos y la intelectividad (razón), por eso estos  seres de la invención primitiva (y como vemos también modernos), mágica, salvaje, siempre ofrecen al hombre común un grado empático de parentesco.

                La carga simbólica de los rasgos mágicos de los que se inviste el héroe, acaso son también esenciales para entender la afinidad de su personaje con el público (unidos a nivel inconsciente a todos los prodigios del sujeto de las heroicidades).

                La fascinación simbólica de la araña como tejedora del destino (o gran madre)[11] viene como anillo al dedo para el personaje que accede a los poderes del arácnido, en virtud no tanto del azar de su adquisición, sino al destino que le ha de proponer como garante y benefactor de derechos
Spiderman o los principios de la magia simpatética y las potencias del espíritu simbólico, Francisco Acuyo
de los hombres ante sus detractores violentos. La araña teje, pues, como las hilanderas (diosas lunares) el destino del héroe al gran poder (y a la gran responsabilidad del mismo) que cambiará su vida, y con ella, la de no pocas personas cercanas o no a él.

                La misma transfiguración del superhéroe está llena del significado metamórfico que, de común, inviste a la araña y que la muestra sometida de continuo al cambio a lo largo de su existencia.[12]

                Símbolo de la maleficencia, la araña manifiesta en la conducta del héroe en no pocos momentos, que se debate entre la benevolencia y la inclinación perversa, así puede contatarse en muchos momentos de la obra gráfica; también el emblemático significado cosmológico (ya reconocido en la India), [13] expuesto en su debate interior sobre los rasgos antagónicos manifiestos en el mundo, así como en su enfrentamiento con sus archienemigos, muchos de ellos torturadas criaturas de este y de otros mundos.

                Aspecto también de mucho interés será el del héroe como productor del hilo (símbolo también de notable complejidad) con el que cambiará el signo de su vida y de la de otros, y mediante el que se emparenta en la confección de su singular tejido, no sólo con el símbolo lunar, habitual de la araña, también, o sobre todo, con el del sol como elemento integrador (pacificador) del mundo (para los Upanishad este hilo es el soporte de la realidad espiritual), y que nuestro héroe pretende, en su ejemplar y benéfica conducta, mostrar al que quiera verlo.

                Nos parece esta analogía tan breve y apresuradamente expuesta, de interés al menos para comprobar cómo la aparente novedad de las representaciones en las publicaciones gráficas modernas, pueden estar en realidad inundadas de instintos y motivaciones ancestrales manifiestos en la magia de los ritos ancestrales, amén informarnos sobre los enigmas que pueblan nuestro inconsciente (colectivo de diría Jung), y que siguen ejerciendo su singular influencia en la actualidad, por lo que aquella ciencia salvaje, mágica y rudimentaria, decíamos, nos muestra que no estamos tan expuestos, segregados, aislados del mundo como la ciencia en su proceso analítico, reductor y cuantificador se esfuerza en mostrarnos a través de su aparato teórico positivo y de su comprobación empírica, y que, acaso, no llena ni explica el poso (o el vacío) del espíritu humano que se diría, hoy quizá más que nunca, más insatisfecho, vacío o ahíto, según el caso, y que sin embargo sigue  encontrando singular reducto, albergue y explicación a través de estas estructuras dinámicas, mágicas y simbólicas, las cuales parecen indicarnos que hay una no explicada plenitud interior que es posible y verdadera sin desligarse del mundo.




                                                                                                                  Francisco Acuyo





[1] Véanse los estudios J.G. Frazer, J, Campell, C.G. Jung, entre otros muchos y de no menor interés, y que parecen en cierto modo relegados a un cierto ostracismo en favor de los estudios científicos positivos.
[2] Magia que actúa según los principios de similitud, mediante el cual, lo similar produce lo similar, por lo que los efectos deben parecerse a sus causas, y el principio de contagio o de contacto, por el que aquellas cosas que tuvieron contacto juntas, han de mantener su influencia una vez separadas.
[3]  Inteligente estudiante de secundaria, solitario y que a menudo era víctima del abuso estudiantil.
[4] Es interesante señalar los procesos de indagación y reconocimiento del mundo a través de la magia se ofrecían no sólo como los procedimientos una ciencia para muchos equívoca y rudimentaria (cuestión acaso discutible), también como una manera integradora de verse y ser del hombre en el universo.
[5] Frazer. J.G.: La rama dorada, F.C.E., México, 1986, p.35.
[6] Ibidem.
[7] Ibidem, p. 72.
[8] Salvaje, en el sentido más cercano al que Levi Strauss planteaba en su célebre obra El pensamiento Salvaje.
[9] Frazer. J.G.: La rama dorada P. 78
[10] Levi- Satrauss, El pensamiento salvaje, F.C.E. Méjico, 1997.
[11] Cooper, J.C.: Diccionario de símbolos, ed. G. Gili, México, 2000, p.22.
[12] Cirlot, E.: Diccionario de símbolos, Siruela, Madrid, 2005, p. 89.
[13] Chevalier, J. y Gheeerbrant, A.: : diccionario de los símbolos, Herder, Barcelona, 1969,  p. 115.






Spiderman o los principios de la magia simpatética y las potencias del espíritu simbólico, Francisco Acuyo