Para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, traemos otro fragmento del trabajo sobre la imagen poética, en este caso bajo el título, La imagen, un espejismo, un paso más allá de la cuestión retórica, lingüística y semiológica. La imagen poética: ciencia de la paradoja.
¿LA IMAGEN, UN ESPEJISMO?
UN PASO MÁS ALLÁ DE LA CUESTIÓN RETÓRICA,
LINGÜÍSTICA Y SEMIOLÓGICA.
LA IMAGEN
POÉTICA: CIENCIA DE LA PARADOJA
La imagen poética, cuando conseguida y genuina, no se
cansa de ofrecernos una vez tras otra en su belleza y expresión extremas la
percepción, la sensación refleja que
abarca no sólo el acaecer sensible, pues también el pensamiento,[1] pero también la emoción, el ansia trascendente y, acaso, la
conciencia integrada en el mundo. Hablaba en otra ocasión[2] de la poesía como la
ordenadora del caos de las sensaciones (panestesia) tanto a nivel consciente
como inconsciente. En este sentido la imagen (poética) no puede situarse en un
topos específico sensorial (visual, primordialmente, ya lo advertíamos desde
una óptica retórica anteriormente), sino que habría que entenderse como aquel tactus íntimus ciceroniano que no
distingue la información externa del sentido (vista, tacto, oído, olfato, sabor
y gusto), del sensus interno que
cualifica, distingue, ordena y unifica[3].
La sinestesia, la écfrasis, la metáfora…, la imagen
poética, en fin, en su fisiología singular, cuando se hace expresa, no sabemos
muchas veces distinguir, si lo hace en nuestro cuerpo o si esa conciencia
perceptiva vibra despersonalizada desde el mismo cuerpo imaginario poético. Es
en verdad muy digno de reiterar que, frente al dominio distintivo de lo
abstracto y lo concreto[4] , lo relativo a la imagen
poética más bien puede identificarse con aquella theoría tou cosmou[5] de función contemplativa.
A lo que queremos llegar es a que la imagen poética es el instrumento de
integración ideal cognoscitivo que hace de la poesía una ciencia de la
paradoja, en tanto que nos muestra cómo
la mente humana crea dentro y fuera de su propia sustancia para ser con el
cosmos; es mente y cuerpo, objeto y sujeto; no es espejo, pues la imagen
especular y él mismo son idénticas.[6] Deducimos que la enorme
relevancia que aporta la imagen a la creación (poética, en sus diversas
manifestaciones) será la ofrecer un conocimiento integrador único que nos
disuelve en el mundo o, desde éste nos concreta en nuestro ser paciente o
activador que nos caracteriza por nuestra conciencia de nosotros y de lo que
nos rodea.
Por todo lo antecedido es totalmente razonable que nos
decantemos por la importancia de la imagen sinestésica y ecfrástica, como
modelos explicativos capitales para desde la retórica, trascender sus
presupuestos e incorporarlos a una teoría más amplia desde la que la imagen
pueda ser explicada como una vía de conocimiento y entendimiento
extraordinariamente singulares[7].
La aisthesis (sensación) que caracteriza la
sinestesia, por ejemplo, nos raro que acabe por trasladarse (basándose en su
terminología) al ámbito del estudio de las ciencias cognitivas, sobre todo
porque aquellas fronteras bien definidas por las ciencias de la salud en
relación a los sentidos (y su fisiología bien clasificada) pueden no ser tan
evidentes como se presumía, sobre todo al constatarse que las percepciones
(propioceptivas) que contiene el fenómeno sinestésico, si pretende formar parte
del mundo exterior, conexo al de las íntimas emociones primitivas que tendían a
relacionar con todo lo externo. Esto es también aplicable a la écfrasis en
tanto que trata de traernos en su descripción la plasticidad de la obra
representada, mas nos será muy difícil quedarnos ante la imagen ecfrástica con
la mera descripción literaria y verbal, por lo que en muchas ocasiones será
inevitable encontrar relaciones muy estrechas con la sinestesia, sobre todo
porque pretende en los casos más conseguidos la intensificación sensorial y
afectiva capaces de conmover el ánimo y la misma concepción de lo real
representado.
La
imagen -creativa o poética-, como observamos, no se resuelve para su
descripción y compresión con las argumentaciones metafóricas o analógicas, como
tampoco a las semiótico-icónicas que pretenden observar una forma de
adquisición de conocimiento, sobre todo si los consideramos como meros paradigmas
–espejos- miméticos que reflejan la realidad[8]. La contaminación entre
las artes está servida desde hace ya mucho tiempo,[9] y recalcada de manera
insistente en nuestros días,[10] ni bajo las
consideraciones mejor elaboradas (artes temporales y espaciales),[11] y acaso tampoco desde las
concepciones teóricas que designan la búsqueda de un arte total[12]. En cualquier caso, la
pretensión de diluir fronteras entre la vida y el arte (el signo y la cosa), se
intentará siempre a través del útil creativo por excelencia cual es la poesía.
Esto puede constatarse de manera muy particular en la observación y estudio
–comparativo- de la imagen en su expresión ecfrástica y sinestésica, que
exceden la mera (aunque muy compleja) apreciación retórica, ofreciendo
perspectivas de estudio en el ámbito de otras disciplinas artísticas (e incluso
científicas).[13]
La realidad (material)[14] y la representación de
aquella mediante la imagen, nos traen indefectiblemente el problema de la
mímesis (platónico aristotélica que influyo hasta el mismo Lessing) hasta el
reconocimiento de la ἐνέργεια, (energeia)[15]
del arte como objeto efectivo y autónomo;
sin entrar nosotros en esta exposición en este punto, remitimos a otros
estudios sobre la cuestión[16], no obstante de decir que
la palabra (el signo lingüístico) nos hará llegar las imágenes (plásticas,
sensitivas…) a través de la poesía, y lo hará precisamente superando la
mímesis, si en verdad se construye la poesía como aquel objeto que
anunciábamos, total, capaz de representar lo irrepresentable[17].
[1] Acuyo,
F.: Fisiología de un espejismo, La sensación
en poesía, Artecittà Ediciones, Granada, 2010, p.13.
[2] Ibidem.
[3] Ibidem, p. 14.
[4] Propios de la ciencia moderna
copernicana.
[5] En este caso relativas a las
antiguas ciencias galénica y ptolomáica.
[6] Acuyo,
F.: Fisiología de un espejismo,, p. 14
[7]
La sinestesia es para el
interesado mucho más que una figura descrita y clasificada dentro de la teoría
del ornato como tropo metafórico –aunque no necesariamente ha de serlo-, es
reconocible en los ámbitos de la medicina, de la psicología o de la neurociencia,
como un fenómeno de grande interés para explicar la mente humana en su
interrelación con el mundo.
La ékfrasis (o écfrasis), para dicha
doctrina, como mera descripción de matices, derivando en otras figuras como la
prosopografía,, la etopeya, la topografía, la cronografía, la hipotiposis, la
enargia, la evidencia, y la ilustración.
[8] Acuyo,
F.: Fisiología de un espejismo, p. 21.
[9] Platón: Ión, Obras completas,
Gredos, Madrid, 1998 ; Aristóteles: Ars Poética, Gredos, Madrid, 1999; Horacio:
Arte poética, epístola a los Pisones, Impr. J. Pueyo, Madrid, 1923.
[10] Steiner, W. La analogía entre la
poesía y la pintura, Universidad de Pennsylvania
[11] Leissing, G. E.: Laooconte o
sobre las fronteras de la poesía y la pintura, Edt. Nacional, Madrid, 1977.
[12] Monegal, A.: Diálogo y
comparación entre las artes, Universidad de la Rioja, 2000, p.9-24.
[13] Las relaciones entre la palabra
y la imagen plantean problemas (metodológicos y taxonómicos) de muy compleja
resolución en tanto que uno y otro artefacto (verbal o visual), puede(n) ser
analizado(s) a la luz de la semiótica, la lingüística, o también desde la
filosofía moderna (estética y hermenéutica).
[14] No obviamos la realidad de lo
inmaterial (las ideas y abstracciones de la más diversa índole), sólo exponemos
por mor de una clarificación de nuestra exposición la referencia a lo material
asequible por los sentidos.
[15] Que tiene causalidad eficiente
(Aristóteles) o realidad actuante.
[16] Nos remitimos nuevamente a Acuyo,
F.: Fisiología de un espejismo.
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