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martes, 8 de marzo de 2016

ANDREI TARKOVSKI O LA CONCIENCIA DEL TIEMPO –PERDIDO-: APROXIMACIONES A LA PICNOLEPSIA COMO ESTÉTICA CINEMATOGRÁFICA EN EL FILM “EL ESPEJO”

Para la sección, Cine (y poesía), del blog Ancile, traemos el trabajo titulado, Andrei Tarkoski o la conciencia del tiempo perdido: aproximaciones a la picnolesia como estética cinematográfica en el film, El espejo.



Andrei Tarkovski o la conciencia del tiempo perdido, Francisco Acuyo





ANDREI TARKOVSKI O LA CONCIENCIA 
DEL TIEMPO –PERDIDO-:
APROXIMACIONES A LA PICNOLEPSIA 
COMO ESTÉTICA CINEMATOGRÁFICA
EN EL FILM “EL ESPEJO”










Zérkalo (El espejo)[1], del insigne y nunca suficientemente ponderado realizador Andrei Tarkovski, hubo de dejar una impronta y huella muy profundas en quien suscribe, por siempre deslumbrado por tan extraordinario film, estas líneas, y de cuya penetrante y abisal raigambre habrían de crecer vital y exteriormente los brotes que traerían a la memoria esos días azules y aquel sol de la infancia machadianos -ya irrecuperables-,  y rememorados poéticamente en tantos momentos y escenas de la espléndida película del cineasta de Óblast de Ivánovo. Sería en la contemplación atenta del discurrir fílmico de este particular espejo cinematográfico de Tarkoski desde donde pudimos muchos entender con un amplio grado de certeza aquel esculpir[2] el tiempo de su célebre obra –teórico biográfica- en la que reflexiona sobre el arte, la estética y la poética del cine.

                Los momentos casi imperceptibles de cámara lenta en los que se ruedan escenas de capital expresividad –dando la sensación de un tiempo alargado[3]- nos hablan de un ritmo cinematográfico que no está tanto determinado por la duración de los planos, como por la tensión que transcurre en ellos[4], y que hablan elocuentemente con las imágenes que poblaron la niñez de su autor, mas poniendo en evidencia las nociones más hermosas de aquella estética  de la desaparición,[5] en la que se pone en duda el saber sobre su propia infancia, si es que en verdad, cierta picnolepsia[6] del realizador le hace pintar en su film no solo el paisaje del momento, sino también los personajes y toda suerte de detalles vistos -y no vistos (oídos)- y recordados –inventados- mediante los que darle en verdad certeza y verosimilitud al discurrir de los acontecimientos fílmicos en los que trata de dejar sus impresiones emocionales y sentimentales el gran director de El espejo. Así lo cuenta el mismo Tarkovski: las imágenes de mi niñez, que me persiguieron durante tantos años, robándome la tranquilidad, se desvanecieron de repente[7]. Serían aquellas imágenes supuestamente desaparecidas –ausentes- las que instigarían a la composición de una historia sobre la evacuación en los años de guerra[8], para lo cual no eran suficientes las reminiscencias líricas recordadas, era preciso mezclar los episodios de la niñez con los diálogos –auténticos- con la madre, a la búsqueda de una convivencia absolutamente natural de las citas del reportaje y las escenas cinematográficas[9].

Andrei Tarkovski o la conciencia del tiempo perdido, Francisco Acuyo                La deuda con la infancia se hace culpable en tanto que su duración se escapa en una suerte de picnolepsia que precisa la conformación -reafirmación- cinematográfica para saldar aquella deuda culpable[10]. La evocación argumental de los sentimientos entremezclados con los recuerdos de su infancia se mueven a la par con el material fílmico de la guerra,[11] en una singular difracción especular, donde los protagonistas, en un doble papel, Maria, madre de Alekséi (alter ego de Tarkovski) y Natalia, por parte de la gran Margarita Térejova, así  como la de Ignat Daníltsev, que interpreta a los niños, todo lo cual viene a conformar un resultado que no puede estar más lejos de cualquier carácter -o estructura- novelístico(a) narrativo(a). Film sin concesiones para el espectador, consigue, no obstante una dignidad estética que hace del El espejo un documento cinematográfico de una intensidad y fuerza emocional excepcionales.

                El propio Tarkovski hablaba de la fragilidad estructural del guión, sostenido apenas por el cambio continuo por el papel narrador de la Térejova que, sin embargo, iba a manifestar lo básico de las ideas estético creativas del realizador, donde, además, se ofrece lo más querido e íntimo del Tarkovski; es así que nada hay de secreto o de cifrado en este espléndida obra maestra del cine de todos los tiempos, si no una muestra genuina de la imagen poética como sustento de la verdad del autor y de las personas (de su infancia) a las que  conocía perfectamente. La poesía de Arseni Tarkovski (su padre) que acompaña (en off) momentos de la película no es ni mucho menos un elemento de mero adorno estilístico. Así lo valoraba el propio Tarkovski en su confesión en Esculpir en el tiempo: En el espejo yo no quería hablar de mi mismo, sino de los sentimientos que tengo frente a las personas que me son próximas, de mis relaciones con ellas, pero también de mi fracaso y del sentimiento de culpa que por ellas siento[12]. Adelantábamos aquellas ausencias (picnoléticas) que exigían el relleno de sus lagunas con el fin de calmar la deuda culpable hacia su potencial olvido de lo amado (en la infancia), y que sólo tendrían solución en la realización duradera que hace posible la creación artística y cinematográfica.

                De especial mención en el tratamiento de aquellas ausencias (acaecidas acaso más que en la infancia, en la rememoración de la misma en la edad adulta) se manifiestan también en la extraordinaria interpretación de los actores, a los que trata de imbuir de la mayor naturalidad, aunque eso conlleve el desconocimiento por parte de alguno de ellos de secciones del guión, en este sentido recuerdo aquella maravillosa escena en la que Margarita Terekhova[13] (María y Natalia en el film), aparece sentada sobre una valla, fumando a la espera de la llegada de su marido, padre de sus hijos, y todo ello desconociendo, como decíamos, el propio guión de la película, por lo que no sabría si su marido en las siguientes escenas estaría o no con ella,[14] dando la sensación de última espera que se aprecia en tan memorable escena.

Andrei Tarkovski o la conciencia del tiempo perdido, Francisco Acuyo                También la música (Bach, Pergolesi, Purcell…)[15] y los sonidos de la naturaleza –el viento, el agua, el fuego…- y la poesía (los versos de su padre), o los inquietantes sonidos electrónicos de Artemiev, en esta película biográfica, juegan un papel esencial en tanto que están tomados de la propia vida y experiencia del autor y que, como él mismo advierte, se verterán como un elemento muy importante para la configuración lírica del film, mas, será precisamente esta configuración lírica la que trata de manifestar en esta introspección y rememoración vital de la infancia, el inmenso poder de la poesía; tal es la importancia para el autor este culmen lírico alcanzado en El espejo que habría de plantearse muy seriamente abandonar con esta película su carrera cinematográfica.[16]

                El ascetismo extremado de El espejo puede constatarse en la bellísima y subida sencillez en momentos del film, como, por ejemplo, cuando la Terekhova (María, la madre de Alekséi) se encuentra con el médico en el campo entre el soplo del viento que bate la verdura; o en aquella escena que muestra el incendio del granero con ese prodigioso movimiento de cámara mediante el que vemos la caída de la botella; o aquel otro instante inquietante en que el niño busca a su madre entre el batir furioso del viento entre las ramas del bosque, para acabar viéndola, en cuclillas,
observándole; o aquella inaudita puesta en escena en la que el padre regresa, llevando la cámara hacia el cuadro de Leonardo da Vinci, de  Ginevra de Benci, fundiéndose con la imagen de Maria (Margarita Terekhova); o la célebre imagen de la madre suspendida, levitando, sobre la cama; o en su carrera a cámara lenta por los pasillos de la imprenta… y así en muy numerosos y bellísimos momentos más que sugieren e invocan al espectador sobre un inquietante mundo psicológico que acaba por subyugarle con su dinámica y vital hermosura y poética indagación.

Volviendo a los versos de Arseni Tarkovski en el film, nos parece de gran interés advertir que aquellos se ofrecen de manera totalmente concorde –en insólito equilibrio- con las imágenes, manifestando una vez más el gran y hermoso organismo singular que es El espejo, pero también sirven para constatar que aquellas ausencias (propias de la picnoresia ya mencionada) se rellenan de manera prodigiosa con otro instrumento ¿retórico? que, acaso diríase pasar integrado y casi desapercibido, tal es la natural y sencilla dinámica visual de esta obra cinematográfica, me estoy refiriendo a la incorporación y fusión sensorial y emocional que hace mucho más que sugerir al carácter sinestésico[17] [18] de muchos de sus momentos visuales culminantes (no en vano siempre dio una gran importancia a la figura del hogar –el hogar de la infancia y del mundo de las primeras sensaciones)[19] que, se dirían verse impregnados por los sonidos, los aromas, los sabores, la tersura táctil de los objetos de la infancia del autor, contagiando sensitiva y sentimentalmente de forma irremisible al espectador atento. 
      
Los versos, en fin, de Arseni Tarkoski ([…] Morad en su casa para que no se derrumbe.// Puedo invocar un siglo cualquiera,// voy a entrar en él para construir una casa.// Es por eso que sus hijos y mujeres están conmigo // en la misma mesa, y la mesa es del bisabuelo y del nieto.[…])[20] entre estos y otros fotogramas memorables del espejo, se ofrecen de manera tal, que se diría que el tiempo se hace plásticamente perceptible entre la agitación del viento fotografiada, entre el follaje y la arboleda, como acompasados por el dictado imponente de los sonidos y las imágenes, tal es la naturaleza (y sobrio artificio) de la compleja y natural al tiempo de este mirífico monumento de la cinematografía de todos los tiempos como es Zércalo, El espejo, de Andrei Tarkovski.





Jorge. F. Acuyo Peregrina.








[1] Zérkalo (El espejo), 1975. Guión y dirección Andrei Tarkovski; Fotografía, Georgy Rerberg.
[2] Tarkovski, A.: Esculpir en el tiempo, reflexiones sobre el arte, la estética y la poética del cine, Rialp, Madrid, 2002.
[3] Ibidem, p. 133.
[4] Ibidem, p. 143.
[5] Virilio, P.: Estética de la desaparición, Anagrama, Barcelona, 1998.
[6] Dícese de un trastorno epiléptico (menor) infantil que se caracteriza por las descargas eléctricas rítmicas y que conllevan  momentos de ausencia de unos segundos y que la consciencia une de forma automática sin cortes aparentes.
[7] Tarkovski, A.: Esculpir en el tiempo, p. 154.
[8] Ibidem, p. 155.
[9] Ibídem.
[10] […] El protagonista del espejo es un débil egoísta, incapaz de dar al prójimo un amor desinteresado, carente de una meta para sí mismo. Su única justificación son las convulsiones del alma por las que debe atravesar al final de sus días, para reconocer la deuda no pagada que ha contraído con la vida. […] Tarkovski, A.: Esculpir en el tiempo, p.233.
[11] La guerra civil española, la segunda guerra mundial y los enfrentamientos por la isla de Damanski entre la URSS y China.
[12] Tarkovski, A.: Esculpir en el tiempo, p. 162.
[13] Es interesante constatar el elenco recurrente de actores en sus películas, así, Anatoli Solonitsin, que también aparecería en Solaris, o en Stalker, o Yuriy Nazarov o Nikolai Grinko.
[14] Así lo reconoce el propio realizador en Esculpir en el tiempo, p. 169.
[15] […] En el espejo intenté transmitir el sentimiento de que Bacha, Pergolesi, la carta de Pushkin, los soldados pasando el Sivasch y escenas hogareñas tan íntimas tienen en cierto sentido el mismo valor para cualquier hombre. […],Tarkovski, A.: Esculpir en el tiempo, p. 218.
[16] Tarkovski, A.: Esculpir en el tiempo, p. 201.
[17]Sinestesia: Según la RAE:  1. f. Biol. Sensación secundaria o asociada que se produce en una parte delcuerpo a consecuencia de un estímulo aplicado en otra parte de él.
2. f. Psicol. Imagen o sensación subjetiva, propia de un sentido, determinada porotra sensación que afecta a un sentido diferente
3. f. Ret. Unión de dos imágenes o sensaciones procedentes de diferentesdominios sensoriales, como en soledad sonora o en verde chillón.
[18] Para este interesante aspecto remitimos al trabajo: El espejo o el Daimon de Arseni y Andrei Tarkovski, de F. A. en Cuadernos de rusística española, nº 6,  Universidad de Granada, 2010.
[19] Tarkovski, A.: Esculpir en el tiempo, p. 201, J.M. Gorostidi, Presentación de Esculpir en el tiempo, p. 15
[20] Versos del poema: Vida, vida, que recitan en la película.



Andrei Tarkovski o la conciencia del tiempo perdido, Francisco Acuyo


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