Para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, traemos una nueva reflexión sobre las relaciones entre la mente y la materia, esta vez a través del lenguaje poético, y todo bajo el título de: Mente y materia: realidades abstractas y realidades físicas ¿es posible una epistemología poética?
MENTE Y MATERIA: REALIDADES
ABSTRACTAS
Y REALIDADES FÍSICAS.
¿ES POSIBLE UNA EPISTEMOLOGÍA POÉTICA?
EL tránsito del concepto a la
realidad es una cuestión filosóficamente muy debatida, mas científicamente no
menos controvertida. En cualquier caso, la percepción de lo bello (como vía de
conexión con lo real) nos habla también de la prodigiosa concordancia entre la
mente y la materia, cuyo singular
concierto nos hace considerar ideas como la disposición proporcionada o
simétrica y la frugalidad o sencillez de los medios objeto para alcanzar tales
proporciones (tildadas de divinas), las cuales al fin dan las claves para la apreciación
de la belleza.
La
afirmación –pitagórica- de que todas las cosas son un número (deducida, por
ejemplo de su célebre teorema), relata cómo de la relación abstractamente
deducida de las cosas puede inferirse su constitución física. Si necesidad de
volver al concepto kantiano de los juicios sintéticos, no podemos sino
admirarnos de que esa relación entre lo abstracto numérico (mental) y la
realidad física (por ejemplo, geométrica) sea posible y de la que podamos
colegir formas y tamaños. Hoy sabemos que todas las cosas no pueden ser un
número (entero), pero estas deducciones sorprendentes nos ha dejado lo que, a
nuestro juicio, puede establecerse como un principio singular de lo verdadero: la
belleza, aunque que s abemos también que la naturaleza exige a nuestra
capacidad de inventiva e imaginación nuevos tipos de números (no sólo enteros)
así como de geometrías no euclidianas.
Nosotros
ya sabíamos[1] de la
increíble relación entre el número, la armonía, la eufonía y la expresividad
del verso, y cómo esta nos conecta con la realidad sonora, musical (y
expresiva) del poema que, al final, nos va conectar con el acervo de las cosas
materiales. Si bien la ilación entre los procesos físicos implicados en la
recepción, producción y emisión de sonidos deducidas por Pitágoras aún hoy
resultan esquivas[2], en el
ámbito poético no lo son menos, aunque intuimos sucede (como en la música) que
para su entendimiento son necesarios expresarlo en términos de frecuencia y
esta está, a su vez, fraccionada en números enteros pequeños.
Platón
no se cansó de buscar esta concordia y armonía entre la mente y la materia a
través de la belleza expresa en la regularidad matemática y la simetría, de
hecho la idea de simetría es aceptada en
las estructuras métricas como una realidad incuestionable,[3]
ya sea deducida por el uso y manejo experimental del verso y sus conveniencias
eufónicas, como por la conveniencia de su consideración numérico cuantitativa,
así como por la posible violación de las normas para exponer maneras más
expresivas y novedosas del verso. Esto proviene, por tanto, también de la idea
de que el
número sujeta a su imperio al lenguaje mismo del poema. Incluso aquellos que niegan el elemento métrico no
hacen sino expresar la verdad profunda del número métrico, en tanto que su
misma negativa ofrece la verdad no menos honda a través de su contradicción del
ritmo que encaja con los momentos cúlmenes de expresión y belleza del verso, todo
lo cual pone en evidencia la realidad de la relación mente y materia, también en
el ámbito estructural (no sólo gramatical, también eufónico métrico) poético.
En
el lenguaje poético no es extraño contemplar la visión estática ontológica
parmenidea (y de la ideología platónica) de manera muy especial. En el
ejercicio mental (del pensamiento) se tiende a poner nombre a lo que se piensa[4],
de lo que se deduce que tanto el lenguaje como el pensamiento dependen de lo
que hay fuera de sí, y al hacerlo reiteradamente, sucede que no puede haber
cambio, entrando el objeto poético (objeto imperfecto que aspira a la idealidad
de su visión estático ontológica) en una suerte de presente continuado que
reviste de una naturaleza muy singular al tiempo con el que se implica en su
ejercicio creativo poético.
La
siguiente interrogante, a fuer de parecer fuera de lugar, viene muy apropósito
para nuestra voluntad expositiva, así pues: ¿la información a la que tiene
acceso la percepción está real[5]
y únicamente mente en la estructura de la luz?[6]
De ser así ¿cómo accede la mente del ser humano (y del poeta en su
interpretación -lingüístico poética- del mundo? Estas interrogantes pueden
parecer rebuscadas si nos quedamos en superficie de lo que significan en la
profundidad del ejercicio creativo poético. Y es que, si todo parece indicar
que existen invariantes en la misma estructura –perceptible- de la luz para
poder constatar los rasgos estables del mundo real material,[7]
mas también existen a nivel mental y lingüístico para su representación, así,
en poesía, las pautas gramaticales,
métricas, de estilo, retóricas…dan constancia de grupos de patrones que acaso se
presentan como invariantes esenciales que acaban por conformar su dinámica y
estructura. Esta abstracción, no obstante, es lo suficientemente potente como
para abarcar elementos constitutivos específicos (acentuación silábica en
determinado tipo de verso, clase de oración según qué tipo construcción
sintáctica…) hasta alcanzar componentes inespecíficos como rasgos inconscientes
que se traducen de manera simbólica, u objetos netamente mentales que atañen a
vivencias o abstracciones personales (ficciones) de la más diversa índole… que
diríanse prescinden de la necesidad habitual de conjeturar sobre lo que el
mundo realmente es, por eso decimos que la visión poética completa mentalmente
cualquier proceso de información que nos haya llegado de forma incompleta. La
potencia poético-creativa porta uno de los rasgos mentales más sutiles de
interpretación y conocimiento, en tanto que conducen a nuevas visiones tanto de
la propia mente en su afán de percepción y entendimiento del mundo, como del
mejor entendimiento de sí mismo, ofreciendo un modelo de interpretación
singular (ecológico)[8]
en el que la mente y la materia mantienen una comunión interactual con el entorno.
Aquellas
invariantes señaladas en la poesía (metro, gramática, retórica….) son las que
dan
constancia nemotécnica de durabilidad a los versos y las ideas, emociones,…
contenidas, así lo acreditan sus redundancias, paráfrasis y pautas tan
características que la estructuran a fuer de depender de la intrínseca,
personal e idiosincrática manera de guardar cada cual en su memoria todos
aquellos rasgos dignos de recordatorio.
El
poema es, por tanto, un singular
organismo que desde el momento de su concepción interactúa mental y
materialmente con el fin de afinar lo más precisa y económicamente (usando los
medios mínimos) para interpretar y dominar activamente el mundo real desde las
perspectivas más insólitas, por lo que no puede subestimarse la complejidad de
las facultades –mentales, conscientes e inconscientes- del lenguaje poético. De hecho puede entenderse como el instrumento
psico-ecológico que muy bien puede hacernos superar la percepción natural
tenebrosa (cavernosa)[9]
de la realidad. He aquí que la poesía es un útil de la mente que, entre otros
provechos sirve para abrir las puertas de nuestra percepción y entendimiento,
basando buena parte de la veracidad de su presupuestos (poéticos) en la belleza
de su equilibrio y simetría estructural,[10]
pero no abandonando la precisión requerida para un decir exacto de las cosas,
mas basado –paradójicamente- en la complementaridad,[11]
que nos implica directa y activamente con el objeto (físico o psicológico) que
interpretamos, representamos o describimos.
Indagaremos
más adelante en posteriores entradas sobre la incidencia de la actividad
(poética) mental en el constructo interpretativo (artístico o no) de la
realidad.
Francisco Acuyo
[1]
Acuyo, F.: -Los fundamentos de la proporción en lo diverso: sobre la simetría
y la asimetría endecasilábica, tesis doctoral, Departamento de Lingüística
y Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, Universidad de Granada,
Granada 2007, pp. 374.
35 - Fundamentos de la proporción en lo diverso: nueva edición corregida y adaptada, Jizo ediciones, Ensayo, nº 17, Granada, 2009, pp. 427.
35 - Fundamentos de la proporción en lo diverso: nueva edición corregida y adaptada, Jizo ediciones, Ensayo, nº 17, Granada, 2009, pp. 427.
[2]
Wilczek, F.: El mundo como obra de arte, Crítica, Barcelona, 2015, p. 42.
[3]
Acuyo, F.: ver nota 1.
[4]
Bertrand Russell reflexiona en términos similares argumentado la visión del Ser
de Parménides.
[5]
Recordamos que la materia que conforma el universo conocido no es solo la
ordinaria perceptible por la luz, de hecho la materia oscura (invisible)
conforma mayoritariamente (con la energía oscura) la estructura material del
universo. Hasta la fecha parece que la
influencia (gravitacional) sobre la materia ordinaria es muy pequeña, pero,
¿incide esta de algún modo en las entidades con conciencia? Interrogante
irresoluble por el momento.
[6]
Gibson, J.J.: The perception of the
Visual Worls, Hougthon Mifflin, Boston, 1950.
[7]
Campbel; J.: El hombre gramatical,
Fondo de Cultura Económica, México, 1989, p. 294
[8] Shaw R.
y McIntyre, M.: Cognition and the
Symbolic Processes, Lawrence Erlbaum Assocaites/ Wiley, Nueva York
1974, p. 360.
[9]
SI seguimos la metáfora platónica de la caverna en la que constatamos muy
precariamente la realidad del mundo.
[10]
Visión platónica adoptada por buena parte de los matemáticos (y no menos
cantidad de físicos) de todos los tiempos.
[11]
Dícese la adopción explícita de una de las muchas opciones válidas para
describir un objeto (físico o psicológico), como curiosidad, en física cuántica
es uno de los fundamentos para la comprensión de su teoría, mediante la que el
sujeto de la observación está influyendo en el resultado objetivo del
experimento.
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