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sábado, 31 de diciembre de 2016

2017 EN VERSO CON UN BRINDIS Y UN FRATERNAL ABRAZO

Despide el blog Ancile el año viejo  y saluda al nuevo con tres poemas para los lectores fieles  u ocasionales de estas modestas páginas, que no tendrían sentido sin ellos.





2017 EN VERSO CON UN BRINDIS 
Y UN FRATERNAL ABRAZO




2017 en verso con un brindis y un fraternal abrazo, Francisco Acuyo




BRINDIS




    Con música y
                  versos a : Franz Schubert.


                    CONSTELADA y tibia ciencia,
                 geométrica consigna,
                 luz incógnita y benigna
                 que transforma y se potencia,
                 belicosa en su impaciencia
                 pues nos cuenta o nos recita
                 con su sílaba una cita:
                 Quiero en brindis ofrecer
                 esta vid que mide el ser
                 en la estación infinita.





                                    (De El hemisferio Infinito, 2003)



                                                                       




BODEGÓN SOBRE
UN ESPEJO 


(Saboreando un gran reserva)

   SOSPECHO de los ramos
que sostienen y aroman en la mesa,
también del vidrio sobre nobles tramos
de aristas que perfilan la pereza.

   Supe de la hermosura
que intimida con armas de suavísimo
extremo, la locura
del sabor, del silencio
que desliza la luz,
rodea el cuello y besa,
si moja en cada intento,
la propia imagen con ajeno aliento.





 (De El hemisferio Infinito, 2003)




BRINDIS POR LA AMISTAD Y LA POESÍA



 A Magda Robles, poeta y amiga, por su
(fresco, casi incumplido) cumpleaños.



QUE tus versos devenir
sean de la fuente más
pura de la vida, origen
prístino donde el azar
seguro de la belleza,
del amor y la verdad
en la poesía crezcan,
y a tu corazón lunar
bien sujetos, si en el mío
todavía, a la amistad
gracias, vivos se  mantienen
en abrazo fraternal.


Inédito



Francisco Acuyo




2017 en verso con un brindis y un fraternal abrazo, Francisco Acuyo



jueves, 29 de diciembre de 2016

DEL NÚMERO Y LA REALIDAD A LA POESÍA (MUY BREVE INTRODUCCIÓN)

Para la sección, Poesía y matemáticas, del blog Ancile traemos la introducción de las reflexiones que llevan   por título, Del número y la realidad a la poesía.


Del número y la realidad a la poesía. Francisco Acuyo



DEL NÚMERO Y LA REALIDAD A LA POESÍA
(MUY BREVE INTRODUCCIÓN)







SIEMPRE me veo, estupefacto –curioso- de toda suerte de ardides numéricos, al acecho y captura de algún artificio matemático, ya desde muy joven, atento a las fascinantes relaciones de guarismos diversos y formulaciones varias con la realidad más íntima de la naturaleza. También la indagación filosófica, por cierto, bien distinta de lo estrictamente matemático (teoremas y teorías) colegibles de aquellos vínculos con la realidad perceptible –o no- de la materia, seguro de sus relaciones no sólo con el saber filosófico y matemático, también con el artístico (pintura, música… pero), sobre todo con el poético, y no solo por las relaciones métrico rítmicas traducibles y deducibles en el arte y ciencia métricos, también porque la poesía, como el pensamiento matemático, al margen, o mejor, junto a su actividad especializada, forma parte de la vívida experiencia vital de todos los seres humanos.

                Los estudios sobre la matemática pura y la aplicada, estableciendo diferencias y conexiones entre ambas, siempre fue motivo de merodeo y deslumbramiento, cosa para muchos harto extravagante, sobre todo porque atribuían cualidades a mi modesta persona, digo, netamente humanísticas (como si la ciencia, incluyendo a las matemáticas, fuesen cuestiones propias de alienígena), no en vano mi vocación poética –letrada- así parecía exigirlo. La verdad es que la relación entre la palabra poética (como expresión lingüística, bajo las reglas de la gramática y las necesidades de la sintaxis) ofrecían una igual fascinación que la matemática –y no solo semiológica- con la realidad de nuestra conciencia y de esta con el mundo que nos rodea.

                El 1 + 1 = 2 es enunciado de matemática pura en tanto que se ofrece como juicio lógico de verdad evidente e indiscutible, consistente por sí mismo, y no necesariamente relacionado con realidad perceptible alguna; ahora bien, si sumamos una manzana y otra manzana, en la obtención de dos manzanas, seremos testigos de una verdad que, siendo aplicada al objeto de suma real de las manzanas, tiene su referencia perceptivo material de manera, diríamos, no menos evidente. Si el poeta dice: Escrito está en mi alma vuestro gesto,[1] no viendo relación sensorial con rostro alguno (aun refiriéndose el poeta con bastante seguridad a alguno de sus amores, ¿quizá Isabel Freyre?), deja la impronta inmaterial de lo invisible del amor en el alma o conciencia –y estas, en su signo
Del número y la realidad a la poesía. Francisco Acuyo
conceptual, además, poco susceptibles de encontrarles sustrato físico sensorial-, mas también, para el enamorado cualesquiera tendrá perceptibilidad, una vez identificado aquel gesto con el del rostro carnal de su enamorada. Analogía en principio susceptible de ser algo peregrina, veremos, no obstante que, no lo sea tanto como pudiera parecer. Paréceme estar viendo clamar escandalizado al intuicionista matemático y, también al más fiel seguidor de la lógica o de los formalismos de tan excelsa ciencia y, cómo no, también al purista no menos leal de lo literario como disciplina independiente del arte del lenguaje, sin embargo, para mí, los ámbitos del saber y del expresar acaso nunca fueron tan fáciles de distinguir. De todas formas quiero dejar claro que sí que es bien distinto el intento de describir (el poema o el programa matemático) con lo que resueltamente son uno y otro.

                Esta reflexión, en el fondo, no deja de ser un trasunto de otra ya mucho más vieja mediante la que se pretendía distinguir la apariencia, cambiante (transcrita en la doxa u opinión de la realidad, y el saber (episteme) científico, expuesto en la verdad de la realidad que, supuestamente, no cambia, trascripción ya tratada, decía, inevitablemente, por Platón.

                Está claro que cualquier orden, teórico o práctico ha de pasar necesariamente por la distinción de lo aparente y lo real, cuestión ampliamente debatida en la filosofía de las matemáticas y en la propia teoría del signo y del lenguaje. En cualquier caso, será en matemáticas -y también en poesía- donde el debate entre las entidades reales (Formas o Ideas platónicas, veíamos) independientes de lo perceptible, y el mundo de lo sensorial manifiesto, que tantas veces por otra parte nos lleva al autoengaño, adquiere carta de muy peculiar naturaleza. Proseguiremos en próxima entrada abundando sobre tema tan importante para quien suscribe estas líneas y que aspira, cuando menos, a suscitar alguna curiosidad en el lector interesado.



Francisco Acuyo





[1] Garcilaso de la Vega



Del número y la realidad a la poesía. Francisco Acuyo

jueves, 22 de diciembre de 2016

DE LA NAVIDAD EN VERSO: LA GLOSA DEL ARCÁNGEL DE LA NIEVE

Ofrecemos (como es costumbre en nuestro blog Ancile), un poema (incluido en la sección, Poesía) titulado, La glosa del arcángel de la nieve,  para felicitar las Fiestas navideñas, con nuestro mejores deseos.



La glosa del arcángel de la nieve, Francisco Acuyo


LA GLOSA DEL ARCÁNGEL DE LA NIEVE





                                               EL ángel tañe invernal
el liso gong de la nieve.
La eternidad, por sus témpanos,
gotea tiempo que obsede.

   La nieve del infinito
en su extensión indeleble
quedó marcada con huellas
de un arcángel imprudente.

   Son las marcas de la luz
(fugacidad insistente)
que sonaban en la nada
su consistencia celeste.

   Son los pasos no perdidos
del ángel sobre la nieve
cuya marca se resiste
a quedarse para siempre.

   Espíritu por espíritu,
la mente sobre la mente,
el tiempo, que es invención
o no es nada, nula serie

   de sueños sobre la niebla
o de las sombras albergue;
es conciencia la materia,
sí, es conciencia la nieve,

   es registro subjetivo
del olvido en lo evidente:
tañe el ángel invernal
el liso gong de la nieve.




Francisco Acuyo




La glosa del arcángel de la nieve, Francisco Acuyo

POESÍA: LA VIDA INVISIBLE

Traemos para la sección, De juicios, paradojas y apotegmas, del blog Ancile, el post titulado, Poesía: La vida invisible.




Poesía: La vida invisible. Francisco Acuyo






POESÍA: LA VIDA INVISIBLE







POESÍA: LA VIDA INVISIBLE


Siempre tuve el convencimiento (compartido, por otra parte) de que el proceso creativo poético[1] tiene un fundamento vital que arraiga en lo más profundo de la conciencia del creador (y del que comparte incondicionalmente la creación genuina). Postular su realidad es defender su sustantividad ¿paradójicamente? invisible. La dificultad de su medición[2] (material) hace aún más misteriosa su naturaleza. En verdad que encontrar el origen de la misma en virtud mental de su procedencia, no supone decir mucho, habida cuenta de que aquella, la mente, la psique, la conciencia, es (son), desde luego, otro(s) de los grandes enigmas por resolver, máxime cuando la propia psicología abandonó definitivamente la idea del alma[3]. Sin embargo, la idea del alma persiste en ámbitos ineludibles de la existencia de la conciencia, como el pensamiento simbólico y mítico, ante todo porque aquellos recurren siempre a los elementos de la invisibilidad. Es claro, al menos para nosotros, que la expresión poética tiene un profundo arraigo en el mito;  también se puede afirmar con aquél que encierran que aquello que encierra en su sima simbólica es inescrutable.

            Dediqué mucho tiempo a indagar sobre las relaciones entre lo invisible y lo visible, no sólo como problemática muy debatida en filosofía y las grandes cuestiones que polemizan y disputan abundantemente, en cuyo debate interviene la filosofía y las matemáticas, la ciencia de la física (distinción capital entre la mente y la materia, cuestión esta última litigada con no poca controversia en el ámbito de la mecánica cuántica) y, por supuesto la poesía.

            Los puentes trazados de forma habitual entre lo real material y lo no menos real invisible serían: la música, las matemáticas, los mitos, la visión mística y también la poesía. Las aportaciones de las matemáticas son proverbiales (y extraordinaria y prodigiosa  referencia, a nuestro no iniciado juicio), pero no son menos lo serán las que aportan las otras contribuciones a la vida del espíritu. La pasarela entre lo visible y lo invisible de la genuina poesía, invisible–acaso como la mística-, no
Poesía: La vida invisible. Francisco Acuyo
plantea ningún problema en su interacción con la realidad, pues su fundamento radica en la contemplación del presunto dilema, encontrando resolución sin problemas de ningún tipo, dado que la relación entre lo visible y lo invisible se obtiene de un denominador común, a saber: la belleza[4], y también en lo que sea la conciencia como elemento invisible que interacciona con el mundo. Conciencia que, no obstante, se sitúa más allá de una lógica netamente intelectual apegada a los elementos sólidos, como apreciaba Bergson[5], quedando bastante limitada nuestra percepción intelectual para su plena apreciación. Aquella realidad invisible como alma que se aviva, según establecían los románticos[6] y que hoy se denomina realidad psíquica (recordemos aquel, vi que sentían, de W. Wordsworth),[7] puede afirmarse que conforma la inasible sustancia de la poesía, la cual se manifiesta a través de la singular intuición o sensibilidad simbólica o mítica que caracteriza a la voluntas y energía poética propia de su ejercicio creativo. No debe extrañarnos que su realidad intuitiva sea ajena a cualquier ejercicio de pensamiento reflexivo (conceptual intelectivo, incluyendo al sentimental). 

Diríase que el numen poético no es cosa del propio creador, ya que se manifiesta repentino, sin juicios previos, como un especial acontecimiento, cuyo vigor es la potencia que genera a la realidad misma, y que contiene a su vez el poema interaccionando con lo exterior, cambiando este incluso, revelándose como un don axiomático[8] para conocer la verdad y ser compartida con el mundo, y, que tantas veces se manifiesta conflictivamente con todo lo que nos instruye o deforma a través de la enseñanza adquirida o las más diversas convenciones impuestas consciente o inconscientemente. La poesía encierra la ciencia –de la paradoja-[9] mediante la que aprendemos a ver y comprender que hoy día, como avisaba Jung, es del todo cierto que los dioses se han convertido en enfermedades.

Francisco Acuyo




[1] Como poiesis a su vez integrado en cualquier proceso de creación artística o no.
[2] En su expresión literaria, como poema, sí existen herramientas singulares de medición –fonético-rítmica- que nos hablan de aspectos fundamentales de su misma naturaleza lingüística, gramatical y fonético musical.y que se ofrecen recogidas en los tratados de métrica.
[3] Véase al respecto las entradas siguientes en este mismo blog: Del alam y su necesaria acta de defunción, http://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2016/08/del-alma-y-su-necesaria-acta-de.html
[4] El ser y la belleza, concepto que se puede encontrar en  Acuyo, F.: Fisiología de un espejismo, Artecitta ediciones, Granada, 2010; también encontrarán referencias en, Acuyo, F.: Elogio de la decepción, Jizo ediciones, 2014.
[5] Bergson, H.: La evolución creadora, Espasa Calpe, Austral, Madrid, 1985.
[6] Hillman, J.: El código del alma, Ed. Martínez Roca, Barcelona 1998, p. 106,
[7] Wordsworth, W.: The Prelude, The poems of Williams Wordsworth, Oxford Univ. Press, London, 1926.
[8] Hillman, J.:, nota 6, p. 108
[9] Acuyo, F.: Fisiología de un espejismo, Artecitta ediciones, Granada, 2010.






Poesía: La vida invisible. Francisco Acuyo

domingo, 18 de diciembre de 2016

LA ESPERANZA, MÁS ACÁ DEL CONSTRUCTO PSICOLÓGICO-SOCIAL DE LA MODERNIDAD.

La esperanza, más acá del constructo psicológico-social de la modernidad, es el título de la nueva entrada para la sección, De juicios, paradojas y apotegmas, del blog Ancile.

La esperanza, más acá del constructo psicológico-social de la modernidad, Francisco Acuyo



LA ESPERANZA, MÁS ACÁ DEL CONSTRUCTO
PSICOLÓGICO-SOCIAL DE LA MODERNIDAD









HUBO un tiempo en que el refugio en el mito hacía la vida soportable. La continuidad intemporal garantizada por aquél hacía de la esperanza algo innecesario por impensable. La visión cambiante y apocalíptica de nuestra cultura actual, entre la imagen de lo catastrófico y de lo imprevisible representan la esperanza como la vía de compensación ante la angustia de la posible extinción y de la pérdida. Se dice que la única esperanza esta radicada en la redención divina –para el creyente- y en la segunda oportunidad[1].

            La espontaneidad idealista, natural e infantil de lo justo, de lo bello, de la inclinación a la inmersión en lo insondable como vía de superación de lo convencional, la aspiración a lo trascendente, se ofrecen hoy como algo atrozmente insoportable para la sociedad (y el individuo) que reniega(n), quizá sin saberlo, de lo más profundo de su ser ya que lo arraiga, querámoslo o no en lo invisible que reside y radica en este espíritu nuestro propenso a la inmersión y reinterpretación del mito, olvidando acaso nuestras raíces más profundas que encepan en la naturaleza misma, madre y padre verdaderos de nuestras aspiraciones más profundas. Es paradójico que siendo los momentos actuales de nuestra historia en los que más énfasis se puesto en la defensa de la naturaleza, nunca nuestro espíritu se ha situado más lejos de su inevitable lazo ecológico.

La esperanza, más acá del constructo psicológico-social de la modernidad, Francisco Acuyo            Sigue triunfante su marcha –aun cuando se le ha denostado desde los más diversos ámbitos –científico, filosófico, psicológico…- el mecanicismo cartesiano (res estensa frente a la res cogitans),[2] en el que la naturaleza está enfrentada a nuestra alma en virtud de su materialidad hosca, feroz, inhóspita e inhabitable para el espíritu. El pensamiento mágico, salvaje,[3] que tan sabiamente emparentaba al hombre con el trueno, con las calamidades de las catástrofes, así también como con el árbol,  los animales, a la tierra que proporcionan el sustento, ha dejado de tener importancia consciente, también los mismos antepasados que, desde luego, no tiene por qué estar atados a humano cuerpo, y cuyo culto hacía pariente al río, a la roca, a los bosques, a las bestias que en ellos habitan… espíritu, digo, que si tiene residencia en la tierra, tan solo vive en unos pocos corazones fraternos y late solo en el pecho desprestigiado del místico, del profeta -enajenado para el mundo- o del raro poeta verdadero.

            El mundo de lo invisible ha sido relegado; lo primordial de nuestra psique ha sido olvidado en nombre de la civilización, o de unas sociedades en las que muchos no pueden integrarse por intuirlas –y vivirlas- profundamente enfermas. Si la religión fue una vez lealtad al mundo[4], así, la poesía, imposible de desvirtuar a pesar de los incesantes intentos de la mediocre sentimentalidad imbuida de prejuicios banales y sueños de gloria personal, es la vía perfecta para la conexión vital con todos los elementos invisibles que aspiran a la perpetuidad de lo que está más allá -y más acá- de lo que puede el tiempo topografiar, y de lo que se resiste a cualquier calibración en una definitiva medida y que, tan acertadamente, expresara Wordsworth[5]   en aquel vi que sentían, en relación al vínculo vívido e imprescindible con el mundo y sus criaturas.


Francisco Acuyo





[1] Hillman, J.: El código del alma, Edit, Martínez Roca, Barcelona, 1998, pg. 88.
[2] Res o sustancia o materia extensa, reconocible por su extensión (longitud, anchura, profundidad) que constituye(n) su sustancia, cuya realidad física se identifica geométrica y matemáticamente, junto a la res cogitans, identificada por Descartes con la mente, tras romper con la tradición aristotélico- tomista que aceptaba la existencia del alma en vegetales y animales, siendo un producto del ser consciente y volitivo. Véase: Descartes, R.: Meditaciones metafísicas, Espasa Calpe, Madrid, 1984.
[3] Levi-Strauss, C.: El pensamiento Salvaje, Fondo de Cultura Económica, México, 2012.2
[4] Schilpp, P.A.: The Philosophy of A. N. Whitehead, Tudor, New York, 1951, p. 502.
[5] Wordsworth, W.: The Prelude, The poems of Williams Wordsworth, Oxford Univ. Press, London, 1926.



La esperanza, más acá del constructo psicológico-social de la modernidad, Francisco Acuyo

sábado, 17 de diciembre de 2016

EL CARÁCTER DE LA MARCA: EL GENIO POÉTICO (O EL ÁNGEL TRASPERSONAL PARA EL MUNDO)

Para la sección del blog Ancile, De juicios, paradojas y apotegmas, traemos otra entrada, la cual porta el título de: El cáracter de la marca: El genio poético (o el ángel transpersonal para el mundo).




El genio poético (o el ángel transpersonal para el mundo), Francisco Acuyo




EL CARÁCTER DE LA MARCA: EL GENIO POÉTICO

(O EL ÁNGEL TRASPERSONAL PARA EL MUNDO)









Cuántas veces, leyendo poetas clásicos del mundo (ora identificados por un nombre y una trayectoria personal histórica y biográficamente reconocible, ora aquellos anónimos poetas, anfitriones siempre generosos con nosotros, huéspedes ansiosos de toda novedad imaginativa sobre su vida e influencias y tránsito intelectual y espiritual…), intuía de su potencia expresiva y genio creativo un nexo común, transpersonal, diría incluso, no humano, cuyo ángel o duende[1] interacciona con el mundo sensible del lector o amante verdadero de la poesía, más allá de las cualidades individuales (egocéntricas, siempre condicionadas) del que firmaba al pie del poema.

El genio poético (o el ángel transpersonal para el mundo), Francisco Acuyo                Más allá de las relaciones patológicas –con sus perversiones y desviaciones inauditas- que, también se dan, entre el genio y el supuesto dueño del mismo, y que tantos oropeles, por otra parte, proporcionan en la actualidad a una sociedad poco avisada en lo genuino del arte, de la ciencia, de la filosofía, me interesaban los rasgos que habrían de marcar el carácter del genio dueño de estos o aquellos versos excepcionales.  Sí, más allá de la percepción biográfica del genio detectaba rasgos que le hacía común a otros genios, los cuales, en principio, se basaban en la preocupación por la belleza; tenían perfectamente claro que su descuido era desatender, postergar, nada menos que a la Diosa (siempre fértil, creativa) que es la que facilita esa suerte de palingenesia[2] que emparenta sus [3]potencias creativas en un círculo de eterna recurrencia a la que tendrán acceso los convenientemente avisados. Iniciático ritual necesario para no desvirtuar su auténtica naturaleza, se precisa por parte del poeta y del amante verdadero de la poesía (o lo que es lo mismo,  lo genuino creativo que la caracteriza) que participan de cada nueva encarnación (reencarnación), en espíritu sensible, me refiero al que ama y entiende esta verdad profunda y única de la poesía, sí, reitero nuevamente, un paso más allá de lo meramente literario. Por esto es tan rara la manifestación del genio, porque participa de esta inaudita y extraordinaria capacidad de la poesía cual es la creación y que se manifiesta en la mágica verdad de que lo semejante busca a lo semejante

                El daimon[4] platónico en estos genios parece reflejarse en la imagen peculiar de sus destinos, imponiendo con rigor y fuerza incontenible su preconsciente sino, manifiesto tantas veces en la inquietud, la insatisfacción o la impaciencia de su anhelo que precisa con vehemencia la belleza manifiesta en la metafórica o poética expresión parar realizarse y comunicar con el mundo.

                Por todo esto la poesía, pese a quien pese[5], es la elevación de lo orgánico de nuestra vida para otear con amplia perspectiva nuestra alma en el orden y lugar que ocupamos en la tierra, por lo que si, tanto el poeta como el que ama la poesía, apartan su camino de la senda de este daimon se condenan y sufren en el exilio de sí mismos, este abandono es, en fin, la soledad del pecado y de su caída solo superables en la contemplación –y despertar- en la imagen olvidada, abandonada, que habita el corazón del exiliado.


Francisco Acuyo




[1] García Lorca, Federico: Conferencias, Obras completas, Aguilar, Madrid, 1978.
[2] Palin y génesis, lo nuevo creado
[3] Reconocible en los principios de la magia simpatética, véase, Frazer, La rama dorada, Fondo de Cultura Económica, México, 1990.
[4] Según el cual el alma es quien elige su destino y un daimon que la vigila desde el nacimiento para que se cumpla su destino
[5] Los ineptos que quieren reducirla a un ejercicio de expresión literaria chabacano e intelectualmente nulo y emocionalmente vacío en las convenciones de lo sentimentalmente correcto, impuesto y, finalmente, aceptado



El genio poético (o el ángel transpersonal para el mundo), Francisco Acuyo