ALGUNAS
APROXIMACIONES A LA CONCEPCIÓN
DE
LO CREATIVO EN MATEMÁTICA Y POESÍA
HOY día ningún científico – y avisado entendedor de la verdadera construcción
lógica, matemática e incluso artística y, desde luego, poética- pondría en duda
que cualquiera perentoriedad inclinada hacia el necesario rigor –expresivo-
tiene que obedecer siempre a un principio de armonía, y que la búsqueda de la
conformidad con lo sensible, aún en la ficción del acto literario o en la
lógica pura (véase la concepción del infinito) en matemáticas–ya lo advertía Simone
Weil-,[1]
necesita la intermediación del juicio matemático, yo añadiría también el del poético.
La ya proverbial
insuficiencia del logos –logicista y
verbal- y su incapacidad de expresar lo esencial[2]
ha sido y es una constante, la escisión entre el sujeto y el objeto parece
insuperable. La objetividad es sustituida
por las creaciones de las entidades puras matemáticas, que no dejan de
tener su relativo parentesco con las creaciones poéticas, si en realidad lo que
se pretende es que estas no estén sujetas a ningún límite y, a pesar de las
reconocidas y reconocibles antinomias[3]
y ambigüedades, ponen de manifiesto el misterio del pensar, que acaso no es
otro que el enigma de la misma conciencia.
Sucede que el
conocimiento que ofrece la matemática –y también la poesía- excede cualquier
análisis de la misma en tanto que siempre va a resultar más convincente[4]
que cualquiera de aquellos (análisis) que pudiesen llevarse a término. En esto
tiene mucho que ver la concepción del tiempo matemático, que se vincula al del
propio tiempo poético, si es que aquél se origina con el impulso creativo
–matemático o no- y que tiene una estrecha vinculación con los procesos
derivados subjetivos de la misma conciencia que, al final, habrían de ser
responsables inexcusables de la escisión entre sujeto y objeto.
En cierto modo,
la poesía en el desarrollo de su impulso creativo, ha luchado contra las
relaciones causales sobre las que se erige todo el constructo lógico matemático
en el que se edifica su materialidad lógico lingüística, derivando en el
proverbial uso desviado de la lengua –
y de sus principios lógico formales
gramaticales- que la caracteriza. Disputa por cierto, que también se ha
manifestado en el ámbito de la creación intuitivo matemática[5].
El misterio del
origen del impulso creativo –matemático y poietico-
exige, no obstante, en su aceptación personal del mismo, un exilio –o una
renuncia[6]-
al mundanal ruido de lo cotidiano, de su sentido común, de su lógica, aceptando
las paradojas a las que está sometido por el análisis de sus resultados
creativos en los que, como decíamos en otras ocasiones, el todo es más que la
suma de sus partes y que, por cierto, no tiene necesariamente que derivar de lo
estrictamente sensorio empírico, cuestión esta harto interesante, pues viene a
derivar en el abismo supuestamente insalvable entre el saber y el ver de
aquello que se ha creado.
Quienes conocen
de primera mano el producto poético –acaso también el matemático- saben de su
singular anamnesis, y es que aquello
que allí se ofrece como realidad poética parece proceder de la intuición –casi
sueño-, donde la realidad de la naturaleza[7]
esta cartografiada (espacio temporalmente) en nuestro espíritu. Es así que el
producto poético genuino -¿también el matemático?- manifiesto en su signos, símbolos,
ambigüedades y paradojas son el cauce vivo, orgánico, complejo y dinámico
manifiesto hacia la regeneración y la creación de lo que tendrá que venir y que
tantas veces nos trae las reminiscencias del mito.
Mas sobre estas relaciones de la
matemática y la poesía con el mito hablaremos en próximas entradas de este blog
Ancile.
Francisco Acuyo
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[1] Weil, S.: Cahiers, vol
III, p. 143
[2] Véase Brouwer, L.: Collected
Works, vol. I, Amsterdan, 1975, p.6.
[3] Célebre es el teorema de la incompletitud de Gödel a este
respecto.
[4] Zellini, P.: La rebelión
del número, Sexto piso, Madrid, 2007, p. 148.
[5] Brouwer, L.: nota 2.
[6] Zellini, P.: p. 153.