EL CONTINUO POÉTICO
O LA IMPOSIBILIDAD
MECÁNICA DE LA POESÍA
Si en el dominio de la disciplina
matemática se sabe que la recta –real- ni ninguno de sus segmentos son
numerables (Cantor), siempre me paré a reflexionar sobre si la numerabilidad de
determinados elementos –métricos- del verso y del poema no tendría un cierto
parentesco con aquellos elementos geométricos no numerables anteriormente enunciados, ni siquiera en algunos de sus
segmentos (como pudieran ser los componentes métricos, los contables por
excelencia), amén de que, como todos sabemos el constructo del conjunto de los
poemas estará compuesto por los (sub)conjuntos métricos, gramaticales,
lingüísticos, retóricos…. Que están estrechamente vinculados a los métricos y
que, como deducíamos en anteriores ocasiones, tampoco son ordinariamente numerables.
Todo
parece indicar que el ámbito estructural que impulsa y conforma al poema, si lo
tratamos de objetivar, aunque sea en su vertiente métrica, se presenta en
realidad como un continuo orgánico ilimitado que, me recuerda aquella idea
sorprendente del mismo Cantor en el que hacía alusión a la cardinalidad de un
conjunto que, a su vez, hace referencia al número de elementos de dicho
conjunto, por lo que cabe colegirse que en realidad no estamos hablando de un
número (menos aún de un engranaje en la supuesta máquina del constructo métrico
poemático), más bien estamos hablando de una magnitud que pone en evidencia la
sucesión continua del artefacto poético, continuidad que, por otra parte, sigue
indemostrable a día de hoy en el mismo ámbito de las matemáticas[1].
Dada
mi precaria formación matemática, acaso imagino cosas imposibles de comparar,
ya que más proclive a la divagación poético intuitiva, tiendo hacer un
ejercicio de hipótesis -quizá- algo extravagante, en cualquier caso me gusta
pensar que la poesía es el paso más allá mediante el que al menos se intenta
hacer decible la hipótesis del continuo[2].
Radica esto en que la poesía (igual que la matemática, es capaz de manejar
herramientas lógicas para la construcción de los elementos que componen el
verso y el poema, pero también es susceptible de traer aquellos componentes
irracionales (por ejemplo simbólicos) que empujan a otra forma de entendimiento
del mundo como totalidad, en donde se integra la conciencia misma del
individuo.
Si
bien la física, la cosmología, y la misma filosofía están sujetas a la
observación de de lo discreto medible, en la actualidad exponen irremediablemente cuestiones
tan sugestivas como las del infinito, y no ya como expresiones mentales,
abstractas de matemáticas potenciales, sino como realidades actuales que no
dejan de resultar inquietantes (la indivisibilidad del átomo en la física
actual es cosa harto superada),[3]
al menos para el sentir común del entendimiento ordinario, ajeno a las teorías
del cuantum. Me hace pensar todo
aquello que la poesía nos muestra en sus constructos poéticos tan especiales
ese continum indecible e infinito que
se manifiesta a través de las interacciones numéricas cardinales o puntuales
(métricas, por ejemplo). La poesía es una vía de aprehensión organizada,
holística de entendimiento e integración de nuestra conciencia y el mundo, que
en el poema son mostradas como una singularísima realidad que, mi modesto
entender, se sitúan más allá de aquella visión pesimista y negativa del
infinito (así lo percibían Hegel o el mismo Leopardi, acaso Cernuda) como mero
deseo o juego trivial de la imaginación.
El
límite geométrico en el que descansa del vértigo del infinito el pensamiento
mecanicista es la circunferencia (si en verdad esta es el límite de todos los
polígonos), el límite imposible de la poesía, es la visión mecánica de los
elementos vivos e inagotables que la constituyen. De todo esto y más hablaremos
en próximas entradas de nuestro (vuestro blog) Ancile.
Francisco Acuyo
[1]
En 1963, el matemático americano Paul Cohen demostró que la hipótesis del continuo es
indemostrable en el ámbito de los axiomas de conjuntos.
[2]
Relativa a la cardinalidad de los números reales y que fue ofrecida por Cantor,
para firmar que no existen números infinitos entre el conjunto de los números
reales y los naturales, y que extraigo para el ámbito de la estructura métrica
y su peculiar computabilidad.
[3]
Es en verdad extraordinario que en el dominio de la mecánica cuántica, las
teorías que mejor se adaptan a la descripción del mundo subatómico, tratan a
dichos elementos constituyentes,
electrones, quark… como interacciones puntuales o lo que es lo mismo como
puntos de una recta o como números reales con todo lo que esto conlleva.
(Gracián, Enrique, Un descubrimiento sin fin, el infinito matemático, RBA,
revistas, 1987)
No hay comentarios:
Publicar un comentario