Proseguimos con la cuestión de las falsas apariencias en el mundo de la literatura que quiere ser poesía, para la sección De juicios, paradojas y apotegmas, del blog Ancile; esta vez bajo el título: La intriga de la anécdota o la falsa poesía.
LA INTRIGA DE LA ANÉCDOTA
O LA FALSA POESÍA
Siguiendo el hilo argumental de la anterior entrada,
veremos que la vuelta al dogmatismo de
la anécdota - reflejo último del proceso: Planteamiento, nudo y desenlace -
surge como pretensión impuesta ante las nuevas necesidades del lector que nacen, curiosamente, manumitidas de forma subrepticia, no se sabe si por crear
afinidades presupuestadas para encaramar nombres y corrientes, o como encaramiento
al negocio literario inmediato.
El otro rasgo pretendidamente distintivo - y no menos
paradójico es que frente a aquellos que hacen cara al lupanal narcisista de la
burguesía muy siglo XIX enarbolando esproncedas y esgrimiendo pretendidos
argumentos y pretenciosas posiciones, plantean una política literaria
insostenible que nada en la superficialidad, mirando hacia la alienación e
infelicidad del individuo y sus asuntos cotidianos; confundiendo el compromiso
global con un mundo de ego y objetos que
acaban por adulterar el ser de la verdadera relación, de lo social auténtico del ethos o como impulso solidario. Así se olvida
que el verdadero compromiso del poeta radica en el acto creativo, sustancia y
esencia de la poesía misma.
Si como seres sensiblemente
conscientes llevamos lo que es éticamente natural –lejos del artificio fariseo
de lo que es conveniente (para el que lo instiga) y se quiere para los
otros, relacionamos la dimensión estética con la ética de aquello que
cotidianamente utilizamos con las necesidades de esta conciencia sensible a los
otros; quizá entonces podamos valorar cualidades que pueden ir desde la belleza
a la valoración moral o social, y es que la poesía está llena de significados
incomprendidos que exigen siempre evocación e interpretación. Y es que el
aporte solidario y de compromisos reales en la poesía, nace como impulso,
crecimiento y expansión de la conciencia, la cual no puede estar sujeta a la
tiranía de la anécdota interesadamente convenida.
Francisco Acuyo
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