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martes, 14 de noviembre de 2017

LOS EMPERADORES HISPANOS DE LA ROMA MÁS ESPLENDENTE

Prosiguiendo con la singular Historia que recoge la sección, Historia de un Diario, del blog Ancile, traemos una nueva entrada que lleva por título: Los emperadores hispanos de la Roma más esplendente.


Los emperadores hispanos de la Roma más esplendente.Francisco Acuyo



LOS EMPERADORES HISPANOS

 DE LA ROMA MÁS ESPLENDENTE




Los emperadores hispanos de la Roma más esplendente.Francisco Acuyo




Tarraco, una de las capitales más influyentes del imperio, erige a divo Augusto el primer templo al imperator, dando lugar con posterioridad a que las familias de este afiancen en la Hispania el impulso de la economía hacia buena parte de sus provincias. La Hispania de los Flavios vio, por mediación de Tito (hijo y sucesor de Vespasiano) el sometimiento y la primera diáspora del pueblo judío, cuyos muchos de sus hijos acabarían teniendo singular asentamiento desde entonces en la Hispania. Cuenta de estos y otros posteriores momentos darían nuestros legajos, y entre ellos de manos del historiador de este Diario, podía leerse en sus escritos lo siguiente:
El muy apreciado Nerva, del clan hispano, pudo con no poca dificultad dictar designios muy favorables para la Hispania, y con la adopción de Marco Ulpio Trajano, jefe de la séptima legión (hispana)  dio opción para el primer imperio de Roma regido por un Hispano. Así el gran Trajano dejó indeleble y rica huella en nuestra tierras en su mandato (el arco de Bará, el acueducto de Segovia, el puente de Alcántara, el embellecimiento de Itálica y una expansión de Roma hacia los máximos límites (limes bárbaro) conocidos, extendidos hasta la Dacia y la misma Partia. […] (Sic).
Los emperadores hispanos de la Roma más esplendente.Francisco Acuyo
El filósofo entronizado en Roma, Adriano, que unificó la Hispania en su máximo grado, y que a la sazón sería el segundo emperador hispano, dio testimonio de tal sentimiento de unidad con la realización de las monedas en las que aparece Hispania como conjunto unitario. De él quedan extraordinarios rasgos como el arco de Medinaceli y la configuración final de Itálica que fueron sin duda reliquias de imposible olvido dejados por este noble emperador.
También hubo de dejar la impronta de la sangre hispana en otro de los más grandes emperadores, Marco Aurelio. Así contaba nuestro autor de la Historia lo siguiente: En la Piazza del Campidoglio, el bronce imponente de Marco Aurelio, ya perece, con su imperial gesto, ofrecer un dejo de estoica ironía (no en vano pudo confundirse durante siglos con el emperador gran protector de la  iglesia, Costantino, a conservarse durante tanto tiempo), que extraído en la inspiración de su obra espectacular de los célebres Soliloquios.[1] El verissimus[2] relato de sus meditaciones son cuna inmortal de francas reflexiones que serán imperecederas para las generaciones, pues, que es el mundo y sus frugales y vanidosas contingencias: “átomos o cosas indivisibles. Y en suma, si hay Dios, toda va bien; si todo discurre por azar, no te dejes llevar tú también por el azar[3].” El inmortal imperator, acaso deja su ascendencia hispana también en la huella de sus juicios imperecederos. No puedo sino deleitarme todavía con el eco de su voz impreso en mis oídos y que pudo ser inspiración del Euis heauton,  su Manual íntimo, de  este insignificante
Los emperadores hispanos de la Roma más esplendente.Francisco Acuyo
diario que ahora leéis y que no busca dejar personal y vana huella, si es que en verdad “Sencilla  y respetable es la misión de la filosofía”. Que no puede inducir a la vanidad.[4]
Sería, al fin, Septimio Severo, superado ya el siglo III quien habría de conseguir el restablecimiento del orden en una Hispania sumida en el caos por posteriores nefandos gobiernos, llegando a crear la provincia de Galicia, y donde se pudieron asentar los cimientos de la que sería la España actual. Llegado a este punto nuestro enigmático historiador relataba con dosis de emotiva confianza en su trasegado discurrir de nuestra historia:
No me canso de repetir, sobre todo en este momento de nuestro devenir histórico, las sabias palabras del mejor guía o mentor que tener pudiese, si viene de  la sabiduría del gran Marco Aurelio: “Estas son las rotaciones del mundo, de arriba  abajo, de siglo en siglo. Y, o bien la inteligencia del conjunto universal impulsa a cada uno, hecho que, si se da, debes acoger en su impulso; o bien de una sola vez dio el impulso, y lo restante se sigue, por consecuencia… Pues, en cierto modo, son átomos o cosas indivisibles. Y, en suma, si hay Dios, todo va bien; si todo ocurre por azar, no te dejes llevar tú también por el azar”[5].

Llegará un momento nuevo en el que la espiritualidad de esta nación y sus instituciones militares, encontrarían fundamento de enorme solidez, todo lo cual tendría que ver con la llegada (anónima) del cristianismo a nuestra tierra. Cuestión de la que nuestro narrador dará cuenta en una próxima entrada.



Francisco Acuyo




[1] O Meditaciones.
[2] Así los calificaba el gran Adriano
[3] Marco Aurelio: Meditaciones, libro IX, Gredos, Madrid, 2001.
[4] Ibidem.
[5] Ibidem.


Los emperadores hispanos de la Roma más esplendente.Francisco Acuyo

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