Para la sección, Ciencia, del blog Ancile, traemos un nuevo post que lleva por título: Del principio antrópico a la conciencia cuántica. Una imagen mental del mundo.
DEL PRINCIPIO ANTRÓPICO
A LA CONCIENCIA CUÁNTICA.
UNA IMAGEN MENTAL DEL MUNDO
La naturaleza corpuscular (o
cuántica) de la materia es hoy día indiscutible, así lo acreditan los físicos
más reputados (ya desde Leucipo, Demócrito, Lucrecio… hasta Einstein y todo el
linaje posterior de físicos cuánticos hasta la actualidad), que describen la
realidad como un espacio en el que las partículas se atraen a través de fuerzas
–eléctricas y magnéticas-, y donde los conceptos de masa y energía no son sino
caras de la misma moneda, sujetos a procesos que los transforman unos en otros
(de igual modo que son ambivalentes el campo eléctrico y magnético o el espacio
y el tiempo –Relatividad General de
Einstein-). Se añade en ocasiones que la descripción matemática del cosmos no
es tanto un conjunto de ecuaciones, sino una imagen mental del mundo[1].
No obstante, toda la fenomenología física del universo parece que quiere
remitirse a un conjunto de interacciones de todos (pongamos como
ejemplo la luz y su naturaleza corpuscular, los fotones), según las
descripciones de la mecánica cuántica –principio de incertidumbre-, no existen
siempre, sólo cuando interactúan con otras partículas (salto cuántico), y cuya
materialización se lleva a cabo en virtud de dichas interacciones.
Dicho
lo cual, surge necesariamente una interrogante, ¿cuál es la naturaleza de ese
aspecto relacional o interactivo? Todo parece indicar que el determinismo
propio del método científico se pone en cuestión, ya que queda sujeto a la
probabilidad de que el objeto cuántico se manifieste a través de este o aquel
valor de una variable de – la dicha controvertida azarosa- interacción. Nosotros ponemos en duda
el azar de dichas interacciones que, a la postre, acaban configurando la
realidad física de lo que sea el mundo. Finalmente se infiere que la realidad
es el mundo de acontecimientos elementales mediante el que las cosas adquieren entidad. [2]
Puede, en fin, colegirse que el mundo no está compuesto tanto de cosas como
procesos sujetos a interacciones diversas, todo lo cual lleva a debatir la
cuestión inevitable de ¿cómo influye un sistema físico en otro?
Al
fin, para la correcta descripción de la realidad material (física) del mundo,
habríamos de hacer confluir un espacio tiempo –curvo- continuo (Einstein), con un espacio tiempo plano, donde sólo
existen los paquetes cuánticos manifestándose discretamente en forma de
energía. Esta gran paradoja expuesta entre las dos teorías físicas no resulta
fácil de combinar ambas coherentemente, aun funcionando las dos de manera
independiente. La concepción de una teoría cuántica de la gravedad se ofrece
como una alternativa de solución a este aparente contrasentido. Quiere
exponerse como una visión cuantizada del mismo espacio tiempo, donde el
primero, el espacio, tiene un carácter [3]
Obsérvese que hasta este momento no se ha hecho referencia alguna al concepto
de observador, e inevitablemente a algún tipo de conciencia interviniente en
dicho proceso. Diríase que el afán por sujetarse al método positivo estricto y
mecanicista de la ciencia, quisiera explicar el ámbito de lo cuántico (cuando
en realidad la referencia al observador es básica para su funcionamiento físico
y matemático). Esta resistencia por algunos físicos aun en el mismo ámbito de
la teoría cuántica por hacer referencia a la conciencia es el motivo central de
esta y otras posteriores entradas de este blog y que iremos ofreciendo
paulatinamente. Tengan este primer post por una semblanza introductoria sobre
una temática en verdad fascinante.
Francisco Acuyo
[1] Rovelli,
C.: La realidad no es lo que parece, Tusquet, Metatemas, p. 86-87.
[2] Ibidem,
p. 123.
[3] Ibidem,
p.164.
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