Para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, traemos una nueva entrada que lleva por título: Objeto y sujeto de la conciencia: La lengua poética.
OBJETO Y SUJETO DE LA
CONCIENCIA:
LA LENGUA POÉTICA
¿QUÉ sabemos realmente de la
conciencia? ¿Lo que discernimos a través del juicio científico es suficiente?
¿Acaso hemos depositado nuestra fe en el saber de todo en la ciencia como si
esta estuviera investida una suerte de carisma o don mediante el cual podemos
dar respuesta a absolutamente todo? ¿Es la conciencia hija directa única de un
proceso fisiológico –neurológico, concretamente- que depende exclusivamente del cerebro? ¿No
es la conciencia parte también de alguna especie de dinámica cósmica? Todas
estas interrogantes ya han sido barajadas en otras ocasiones con más o menos
detenimiento en estas páginas,[1]
pero queremos tratarlas ahora desde una óptica diferente.
Si
atendemos a los fenómenos y manifestaciones de los procesos psíquicos que
atañen a los conceptos de conciencia, mente, pensamiento, verán que a lo largo
de la historia se han atendido en virtud de la separación del sujeto que tiene
dicha conciencia y el potencial objeto que ella supone, como elemento de
estudio. Las experiencias emocionales del cuerpo se han mantenido (en
occidente) como originales y dependientes siempre de su fisiología material y
nunca separados por una supuesta experiencia mental independiente de aquel
vínculo tangible. A lo más que se ha llegado (Descartes) es a una separación
dialéctica (rex cogitans – rex extensa)
que filosóficamente ha perdurado durante siglos, o a una adaptación dualista de la mente en
relación a las propiedades (Huxley) o de las sustancias (Platón). De todo ello tengo que reconvenir con Jung
que el hombre, como dueño de la ciencia de la naturaleza, sabe muy poco de
aquella en su interacción con el hombre mismo.[2]
El poder de la ciencia es el poder de la mente, con esta aseveración cerraríamos
el círculo de lo que el pensamiento mecánico positivo entiende en relación a la
conciencia.
El
lenguaje, decíamos,[3] será la forma de expresión por excelencia del
pensamiento. La conciencia del logos se adquiere mediante la palabra, pero,
¿hay una forma de expresión (o de lenguaje) que esté más allá (o quizá más acá,
antes de) nuestra gramática instrumental fundamentada en la lógica y la razón?
Si han podido atender a otras muchas demandas de este modestísimo pensador
verán que siempre acaban en la misma conclusión: de existir es el lenguaje
poético. ¿Es verdad que la enunciación inteligible lo es todo?[4]
¿Tiene sentido sólo una poética de la razón? ¿La paráfrasis, la metáfrasis, la
analogía expresas en el uso desviado del verso tiene algo que decir al
respecto? ¿El sujeto y el objeto poéticos participan de aquella separación
dialéctica cartesiana? La retórica reconocible en el discurso filosófico (que
se expresa, según Althusser) sólo con metáforas, ¿en qué se diferencia del
estrictamente poético? O lo que es lo mismo, ¿qué distinción encontramos en el
discurso metafórico del filósofo y el del poeta?
Las
ya proverbiales y acaso saturadas explicaciones sobre las vinculaciones entre
la música y poesía: cadencia, ritmo, armonía, entonación… pueden describir
diferencias evidentes entre la poesía y su estructura discursiva y la
filosófica, no digamos ante toda la complejísima componenda simbólica de la
poesía. Mas también habría de cambiar el concepto mismo de conciencia, mente o
pensamiento poéticos en este punto. ¿Es, pues, posible, una conciencia, una
mente un pensamiento poéticos? ¿Incidirán estos a su vez en lo sean la
conciencia, la mente, el pensamiento? O, por el contrario, habrán qe someterse
al dictum de la ciencia respecto a lo
que aquellos sean. Seguiremos en próxima entrada de este blog redundado sobre tan fascinante
temática.
Francisco Acuyo
[1] Acuyo,
F.: Ancile, ver las referentes al fenómeno de la conciencia que son muy
numerosas.
[2] Jung: C.
G.: Op. Cit. pág. 172.
[3] Acuyo,
F.: Ancile: La percepción del yo y el lenguaje interior; Poética del lenguaje y
la filosofía de la mente.
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