Proseguimos con las anteriores disertaciones de esta sección de Pensamiento, del blog Ancile, al albur de las dramática situación expuesta por la pandemia del coronavirus, y todo bajo el título general de: Donde yo soy tú y tú eres yo: la voz unánime de la humanidad, El covid 19.
DONDE YO SOY TÚ Y TÚ ERES YO:
LA VOZ UNÁNIME DE LA HUMANIDAD, EL COVID 19
Hay momentos en el devenir existencial de la humanidad (acaso sea este uno en especial importante) que es preciso reconocer al verdadero actor, adalid insigne de la humanidad. Será aquel que reconozca en su interior la verdad del exterior como una misma realidad. El espejo del mundo es en verdad el reflejo de cada cual en su interior, y en este hecho se ha de inferir cualquier verdadero conocimiento.
La realidad última es lo único en lo diverso, y en este caer en la cuenta radica el verdadero entendimiento genuino. La colectividad, en circunstancias tan dramáticas como las que nos toca vivir, es la que ofrece –acaso inconscientemente- este conocimiento singular, donde la unidad radica precisamente en la multiplicidad de los que sufren.
Aquellas culturas antiguas, remotas, que se nutrían simbólicamente de los aspectos naturales, paisajísticos del mundo, diríanse renacer en estos días de recogimiento forzado y forzoso, y aparecen en nuestros ámbitos de convivencia en forma del saludable decrecimiento del ruido, de la polución y en el renacer del sonido de la naturaleza, los pájaros, el viento, los pasos aislados de algún viandante inopinado… de nuevo los factores naturales vienen a protegernos: los árboles, los montes, las aves…. y se ofrecen a los hombres como verdaderos santuarios. El templo del mundo se abre a todos en el reconocimiento y valor de la naturaleza.
Diríase que las ciudades modernas se abren, como antaño, a los cuatro puntos cardinales del universo, y se vierten ante nuestro entendimiento como el símbolo que acaso nunca debiera haberse olvidado, el eje vertebrador de la vida en comunidad vinculado a las gracias salvajes de la naturaleza.
Reconocemos en nuestras ciudades La Ciudad –universal- del mundo, fuente de existencia y plenitud, donde lo bello y lo siniestro, la bondad y la vileza pueden aparecer en cualquier momento. El panta rei - πάντα ρεῖ- (El todo fluye) heraclitano está animado por polemos (el conflicto, la guerra), y la guerra será, al fin, el padre de todas las cosas, el cual se hace más patente que nunca en esta contemplación: el caos tenderá a lo hermoso de todo equilibrio, mas, desde esta observación entenderemos que todo se engendra de la más implacable discordia.
Estos momentos de confusión y de ruptura será la mejor atalaya desde la que examinar los fragmentos de eternidad que la constituyen. Mirador desde el que considerar que la eternidad es demasiado grande para contemplar y entender desde la óptica humana.
Incidiremos –modestamente- en esta cuarentena nuestra sobre tamaña y capital cuestión que afecta a día de hoy a la humanidad toda, será esto en próximas entradas del blog Ancile.
Francisco Acuyo
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