Traemos para la sección Pensamiento del blog Ancile una nueva entrada que lleva por título: El tiempo ante la lógica del fe en un eterno presente.
EL
TIEMPO ANTE LA LÓGICA
DE
LA FE EN UN ETERNO PRESENTE
Cuando un personaje del
talento y profundidad espiritual de Gödel llega a conclusiones filosóficas de
tan hondo calado desde la ciencia física,[1]
cuestionando la realidad del tiempo, para distinguir lo que es ahora de lo que no es, e inferir que,
el tiempo, tiene sólo la trascendencia de
una obstinada ilusión[2].
La naturaleza de la existencia humana parece obtener un significado harto
especial con el ahora, incluso para un positivista recalcitrante como lo era
Karnap, ahora, para quien todo indica que la misma física no puede hablar.[3]
Las relaciones de esa creencia ¿extraña? en un hombre de
ciencia moderno no deja causar estupefacción para el científico netamente
positivista. Indagar en la física para concluir filosóficamente, primero, y
trascendentemente después, para mostrar
al mundo las profundidades del ser y el tiempo[4]
y establecer una vertebración muy necesaria entre el conocer y el ser (la epistemología
y la ontología). Acaso la intuición de lo trascendente pone en equilibrio ambas
formas de entender el mundo.
Para saber qué es lo que queda del tiempo después de la teoría de la relatividad es necesario reconocer los límites de los métodos formales para poder entender y considerar correctamente las intuiciones derivadas de dichos conceptos intuitivos. Los casos límite (como puede ser el tiempo como ahora trascendental) llevan al desarrollo de Gödel de una fórmula demostrablemente indemostrable, pero intuitivamente verdadera,[5] donde los viajes en el tiempo son posibles (en los universos de Gödel), pero porque el tiempo es inexistente.
La diferencia entre lo formal y lo intuitivo se traslada
al concepto mismo de tiempo que llevará a la idea trascendental de que sólo el
presente existe en realidad, como una suerte de capas de ahora que vienen a la existencia de manera sucesiva.[6] La
consecuencia más asombrosa de esta indagación será que este universo hipotético
sin tiempo, aunque no case con lo que entendemos grosso modo por tiempo real,
se eleva como una posibilidad manifiestamente posible porque es lógicamente
necesario, y por tanto real.
Es muy digno de reseñarse que esta posibilidad que lleva
a lo real es un fundamento capital para establecer un argumento ontológico, de
importancia enorme para buscar un fundamento racional de la fe (véase San
Anselmo, Descartes y Leibniz). Gödel llega a conclusiones similares a través de
su razonamiento de la posibilidad de lo trascendente para llegar a lo trascendente
mismo.
Podemos afirmar que en virtud de las dos grandes
revoluciones conceptuales del siglo XX (el destronamiento de la física clásica
por gracia de la incertidumbre de Heisenberg y los fundamentos establecidos por
Kurt Gödel en matemáticas[7]
expreso en su teorema de la incompletitud, y que a tenor de ellos muy bien
podía haberse llegado a la superación definitiva del positivismo cientifista,
abriéndose nuevas perspectivas para la comprensión de la intuición de lo trascendente.
En próximas entradas del blog Ancile abundaremos sobre
esta cuestión y otras relacionadas que son de seguro provecho y mucho interés.
Francisco Acuyo
[1] Concretamente de la teoría de la
relatividad, de su caro amigo Albert Einstein.
[2] Kurt Gödel, en Fölsing, A.: Albert Einstein, Penguin Books, Nueva
York,1998, pág. 741.
[3]
Karnap, R.: Autobiografía
intelectual, Paidós Ibérica, Barcelona 1992, pág. 37-63.
[4] Yourgrau, P.: op. cit. pág. 147.
[5] Ibidem, pág. 150.
[6] Ibidem, Pág. 165.
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