Proseguimos la misiva de Antonio Carvajal en torno al verso de 13 sílabas que, por cierto, no tiene desperdicio y recomendamos vivamente su atenta lectura; carta, digo, que incluimos en la sección De la métrica celeste del blog Ancile, y que lleva por título: Hilo de voz.
HILO DE VOZ,
POR ANTONIO CARVAJAL
Querido Francisco Acuyo: Tiempo le ha faltado a ése hirsuto
granadino (con tilde en el señalador, para señalarlo mejor: lo
subrayado consta de 13 sílabas) para reprocharme que en mi carta anterior no
mencionara a nuestro buen amigo y excelso teórico don José Domínguez Caparrós
(las consonancias y asonancias en ó son rebeldías del idioma; pero es curioso
que, dando el nombre de nuestro admirado profesor un eneasílabo eufónico, con
el tratamiento alcanza un decasílabo nada común, con acentos en 3ª, 5ª y 9ª y
de gratísimo son al oído. Esto de considerar las señas de identidad modelos de
versos da cómodas alegrías, como que del tuyo puede arrancar un romance o una
espinela, y alguna pesadumbre como que del mío, un eneasílabo con acento en 6ª,
no broten decires garbosos). Pues bien, imitando el habla de Cantinflas, debo
reconocer que hay bastantes impacientudos que lo estropean todo. Era mi
propósito escribir tres cartas sobre el tridecasílabo, la que ya tienes, esta
que va creciendo y una tercera en la que habría de recomendar la lectura del
estudio que el Sr. Domínguez Caparrós dedicó a los sonetos tridecasílabos de
don Miguel de Unamuno a la vez que recupera, defiende e ilustra las teorías de
don Sinibaldo de Mas, presunto inspirador de ciertos metros de Rubén Darío. Pero
el desabrimiento granadí altera mis planes, por lo que paso a decirte que el
Sr. Domínguez Caparrós me hizo volver a los libros de don Miguel de Unamuno.
¡Cuánto se lo agradecí, cómo me ha rejuvenecido! Con don Miguel aprendí casi a
pensar y mucho a discutir. Pues bien, suelen citar un poema de Don Miguel en Teresa
para ilustrar el uso (sin abuso) del tridecasílabo, la rima 38, que
comienza así:
Cada vez que tu nombre pronuncio, Teresa,
viviendo deshecho,
me parece que el cielo la boca me besa;
renace mi pecho;
Ay, se han
saltado el 22, que empieza diciendo:
Como el último vuelo de un pájaro herido
que vuelve a su nido
cantaba,
y su hilito de voz por el aire sereno
de dulzores lleno
surcaba.
Qué preciosidad, qué bien mantenía el poeta la pulsación del
compás anapéstico uniforme, sea en el poema 38:
Cada vez/ que tu nom/ bre pronun/ cio, Tere/ sa, vivien/ do deshe/ cho,
3 6 9 12 15 18
sea en el 22:
Como_el úl/ timo vue/ lo de_un pá/ jaro_heri/do
que vuel /ve_a su ni/ do canta/ ba,
3 6 9 12 15 18 21
¡Con razón, Teresa es un homenaje vivo a Bécquer!:
y_estas pá/ ginas son/ de_ese ‘ him/
no caden/ cias que_el ai/ re dila/ ta_en las som/ bras
3 6 9 12 15
18 21
Como te gustan los números, anota que Bécquer acoplaba 10+12 y
Unamuno lo hizo con 13+6+3; total, 21+1=22, o sea, el canto agudo de los
campanilleros, pero a lo llano:
A la puer/ta de_un ri/ co_avarien/ to llegó/ Jesucris/ to_y
limos/ na pidió
3 6 9 12 15
18
21
aunque don Miguel no se ataba demasiado cuando no le convenía
ponerse redicho y sometía el compás a la idea, se desnudaba el uniforme y
quedaba mixto por su propio mero imperio:
y su_hili/ to de voz/ por el ai/ re sere/ no de dulzo/res
lle/ no surca/ba.
3 6
9 12 16 18 21
Las cosas del rector de Salamanca, mantiene el pulso en el
tridecasílabo, difícil verso poco usado, y falla en el comodísimo hexasílabo. O
no falla. La quiebra de compás en el propio tridecasílabo ya la dibuja don
Sinibaldo de Mas en su teoría y en su práctica, así, por ejemplo:
Las modestas vïolas rapazuelos tiernos
3 6 10 12
y, por otra
parte, como no era don Julio Herrera y Reissig ‒ni Antonio Carvajal‒, puso
dulzores habiendo podido poner almíbares, pero no quiso, aunque ya se sabe que
los de Bilbao pueden nacer donde quieran y hacer lo que les plazca. Por
ejemplo, sabía elaborar muy bien los versos alejandrinos a la española sin
necesidad de recurrir a la francesa para remediar desajustes que algunos
críticos ven cuando no quieren oír los tridecasílabos de sus sonetos. Basta
leer el poema 27 de Teresa,
cuyos son estos ocho pareados iniciales:
Eran dos medallones tallados en la
piedra;
medio ocultos estaban por un manto de
yedra.
Ella y él enlazados por guirnalda de
rosas
que, como una balanza, partía de las
fosas
de los ojos vacíos de calavera pura
que la yedra vestía con su pía
verdura.
Era la hechura dura; la piedra era
granito;
el dintel de una puerta perdida al
infinito.
Pareados que me sirvieron de modelo para uno de mis poemas de Tigres
en el jardín, que son evidentemente alejandrinos, modernos como es debido,
con sus manifiestas consonancias internas ad libitum y que resuelven las dos
únicas dudas métricas que el texto plantea, la díéresis en ‘ruina’,
ojo de la ruina, rebojo de la gloria,
porque, como le ocurre
al ‘suave’ del citado verso de don Sinibaldo, si no se pronuncian con azeuxis las
vocales contiguas ni su verso es de 13 sílabas ni el de don Miguel lo es de 14,
como hay que respetar las reglas españolas que prohíben la sinalefa entre los
hemistiquios del alejandrino para que lo sea, y no un tridecasílabo, el que
cierra ese su poema:
respondiste mirando al señero dintel.
Como te digo, el estudio
del Dr. Domínguez Caparrós sobre los sonetos tridecasílabos del Sr. Unamuno es
impecable, no tiene desperdicio y, en mi opinión, sirve para entender la elección
del tridecasílabo por el autor para impedir la recitación autómata de sus
poemas, que entiendo que han de ejecutarse como sonetos y no como sonatinas. Se
lee en el prólogo a Teresa, edición de Renacimiento, Madrid, quizá 1909:
En
Unamuno se ve la necesidad que urge al alma del verdadero poeta, de
expresarse rítmicamente, de decir sus pesares y sentires de modo musical. Y en
esto hay diferentes maneras, según las dotes liricas del individuo; y no porque
una música no se parezca a la del autor por vosotros preferido, hemos de concluir
que no es buena. No todas las aves tienen el mismo canto, como todas las flores
no tienen la misma forma ni el mismo perfume. […] Unamuno es un fuerte poeta
[…] Para expresarse así hay que saber mucha armonía y mucho contrapunto.
Rubén Darío lo escribió y lo firmó. Yo seguiré en los trece.
Tuyo,
Antonio Carvajal
Desde Motril, a 4 de abril del 2021
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