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viernes, 19 de noviembre de 2021

LA NO LOCALIDAD (OBJETIVIDAD) DE LA REALIDAD DEL MUNDO: EL SIGNO CAPAZ DE IDENTIFICAR SIGNIFICADOS EN UN INFINITO DE SUCESOS

Bajo el largo título: La no localidad (objetividad) de la realidad de los fundamentos elementales del mundo: el significado capaz de identificar significados en un infinito de sucesos, traemos un nuevo post para la sección de Ciencia del blog Ancile.


 LA NO LOCALIDAD (OBJETIVIDAD)

DE LA REALIDAD DE LOS FUNDAMENTOS 

ELEMENTALES DEL MUNDO:

EL SIGNO CAPAZ DE IDENTIFICAR

SIGNIFICADOS EN UN INFINITO DE SUCESOS


La no localidad (objetividad) de la realidad de los fundamentos elementales del mundo: el significado capaz de identificar significados en un infinito de sucesos, Francisco Acuyo


Si la mecánica cuántica, en muchas ocasiones, apuesta por la sentencia -universitaria e investigadora- de,  no preguntes el por qué de la misma (mecánica cuántica) y calcula, y para colmo del asombro al sentido común ofrece -con sus paradojas, ya incidíamos en esto en anteriores entradas- será porque ofrece una perfecta descripción de la naturaleza y sobre todo del funcionamiento de lo más ínfimo de la materia, amén de adecuarse idóneamente a la articulación y marcha de mecanismos (tecnológicos) de la más diversa índole. No obstante, todo esto nos lleva a una situación que debe implicar necesariamente una seria reflexión, más allá de sus incontestables éxitos científico descriptivos y prácticos; ponderación que debe ir de la mano de los significados que puedan extraerse de esta extraña y aparente, al menos, dicotomía entre su teoría (cuántica) y su praxis (mecánico cuántica) totalmente coherente e incontestable en sus descripciones de las partículas subatómicas y en sus realizaciones tecnológicas. Por la tanto, consideramos y seguiremos insistiendo en que es muy relevante identificar la semiótica en la que se mueven aquellos signos (matemáticos y lingüísticos) que la definen y la conforman singularmente.

                La problemática de la medición en física cuántica es proverbial desde sus primeros balbuceos como teoría y como vía puntera de aplicación funcional tecnológica, y  lo será porque pone de capital relieve la necesaria y fundamental intervención de la conciencia (del observador) y de su interacción como elemento de perturbación -por decirlo suavemente, puesto hay quienes afirman su total necesidad- en la fenomenología material de las partículas elementales. Mas, ¿no es el hecho de medir, de cuantificar, una manera a veces raramente subrepticia de interpretar los fenómenos físicos? Para la medición correcta se precisa de la aceptación de patrones que han de encajar con nuestra concepción de las supuestas constantes del espacio y de tiempo, pero hasta qué punto dichas constantes no conforman parte de la conciencia? ¿Y si la propia conciencia no fuese un fenómeno estrictamente subjetivo, sino que forma parte del todo que conforma la realidad de lo que entendemos como universo? ¿Pero, no será la conciencia objeto de estudio extracientífico, o, al menos fuera del curso legal metodológico de la ciencia física?  En otra ocasión pasada advertíamos: Las indagaciones sobre los diferentes porqués sobre la interacción de nuestras conciencias con el mundo y del posible sentido de la realidad que inunda nuestras vidas se dice que es propósito de otros dominios del saber (casi siempre cuestionados por la ciencia empírica), como es la filosofía (en sus diferentes vertientes incluida o, sobre todo, especialmente discutida, la metafísica) o incluso la religión,* deberíamos añadir también de la ciencia de la semiótica.

                Estas interrogantes atribuidas a lo que denominamos realidad material objetiva (acaso ingenuamente) derivan con precisión de la observación del mundo de los signos y sus relaciones con las representaciones de una supuesta realidad objetiva. ¿Pero, esta analogía podrá ser compatible, nada menos que con la realidad a la que quieren acceder las ciencias naturales que entienden además su objeto de estudio como una entidad objetiva y determinista?

La no localidad (objetividad) de la realidad de los fundamentos elementales del mundo: el significado capaz de identificar significados en un infinito de sucesos, Francisco Acuyo

                Todo parece indicar que el potencial problema de lo que la realidad sea parte de una aceptación capital que se infiere de la propia física de los constituyentes íntimos de la materia, aceptación que trata de explicar y aplicar la física cuántica para un óptimo entendimiento material de cómo funciona el mundo; pero, en modo alguno atiende o  responde al significado que puede presuponer el aparato de la teoría que sustenta dicha teoría, y que en cierto modo conlleva también la interrogante (John Wheeler) de indagar no tanto el porqué funciona, sino de dónde proviene tal optimización y adaptación a la realidad de dicha teoría. Aquí se debate intrínsecamente otra cuestión capital, a saber: que cuando hablamos de signos (formales de la matemática o de la lógica matemática y de los signos y símbolos lingüísticos de carácter intuitivo), veremos que no resulta nada fácil establecer claras distinciones entre  unos y otros, acaso porque tales distingos son artificiosos cuando no espurios.**

                Si, como ya adelantábamos, distinguimos entre lo que es la mecánica y la teoría cuántica[1], que a su vez parecen debatirse entre dos visiones distintas: instrumentalista y realista,[2] en modo alguno, si lo miramos detenidamente, observamos que no serán satisfactorias sus posturas para explicar el o los significados que puedan extraerse de dicha teoría, llegando incluso a plantearse la imposibilidad científica de encontrar posibles significados para la sazón de su realidad práctica. En verdad es que este debate es antiguo, y viene a resumirse en la idea referida anteriormente: La realidad –empírica- del mundo como un hecho incuestionable abarca el objeto de entendimiento del científico (y del matemático que aplica su disciplina a la descripción de dicho objeto), como indiscutible fin –y principio- de su disciplina de conocimiento,[3] ante lo cual no cabe sino preguntarnos si las teorías científicas no han de intentar representar la realidad, sino que deben ser instrumentos para manejarse en el mundo.[4]

            Pero la cuestión es que, al margen de la interpretación de los signos (a nuestro juicio claros) que conforman la representación de la realidad en la teoría cuántica, la efectividad de la teoría es (o debe ser) un síntoma de un aspecto muy importante de la realidad [5] que nosotros no enjuiciamos ni ponemos en duda. Pero al albur de que las leyes de la física clásica han quedado en este ámbito periclitadas (pues en el dominio de la teoría cuántica no serán capaces de determinar nada, a no ser  probabilísticamente para la obtención de cualquier medida), será que nos encontramos en  una lucha contra el prejuicio determinista del mundo que nos impide aceptar la presunta aleatoriedad que insiste en mostrarnos la misma naturaleza. Es así que no podemos evitar que la interpretación de la teoría cuántica no solo nos invite a superar el determinismo clásico, sino que la susodicha interpretación sea objeto de estudio merecedor de atención para el método científico, y desde luego para la misma semiosis, y todo para que intente indagar en sus significados,[6] que acaso emparentan también con el lenguaje conque nos habla la naturaleza.

            Veremos más y nuevas aproximaciones sobre este asunto en próximas entradas del blog Ancile.

 

Francisco Acuyo

 

 



*Acuyo, F.: Blog Ancile, El signo lingüístico y matemático y el símbolo poético  https://franciscoacuyo.blogspot.com/2017/02/el-signo-linguistico-y-matematico-y-el.html?spref=fb&fbclid=IwAR3jWoh-SG-lgHK2ExuOdCNCZ9taKYhx5p8dy5Z8YVPYCL7fQjK1bu_0BKE

** Ibidem. 

[1] La mecánica cuántica como una sistemática de carácter matemático mediante el cual algunas teorías físicas funcionan a la perfección a la hora de aplicarse de manera efectiva. La teoría cuántica, por otra parte debería entenderse como un conjunto de hipótesis basadas en abstracciones probabilidades que se debería desligar de las aplicaciones prácticas.

[2] S. Weiberg, visto con anterioridad en este debate.

[4] Cabello, A.: El puzzle de la teoría cuántica, Investigación y ciencia, nº especial, La interpretación de la mecánica cuántica, pág. 29.

[5] Ibidem.

[6] Acuyo, F.: nota 3.


La no localidad (objetividad) de la realidad de los fundamentos elementales del mundo: el significado capaz de identificar significados en un infinito de sucesos, Francisco Acuyo



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