En este nueva entrada para la sección de Ciencia del blog Ancile, traemos un nuevo fragmento de otro capítulo sobre la temática de la sinestesia, esta vez bajo el título: Información, inteligencia artificial y sinestesia.
INFORMACIÓN, INTELIGENCIA
ARTIFICIAL Y SINESTESIA
Miran si ver y oyen
sin escuchar ni entender.
Mateo 13, 13
Percibimos
objetos y entendemos conceptos.
la comprensión es
una clase diferente de percepción.
Kurt Gödel
La reflexión sobre la información
que aporta la sinestesia, en distinción de la información lógica aportada por
la inteligencia artificial, me llevó a extraer una serie de conclusiones que
hubieron de abrir, si ya no la había antes, un verdadero abismo, tal es así que
aún hoy no se entibia entre ambas informaciones el encono. Si, como todo parece
indicar ¿el soporte? físico de la mente (cerebro) no tiene ningún software al
uso genuino informático, hace de esta ausencia fundamento y de su dinámica algo
en verdad extraordinario y fascinante. Pero también indicaría que lo aleja de
las más punteras investigaciones y revelaciones del dominio de la computación.
Esta última aproximación hace que se extienda (frente a la que mantiene una
opinión contraria) que la mente y su producto fundamental que suponemos que es
la conciencia, no puede entenderse (y hay quien no gustan estas expansiones) en
términos estrictamente físicos, no obstante, de las corrientes del nuevo
conexionismo.[1]
También es evidente que el funcionamiento lógico de la máquina computacional, ha influido poderosamente en la creencia de que nuestro propio pensamiento es básicamente lógico y racional, cuando en realidad, muy bien puede ser todo lo contrario. Lo cual puede llevar a confundir conceptos como el de conocimiento y memoria que, a su vez, ponen de relieve la diferencia entre la gestión y almacenaje de datos, y otra bien distinta, cual es la interpretación activa e integral de la información que podamos entender y compartir. No obstante, es conveniente entender que el hardware (soporte físico
corporal) tiene una imagen de sí mismo que está adherida íntimamente a nuestro cerebro, pues, mentalmente vive y sobrevive, incluso cuando los sentidos incluyen información que la contradicen (recordamos el fenómeno extraño del miembro fantasma),[2] como no queriendo abdicar de su real y corporal alcurnia.
Parece
claro que, a la luz de aquellas reflexiones sobre el papel activo de la mente
(decíamos en los procesos sinestésicos), y la relación con la posesión y
movimiento de ingentes cantidades de información por una computadora serial,
cabe inferirse, entre otras importantes conclusiones, que el conocimiento es un
proceso, y que la memoria es razonamiento.[3]
A partir de aquí podemos buscar parentesco y diferencias entre el
funcionamiento de nuestra mente y el de la máquina computadora. En cualquier
caso, también podemos entender que la dinámica mental obedece más a una marcha orgánica,
viva, capaz de crear y sostener los gérmenes creativos que habrán de gestarse y
brotar como consecuencia de esa dinámica, que como un mecanismo que trabaja con
datos lógicos e información completa.
Prosiguiendo
con este breve pero rudo abordaje a tan viejo[4],
pero actualísimo debate[5],
añadiré que la cuestión es que en el territorio de la realidad en el que nos
movemos y vivimos, adjuntos a esta información que apercibimos a través de
ellos, se ofrece de manera caótica y portando una naturaleza imperfecta y,
desde luego, casi nunca completa. Uno de los fenómenos más interesantes para
confrontar la disrupción de las nuevas tecnologías de la información y los
procesos de conciencia sensoriales sin duda es la sinestesia.
Antes
de entrar en la posible (casi segura) confrontación (que para muchos sirve de
eterno alimento) entre el campo de la sensación y la información lógica, queremos
incidir en la huella que provoca en la mente del perceptor e intérprete las
sensaciones. No obstante, queremos aclarar, insistir y reconocer abiertamente,
el progreso, desarrollo y mejora de nuestra civilización en cuanto que potencia
y acrecienta nuestras capacidades intelectuales estos sistemas de gestión,
acopio y manipulación de información, así como su capacidad para procesar
símbolos de cualquiera índole, plenamente competente para procesar
proposiciones y enunciados. Aunque sí que cuestionamos el optimismo de Turing (y
muchos de sus seguidores de entonces y de ahora) a creer y prevaler la lógica,
porque esta sea lo suficientemente general para simular el pensamiento humano,[6]
al menos hasta que no descubramos las leyes universales que pudiesen servir de
fundamento a la inteligencia humana, para ser adecuadas así mismo a la
inteligencia artificial.
Francisco Acuyo
[3] Campbell, J.: La máquina increíble, Fondos de cultura económica, México 1994, pág. 17.
[4] Ciertamente subyace el antiguo debate dualista, el cartesiano acaso el más célebre, entre la mente y el cuerpo.
[5] Redivivo hoy a tenor de las controversias creadas al emparentar el cerebro con la máquina de computación de datos.
[6] Ibidem, pág. 33.
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