Para la sección de Ciencia del blog Ancile traemos un nuevos post que lleva por título: Sinestesia y la fragilidad cognitiva, ponencia que tiene el título general de: Arte y ciencia de la sinestesia: Semiosis de la sinestesia. Síntesis y realidad. El significado de la sinestesia. Se trata de un breve fragmento de la ponencia que se prepara para el VII Congreso Internacional de Sinestesia, que tendrá lugar en Granada y Alcalá la Real (Jaén) en octubre del presente año 2022, y que organiza la Fundación Internacional Artecittá., al que podrán acceder para mayor información cliqueando en los enlaces de esta entradilla y al final del post.
SINESTESIA Y LA
FRAGILIDAD COGNITIVA
Por convención, lo dulce; por
convención, lo amargo;
por convención, lo caliente; por
convención, lo frío;
por convención, el color; por naturaleza
sólo átomos y vacío.
Demócrito
Por todo lo cual, una vez tras otra que hube
de encontrarme entre otros procedimientos retórico expresivos como la
sinestesia en poetas de genio e intuición singulares, me vi impelido
irremediablemente a la reflexión sobre la naturaleza, génesis y realidad
práctica del tropo en general, y de la sinestesia muy particularmente, pero,
incluso más allá de los principios de toda virtud de elocución, ornato, estilo
y elocuencia. Así, por interesante y enigmático origen y trascendencia de
muchas de las figuras del catálogo retórico, la sinestesia, con mayor grado de
distinción e idiosincrasia a mi entender destacaba; acaso por esta curiosidad y
predilección despertada, no acertaba cuál fuese a distinguir, si artístico o
científico, el interés que me empujaba. Y es que la retórica en general (y con
particularidad la sinestesia), con todo su extenso y complejo aparato teórico
descriptivo, con todas sus taxonomías, definiciones, formulaciones y figuras, requería(n),
a mi humilde juicio, una ponderación y acercamiento acaso más amplios, más
profundos, más vigilantes. Y para la
indagación me encontraba dispuesto a cualquier óptica de aproximación, aunque
tuviese que acudir al auxilio de criterios, valoración y parecer de
investigación totalmente interdisciplinares. Criterios, digo, de la más diversa
índole sobre los que apoyarme, así: las matemáticas, la física, la psicología,
la neurociencia…, porque no acababa de satisfacer, entendía, la realidad
discursiva, expresiva y de significado del singular discurso poético bella y
prestamente atildado, y manifiesto con gran potencia expresiva a través de
muchos de los recursos trópicos de consuno ordenados en tratados de retórica, y
destacando, entre todos ellos, sin duda, la sinestesia, pues entendí un mundo más
allá del ámbito en el que siempre se la habría ubicado, nada menos que con la
misma metáfora.
Así las cosas, la extensión de mi fascinación por el poder expresivo de esta figura habría de dar lugar a reflexiones sobre aquella (la sinestesia) que marcharían allende la misma disciplina retórica. Todo lo cual me llevó a plantear interrogantes en no pocos momentos fuera totalmente de los dominios de los estudios literarios, y que concluiría, para sorpresa de mí mismo, en propuestas, interpelaciones e
incógnitas tales como: ¿Es la sinestesia una muestra más de perplejidad de nuestra conciencia frente a la interpretación del complejo mundo, pues este se realiza en virtud de una innumerable cantidad de probabilidades que se acaban enigmáticamente haciendo objetivas (¡como en el universo cuántico!)[1] una vez realizada la observación de aquellas? ¿Cuál era la realidad de la sinestesia? Si
es posible El sabor del amarillo[2]a
través de la sinestesia, será porque, al fin, el poeta sinéstata ha constatado
que su realidad cognitivo-perceptiva (en su traslación o fusión poética), no es
sino una realidad extravagante (y bella, si estuviese estética y expresivamente
bien concertada) que contrasta con la convención perceptivo-cognitiva al uso.
Así mismo, como la física cuántica cuestiona en tantas ocasiones las
convenciones del sentido común de la realidad física clásica, el sinéstata hace
lo propio, poniendo patas arriba la percepción y el conocimiento experimental sensorial
ordinario, haciendo de los qualia[3]
un elemento todavía más perturbador de lo que en sí ya supone para cualquier
teoría del conocimiento. Pero en esta atrevida analogía ¿interviene realmente
el azar, como se dice que sucede en el ámbito de las paradojas y extravagancias
de la teoría cuántica? ¿Es aleatoria la identificación de un color con un
determinado número, por ejemplo? ¿Es
fortuito y casual que el sabor del
amarillo sea de este color y no de otro? O, simplemente, ¿nos muestra una
realidad profunda que nos advierte de que el azar y las propiedades de las
cosas, no están en modo alguno definidas hasta que el propio sinéstata poeta
interviene para redefinirlas?
La
sinestesia es, y creo que no exagero en esta afirmación, una muestra más (como
sucede en el ámbito de la visión cuántica fundamental del mundo, o en el
teorema de Bell[4], o en el
teorema de la incompletitud de Gödel[5])
de que las convenciones apegadas al sentido común son estériles para una
comprensión penetrante, honda, de la realidad del mundo, pero también para entender
la realidad extraordinaria y no menos compleja y enigmática de la misma
conciencia.
[1] Esta
referencia a la física, en este caso de partículas, llega a ser mucho más que
recurrente en bastantes escritos investigadores de mi cosecha, se verá si con
acierto o no a lo largo de este trabajo.
[2] Acuyo, F.: El sabor del amarillo, Diez décimas decimales,
World Fine Arte Galery de Nueva York, 1999, 1ª edición, 2ª edición, Jizo
ediciones, Granada, 2018.
[3] Referente a las experiencias sensoriales subjetivas que
epistemológicamente son incognoscibles, y todavía nos mantenemos en el debate
(acaso más inclinado a estas alturas de las investigaciones por el segundo
caso) de si existen realmente o no en la naturaleza.
[4] O teorema de las desigualdades de Bell que (como teorema de
imposibilidad) anuncia que ninguna teoría de variables ocultas locales puede
reproducir todas las predicciones de la mecánica cuántica.
[5] Gödel afirma muy generalmente en su primer
teorema que ninguna teoría matemática formal podrá describir tanto los números
naturales como a la misma aritmética de manera consistente y completa, o que en
el caso de que el sistema de axioma sea consistente no podrá demostrarlo
mediante el uso de esos axiomas.
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