Fotografía de Javier Leal |
Con motivo de la edición de este pliego nº 17 de La ciudad ilustrada, dedicado a Francisco Fernández, me permito reunir algunas de las ideas que durante años me han hecho sentir y pensar la obra y la formar de trabajar de Francisco Fernández, con quien tanto he crecido y andado. Tanto para exposiciones, catálogos y otras acciones, fueron creándose estos textos, entre la evocación lírica de sus poéticas sobre el retrato, la arquitectura o el paisaje, y la reflexión crítica acerca de su trabajo en el contexto artístico y documental de su fotografía.
En la revisión actual de estos textos me surge la duda de si la cercanía que me une al fotógrafo permite mostrar un discurso demasiado emocional o si, por el contrario, me coloca en una posición comprensiblemente elocuente para discernir críticamente sobre sus procesos de producción y de pensamiento visual. Sea como sea, la vivencia de la creación, más allá de estas comprensibles incertidumbres, sustenta certezas que espero sean, tras su revisión, una forma de actualizar al lector la figura imprescindible de un genuino creador de imágenes a caballo entre la tradición y la más salvaje contemporaneidad.
Y esto es porque su trabajo está claramente marcado por las tendencias del pensamiento visual donde la pose, la actitud ante la cámara, la distribución de espacios o la jerarquía de personajes y elementos se entremezclan con otros órdenes representativos donde la libertad de expresarse sin preocupación busca argumentar la realidad desde una visión personal y subjetiva.
“Pero Francisco Fernández, no muestra, no enseña, ni traduce; habla con palabras bidimensionales. Sus imágenes son voz y discurso; su voz es verdad enmascarada y documento; es mentira y consuelo, pero sobre todo es expresión y calidez”.
“Yo sé con certeza que nadie como el fotógrafo Francisco Fernández es capaz de crear arte del arte. A través de sus fotografías no sólo descubrimos un entorno o una situación, un complejo espacio o sus vicisitudes físicas, sino que, como un mago, es capaz de introducirnos en una lectura de emoción visual, en un espectáculo de fascinación formal, y, en definitiva, en una experiencia de caricias sensoriales”.
“Las fotografías Francisco Fernández se envuelven en un particular uso de las tonalidades y en el dominio de los grises más excelsos y sutiles. Sólo los más profanos creen reconocer un contraste excesivo en sus fotos sin reconocer los tonos altos cercanos al negro cargados de matices, o aquellos grises tan bajos que velan por la sutileza y el detalle. Estos matices crean sentimientos de romanticismo vivo, o de geometrías sosegadas”.
“Pero esas
tonalidades, esos perfectos encuentros entre los matices del oscuro, se
convierten en la gran firma del fotógrafo; a su vez, dotan de corporeidad a las
formas y las atmósferas visionadas. El blanco y negro, lejos del recurso, es el
lenguaje, el código que ejerce el fotógrafo para crear. La luz dominada sucumbe
ante la cámara para organizarse en efectos preciosistas de generosa delicadeza.
La mirada es la dueña, la madre descubridora de otras realidades, y esas otras
realidades son las que formulan el arte fotográfico y la susceptibilidad de la
verdad frente a la paradoja”.
Francisco José Sánchez Montalbán
Francisco Fernández |
DIÁLOGOS CON LA MIRADA
Francisco
Fernández se configura como una personalidad decisiva en la Historia de la
fotografía contemporánea. Con una obra que
trasciende estilos y escuelas, muestra un increíble mundo creativo que ha sido
honrado y galardonado en instituciones españolas y extranjeras, divulgado en los
catálogos de sus exposiciones y preciado en las publicaciones realizadas por poetas,
pintores, escultores, historiadores del Arte... Instantes visibles e
invisibles que penetran en la cámara oscura de su mirada y de su memoria
revelando una absoluta perfección técnica y un acorde equilibrio comunicativo.
Sus leyes obedecen a potenciales mágicos a los que consigue impartir un intenso
dominio visual iniciado en su aprendizaje en la New England School
of Photography de Boston, concretado en una excepcional trayectoria
fotográfica, transmitido en su labor docente en la Facultad de Bellas Artes
Alonso Cano de la Universidad de Granada y proyectado en sus destacadas actividades de
difusión cultural que desde 2011 se han visto ampliadas y reforzadas con la inauguración en Torreblascopedro, su lugar de
nacimiento jiennense, del Centro de Arte Contemporáneo Francisco Fernández, una
referencia obligada para la presentación, reflexión y divulgación de la obra
artística.
Su
dilatada creación engloba una gran diversidad de dominios, pero es en el
retrato donde se siente plenamente identificado. Platón
consideraba que las pupilas eran nítidos y precisos espejos, las de Francisco
Fernández poseen una indiscutible profundidad, atesoran una habilidad
fascinante para entregarnos una aportación inmune al tiempo. Analiza,
selecciona, dispara y revela la vitalidad de la propia vida. Reordena lo
sistematizado, le otorga cadencia, aflora el placer de contemplar como estado
de gran receptividad objetiva; todo lo que vulnere la realidad está ausente,
aunque nos ofrece una visión de la misma desconocida. Representa la tangible
presencia de una relación humana respetuosa, afectuosa y duradera con figuras relevantes del
universo cultural, portadoras de valores absolutos en los que el
espectador se puede reconocer. Ver se convierte en
mirar, oír se transforma en escuchar, permitiéndonos relacionar los campos del
conocimiento y acceder al disfrute de la comprensión, potenciando el deseo de
saber, implicándonos en una actividad intelectual y emocional, provocando una
respuesta, una reacción… La obra de arte está incompleta sin este escenario de
recepción iluminado por el discurso secreto de los retratos de Francisco Fernández.
Imposible trasladar justa e íntegramente las
innumerables personalidades que ha fijado en su fotografía y en su corazón,
como imposible es no recordar sin admiración y agradecimiento sus diálogos con
la mirada.
Javier Leal Moreno
Francisco Fernández |
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