Realidad, materia y conciencia, proseguimos con temática tan fascinante para la sección de Ciencia del blog Ancile, y todo ello bajo el título: La materia de los sueños: la conciencia.
LA MATERIA DE LO SUEÑOS:
LA CONCIENCIA
LOS últimos paseos llevados a cabo en las anteriores entradas por los dominios de la materia, la energía y el vacío (la nada), nos sirven de camino de enfrentamiento con la estructura de la realidad. Todos reconocemos que la susceptibilidad de medición de la materia, de la energía, e incluso del vacío, son objetos de estudio de la ciencia, cuyo método nos garantiza un acercamiento cuando menos en muchos aspectos verificable, con todas las incertidumbres ya descritas. Pero, ¿qué decir de aquellos fenómenos que son invisibles y acaso no cuantificables y que forman parte también incuestionable de la realidad y que se relacionan estrechamente con el desconcertante prodigio de la conciencia?
El
sufrimiento, el amor, la belleza, el miedo, la intuición de lo trascendente….
No pueden medirse, ni siquiera a tenor de los descubrimientos de la
neurociencia que, acaso pueden darnos una noción del impacto de algunos de
estos fenómenos en el soporte fisio-biológico donde se dice que tiene su cuna la
conciencia, nos referimos al cerebro. Así, puede verse actividad en
determinadas zonas de la corteza cerebral de aquellas emociones, sensaciones,
intuiciones, a través de escáneres y tecnologías como la tomografía por emisión
de positrones. Mas, ¿dejan acaso de ser menos reales el sufrimiento, el amor,
la belleza… que la estructura de un sólido muro de piedra?
Estas
reflexiones son verdaderamente razonables, aunque nos cueste entender dicho
parangón, sobre todo porque la piedra del muro puede ser sopesada, medida,
cuantificada, mientras que aquellos aspectos no menos sustanciales que interesan a la conciencia acaso no pueden serlo.
Hay
muchas incógnitas abiertas para esta teoría a la hora de explicar fundamentos
de la realidad como es la vida. Y desde luego la conciencia. Esto sería así aún
acogiéndonos al principio antrópico, que establece una circunscripción
selectiva que tuviera como condición inexcusable a alguien que pudiera observar
aquellas condiciones que, deberían estar condicionadas por nuestra misma
existencia.
Una
de las manifestaciones más impresionantes que pueden derivarse de este
principio, sería, nada menos que la predicción del valor de la energía del
vacío. Si nos inclinamos por el principio antrópico (fuerte), tendríamos
obligatoriamente que considerar la conciencia como un factor determinante de la
misma estructura de la realidad.
En próxima entrada indagaremos en esta proposición teórica que excede incluso a la
misma mecánica cuántica en la consideración de la conciencia en la
configuración de lo más minúsculo de la materia, y de sus derivaciones al resto
de la realidad de dimensión normal para nuestras percepciones.
[1] Véase la
entrada anterior al respecto.
[2] Joseph
Polchinski sería el pionero en adelantar una hipótesis tan audaz como
extravagante.
[3]
Este concepto es terminología que pretende definir una realidad de múltiples
universos existentes junto al nuestro propio desde el que hacemos toda suerte
de variadas conjeturas. Según esta teoría, el fundamento de la materia no sería
un punto localizado, sin estructura interna y de dimensión cero, sino una
infinitamente pequeña cuerda o lazo que vibra en una constante espacio temporal
de más de cuatro dimensiones.
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