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martes, 6 de septiembre de 2022

EL SER EXISTENCIAL Y LA POSMODERNIDAD

 Bajo el título de El ser existencial y la posmodernidad, traemos un nuevo post para la sección de Pensamiento del blog Ancile.


EL SER EXISTENCIAL Y LA POSMODERNIDAD


El ser existencial y la posmodernidad, Francisco Acuyo


En virtud de aquel ser existencial que decía que somos haré en forma de interrogante una, o mejor dos propuestas, que habrá de quedar incorporadas al texto como interpuestas guardas de paciencia: ¿Si en verdad parece equivocarse el espíritu guiado por los sentidos, somos realmente lo que hacemos? [1] ¿Acaso también lo que pensamos?[2] Por las obras (o sus frutos) los conoceréis[3], pero también por la ideología, y es que subyace muchas veces en nuestros pensamientos más los prejuicios que reflexiones razonables. El agathós (bondad) social e individualmente útil se inspira muy por encima de la utilidad egoísta que se hace expresa gracias al logos. La palabra que no tergiversa el valor de sus significados es de capital importancia si quiere ser realmente universal su significado. ¿Qué tiene que decir a esto la palabra poética en tiempos tan tempestuosos y vacíos?

            La era de la postverdad (posmodernidad) lo pone todo crudamente en entredicho, y la socialización de aquellas obras que deben ser verdad para todos pierden la esperanza de su autenticidad, que no otra que la que aspira la anthrópeia philosophía (filosofía de las cosas humanas) y que atañe inevitablemente a cada individuo.

El ser existencial y la posmodernidad, Francisco Acuyo
                Veremos hasta qué punto es disparatado el mundo de los conceptos y del lenguaje en nuestra época, y lo imposible que puede ser desarrollar un proyecto ético genuino si se pretende recusar los antiguos e indispensables parámetros ético filosóficos en la edad de la posmodernidad, y cómo, incluso, una de las manifestaciones del arte (literario) más antiguo y genuino, cual es la poesía, acaba diluyendo sus principios más básicos de construcción, expresión y entendimiento en nuestros días, si hemos de dar la razón a los censores cínicos, inclinados a la irreflexiva invectiva de lo auténtico.

            El antidualismo característico del pensamiento posmoderno llevó, sin embargo, a los otros que querían rescatar de la postergación y la inadvertencia, al olvido de su ser individual que, no obstante, comparte en la mayoría de sus anhelos y características personales, el resto de los componentes sociales de toda humanidad, y donde los marginados y oprimidos son también descuidados en su ser común de sociedad humana. El cuestionamiento textual y el giro lingüístico exacerbado les hace obviar las manifestaciones más genuinas del lenguaje como es la poesía, donde se enfrenta singularmente la realidad del lenguaje común con otra más profunda y conectada con lo que muy bien pudiese considerarse como lo más universal de todo individuo: su ser como algo que pudiera o, al menos debiera ser duradero y manifiesto en su personalidad en cualquier hora y lugar. Es así que el poema, cada poema es una realidad sujeta al poeta y, por supuesto, a quien lo lee, saborea y suscribe en su personal exégesis, pues uno y otro no son sino un individuo. Puede una verdad cuestionarse, pero no la universalidad de esta anclada en la diversidad de cada persona individual, máxime si está rememorando que la totalidad de lo que somos como humanidad es gracias a esa individualidad que persigue la verdad del ethos que inviste de dignidad (dignitas, decíamos) a cada ser humano.



[1] Aristóteles: Ética Nicomáquea, Taurus, Madrid, 2009.
[2] Damampada.
[3] Lucas 6. 43-44.



El ser existencial y la posmodernidad, Francisco Acuyo


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