Estas reflexiones tan divertidas como mordaces de Antonio Carvajal, las incorporamos con su total beneplácito a la sección de Extractos críticos del blog Ancile, post que me complace personalmente por su interés astronómico y que yo he intitulado, glosando un sintagma del texto enviado, a saber: Santa Lucía sin yo haberselo pedido, y que porta, abriendo la entrada, ilustrado una muestra del calendario Gregoriano, que cierra otra muy a la sazón de la bienaventurada y venerable Santa Lucía.
SANTA LUCÍA SIN YO HABÉRSELO PEDIDO
Querido Francisco Acuyo:
Me ha conservado la vista Santa Lucía sin yo habérselo
pedido, quizá conmovida por mi emoción al contemplar en Siracusa el cuadro con
que Caravaggio me hizo presenciar en luz gloriosa de pincel su entierro.
Conservar la vista me permite leer las onomásticas en los almanaques y las
necrológicas culturales en internet. Recuerdo el refrán "por Santa Lucía
menguan las noches y medran los días", me espanta que el refrán y mi
experiencia discrepen, busco y encuentro la explicación: Felipe II instó al
papa Gregorio a que concordara cielo y tierra con la aplicación del ajuste del
año civil y religioso al año tropical según cálculos astronómicos de la
Universidad de Salamanca, para lo que hubo que adelantar diez días y los
súbditos de las monarquías católicas se acostaron el 4 octubre de 1582 y se
levantaron a la mañana siguiente, ya día 15. Algo así como la jodienda horaria
que en marzo se traen los mandamases de la comunidad europea, pero en modo
imperial a lo bestia. Así que el 23 de diciembre, día de la última noche
crecida, se pasó con santos, armas y bagages al 13 y en la mudanza perdió el
refrán su sentido.
Como la luz eléctrica les está sirviendo a los que manejan
el negocio para sacarnos los ojos, recobremos la piadosa costumbre de pedirle a
santa Lucía que interceda por nosotros consumidores, por si aún se obran
milagros
Recibe mis mejores augurios para los días que vienen, que te
deseo muchos y felices.
Antonio Carvajal
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