Seguimos indagando sobre los significados en las nuevas aportaciones de la ciencia, para la sección de Ciencia del blog Ancile, y todo bajo el título: Sustancialidad y conciencia: materia y forma (¿lingüísticas?)
SUSTANCIALIDAD Y CONCIENCIA:
MATERIA Y FORMA (¿LINGÜÍSTICAS?)
En más de una ocasión, al
estudiar y reflexionar la lingüística como ciencia que atiende al fenómeno del
lenguaje, y aunque pueda parecer algo sacado fuera de lugar, pensé, que, si la
palabra (el lenguaje) aspira a ser una representación de lo físico, material,
en sus diferentes aspectos parciales, objetivos de las cosas que supuestamente
lo conforman, el universo que las compone no puede tener sentido (significado) por sí solo. Ante todo al albur de que la materia (y su manifestación energética), como
entidad(es) supuestamente objetiva(s), con todas sus características dinámicas, al tratar de buscar su linaje más profundo, aquella(s), materia (y energía), acaban diluyéndose
en conceptos del lenguaje. Y esto sucede incluso en la aproximación de aquellas al lenguaje matemático, porque, según la
metodología científica, no guarda ningún parentesco La lengua, el lenguaje, la palabra, con nuestra experiencia. Lenguaje, al fin, que habrá de ser la manera no perceptiva que exponga lo que de objetivo supuestamente tendría(n) la materia (y la energía).
La
significación del lenguaje, de la palabra, en ámbitos como los que nos
referimos (y aún en otros), para explicar la materia y la energía, ofrece un
cariz extraño, en tanto que los aspectos denotativos, es decir objetivos, por
ejemplo, un electrón, e incluso una mesa, una casa… y los valores secundarios
(connotativos) de las denotaciones objetivas, parecen diluirse. Esto es así, si,
como todo parce indicar, la materia, o en el caso que referimos, la energía
manifiesta en el electrón, es (son) una(s) conceptualización(es) que trata(n)
de poner en valor la capacidad de trabajo, nada menos, que del universo.
Así
las cosas, todo parece complicarse desde la óptica del significado. ¿Cómo puede
la ratio conceptual, constituir la objetividad sólida de una casa, de un
árbol (no entraré en la cuestión del electrón, que puede ser mucho más
escabrosa), si está fundamentada en una producción abstracta? Recordemos que
estamos en el mundo de la ciencia física que estructura sus fundamentos en lo
estrictamente empírico. Acaso la respuesta está en que físicamente la energía
puede medirse. Pero, ¿cómo, la materia y energía objetivas, pueden relacionarse
con la conciencia subjetiva que pretende explicarlas?
El
carácter convencional o natural de la lengua, y si bien estuvieren los elementos
fonéticos ligados naturalmente a sus significados, o si son simplemente
convenciones, no se ofrecen como respuesta totalmente coherente a la cuestión
última de los significados, pues se mantienen con grandes contradicciones en
ámbitos como el científico filosófico en el extraño mundo cuántico y, no
digamos en el literario, y sobre todo el poético.
Dicho
esto, parece vernos irrevocablemente inclinados a entrar en el territorio
siempre problemático del simbolismo. Y no digamos en el no menos controvertido de la fonética y su relación sensorial con lo que designa o trata de designar (ya que entramos, inevitablemente, en el
mundo de la retórica, con figuras tan sugestivas como la aliteración; recuerden los paradigmáticos
versos garcilasianos: En el silencio sólo se escuchaba // un susurro de
abejas que sonaba). y para extremos y colmo de los fenómenos semánticos, véase la
ambigüedad (sintáctica o léxica) y los contextos y situaciones en los que
aplicamos esta o aquella palabra o determinados sintagmas.
Es
así que la contextualización y situación de determinadas expresiones en los
territorios de la poesía (o de la física cuántica, como otro ejemplo claro de
ambigüedad), donde las relaciones no son ya exactas entre lo que quiere
significarse, muchas veces ni aproximadas, no están exentas de problemática, la cual preocupa no sólo a
lexicólogos o lexicógrafos y lingüistas en general, si no a todo lo que tenga que ver con la comunicación humana.
Seguiremos
insistiendo en esta temática para los interesados en próximas entradas del blog
Ancile.
Francisco Acuyo
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