Nadie niega que las ciencias de la información han supuesto un nuevo paradigma para la ciencia, con los pros y los contras que este pudiere conllevar, a este fin, proseguimos con una nueva entrada para la sección de Ciencia del blog Ancile, esta vez con el título: Interacciones enigmáticas: materia-energía y conciencia.
INTERACCIONES ENIGMÁTICAS:
MATERIA-ENERGÍA Y CONCIENCIA
Parece que nadie duda de que el
mundo de la materia es reconocible mediante la experiencia sensoria. También
que el conocimiento de la conciencia es algo que requiere una atención bien distinta:
la alerta introspectiva. Esta dicotomía, no tiene misterio para la
neurociencia, ya que es nuestra mente y su soporte neuronal (el cerebro) el que
explica todo, incluida la propia conciencia, que es un simple epifenómeno del
órgano que impera en cualquier proceso de conciencia (decíamos, el cerebro).
Si bien reconocemos aquellas novedosas corrientes neurocientíficas que opinan que el espacio y el tiempo son creaciones mentales y por tanto neurológicas, hay quienes piensan, y son también personajes ampliamente reconocidos, que la realidad pudiese ser bien distinta, a saber: que la conciencia sea una propiedad de suficiente complejidad evolutiva que habita un espacio bien diferente al que comprenden nuestros sentidos empíricos. La interacción entre esta conciencia y el mundo material es lo que resulta enigmático, cuestión que no en vano trae a mi memoria la confirmación empírica muy reciente de algo que hasta la fecha era propio de la ciencia ficción: el teletransporte, en primera instancia, de energía cuántica.[1] El teletransporte de información, como propiedad intrínseca de la partícula subatómica, parece mostrarnos el espacio como algo irrelevante en esa extraña transición, al menos para nuestras convenciones espacio temporales. Estamos hablando de nuevo del fenómeno del entrelazamiento cuántico, que muestra la comunicación instantánea entre dos partículas, sea cual sea la distancia que las separa, mostrando cualquier cambio de una en la otra de manera inmediata. Esta intercomunicación nos sugiere una curiosa refracción que diríase no estar sujeta ni al espacio ni al tiempo, en una suerte de conciencia compartida por ambas partículas, haciéndolas indistinguibles.
Aquella
información primordial de la partícula cuántica en el teletransporte, tiene una
naturaleza altamente peculiar, aunque sea considerada como motor primero del
universo, y esta es la organización singular que la caracteriza para ser consciente
de sí y de lo que la rodea, siendo esta, la conciencia, elemento sustancial
para cualquier aproximación al mundo y a lo que la realidad sea, no en vano,
los hechos cuánticos no se manifiestan verdaderamente en toda su realidad hasta
que entra en escena un observador.[2]
Todo
esto lleva de manera inevitable a una cuestión peliaguda y que tiene que ver
con el significado de la conciencia del observador en relación con el mundo
físico que, en palabras del gran físico John Wheeller, hay que comenzar a
considerarlo más que como una máquina, un hardware, como un software significativo,
situado, quién sabe dónde.[3]
Quizá el dónde sea esa nada estructurada a la que se hace referencia en
cosmología, y que no es tanto la información, como lo que lee, interpreta, crea y
recrea esa información y que, para nosotros, es la manera última y primera de la conciencia,
que será en última instancia la que hace interaccionar a lo observado y al observador.
Abundaremos
en próximas entradas de este blog Ancile sobre estas inauditas relaciones, en
las que la información y la conciencia acaso conforman la realidad de manera
insospechada ante nuestro estupefacto entendimiento.
Francisco Acuyo
[1] Nieves,
J.M.: Afirman haber logrado, por primera vez en la Historia, el teletransporte
de energía cuántica, en ABC, 21. 01. 2023.
[2] Talbot,
M.: ob. cit. pág. 164.
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