Finalizamos la relación de entradas sobre la abstracción para la sección de Pensamiento del blog Ancile, con el post intitulado: La abstracción profunda y la realidad, según Kurt Gödel.
LA ABSTRACCIÓN PROFUNDA Y
LA REALIDAD,
SEGÚN KURT GÖDEL
Kurt Gödel |
Es cuando menos inquietante y sugerente desde una óptica científica que la noción de verdad que encierra la matemática sea infinitamente más grande que la propia noción de demostrabilidad, si es que el método científico exige para su verificación dicha demostrabilidad. Es claro que nos movemos en un ámbito incómodo para la convención lógico racional que afecta al constructo metodológico científico.
Una de las conclusiones más extraordinarias que podrían extraerse de esta noción de verdad, anunciábamos al final de la anterior entrada sobre esta temática, radica en que, muy bien podrían ser los objetos matemáticos independientes de la misma inteligencia humana, si esta la basamos en el soporte físico del cerebro y la conciencia la entendemos como un epifenómeno del mismo..
Nos avisaba Roger Penrose que estas matemáticas residen en un vasto dominio más allá del ámbito espacio temporal, al cual tenemos acceso por una capacidad innata para razonar con y sobre esas formas, por lo que el cálculo (utilizado en la matemática aplicada) es sólo una mínima faceta del potencial de conocimiento que abarca, y que sólo nosotros o entidades conscientes afines, pueden utilizar (quedando para la inteligencia artificial el cálculo, ya que estos ingenios informáticos no tiene acceso a esa capacidad connatural de abstracción para razonar esas formas profundas.
El mismo Penrouse nos avisa de que en modo alguno podemos establecer la verdad de la proposición G, a través de un método o procedimiento de cálculo, o lo que es lo mismo, entidades como los seres humanos tenemos la capacidad o el acceso a las verdades matemáticas, de lo que cabe inferirse que la especial naturaleza de la mente o de la conciencia, no puede ser material.
Gödel insistía que, en virtud de su teorema de la incompletitud, la mente (para nosotros, la conciencia), no puede ser mecánica, es decir, que la conciencia no puede entender su propia dinámica de funcionamiento, por lo que dicha conciencia es una realidad diferente a la de la materia, o que los objetos matemáticos tienen su realidad fuera del mundo material.
La conclusión final sería, en palabras del propio Gödel, que: Mi teorema muestra solamente que la mecanización de las entidades abstractas, es imposible. La propia materialidad del cerebro como origen de la conciencia es puesta muy seriamente en duda, pues, razona, que en modo alguno hay en el cerebro cantidad tal de neuronas para la producción de todas y cada una de las funciones de las que presuponemos que es capaz la mente.
A través de los procesos de abstracción profunda llegamos a conclusiones verdaderamente fascinantes, como que el orden es una manera de racionalidad que se extiende al universo (que, en este caso, participa de la conciencia enigmáticamente) y que nos conmina a la búsqueda de un significado, significado que se deduce de la propia incompletitud del universo, por lo que es totalmente lógico y razonable que ese universo material puede tener su origen fuera del propio universo. No obstante, esto implica que, a tenor de las abstracciones oportunas, estamos desconectados del conocimiento último, y esto en virtud de las propias leyes abstractas de razonamiento que nos impulsan a su búsqueda.
Las conclusiones extraídas de la lógica gödeliana son muchas y diversas, y algunas de ellas extraordinariamente sugerentes, por ejemplo, la que el propio Gödel llega a concluir: Si el mundo está ordenado de maneral racional y tiene un significado, no sería baladí que bien pudiera haber otros mundos manifiestos en otra vida.
Las
deducciones inferidas de los procesos de abstracción profunda, no hacen sino
poner en evidencia la importancia ineludible de dichos procesos para el
entendimiento de la conciencia en el mundo, y del mundo en la conciencia.
Francisco Acuyo
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