Abundando y reflexionando sobre cuestiones numéricas y poesía, traemos una nueva entrada para la sección de Ciencia del blog Ancile, que lleva por título: Conciencia y número poético.
CONCIENCIA Y NÚMERO POÉTICO
La ratio y la oratio, el logos y el discurso, en poesía, pueden describirse como axiomas indemostrables, o como la salvación de la devastación del lenguaje anunciado por Heidegger[1] por influencia, hoy, sobre todo, de la ciencia[2] y sus derivadas tecnológicas, que ignoran o eluden el enigma inicial de toda conciencia que se expresa mediante palabras, y cuyo misterio debe mantenerse y custodiarse (Parménides).
El número
poético se coloca en el origen mismo de la conciencia y del pensamiento, como
aquel legein (decir o hablar) que dispone al ser para revelarse en el mundo del lenguaje
primero como pura designación.
El número poético puede considerarse como teorema de equivalencia que unifica todas las cosas que inciden entre la proporción y lo diverso[3] mediante la analogía, es decir el número poético (métrico -rítmico, Juan Caramuel-) debe entenderse como analógico, es decir, de proporción matemática. Se me antoja que el metro o medida del verso es un cálculo de razones donde la proporción se realiza de manera más idónea (eufónica, expresiva…) para intentar un sentido de las cosas.[4] ¿Son las razones poéticas razones numéricas que expresan la esencia misma de las cosas?[5] ¿Es la poesía y su estructura numérica la que demuestra que el alma posee los principios lógicos de todas las cosas y actúa de acuerdo con ellos, tanto cuanto ella misma se orienta hacia las cosas en su interior?[6]
El caso es que que la poesía y su estructura numérica traducen como en pocos lugares puede hacerse la afinidad entre matemáticas y dialéctica, más allá del concepto filosófico, ya que participa de las leyes intrínsecas del número y de la aritmética,[7] aunque el desvío de la norma nos muestre la inconmensurabilidad de sus magnitudes, que pueden, en ocasiones, vincularlo a la irracionalidad numérica.[8]Una de las vinculaciones más fascinantes deducibles del logos poético es la de su relación con el logos de lo divino, ya que cuando es verdadero se le considera por ricas y diversas tradiciones como revelación. Esta revelación algorítmica del número poético debe tomarse con cuidado, ya que su medida y cálculo no son mecánicos, pues traza equidistancia entre su aspiración trascendente y los acontecimientos en constante cambio que ofrece la naturaleza humana; esta podría ser otra de las evidencias por las que considero la poesía una ciencia de la paradoja: se mueve entre oscilaciones y variables constantes.
La poesía
elabora en el proceso de su discurso la palabra eficaz para hacer posible una
verdad plena y realizadora, es decir, plenamente creativa, pero en su claridad
demostrable no renuncia a la profundidad de un lenguaje que se hunde y aspira (en) lo trascendente. El número poético está íntimamente relacionado con el
significado de su discurso. Por todo esto es por lo que el número en poesía
está vinculado con la sabiduría, si esta, a su vez, a los números y a las
relaciones que indagan más allá de las mismas percepciones, las cuales trata de
ajustar al número. Este saber establece una interconexión forzosa que se
refleja en todo ejercicio creativo, si es que el número y la proporción son
potencias precisamente de lo creativo.
Francisco Acuyo
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